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El labrador de sonidos

Primero llegaron likes, luego memes y mensajes por WhatsApp. Un 20 de febrero Martino Alvéstegui no pudo con la duda y preguntó a través de su perfil de Facebook: “Honestamente me conocen más por mis discos o por mis zapallos?”.

El productor musical paceño trabaja en este medio artístico desde que tiene 16 años.

Su página personal de Facebook está llena fotos de sesiones de grabación, equipos, publicaciones sobre los proyectos que tiene en su compañía —Submarine Productions (calle 17 de Obrajes, 6385)— y algunos memes. Las de Zalomón apenas aparecieron hace un mes.

Su primer zapallo, Zalomón, demostró su carisma en las redes en poco tiempo. Primero muchos “me gusta”, luego “compartidos” y al pasar los días comenzaron a aparecer fans que no estaban entre los contactos de Martino.

“Los post de mis producciones no superan los 20 likes, mientras que los de la huerta tienen tres dígitos”, publicó el también intérprete, burlándose de su popularidad virtual.

Naturaleza y orden se combinan en la casa que Martino ocupa junto a sus padres, Gustavo y Beatriz. El huerto crece cerca de la casa —sin un orden muy claro— lleno de diferentes variedades de flores, hortalizas, frutas y plantas aromáticas, todas sembradas y cuidadas por su madre: “Tenemos un árbol de cedrón que tiene mi edad.

Desde pequeño, todas las mañanas, a las seis, teníamos trabajo en el huerto. Es casi una terapia; me gusta mucho pasar tiempo allí”, narra, mientras examina un pequeño Zalomón, al que aún le faltan semanas para estar listo para ser cosechado.

El estudio de grabación ocupa lo que en algún momento fue la estancia familiar. Consta de dos salas acondicionadas y una tercera abierta; las tres, perfectamente ordenadas y decoradas con imágenes de The Beatles y otros grupos. Radios y cámaras antiguas —además de algunos muñecos Playmobil— le dan a todo un toque nostálgico, que se vincula con el frondoso huerto exterior.

La música es una de las cosas que comparte con su papá. Gustavo le enseñó a tocar guitarra y fue su gran cómplice en el sueño de crear su propio estudio. La carrera de Martino comenzó con algunos intentos de grabar sus propias composiciones. Y si bien la música fue una gran pasión, tocar en público, “cautivar a una audiencia sobre las tablas”, nunca fue un espacio de comodidad, así que poco a poco le perdió interés, “a pesar de que mi abuela era cantante de tango”, comenta.

Entonces escuchó Yesterday, en un vinilo, y algo se encendió dentro de él. The Beatles no habían logrado captar su atención hasta entonces, por lo que le preguntó a su padre por qué sonaban tan diferente: “Es que aquí tienen un productor musical, que es George Martin. Una especie de artesano del sonido, él prepara la banda, los arreglos, hace la grabación, la mezcla, guía todo el discurso tonal”. La respuesta de Martino fue radical: “Yo quiero hacer eso con mi vida”.

Lograr que Submarine Productions tuviera un espacio que no solo estuviera destinado a inmortalizar música, sino a crearla y alimentarla, les tomó tres intentos y ocho años de trabajo. El primer estudio estaba en una zona muy céntrica y el ruido que provenía de las calles era demasiado fuerte. Fue así como terminaron mudándolo a la casa de la familia Alvéstegui. Allí tuvieron un primer diseño, y luego, con la ayuda de Marcelo Navía, el estudio de Martino logró la calidad que se buscaba. “Sale de la idea de que el estudio es prácticamente una cueva. Queremos que sea un espacio para crear”.

Las salas están dispuestas de forma que diferentes músicos puedan grabar al mismo tiempo, como solía hacerse. Así, el producto final mantiene la lógica de unidad que tiene la interpretación musical de una banda en vivo. Allí han entrado hasta 12 músicos tocando al mismo tiempo, para que los micrófonos puedan captar la energía que transmiten juntos.

“El arte de antaño, con la tecnología de hoy. Eso es lo que queremos lograr en nuestras grabaciones. Es muy importante la comunicación que se instaura en un grupo al tocar, y queremos mantener eso, es una manera más orgánica de producir un disco, con tecnología digital y equipos muy buenos hechos en Bolivia por Borealis Audio”, detalla el productor.

Además de producir, otra de sus pasiones es enseñar. Se formó como autodidacta, leyendo y tomando talleres. Luego comenzó a estudiar por internet, en la escuela online Mix With The Masters y se especializó junto a profesionales como Marcelo Navía, “él es mi escuela”, narra.

Su próximo proyecto es reactivar la escuela de producción que terminó un primer ciclo hace cuatro años. Para ello, busca diversas maneras de darse a conocer, y los zapallos han sido un inesperado gancho de marketing. “Me escriben preguntando por talleres y luego ‘¿tú eres el man de las calabazas? Es una divertida forma de hacer publicidad”.

Tal es así que tiene un par de videos mostrando el huerto y, de pronto, discos y promociones del estudio. Ambos, con grandes likes y aún más memes en los comentarios.

Fotos: Miguel Carrasco