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Patina como imilla

Aydée y Mikaela patinan y vuelan. Y cuando lo hacen son felices, se olvidan de este mundo. Son su patineta y ellas, nada más. El zumbido de los rodamientos, el aire en la cara y el pelo, la zapatilla gastada por los suelos y los saltos por los aires simbolizan la libertad. El miedo no existe, la destreza para saber caer (y levantarse) se aprende, la práctica da seguridad, las lesiones forjan el carácter y el skatesolo tiene una regla: prohibido rendirse. El horizonte siempre será un nuevo truco.

Mikaela  Luján Alarcón y Aydée Choque forman parte del team(equipo) de Imilla Skate La Paz. Adrenalina pura, empoderamiento, vehículo de liberación, pertenencia, amistad, orgullo y cultura son los ingredientes imprescindibles de un deporte, el skateboarding, que el próximo año debutará en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Imilla Skate La Paz nació como colectivo el pasado 16 de julio. El movimiento de chicas patinadoras vio la luz en Cochabamba y se expande como reguero de pólvora por toda Bolivia. No solo son chicas que patinan, son chicas reivindicando su cultura a través de la figura de la chola y de la imilla, símbolos de rebeldía, heroísmo y lucha por la independencia y la libertad.

Aydée tiene 24 años y es de Munaypata. Patina desde hace cuatro años y es enfermera. Ahora está estudiando a la par las carreras de Comunicación y Ciencias de la Educación en la Universidad Pública de El Alto (UPEA). Un día su hermana menor Leslie le prestó su patineta y se fueron para Pura Pura, el skate parkmás alto del mundo. Ahí comenzó todo. Mikaela tiene 23 años y estudia Derecho también en la UPEA. Vive en Villa Adela y reniega: en la urbe alteña no hay ni un solo parque, “incluso nos botan a veces de las plazas”. En La Paz hay dos: las Cholas en la zona Sur y Pura Pura.

“Necesitamos más sitios para poder entrenar; al año, nuestro deporte debutará en los Juegos Olímpicos y tenemos que forjar a las nuevas figuras”, reclama Aydée.

Mikaela se enamoró de la tabla cuando iba a grabar videos para su hermano menor, Juan Pablo. “Al final, él me compró una patineta”. Ahora Mikaela tiene una marca detrás que la auspicia: material, tablas, rodamientos, pernos, medicinas para curar tobillos y mucho apoyo moral. La marca se llama Sqtherland de Jonathan Sqther Sanjinés, una empresa que sustenta especialmente a las chicas patinadoras.

“Cuando tengo miedo, siempre tengo miedo, me mentalizo, me concentro, respiro y cuento hasta tres, entonces me lanzo de nuevo, es un segundo pero en ese segundo derroto al miedo e intento otra vez el truco que no me sale, el ollieque se resiste”, cuenta con pasión Aydée que sabe que la vida, como el skate, es caerse mil veces y levantarse mil veces para comenzar de nuevo. La perseverancia no se negocia en la rampa.

Fotos: Ricardo Bajo e Imilla Skate

No dejarse vencer jamás

“Me he sorprendido a mí misma y a mi familia y amigos. En el colegio me veían siempre como una chica bien delicada. Ahora soy otra, más fuerte, más sociable. He aprendido el valor de la amistad entre mujeres, soy más constante con lo que me propongo. El miedo a lastimarse siempre estará pero los amigos que te alientan, también.

Nunca superaré el miedo pero mi lema es no dejarse vencer jamás”, cuenta Mika.

El skatees un deporte individual pero solo se puede avanzar en grupo. Las compañeras motivan y animan, formando una pequeña hermandad, una familia. El skate es una cultura donde la libertad de estilos musicales es absoluta. “Mientras practicamos, escuchamos de todo, cumbia, chicha, rock pesado, música nacional, hay chicas que graffitean, otras tatúan, hay mucho talento en el movimiento”.

El skatees también feminismo y lucha inclaudicable sobre ruedas. “Nunca hemos recibido una crítica machista de nuestros compañeros pero sí desde afuera. Cuando vamos por la ruta, los minibuseros tratan de arrinconarnos y algunas personas nos dicen cuando nos ven patinar en una rampa o una plaza: ‘¿por qué patinan si son mujeres?, eso es para hombres nomás’. La sociedad es bien machista y patriarcal pero nosotras no vamos a dejar de patinar nunca, esa es nuestra venganza”, dice con orgullo Aydée.  Su amiga de tablas se suma a la reivindicación: “Exigimos que nos tomen en cuenta siempre a las chicas en los torneos, que los premios sean iguales en monto para todos y todas. Al año, nosotras nos vamos al Perú para participar al Panamericano rumbo a Tokio junto a una colega de Cochabamba, Brenda Tinta”. La pelea por la igualdad tampoco se negocia.

Un gesto que demuestra este compañerismo entre mujeres y hombres tuvo lugar en 2015 cuando la empresa pública Mi Teleférico organizó una actividad skater para denunciar la violencia machista y los feminicidios. “Los chicos se pusieron faldas para apoyarnos y aquel año también se abrió la categoría chicas, fue nuestra primera pequeña gran victoria”, cuenta con una sonrisa Mikaela.

El pasado 16 de julio, Aydée y Mikaela se fueron para una plaza de Villa Adela y grabaron un video patinando con polleras ante la sorpresa del vecindario. “Nos gusta el skate, hemos viajado a otras ciudades, vamos a conocer otros países, hemos estrechado amistades y hemos dado talleres en lugares como Viacha a otras chicas, pero también nos gusta reivindicar nuestras raíces, rescatar nuestra cultura, que se vea en el mundo que las polleras son orgullo. Cuando nuestro video se hizo viral en la página de Facebook Imilla Skate La Paz, nos escribieron desde toda Bolivia, incluso desde Chile y Perú para felicitarnos, nunca nadie había patinado así”.

Ser mujer y patinar es sin duda una fortaleza y un privilegio. Las chicas tienen mayor tolerancia al dolor. El skatesirve para superar la frustración, es una escuela de vida. Las imillas son más flexibles y más duras. Las calles, las plazas y los parques también son de ellas. En un deporte ligado en sus inicios a lo urbano, al territorio marcado, a lo masculino, las “imillas” han llegado como generalas y han mandado a volar. Imilla Skate trabaja diariamente para incentivar  a todas las chicas y niñas para aprender a hacer piruetas, para que crezca el skateboarding como deporte de mujeres en Bolivia. Y así derrumbar estereotipos. Aydée y Mikaela predican con el ejemplo, patinan y vuelan para imaginar una sociedad más justa, menos machista, más rebelde. Patina o muere, patina como imilla.

Compañerismo. Los hermanos Postigo (Carlos, Mateo y Lucas), Danna Valencia y Marquinho Paredes, junto a Mikaela Luján y Aydée Choque (con las patinetas), las dos integrantes de Imilla Skate La Paz. Foto: Imilla Skate La Paz

De las olas al Olimpo

Si todos los skaters del mundo vivieran en un solo país, serían 40 millones de personas en la nación de la patineta.  

El skateboarding (o monopatinaje) nació en California en los años sesenta cuando los surfersse quedaron sin viento y sin olas grandes para cabalgar. Entonces la tabla del mar dio paso a la tabla de las calles, las aceras y las rampas. Las figuras en el aire habían cambiado de escenario. Las mujeres son el 30% de los deportistas y su número crece y crece cada día que pasa. En Estados Unidos, la cuna, es el sexto deporte más practicado. Y las cantidades de dinero que mueve son asombrosas: las ganancias para el vencedor de un torneo pueden estar por encima de los $us 150.000.

Los auspicios, las revistas, los videojuegos, las redes sociales, las películas y las marcas de ropa elevan la plata por las nubes.

El tatuaje y la música son dos patas fundamentales de la mesa: muchos skaters famosos tocan en un grupo y tatúan o tienen tattoos. Tony Hawk, leyenda viva de esta disciplina deportiva, ha salido en películas y series de televisión, incluido un capítulo de Los Simpson. ¿Patinar es para flojos, ociosos y drogadictos? Hawk ha acumulado un patrimonio de $us 120 millones solo patinando y haciendo videos. El skate es un deporte y un hobby pero también es un negocio millonario.

Incluso el turismo para visitar las ciudades icono —únicas para patinar— mueven millones y millones.

El monopatinaje debutará en los Juegos Olímpicos el próximo año después del retraso de Tokio 2020 por la pandemia del coronavirus. Tendrá dos modalidades: street y park. El skate nació en las calles y ese es su hábitat natural, de manera que la modalidad street solo recrea los elementos que existen en un cono urbano y allí los 80 atletas deberán realizar su mejor performance y sus mejores trucos como grinds, slides, ollies, entre otros tipos de saltos y maniobras con la patineta. Se medirá el grado de dificultad, la altura de los saltos, la velocidad, la originalidad y la limpieza en cada figura.

La selección de Estados Unidos, tanto en rama masculina como femenina, es la favorita para llevarse el oro olímpico. La entrada del skate en el ciclo olímpico junto a nuevas modalidades como el surf, el kárate, la escalada o el béisbol tiene un motivo: atraer a la juventud y aportar aire fresco a una competición que ha ido perdiendo fuerza y atractivo en las nuevas generaciones. Los esports (deportes electrónicos) serán los próximos en ingresar (se habla de París 2024) a los Juegos con ese mismo objetivo: los jóvenes.