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El amor en tiempos de Mami Ju

De tanto pijchar coca, el mandil de mami Ju está amarillento. Por ello, junto a su hija va al dormitorio a cambiarse, mientras como música de fondo se escucha una canción: “Buenos días, abuelita; kamisaki, mamay. Tus trencitas destrenzate, yo voy a peinarte, tú ya no te acuerdas porque eres viejita. Así como me has criado, yo voy a cuidarte”.

 De esa manera inicia la serie documental “Mami Ju”,  que la cantautora Marisol Díaz Vedia y su hija, la cineasta Ana Díaz, están grabando durante la cuarentena total para evitar el contagio por el coronavirus.

“Mi mamá es una mujer con mucho conocimiento por su misma crianza, porque ha pasado por circunstancias en las que ha tenido que aprender de todo”, cuenta Marisol acerca de su madre, Julia Vedia, quien nació hace 89 años en Independencia, capital de la provincia Ayopaya, en el departamento de Cochabamba.

Nunca conoció a su padre (Isidro Vedia), debido a que murió durante la Guerra del Chaco (1932-1935). “Tal vez hubiera regresado, pero le han baleado. No he conocido, pues, a mi papá”, cuenta mami Ju, parada al pie de la ventana del departamento donde vive con su hija Marisol y su nieta Ana.

No es la primera vez que Julia aparece en un video; ya lo hizo en un documental acerca de las viudas y huérfanos de la Guerra del Chaco que no recibieron ningún apoyo del Estado para mantenerse en la vida.

Por los achaques de los años, mami Ju dice que le duele la espalda. Explica que tal vez sea porque trabajó mucho tiempo en la cooperativa minera Kami o de cuando estaba en Cochabamba, cuando preparaba chicha por encargo.

Marisol confiesa que la idea primigenia era grabar una conversación con su madre y compartirla en las redes, pero, como consecuencia de la aceptación de los internautas, se decidió convertirla en una serie documental que hasta el momento tiene nueve publicaciones en YouTube y cientos de vistas.

“Una enfermedad está caminando por acá, mamá. Una enfermedad que se parece a la tos. Tenemos que estar bien alimentadas, por eso tenemos que tomar vitaminas todos los días”, explica la hija, mientras que la madre explica que para curar la tos es bueno tomar mate de wira wira o de hojas de haba. “Tienes que preparar como mate y tomar cada mañana. Eso es bueno”.

Según Marisol, la industria farmacéutica sigue siendo poco accesible en las comunidades, por lo que han encontrado en las hierbas la manera para mitigar sus males. “Son conocimientos que, gracias a la vida, todavía no hemos perdido, que estamos a tiempo de pasárselos a nuestros niños, jóvenes y adultos. Lo importante es tomar otra actitud frente a la crianza mutua, no quedarnos tanto encerrados con el celular o en los libros, sino salir porque ahí todavía está nuestro aprendizaje (…).Creo que no conocemos a nuestro papá, a nuestra mamá, a nuestros abuelos, a nuestras abuelas”.

Ése es uno de los objetivos de la serie “Mami Ju”, aprovechar este tiempo de cuarentena para dar prioridad  a nuestros padres y abuelos, y aprender de sus experiencias. “No solo tiene que saber tu madre, tú también tienes que saber. También tienes que ser compasiva con la gente”, reflexiona mami Ju después de tomar un mate para reforzar sus defensas y mostrar a su hija cómo friccionar las manos para que no duelan.

En esta primera etapa de la serie documental se comparten las experiencias de Julia junto a su hija Marisol y su nieta Ana, además de detalles de cómo se debe cuidar a los adultos mayores mediante plantas medicinales. A partir de los próximos capítulos —que salen de lunes a viernes— se conversará con el homeópata Carlos Gonzales y la bióloga Mariel Russo, quienes darán consejos sobre un posible ataque del coronavirus.

“Mamita Carmen, que tus hijos se mantengan sanos. No permitas que se enfermen ni con la tos mala ni con otra enfermedad”, reza mami Ju ante un altar donde están las figuras del Ekeko y la Pachamama, que, como consecuencia de la simbiosis entre religión católica y los saberes andinos, también son santos y la Virgen María.

“No sé cómo eran esas canciones, ahora la abuela todo se ha olvidado. Se han debido perder los recuerdos”, se lamenta cuando Marisol intenta que su madre rememore algunos temas musicales que cantaban cuando vivían en el centro minero. De repente, cuando la hija empieza a entonar una cueca, mama Julia continúa: “Desde que te vi, paloma mía, no sé qué tengo. Ni los jilgueros cantan sus trinos, ni corre el agua. Lejos del alma, sí, cariñito mío, nunca digas a nadie, wawitay, cuanto te adoro”.