Hace 90 años el cine dejó de ser mudo
Dos empresarios —José Cattaneo y Simón Audino— pelean codo con codo para traer las mejores películas del cine sonoro a La Paz. ¿Quién ofrecía el mejor sistema de sonido? ¿El Teatro Municipal o el Cine Princesa? Es la ‘guerra’ del cine parlante
Es 1930. El “Gran Stadium Presidente Siles” se inaugura en enero con goleada del club The Strongest. Urania Films estrena la película boliviana muda Wara Warade José María Velasco Maidana.
Cecilio Guzmán de Rojas dispara al subdirector del periódico El Liberal, enfadado por una nota. En noviembre, cinco pasajeros mueren al descarrilar el ferrocarril Arica-La Paz. Es la mayor catástrofe ferroviaria del país. Los periódicos publican fotos de los Beneméritos del Pacífico. Es un año frenético y lo mejor aún está por llegar. En 1930, hace 90 años, la ciudadanía paceña escucha por primera vez a las estrellas del celuloide. Y contempla una “guerra” entre dos empresarios que pelean por dar voz al cine en la ciudad.
Son las novedosas “película sonoras” con diálogos (más o menos) sincronizados. Han pasado solo tres años desde que el mundo oyera por primera vez en una sala de cine oscura las melodías de Al Jolson en El cantante de jazz(de la Warner Bros). El día señalado va a ser un miércoles.
Pero el cemento de las obras no seca y los motores no arrancan. Los modernos equipos traídos desde los Estados Unidos van a 220 y la corriente de La Paz es a 110.
Houston, tenemos un problema. El día señalado será entonces un jueves, el 12 de junio. El lugar indicado: el Teatro Municipal, cómo no. La empresa arrendataria Cattaneo y Cía contrata a decenas de albañiles, pintores y carpinteros que trabajan sin parar: matinal, “matinee”, “vermouth”, tanda, noche y trasnoche. Hay que poner lindo y hermoso al “coliseo” municipal, venido a menos en los últimos años. José Cattaneo ha importado una costosa máquina reproductora, cinco aparatos de radio y una sección de poderosos amplificadores aparte de los imprescindibles y enormes discos gramofónicos de la RCA, acompañados de llaves, cambios y reguladores.
Ese mismo día 12, jueves, La Razón estrena su sirena, marca A.E.G. con un motor de cinco caballos y medio de fuerza, importada por intermedio de la casa Hugo Ernst. El periódico advierte a sus lectores: cada vez que la actualidad mande, sonará potente la sirena desde el centro de la ciudad. El estreno es de alfombra roja: atención, atención, esta noche llega el cine parlante, sonoro, hablado, cantado y bailado, “la gran novedad de los últimos tiempos, un grandioso y colosal éxito”.
Los “servicios higiénicos” del Teatro Municipal son remozados y en el salón de los altos del hallse instala una confitería para todas las noches de función.
La boletería vuelve a su antiguo local. Se instala un confortable servicio de calefacción tanto en la sala como en el escenario y demás dependencias. El “coliseo” municipal ya no competirá con los mejores frigoríficos de la ciudad. Es el chiste que recorre las calles. El viejo teatro construido entre 1834 y 1845 está decidido a recuperar su antiguo esplendor y por eso alberga otro hecho histórico: el fin del cine mudo tras 35 años de reinado.
Los más viejos del lugar todavía se acuerdan de como sonó por primera vez el himno de Bolivia, la Canción Patriótica, en la inauguración del Teatro.
El encargado del milagro sonoro es una “estrella”. Llega a la urbe paceña el escritor, director de cine, explorador e ingeniero norteamericano Earl Rossman. Es el encargado de todo y trae sus sonidos en disco a cuestas. Rossman es conocido mundialmente por haber sido el primer piloto en volar sobre el elevado monte McKinley (a 6.190 metros sobre el nivel del mar, en Alaska) y hacer la primera película de aventuras con temática indígena filmada en el Ártico: Kivalina of the Ice Lands (1925), dirigida, producida, escrita e interpretada por el propio Rossman. El ingeniero norteamericano es supersticioso: quiere estrenar el viernes 13, porque ese día se cumple un aniversario más del primer sobrevuelo de la montaña más alta de América del Norte. “La pantalla se transformará en escenario: es algo sorprendente y maravilloso”, dice un aviso del Teatro Municipal en los periódicos.
La hora señalada es la nueve y media de la noche. El programa dice así: “En la propia metrópoli de la cinematografía muda y sonora, en Nueva York, las películas sonoras de la ‘Hispano America Movietonal Film Co’, que son las que exhibiremos hoy en el Municipal, han merecido elogiosísimos comentarios de la prensa neoyorkina”.
UN PROGRAMA CON ‘LO MEJOR’
José Cattaneo programa los mejores filmes de la Metro-Goldwyn-Mayer, de la Fox Film Corporation y de la Pathé Exchange (con sus famosas Revistas Sonoras Pathé). La película que tiene el honor de abrir el telón de par en par del Teatro Municipal es Sombras de gloria(1929), uno de los primeros talkieshablados completamente en castellano. La cinta está dirigida por Andrew L. Stone y el venezolano Fernando C. Tamayo. El reparto es encabezado por el chileno-argentino nacido en Alemania José Bohr, el peruano Federico Godoy y la estrella mexicana Enriqueta Valenzuela, de nombre artístico Mona Rico (famosa por Alma de gauchoy El Zorro vuelve a cabalgar). Es la versión de un drama bélico de la Primera Guerra Mundial llamado Blaze o´Glory. Es la primera película sonora en idioma extranjero filmada en los Estados Unidos. En aquellos años, la mayoría de las obras de Hollywood eran producidas en versiones duales, tanto muda como sonora, tanto en inglés como en castellano para el mercado latino.
Tendrían que pasar tres años más para que llegara la primera película sonora boliviana Hacia la gloria, rodada en 1932 al inicio de la Guerra del Chaco y estrenada en 1933, sonorizada también con el sistema Vitaphone, producida y dirigida por Mario Camacho, José Jiménez, Raúl Durán y Arturo Borda.
La calidad cinematográfica de Sombras de gloriano se acerca a la del Acorazado Potemkinde Su MajestadEisenstein o a Sunrise/Amanecerde F.W. de Murnau, ambas estrenadas también en 1930 pero la tremenda voz de Bohr —rutilante cantor de tangos en permanente gira por Sudamérica— hace la diferencia. El arte del cine mudo ha quedado de repente enterrado y sus grandes genios son fagocitados por el nuevo invento. Se viene una avalancha de películas musicales de baja calidad y el séptimo arte deja de estar a la altura.
La polémica se instala pronto en las calles y cines de La Paz. El flamante sistema empleado, el Vitaphone (por los estudios Vitagraph de Nueva York comprados por la Warner Bros, en aquel entonces un pequeño estudio de Hollywood) tiene sus inconvenientes. La voz no marcha al compás unísono de la imagen. El cine parlante parece cine tartamudo, dicen los cinéfilos paceños más exigentes. El Vitaphone usa discos grabados cuyas vibraciones son transmitidas a los altoparlantes, coincidiendo más o menos matemáticamente con el desarrollo de la película. O sea no es el verdadero cine parlante, añaden los más críticos. La competencia llega pronto. Se llama Movietone que lleva grabado el sonido —más nítido y más puro— en el mismo filme. A José Cattaneo del Teatro Municipal le ha salido un feroz competidor en La Paz. Su nombre es Simón Audino, el osado empresario del Teatro Princesa.
La casa Paramount, representada por el gerente de la marca en Bolivia, Honorio García, trae vía Santiago de Chile este sistema mejorado y de yapa el equipo sonoro más moderno de la Western Electric. El lugar señalado para el “nuevo” estreno es el cine Princesa y la película: El desfile del amor, obra suprema del notable chansonier parisino Maurice Chevalier. Las películas de la Paramount en sistema Vitaphone, como Sangre y arenay El ángel pecador, han quedado obsoletas apenas en un año.
Simón Audino en La Paz y Lucio Bakovic en Oruro toman la delantera. El cine París también entra al baile y establece negociaciones vía cable para traer otro aparato Western Electric. Al cine, ex Biógrafo, de la Plaza Murillo pronto llegarán películas también habladas en castellano como Un hombre audazy Del mismo barro.
Cattaneo no se rinde y contraprograma en el Teatro Municipal filmes de Ramón Novarro, el heredero de Valentino; musicales de Broadway como Fox Follies; romances como El puente de San Luis Rey con la bellísima actriz francesa Lily Damita; dramas como Los cuatro diablosde F. W. Murnau; o melodramas como Ana Kareninade Greta Garbo. El as debajo de la manga de Cattaneo son las primeras películas dobladas al castellano de Laurel y Hardy. “Las cintas del Gordo y el Flaco están recomendadas especialmente por renombrados médicos, como el mejor remedio para todos los hipocondríacos, anémicos y misántropos”, promete Cattaneo para vender más entradas. Todo vale para ganar la “guerra” del cine parlante. Fue hace 90 años, en 1930, cuando las películas dejaron de ser mudas.