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Andrés de Santa Cruz VI, guardián de su historia familiar

Tiene 86 años y todo lo que le rodea lo liga con su pasado. Lúcido y ordenado, su don es resguardar la herencia más preciada que tiene, la historia de su bisabuelo, el gran Mariscal Andrés de Santa Cruz. “Yo soy Andrés Santa Cruz VI, mi nieto es el VII. Mientras que mi papá era el V. El hijo del Mariscal era el IV, el Mariscal de Zepita era Andrés III, su abuelo era Andrés II y su chozno o bisabuelo era Andrés I”, detalla respecto al nombre y apellido que llevan los varones de su linaje durante siete generaciones.

Andrés Santa Cruz Calavmana, el bisabuelo, era mestizo y nació el 5 de diciembre de 1792 en La Paz, entre las calles Comercio y Socabaya, como se ve en la copia de fe de Bautismo guardada por su descendiente. Fue hijo de Joseph Santa Cruz y Villavicencio, un criollo con título de noble, y de Juana Basilia Calavmana, heredera de una rica familia que poseía el cacicazgo de Huarina en cercanías al lago Titicaca. Se consagró como militar, fue presidente de la Junta de Gobierno del Perú (1827), el sexto presidente de Bolivia (1829-1839) y Protector de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839). Murió en el exilio en París, Francia.

En el apartamento en el que vive el bisnieto se guardan reliquias que reflejan el esplendor de los tiempos en que el ícono patriótico vivió. “Por las pocas cosas que recuperamos  tuvieron que pagar, aunque le pertenecían a mi bisabuelo. Él tenía una casa donde actualmente es el colegio San Calixto. Las conspiraciones políticas hicieron que  turbas enardecidas saquearan todo lo que tenía, hasta las enaguas de su señora se llevaron”, narra.

El bisnieto muestra un plato de porcelana que fue parte de la vajilla que perteneció al Mariscal de Zepita, quien fue presidente de Bolivia. Foto: José Lavayén

El linaje Santa Cruz

Entre las piezas que posee, reliquias rescatadas por miembros de su familia, se observan platos de porcelana que fueron parte de la vajilla del mandatario, sillas estilo Luis XV, cuadros de su abuelo y una fotografía, en blanco y negro, en la que el personaje de más de 1,85 metros de altura posa con un traje militar de la época. La imagen fue tomada en París.

Quien recobró los objetos de la familia fue el abuelo del entrevistado, quien nació en Francia, era el penúltimo de los hijos del Mariscal y llegó a Bolivia a sus 42 años para reencontrarse con su historia en 1892. “Como la sociedad era chica, en ese entonces, se sabía quién tenía qué. Mi abuelo era militar y era comandante del Regimiento Artillería de Montaña e invirtió su dinero en recuperar los objetos, por el valor sentimental”, recuerda el VI del linaje, sin embargo solo pudieron adquirir pocas piezas ya que muchas familias pretendían precios exuberantes por los objetos que pertenecieron a su estirpe.

El segundo apellido de Andrés Santa Cruz VI es García, nació en la calle Mercado al lado del Banco Mercantil Santa Cruz, que otrora fue la casa de su progenitora. “Del lado paterno, mi abuela era holandesa y se casó con mi abuelo. Salió mi papá con ojos color grises y yo recién he heredado el tono celeste. Mis dos hijas no tienen ese tono, pero sí mis nietos”, cuenta para dar más detalles de su árbol genealógico, el cual domina con fechas y lugares. “Guardo todos los documentos sobre mi abuelo, tengo copias y hasta notas del periódico”. No hay duda de ello: en sobres tiene una fotografía de la fe de bautizo del prócer y aclara que el segundo apellido era Calavmana y no Calahumana, como suelen escribirlo.

Este ingeniero mecánico trabajó en la Empresa Nacional de Ferrocarriles. “Después vino Goni y la capitalizaron  los chilenos. Comencé en Guaqui-La Paz, atendiendo la navegación. De Guaqui a El Alto, las locomotoras eran de tracción a vapor y de El Alto hasta aquí eran eléctricas. Con mi jefe, que era un inglés que estaba en Arequipa, nos comunicábamos por telégrafo y en morse ya que esa época no había celular”. Sin embargo, ahora el celular es su aliado con el que documenta información sobre su bisabuelo para seguir nutriendo su colección de recuerdos.

Mariscal de Zepita. Foto: José Lavayén