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La Vespa en las alturas

Los Vespa Club son muy comunes a nivel mundial. Estas comunidades de gente apasionada por el vehículo de dos ruedas fabricado por la marca Piaggio están presentes en Argentina, España, Brasil, Francia, China, Chile e incluso Bolivia, que cuenta con uno de estos clubs en Santa Cruz.

Pero no había en La Paz. Al menos no hasta el 15 de noviembre, día en que Leodorico Buttarelli y Diego Blanco, dos orgullosos dueños de Vespas en esta ciudad, celebrarán la que será la primera reunión oficial del Vespa Club La Paz.

La Vespa nació después de la Segunda Guerra Mundial, un 23 de abril de 1946, cuando Piaggio, una compañía que fabricaba aviones, camiones y funiculares, tuvo que enfrentar la nueva realidad de su Italia natal y diversificó la producción de su empresa para crear un medio de transporte económico, cómodo y moderno para los italianos.

“No conozco a nadie que tenga una Vespa que no sienta afición por la marca y su historia”, cuenta muy seguro Diego Blanco mientras relata cómo Piaggio contrató a Corradino D’Ascanio, un hombre que odiaba las motocicletas porque las consideraba sucias, aparatosas y poco confiables, y quien rediseñó los primeros intentos de la fábrica para crear un scooter que, al verlo, el dueño Enrico Piaggio, bautizó tras exclamar “Sembra una vespa!” (¡Parece una avispa!).

El éxito del scooter no fue inmediato, pero año tras año fue creciendo y creciendo hasta que, en 1950, ya tenía vendidas más de 60.000 unidades. Pero, como apunta Leodorico, “la Vespa se hace universal gracias al cine”, puesto que se volvió parte importante de las películas del estudio italiano Cinecittà, con películas como Roman Holiday (1953) y aquella famosa escena en que Audrey Hepburn y Gregory Peck recorren Roma en una Vespa.

Sin embargo, para Buttarelli, encargado de gestionar el encuentro del Vespa Club La Paz, la clave del éxito “fueron los clubes, nacidos tres o cuatro años después de la salida de la Vespa”. Son comunidades de personas orgullosas de ser propietarios de uno de estos vehículos de dos ruedas.

Fotos: Ale Mamán y Leodorico Buttarelli

Tanto para Diego Blanco como para Leodorico Buttarelli, la Vespa está muy asociada con la libertad y no se compara con ninguna otra motocicleta. “Una Vespa no es para correr. Puedes hacerlo, pero incluso los tiempos son mucho más lentos”, asegura Leodorico, que resalta la conexión con el paisaje y el ambiente que se tiene en este scooter.

Es algo que incluso pervive en los recuerdos de ambos. Para Diego es una cuestión romántica. Amante del cine, él primero conoció a la moto en la pantalla grande, hasta que tuvo chance de viajar a Europa. “Una vez fui a visitar a mi esposa, en aquel entonces novia, a Europa y por $us 2 nos fuimos a Roma”, rememora todavía sorprendido por ese recuerdo de 2009 de una ciudad con Vespas por doquier, de todos los colores, con todas las formas y tipos de personas encima. No fue hasta 2016 que Diego pudo tener su propia Vespa, un regalo de aniversario de su esposa, en honor a ese viaje.

Clásicas. La presentación de las primeras 15 Vespa fue en abril de 1946 en el Club de Golf de Roma. Las diseñó el ingeniero Corradino D’Ascanio. Fotos: Ale Mamán y Leodorico Buttarelli

“Para mí la pasión empezó en la infancia”, narra Leodorico y recuerda una Vespa que obtuvo a sus 16 años y que poco después le quitó la Policía al descubrir que era muy joven para manejarla. “Es que yo tengo relación con Vespa desde mis 13 años”, acota. Piensa en la eterna imagen de una Vespa, modelo clásico, que tenía su abuelo en la provincia de Terni en la región italiana de Umbria. Hace 13 años que Buttarelli salió de Italia. Entonces tenía 38 años. Tras una estadía en España, arribó a La Paz donde después de mucho tiempo, un día, notó una Vespa. “Me quedé con los ojos muy abiertos”, recuerda. Es que acababa de ver un pedazo de Italia en Latinoamérica.

Ambos concuerdan en que si bien Vespa es representativa de Italia, ahora es un fenómeno mundial que no pasa de moda, al menos entre los “vespistas”, que maniobran por la ciudad a una velocidad tranquila, o se lanzan a recorrer el mundo a lomos de una Vespa, documentando sus viajes en páginas de Facebook como la de Markus Mayer.

Ahora, Blanco y Buttarelli quieren juntar a todos los vespistas posibles en las subidas y bajadas de La Paz. “Seremos el único club de vespa en la altura”, expresa Leodorico, cuya ambición es que el 15 de noviembre la reunión lo una a vespistas desconocidos de la ciudad.

Fotos: Ale Mamán y Leodorico Buttarelli

En cambio, para Diego, la primera reunión del Vespa Club La Paz “va de la mano con el tema de comunidad”, tras todo este tiempo encerrados en casa, con la paranoia del virus. “Esta reunión nos hará recuerdo de que seguimos siendo parte de algo más que las cuatro paredes en las que estuvimos encerrados estos últimos meses”.

El primer encuentro del Vesca Club La Paz será este domingo 15 de noviembre. Los vespistas se verán a las 10.30 en puertas de la iglesia de San Miguel, para luego ir a la capilla de Santa Rosa, donde recibirán la bendición de otro vespista, el padre Slabbek, y entonces partirán en caravana a Carreras, para compartir una comida en el restaurante Mi Perú y empezar a ensamblar esa comunidad de la que habla Diego Blanco.

Los vespistas interesados en unirse a este encuentro pueden contactarse con Leodorico Buttarelli al 69735758. Y quienes aún no posean uno de estos scooters, pueden aproximarse el 15 de noviembre a San Miguel, los flamantes miembros del Vespa Club La Paz estarán más que felices de compartir su pasión con todo el mundo.