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La rana chiquitana

Primera víctima de los incendios en la Chiquitanía

Reina y señora de las serranías de Santiago de Chiquitos, Roboré y Chochis en Santa Cruz, la rana chiquitana, rana venenosa o Ameerega boehmei, para los científicos, es capaz de hipnotizar a cualquiera con sus colores vivos. Ella es la que paga la primera factura por los incendios de 2019 que devoraron 5.3 millones de hectáreas al pasar a la categoría de En Peligro, que la acerca más a la extinción.

El año pasado, expertos en anfibios de Bolivia se reunieron con especialistas mundiales de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para poner nuevas categorías a estos animales en territorio nacional y esta especie que antes estaba sin categoría ahora “llegó al nivel En Peligro (EN) tras verificar los últimos datos científicos”, se lamenta el biólogo alemán Steffen Reichle, especialista en anfibios que vive en el departamento cruceño desde hace más de 26 años. El nivel EN es el peldaño inferior a Peligro Crítico (CR), la última categoría antes de ser declarada extinta.

En 2019, la revista mundial Science dio cuenta de que probablemente “la mitad de los anfibios en el mundo estaría en peligro por el calentamiento global”, pero aquella situación se recrudeció en el caso de la rana chiquitana.

“En este momento está en peligro de extinción porque muchas partes de su hábitat conocido han sido afectadas el 2019 por los incendios o está en peligro de ser afectada por las próximos quemas”, añade Reichle. Los últimos reportes climatológicos indican que los focos de calor crecen gradualmente en la región chiquitana, una zona donde los chaqueos humanos y la consecuente deforestación son mayores a los de hace 30 o 40 años.

Serranías de Santiago de Chiquitos, Roboré y Chochis.

Perfect storm o ‘tormenta perfecta’, en inglés, es el término que el científico alemán-cruceño acuña para describir al principal enemigo de esta rana chiquitana a la que su veneno, con el que se defiende de otros animales, no le alcanza para protegerse y salir airosa de la extinción.

La rana chiquitana mide entre 22 y 26 milímetros, es pequeña, se destaca por sus colores aposemáticos (llamativos contra depredadores: negro y amarillo) y vive en los pastizales abiertos cerca de pequeños ríos y charcos de agua, que los incendios destruyeron el año pasado.

Se reproduce en la época de lluvias, que en la Chiquitanía ahora son escasas. Y mientras la hembra pone los huevos para luego marcharse, el macho se encarga de ellos. “El macho vuelve al lugar después cada dos y tres días para mojar los huevos, para que no se sequen y una vez que los huevos eclosionan, este hace subir a sus hijos a la espalda y los lleva a un cuerpo de agua cercana para su desarrollo”, complementa el alemán respecto a esta función de llevar ‘toda una guardería’ de bebés rana en las espaldas. Los huevos se convierten en renacuajos, juveniles y luego alcanzan la etapa adulta

Serranías de Santiago de Chiquitos, Roboré y Chochis.

Instinto paternal

Otras especies de ranas llevan en la sangre este instinto parental muy presente. Hay hembras que llevan también en sus espaldas los huevos fertilizados para dejarlos en un cuerpo de agua donde se desarrollan hasta ser ranas independientes. “En el caso de la Ameerega, el padre ayuda a sus hijos a sobrevivir esta primera parte de la vida para que no sean víctimas de depredadores”, sostiene Reichle. En Pando, otra especie de rana hembra lleva sus huevos a unos huecos de bambú, un lugar al que retorna para alimentarlos.

Las pequeñas Ameregas son raspadoras de algas, plantas muertas y detritos en el cuerpo de agua. Mientras crecen aprenden a cazar pequeños insectos, hormigas, moscas y otros invertebrados en un micro mundo en el que utiliza también su veneno para defenderse de los depredadores.

Un espécimen fotografiado por Steffen Reichle.

Riqueza anfibia

Bolivia se encuentra entre los 15 países más ricos en anfibios en todo el mundo. Hay al menos unas 276 especies y 75 son endémicas, es decir, son ciento por ciento bolivianas. Hay 23 especies en Peligro Crítico (CR), 13 en En Peligro (EN) y 19 en Estado Vulnerable (VU), según datos oficiales.

Pese a esos sorprendentes números, 54 especies de más de dos centenares, están amenazadas, según Reichle. “En Bolivia, los anfibios están desde las llanuras, como la Chiquitanía, hasta los 4.800 metros de altitud. En la Amazonía está la más grande diversidad, pero las especies endémicas están en los yungas de Cochabamba y La Paz, principalmente en sus valles”, cuenta.

Reichle no se olvida de la rana gigante (Telmatobius culeus) del lago Titicaca que se encuentra en Peligro Crítico debido a su uso extendido en jugos vitamínicos o como un estimulante para aumentar la potencia sexual en algunos pueblos altiplánicos de Bolivia y Perú.

Reichle, que también es un apasionado por la fotografía, recuerda que la Ameerega boehmei era difícil de encontrar, algo que también la protegía de los humanos. Pero ahora su hábitat está amenazado y la subsistencia de la especie está en jaque por los incendios, el nuevo enemigo.