Simón Laura es agricultor en las afueras de El Alto (La Paz), lleva 10 años produciendo legumbres y hortalizas con la ayuda de su esposa y de su hija. Cada semana él y su familia llevaban sus productos a diferentes mercados de la ciudad. Hoy las cosas han cambiado. La gente debe permanecer en sus casas dentro de las medidas de confinamiento en respuesta a la pandemia de COVID-19. Y don Simón, pues hace delivery.

En su invernadero cultiva acelgas verdes y rojas, lechuga, tomates cherry amarillos y otras hortalizas. Y la cuarentena no ha detenido la producción. Así que ahora la estrategia de los agricultores es hacer entregas de sus productos a domicilio.

Productos. Paola Laura muestra parte de su cosecha de calabacines.

“Con mi esposa e hija, coordinamos para encargarnos del invernadero y hacer las entregas, y somos muy cuidadosos con nuestros productos. La gente puede estar segura de que nuestras hortalizas son saludables e inocuas”, explica el agricultor.

Para esto Simón ha trabajado con las autoridades locales y con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), junto a otros 250 agricultores familiares de las afueras de las principales ciudades de Bolivia que adoptaron esta modalidad para subsistir. En las ciudades bolivianas con alta densidad de población, como Santa Cruz, Oruro, La Paz, Sucre y Potosí, las restricciones están llevando a los productores de alimentos a encontrar nuevas formas de trabajar para poder mantener sus medios de vida y llevar su producción a las ciudades cercanas.

Comunidad. Toda la familia Laura participa en la producción y comercialización de hortalizas, lo que les permite obtener ingresos.

“Nuestra rutina ha cambiado debido al COVID-19”, explica Simón. “Cuando salimos de casa tomamos todas las precauciones necesarias. Nos ponemos guantes, mascarilla y cuando volvemos, incluso nos quitamos los zapatos”, asegura.

En esta crisis, las familias que se dedican a la agricultura urbana y periurbana son fundamentales para garantizar el flujo de alimentos hacia las zonas más pobladas de Bolivia. Así acortan las cadenas de valor para que la gente pueda tener acceso a alimentos frescos, nutritivos y variados durante la cuarentena. Esta labor es importante para salvaguardar la seguridad alimentaria y mantener a flote los medios de subsistencia ahora, durante el período de crisis y en tiempos venideros.

A través de programas como el de la FAO, familias campesinas reciben asistencia técnica, formándolas para que mejoren la producción gracias a buenas prácticas agrícolas y métodos adecuados de manipulación y elaboración.

Simón Laura es un ejemplo en este trabajo: por eso decidió estudiar agronomía, “para garantizar que la población tenga acceso a los alimentos que necesita”.