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Murciélagos: la lucha contra el estigma mundial

En marzo, miles de murciélagos fueron quemados en Indonesia y China, así como en Ecuador y Perú, “al creer falsamente que transmiten el COVID-19, cuando no existe una evidencia científica que ratifique aquello”, lamenta Luis Fernando Aguirre, el mayor experto de estos alados en Bolivia. En el país existe una especie En Peligro y seis en la categoría Vulnerable.

En marzo, varios informes internacionales, uno de ellos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), apuntaron a que los quirópteros podrían ser los transmisores del virus que apareció en Wuhan, China, a fines de
2019, aunque nunca se presentó una prueba científica de que aquello sea cierto. Posteriormente apareció otro sospechoso, el pangolín, que finalmente también fue absuelto. Sin embargo, el estigma sobre los murciélagos quedó en el imaginario mundial.

Por ello, en marzo, cuando la cifra de infectados de coronavirus había alcanzado a 858.000 positivos y 42.000 muertos en todo el mundo, miles de estos mamíferos alados fueron sacrificados en Perú, Ecuador, Cuba, Indonesia, China y otros países al creerse que son los responsables de transmitir el mal.

En Bolivia y el mundo, los biólogos luchan desde hace años para restaurar la mala imagen que tienen los murciélagos, que desde antaño eran relacionados con el inframundo por vivir en cuevas o con los vampiros. Pese a ello, campañas mundiales a favor de estos inofensivos animales destacaron más bien su función como ‘jardineros’ o polinizadores del ecosistema y eliminadores de plagas de insectos, posicionándolos mucho mejor.

Todo marchaba bien hasta que llegó la pandemia con los informes que los acusaron de ser transmisores del virus. “Hubo un retroceso en la apreciación del murciélago en general: otra vez su imagen y su reputación han sufrido un grave retroceso. En Perú, Cuba y Ecuador han empezado a perseguir murciélagos y a quemar cuevas, pensando que pueden ser transmisores de la enfermedad y eso es absolutamente falso», asegura el «Batman boliviano», como también se conoce en Latinoamérica al actual director del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) de Cochabamba.

“No se puede decir que este virus provenga de un murciélago, todavía no se ha probado esa información. No se sabe el origen: quizás provenga de un murciélago, pero puede ser también de un pangolín”, ratifica Aguirre. La proximidad evolutiva del SARSCoV-2 o COVID-19 a un virus huésped de murciélago (RaTG13) han provocado que se acuse falsamente a estos inocentes animales alados de ser los responsables de la pandemia.

Y en este periodo de la pandemia, la transmisión es de humano a humano “ya no interviene ningún otro animal”.

Especies en Bolivia

El país se encuentra entre las 10 regiones del mundo, más ricas en murciélagos y en Latinoamérica es el séptimo con mayor variedad de acuerdo con los datos que maneja Aguirre.

Bolivia posee 138 especies catalogadas hasta la fecha y por año se descubren al menos dos nuevas. “Estimamos que podemos tener más de 150 especies en poco tiempo”. Entre ellas hay una endémica, que solo habita en Bolivia, la Micronycteris yatesi o Murciélago de yates que vive en los bosques interandinos de Cochabamba, LaPaz, Chuquisaca y parte de Santa Cruz.

Es posible que la de yates esté en la categoría Vulnerable a la extinción. Un primer estudio realizado sobre estos animales en Bolivia se hizo en 2010, pero no fue actualizado y la endémica ya debe ser categorizada, opina el académico.

Hay también otras siete que preocupan al especialista. La Lonchorhina aurita que está En Peligro y otras seis que están en la categoría Vulnerable que son: Vampyrum spectrum, Glyphonyctesis daviesi, Trinycteris nicefori, Anoura cultrata, PLatyrrhinus albericoi y Natalus macrourur. «La que está En Peligro habita en San Matías, Santa Cruz, las otras seis, que están en la categoría Vulnerables, se encuentran a un pasito de estar En Peligro de extisión, sostiene el experto cuya fascinación por los murciélagos nació cuando vio uno de ellos a sus 11 años en los Yungas de La Paz.

En Bolivia, estos animales no han sufrido la persecución ocurrida en Perú y Ecuador, no obstante Aguirre cuenta que cada año recibe al menos tres o cuatro llamadas preguntándole si podría conseguir algunos ejemplares para curar la epilepsia. “Esta creencia está bien arraigada en la región andina de Bolivia y Perú.
En La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí, así como en algunas regiones de tierras bajas creen algo similar, pero no hay ninguna evidencia científica de que ello, lo más probable es que al ser un animal silvestre nos podamos contagiar de algo de ellos”. En la sede de gobierno se venden murciélagos muertos en la calle Santa Cruz, sin embargo ese comercio no es tan fuerte, porque el verdadero enemigo de estos alados es el hombre.

Los enemigos del murciélago

Hace una década se identificaron a cuatro factores que pusieron contra las cuerdas a los murciélagos de Bolivia, pero en los últimos años se sumó un quinto. “Son las llamadas Amenazas emergentes, que son las construcciones de grandes represas o hidroeléctricas, donde las hélices de las turbinas y los parques eólicos “golpean tanto a pájaros como a murciélagos y eso estaría causando un efecto relativamente grande, tanto en aves como murciélagos, perdiéndose cientos de miles de individuos por año”, revela. En Bolivia no hay capacidad todavía para medir ese impacto.

Los otros cuatro factores que ponen en alerta a las poblaciones de estos mamíferos son: la destrucción del hábitat, que es la amenaza principal para los murciélagos; en segundo lugar, la destrucción de guaridas y refugios seguida por el vandalismo de sus cuevas, “la gente quema guaridas, mete llantas, prende fuego e incendia su hogar”.

El tercer enemigo invisible de los quirópteros en Bolivia es la contaminación por pesticidas que contaminan insectos o frutas que ellos comen y, por último, el cuarto: el conflicto en torno a los murciélagos de la especie Desmodus rotundus, que afectan a la ganadería, manejada por humanos.

Esta especie también es conocida como vampiro común, se alimenta de sangre, puede volverse una plaga donde el ser humano le pone mucha comida, es decir, las zonas ganaderas. Como todo mamífero, el murciélago pueden transmitir enfermedades, como la rabia, y tener un efecto ocasional en la economía de la ganadería familiar, pero existen métodos de control, como la vacunación del ganado.

“Lo que sucede es que la gente por querer controlar al vampiro va y mata cualquier murciélago, sin preguntar. Otros los ven en sus techos de casas, les meten veneno y los matan”, denuncia Aguirre, de 52 años, de los cuales 30 lleva estudiando estos seres.

Animales benéficos

El documento oficial Plan de acción para la conservación de los murciélagos de Bolivia, publicado en 2010 y del que Aguirre y otros biólogos son autores, indicó en esa época que en Bolivia el 55% de los quirópteros eran insectívoros que ayudan en el control natural de las poblaciones de insectos que pueden constituirse en plagas agrícolas. El «Batman boliviano» resume en tres las bondades de los murciélagos que muchos ahora desconocen.

Primero, los alados por medio de la polinización de las plantas garantizan la reproducción de la flora, muchas de ellas importantes para la economía agrícola. En segundo lugar son grandes dispersores de semillas, que al comer frutas esparcen cientos de semillas por las noches, ayudando a una regeneración de los bosques que hayan sufrido talas de árboles. “Por eso son los primeros jardineros de la naturaleza”, reafirma Aguirre, para quien se necesitarían millones de dólares para sustituir su papel controlando las plagas de los cultivos de maíz y arroz.

Quizás por esas cualidades y ante el riesgo de que en realidad el hombre contagie el coronavirus al murciélago, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Humanos (IUCN), a través de la Bat Specialist Group (Grupo de especialistas en murciélagos) y la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos (RELCOM), “recomendaron en abril no agarrar, no tomar murciélagos para estudiarlos, porque existe el temor de que los seres humanos podamos contagiar a los animales silvestres. Se dió esa alerta a todos los investigadores en el mundo para que, hasta no saber qué pasa con ellos, no manejemos murciélagos en nuestras investigaciones bajo el potencial de que nosotros los enfermemos y eso sería catastrófico”.

Guías de turismo de Toro Toro, Potosí preguntaron a Aguirre en las últimas semanas cómo se puede implementar un programa de prevención para evitar que algún turista pueda tener contacto con los quirópteros y eventualmente contagiar al animal. En la cueva de Umajalanta, la más grande del país, centenares de estos animales viven en su interior.

Pero no todo es gris para estos animales, pues en algunas comunidades del oriente, sus pobladores se felicitan cuando uno de estos alados ingresa a la choza. “En las tierras bajas, los murciélagos están relacionados con la fertilidad, por eso se piensa que cuando uno de ellos entra a la casa es una se;al de que va a nacer un bebé o que va a ser un buen año para los nacimientos de niños”. Porque ante todo, los murciélagos representan la vida.