Quino, dibujado en el corazón de Bolivia
Las visitas del artista argentino al país en 2000 y 2001 dejaron huella. La tristeza por su partida revivió el cariño de su público.
Tristeza profunda, compartida. Fotografías del recuerdo junto a la tradicional escultura de Mafalda en San Telmo, Buenos Aires. Libros autografiados, recortes de periódico. Reseñas de algún encuentro, anécdotas emotivas, datos curiosos. Y, cómo no, una cascada de historietas. Por un día, las redes sociales se atiborraron de la obra del dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado, quien firmó como Quino hasta antes de fallecer a los 88 años el último día de septiembre de 2020. En Bolivia, el profundo pesar por su partida se transformó en un sincero homenaje, recordándose tanto su influencia en la gente como su paso por el país.
Nacido el 17 de julio de 1932, hijo de andaluces, sintió el llamado de la tinta y el lápiz de muy joven. “A los tres años dibujé a mi tío. Descubrí que de algo tan simple como un lápiz podían salir personas, caballos, trenes, montañas… Un lápiz es algo maravilloso”, aseguraba Quino, recogió AFP. Para cuando cumplió los 13 años ingresó al colegio de Bellas Artes en Mendoza, donde pasó de “dibujar ánforas y yesos” a la historieta y el humor.
Si bien su obra es profusa y de gran calidad —en una primera etapa prescindió de las palabras para después entrar de lleno a la caricatura con alto contenido social y político—, fue a los 30 años que su fama se catapultó hacia el mundo: le dio vida a la idealista Mafalda, la niña que odia la sopa y conversa con su mapa mundi, concebida por encargo para una publicidad de electrodomésticos en 1963. “Es una niña que intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo”, la definía su creador.
La campaña publicitaria nunca vio la luz y Mafalda permaneció en una carpeta hasta que en 1964 se publicó la primera tira en el semanario Primera Plana de Buenos Aires, por impulso de la esposa de Quino, Alicia Colombo, su inseparable compañera por más de medio siglo.
“Mi mujer ha sido la clave para que Mafalda sea conocida”, dijo al dedicarle a Alicia el premio Príncipe de Asturias en 2014.
A través de Mafalda, con un humor certero y cargado de crítica social, las aventuras de la niña, su familia y su pandilla— los inolvidables Susanita, Miguelito, Manolito, Felipe y Libertad— se publicaron desde 1964 hasta 1973.
Para finales de los años 70, el trabajo de Quino ya se había instalado en el mundo. Sus dibujos circulaban en toda Latinoamérica y, gracias a las publicaciones en España e Italia, se dispersó por Europa.
Como ejemplo: en 1969 salió Mafalda la contestataria, el primer libro europeo dedicado a este personaje, con una singular presentación del reconocido escritor y filósofo Umberto Eco. Y para 1977, a petición de la Unicef, ilustró la Declaración de los Derechos del Niño.
Su paso por Bolivia
Pese a que los libros de Quino ya circulaban en Bolivia desde hace varios años, fue en 2000 en que se dio el primer encuentro del artista con el público nacional. El Instituto Cubano del Libro acababa de exponer la muestra El Mundo de Quinoen el Centro Wilfredo Lam, subsede de la novena Feria Internacional del Libro de La Habana (Cuba) y la siguiente parada del historietista era nuestro país.
Litexa Boliviana, S.A. había invitado a Quino para que forme parte de la X Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL) y contó con el auspicio de Lloyd Aéreo Boliviano y la Alcaldía Municipal de La Paz.
En esta oportunidad, el periódico LARAZÓNorganizó un evento especial en el Hotel Ritz con el historietista y su editor, el argentino Daniel Divinsky, de Ediciones De la Flor. Participaron artistas e intelectuales, como el antropólogo y sociólogo Edgar Arandia, la pintora Ejti Stih y los periodistas Mabel Franco, Rafael Sagárnaga, Roberto Brockmann y Edwin Herrera.
Risas, dedicatorias y una conversación muy amistosa destacó en dicho encuentro. Stih recordó que con Mafalda les enseñó a leer a sus hijos y que la compilación de la obra de este personaje —conocido como ‘Marjanca’ en eslovenia— fue un regalo perfecto para su madre. “Conocer a Quino personalmente, gracias a Mabel Franco, fue uno de los eventos más importantes de mi vida. Poder charlar con alguien que según su trabajo parece entender y sentir la vida hasta la médula en todas sus tonalidades; pero que en vivo es la persona más tímida y humilde a pesar de su fama mundial, fue una lección de vida. Cuando las musas se resisten a tocar mi puerta, siempre es saludable agarrar algún librito de Quino y no tardan en aparecer”, recordó la pintora en un texto escrito para ESCAPE cuando Mafalda cumplió sus 50 años de vida.
Así empezó el furor y no daba visos de parar. Surgieron los autógrafos: desde un sencillo “Para Alexis”, que atesora el editor y librero Alexis Argüello Sandoval, un “Para Ángel”, que resguarda el comunicador Ángel Careaga, hasta el dibujo de Mafalda que Quino hizo para el expresidente de Bolivia Carlos Mesa, después de que éste lo entrevistara en su faceta de periodista. Ese momento fue también motivo de inspiración. “Le regalé un dibujo a Quino.
Es de los recuerdos más bonitos que tengo de cuando llegó a la FIL de La Paz allá por el 2000 y yo tenía ocho años. Recién había conocido su trabajo. Decidí que cuando sea la oportunidad de conocerlo, iba a obsequiarle trabajos inspirados en su obra. Los dibujos originales finales y entintados se los di en sus manos, y con la sabiduría de un ser tan amplio, me agradeció con una mirada cálida y amable, además con cariño, al escribir la dedicatoria a su tocayo Salvador”, contó en su página de Facebook el artista Salvador Pomar.
En largas filas en la Feria del Libro, lectores de todas las edades esperaban felices a que el autor argentino firmara sus libros; él lo hacía de buen ánimo y siempre agradecido. Era una estrella, por donde pasara, la gente se agolpaba. Cuando llegó a las oficinas de La Razón, ubicadas en ese entonces en Miraflores, los periodistas, armadores y demás integrantes del matutino armaron un grupo para retratarse con él. Fue tanto el cariño del público que Quino tuvo que prometer que regresaría al mismo evento el próximo año.
En 2001, en julio y agosto, realizó una muestra itinerante de humor en Bolivia, donde volvió a ganarse los corazones.
El legado que inspira
Al principio, el miércoles 30 fue un día negro. Pero después, como si de magia se tratase, Quino volvió a repartir su luz. Su muerte dio pie a homenajes que reflejaron el cariño que el dibujante hispanohablante más conocido había cosechado.
La noticia fue dada por Daniel Divinsky en redes sociales: «Toda la gente buena en el país y en el mundo lo llorará». Y así fue. En el barrio porteño de San Telmo, la gente se acercó a dejar flores en el monumento a Mafalda, representada en una banca. Los humoristas del mundo se manifestaron: el argentino Rep, que fue uno de los amigos íntimos del dibujante, sentenció: “Se fue mi segundo papá. Gracias por todo Quino (1932-2020)”, recoge AFP. Otro colega y amigo, el español José María Pérez, Peridis, escribió en el diario español El País —donde publica sus viñetas— que Quino fue “un humorista humanista, tímido, cercano, silencioso, afectuoso y que escuchaba mucho”. Ricardo Siri (Liniers), le dedicó también la palabra que reinó entre las reacciones: “Gracias, maestro”.
No solo fueron artistas los conmovidos: el Club Atlético Independiente de Avellaneda se despidió de “un ícono de la cultura nacional y simpatizante de los Diablos Rojos de Avellaneda”. Y el presidente argentino, Alberto Fernández, escribió: «Se nos fue Quino, uno de los artistas más grandes de la historia de nuestro país. Nos hizo reír, nos hizo pensar y nos convocó siempre a reflexionar sobre la Argentina, con la que estuvo comprometido como pocos”.
Y así como los bolivianos disfrutaron de su llegada al país, también lloraron su partida. “Nunca olvido la primera vez que leí un libro de Quino que no era Mafalda, de niño, en el auto del papá de un amigo mientras íbamos de excursión. Aparte de reír como zonzo, quedé impresionado con los dibujos tan trabajados que tenía, muy superiores a lo que conocía de él”, recuerda el historietista Joaquín Cuevas, destacando toda la obra del autor.
“Vuela alto como siempre lo hiciste acá con tus trazos comprometidos, querido Quino. Fue un honor conocerte y estrechar tu mano”, escribió el artista Alejandro Archondo (Arxondo). Y mientras éste publicaba una Monalisa-Mafaldacreada por el aniversario 50 del personaje, el ilustrador Frank Arbelo se despedía también con arte: un Quino en el momento mágico de unir los puntos con un trazo que daría vida a la niña que odiaba la sopa.
Una vida dedicada a las viñetas
Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido bajo el seudónimo de Quino, nació en Mendoza (Argentina) el 17 de julio de 1932 y falleció el 30 de septiembre de 2020 en el mismo lugar. Fue un humorista gráfico e historietista argentino que se hizo célebre por su personaje Mafalda, que fue publicada entre 1964 y 1973. Entre las distinciones que el artista recibió destaca la Legión de Honor de Francia y el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, ambos en 2014.