Icono del sitio La Razón

Relleno de papa: Emiliana y su vida tras Netflix

Nunca pensé que llegaría la fama”, dice, medio en broma medio en serio, Emiliana Condori Quispe. Aclara que no es que se sienta famosa, pero está agradecida con sus clientes por su fidelidad, quienes le hacen sentir que cocina “muy rico” sus rellenos de papa, que la llevaron a ser protagonista de una serie de Netflix: Street Food Latinoamérica. Un equipo llegó a la ciudad de La Paz, la entrevistó y consideró poner su especialidad en competencia con platillos callejeros de otros países de la región.

“Salir en televisión y medios es algo que no imaginaba y más cuando veo el pasado”, confiesa la mujer de 53 años, de sonrisa fácil, contagiante, quien llegó desde la localidad de Guaqui, de la provincia paceña Ingavi, acompañando a sus padres y a sus 10 hermanos. “Mis progenitores eran de escasos recursos. Cuando nos quedamos aquí no teníamos nada, así que comenzamos a trabajar. Empecé vendiendo zapatos y poleras a los 10 años en la Buenos Aires”, recuerda la cocinera, quien hoy tiene casa propia, que compró con “el sudor de su frente”, vendiendo sus alabados platillos.

 “He vendido carne y todo lo que estaba a mi alcance. Mi papá me decía que acabe de estudiar, pero no me gustaba y salí aplazada en el colegio. Nunca me gustó estudiar y de mis 10 hermanos soy la única comerciante y ellos son profesionales”. Pasar del comercio de artículos a la cocina llegó a la par de su matrimonio. “Tenía 19 años y la familia de mi esposo era de salteñeros y también hacían humintas. Pero la venta se vino abajo y le dije a mi marido ‘che inventaremos alguna cosa’, y se me ocurrió vender los rellenos de papa, que había comido en Cochabamba”. Eso hace tres décadas.

Así, Emiliana y su esposo, Hilario, pusieron manos a la obra y localizaron la Pérez Velasco como el sitio ideal para vender su apuesta culinaria, por la alta concurrencia. “El primer día de la venta lo recuerdo como si fuera ayer, pese a los años, porque pedí permiso a un señor muy bueno llamado Jesús Estrada, él era dueño de esa casa grande del frente y me dejó que me instalara ahí para vender”, rememora “doña Emi”, a la par de señalar la actual galería La República, en plena esquina de la iglesia de San Francisco (hoy vende al frente).

Clientes comen el platillo que hizo famosa a doña Emiliana. Foto: José Lavayén

Los primeros pasos

Aquella semana vendió entre uno y dos rellenos al día. “La gente no estaba familiarizada con la papa rellena y no salía, luego les gustó y nos fue bien. Y estamos hasta ahora, aunque hemos ido moviéndonos por distintos puntos de la Pérez. En ese entonces, mi hija tenía tres meses y la dejaba con mi esposo para venir a vender. Ahora mis dos hijas son adultas y profesionales. El señor Estrada me apoyó tanto que me cobraba simbólicamente Bs 5 para guardar en un depósito mi carro y otros objetos que tenía”.

De aquel tiempo a la actualidad las cosas esenciales no han cambiado tanto, ya que su esposo le sigue apoyando en la logística. “Me trae con mis cosas y me lleva a la casa. Estamos juntos muchos años y me cuida más desde que he salido en la televisión”, dice, con una sonrisa marcada. Y es que su paso por la plataforma de streaming ha hecho que su rostro y sus rellenos de papa estén ya en el imaginario paceño (también los hace de arroz y postre), más todavía, de los usuarios de Netflix por el mundo. “Yo me siento agradecida cuando vienen al puesto y me dicen que me vieron en la Tv, es fuerte el cariño de las personas”.

Sin embargo, recalca que no todo es color de rosa. “Para este trabajo me despierto a las 03.00 para hacer las papas, cocinar el relleno de carne, preparar salsas y que lleguen frescas. Es un trabajo duro, pero a la gente le gusta porque tengo mi secreto y es que yo me los amo a mis clientes”. Recalca que la calle es dura. Más aún, admite que ser reconocida también molesta a algunas de sus colegas. “Pero hay satisfacciones grandes, como que hace unos días mi producto llega a mis clientes a través de Pedidos Ya”.

La pandemia del COVID-19 ha golpeado a todos, y Emiliana no es ajeno a ello, por eso re reinventa. “No nos dejaban vender desde la Alcaldía y de dónde saca uno para vivir así, porque para morir o vivir siempre hay que tener platita guardada”. Son las 09.00 y la gente ya se acerca a su puesto. La jornada de venta ha comenzado y sus rellenos  de papa son los protagonistas.

Emiliana Condori, y de fondo, una casona de dos pisos por donde comenzó su venta hace 31 años. Foto: José Lavayén