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Un día de perros

El interior del minibús huele a pollo frito. Al respecto, su dueño cuenta que, de tanto estar adentro, es probable que se haya acostumbrado al olor, pues lo conduce todos los días para alimentar a sus queridos “hijos”: perros callejeros que habitan La Paz.

Patrick Fernando Kushner recuerda muy bien la fecha en que cambió su vida: 18 de mayo de 2015. Ese día salía de su clase de yoga y el destino hizo que un perro mestizo callejero —Choco— se le acercara cerca de las gradas de la iglesia de San Miguel, en la zona Sur paceña. “Primero movió la cola y después me lamió las manos”. En retribución le compró comida. “Ahí comenzó todo”.

Lo que comenzó como una rutina para ayudar a su amigo canino, al poco tiempo se convirtió en el motivo de su vida, pues todos los días despierta muy temprano para, a más tardar a las 06.45, salir con su vehículo y recorrer Bajo Següencoma, Alto Següencoma y Amor de Dios, principalmente, con el fin de dar de comer a los perros callejeros. Luego pasa por restaurantes para recoger restos de comida. Cerca del mediodía intenta responder los 6.000 mensajes de WhatsApp que le llegan de 193 grupos de animalistas de Bolivia, que le informan de animales perdidos o maltratados. Además de ello, lee el correo electrónico y las demás redes sociales.

Son las 12.15 cuando sale nuevamente de su casa, esta vez para trabajar de voluntario en un hotel para perros. A las 14.00 otra vez está en San Miguel, al mando de su minibús Foton chino, con el que empieza a recolectar comida.

Ferchy viste una polera negra —que en el pecho lleva la leyenda: “Yo no necesito terapia. Necesito más tiempo con perros”—, unos jeans, unos tenis cómodos y gafas para soportar el sol del mediodía. “¿Te molesta el olor a pollo frito?”, pregunta. Hay que acostumbrarse.

La parte trasera de su coche solo tiene una fila de asientos, pues debe haber espacio para varias bolsas y al menos tres tachos llenos de huesos de pollo, mientras que, en un costado, hay un par de sacos con croquetas para perros. El hecho de que el coche no tenga radio es una ventaja para Ferchy, porque le permite cavilar sobre muchas cosas. “Si no llegamos a controlar la cantidad de perros en las ciudades, en poco tiempo tendremos más canes que humanos”, dice. En la actualidad existen aproximadamente 2 millones de perros callejeros en el país, cantidad que puede crecer considerablemente si acaso no se conciencia a la población sobre la importancia de la adopción y esterilización, sostiene el ingeniero comercial que antes de conocer a Choco tenía éxito en su trabajo de relaciones públicas, puntos de venta y atención al cliente para empresas importantes como Bvlgari y Chanel. La vida le ofrecía viajes al exterior y una existencia muy cómoda, pero Fernando eligió cuidar a sus “hijos”.

Hay sol pleno y el tráfico está tranquilo en Achumani, donde el minibús amarillo con rojo se detiene frente a un restaurante. Ahí le esperan los ayudantes de cocina con un tacho lleno de huesos de pollo. También está Chicho, un perro comunitario —que tiene como dueños a los vecinos— que es el primero en ser alimentado.

Desde que comenzó su cruzada en favor de los animales ha conseguido apoyo de entidades financieras, telefónicas, embotelladoras y una aerolínea, que trasladó, de manera gratuita, a varios canes que fueron adoptados en otros departamentos.

“Si supieras la cantidad de gente que me insulta, no vas a creer; pero no es por lo que hago, sino porque el minibús tenía pintura común y corriente”. “¡Minibusero de mierda, apurá!”, le gritaron varias veces en la calle. Ahora es distinto. Con sus colores vistosos, mucha gente toca la bocina de sus coches para saludarlo.

El vehículo se detiene en Miraflores, donde se encuentra otro restaurante. A esa hora, el sol se ha transformado en una intensa lluvia, que por momentos se convierte en granizo. No interesa. Ferchy ha informado por WhatsApp que está en la puerta. De inmediato, un empleado llega con los ansiados restos de pollo frito.

Mientras su ruta le lleva a inmediaciones de la plaza Murillo comenta que el 69,8% de una ciudad ama a los animales, el 10% los odia, mientras que el resto es indiferente. “Los políticos podrían ganar muchos puntos si hicieran algo en favor de ellos. Nunca les ha importado porque los animales no votan, pero sí los dueños y los animalistas, como yo”. Revela que varios partidos políticos le propusieron para ser candidato. “No acepté porque no necesito ganar puntos con ellos (los políticos), sino con mis hijos, con los perros”.

En la avenida Kantutani, el animalista detiene el minibús dentro de un parque, donde una perra y sus hijos miran tímidamente. “Los he descubierto hace una semana. Se trata de cuatro pequeños y tres grandes. Creo que en dos semanas se harán amigos míos”. La madre de los cachorros vence el temor para acercarse y pedir un pedazo de pollo, pero no se lo come, sino que se lo lleva a una de sus crías. Ferchy le da más huesos y se repite la historia. “Dios sabe si mañana van a comer, si habrá lluvia o frío, o mucho calor”.

Su labor, que no tiene feriados, implica mucho dinero. Por ejemplo, gasta más de Bs 3.000 en gasolina todos los meses, sin contar las croquetas y otros insumos. Por ello es que Fernando creó la Fundación Abril y Ariel —que hace referencia a sus dos sobrinos—, mediante la cual consigue fondos para motivar la adopción de perros callejeros, esterilizaciones y la construcción de un santuario para sus “hijos”.

El minibús vuelve a detenerse en Bajo Següencoma, donde trotan cadetes de la Policía. Ahí, dos perros que los acompañan reconocen el coche, se dan la vuelta y saludan a Ferchy, quien empieza a repartirles comida. Lo mismo pasa en Obrajes con Balú, Shaggy, Jonás y Negro.

“No voy a pelear con gente que no entiende qué es un ser vivo, porque si entendiéramos ello no tendríamos mendigos, niños o animales en las calles”. El recorrido diario —que lo lleva dos veces a la semana por Cota Cota, Carreras, Río Abajo y Llojeta— continúa con el que empezó esta historia: Choco, el perro mestizo de nueve años al que le agrada estar cerca de los jóvenes. Está durmiendo en una jardinera. “Choco, ven. Vamos, Choco, vamos a comer. Ven”. Levanta su cabeza al mismo tiempo que abre los ojos. Se despereza y mueve la cola. Se acerca a su amigo de hace cinco años, le da un beso, recibe la comida y se va a un rincón.

Está anocheciendo. Ferchy se pone una chompa que tiene pelos y huele a pollo frito. “Es lo que hago todos los días. Tal vez ya me he acostumbrado y por eso no noto el olor”, dice este ser humano que asegura que dejará de ayudar solo cuando muera. “No hay otra manera”.

La fundación para ayudar a los perros callejeros

La Fundación Ferchy’s Dogs Inc.—establecida en EEUU a través de la Fundación Abril y Ariel en Bolivia— surgió para alimentar a los perros callejeros, esterilizar a las mascotas, concienciar sobre la tenencia responsable de animales y construir un santuario para canes. Para ayudar se puede ingresar en el enlace http://bit.ly/AyudanosFerchysDogs o buscar el muro Ferchy's Dogs Inc., en Facebook.