Tiwanaku: Recetas ancestrales para enfrentarse al COVID-19
Imagen: Álvaro Valero-La Razón
La medicina tradicional se utiliza en Tiwanaku
Imagen: Álvaro Valero-La Razón
El pueblo guardián de este importante centro arqueológico ha sido herido por la pandemia y busca sanar gracias al conocimiento ancestral
El 22 de marzo se confinaba, junto con el resto del país, el pueblo turístico y arqueológico de Tiwanaku, ubicado a unos 70 kilómetros de La Paz. Desde entonces, y en vista de los primeros casos en la región, las personas apelaron, una vez más y con mayor creencia, a la medicina tradicional preventiva y a las recetas de los antepasados.
“El consumo de hierbas medicinales y la respiración de sahumerios son nuestros principios culturales colectivos. El componente ancestral y cultural fue la clave para mitigar la pandemia en las comunidades”, comparte Julio Condori, el director del Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de Tiwanaku (CIAAAT).
Los preparados, en tintura u hojas, son composiciones de antaño. “Antes, en cada vivienda había un lugar donde se guardaban todo tipo de hierbas y hojas amarradas en cuero. Por si algo pasaba, siempre se tenía material para preparar un medicamento. La costumbre se ha ido perdiendo, ahora la gente viene al hospital a comprarse sus hojitas”, relata Víctor Nina, quien ejerce el rol de médico naturista en el Hospital de Medicina Tradicional y Spa Andino Wancollo-Tiwanaku.
Ubicado a cuatro kilómetros de Tiwanaku, el Spa vende hierbas, tinturas y preparados con hojas de temporada. Víctor Nina y sus colegas escogieron una zona en la cual crecen plantas medicinales empleadas por sus ancestros. Así, se forman remedios con hojas de la estación.
En situaciones normales, tres elementos se utilizan en el lugar para realizar las prácticas naturales: hierbas, arcilla y agua. De ellos, “las hierbas son medicina auxiliar que influyen en la energía y eso atrae o no enfermedades”. El spa ofrece baños al vapor y baños de arcilla para la relajación.
Cuando empezó la cuarentena y “apareció el primer caso en el Hospital de Medicina Tradicional”, cuenta Nina, “tuvimos que cerrar de inmediato y todos los que trabajamos ahí fuimos aislados por un tiempo”. Con la reapertura, “volvimos a ofrecer las tinturas para mates, la gente está tomando mucho. Se llevan varias bolsitas que están listas para usarlas”.
Toda enfermedad, para el médico, “se debe a un exceso de tóxicos”. Por ello, las personas suben las defensas de los cuerpos consumiendo estas hojas. Según él y su equipo, la mayoría de la gente de la zona usa la medicina tradicional. “Es importante decir que no se consume esto como algo curativo, sino preventivo y auxiliar. Los mates, por ejemplo, ayudan a aminorar los efectos del coronavirus y subir las defensas antes de que ataque al cuerpo”.
Ahora bien, para quienes se enfermaron, paralelamente a los tratamientos aconsejados por el Hospital Municipal y el Sector COVID-19, hubo la costumbre, cuenta Nina, de consumir “expectorantes, como pino, eucalipto, hierba buena, wirawira caliente o tibia, para provocar calor en el cuerpo; o quinina para la fiebre, que se usaba en la Guerra del Chaco para la fiebre amarilla y se la toma más fresca porque enfría el cuerpo. Cuando la fiebre es muy alta y la tos muy fuerte, se usa el matico con agua caliente en los talones”.

Pero no solo los mates mitigan el coronavirus. Para la cultura andina, los sahumerios —también basados en productos naturales— limpian no solo el cuerpo, sino también el ambiente y las energías. “Hacemos sahumerios continuamente en el espacio donde trabajamos y donde ahora han vuelto a venir los clientes”, cuenta Marisol Patty de Ávalos, dueña del restaurante El Cóndor.
Con medidas de bioseguridad en la entrada, y personal esperando al cliente para la desinfección, el negocio adecuó su espacio para que haya suficiente distancia física. Al entrar, se siente un leve olor a quemado, combinado con una esencia fresca. Marisol Patty dice “hay olor a eucalipto. Sirve para eliminar las bacterias y también tiene una propiedad expectorante para quienes lo respiran. El eucalipto se consume en mate, gárgaras, inhalaciones y sahumadas. Es una costumbre de sahumar el lugar con plantas naturales que crecen en nuestra región”.
El Cóndor es uno de los restaurantes que rápidamente acondicionó sus instalaciones para la reapertura. “Al principio nos costó. Con tantos meses cerrados, no tuvimos ingresos y el poco ahorro tuvimos que invertirlo en esto. Hemos creado señalización, hemos cambiado la vajilla, comprado trajes de bioseguridad para los trabajadores y nos hemos especializado un poco más en el consumo de mates”.
Encima de las mesas, cubiertas por awayus, se ven jarras, hojas y hierbas, con nombres específicos. “Durante los meses de pandemia, la costumbre ancestral se hizo más fuerte. Por eso nosotros como restaurante vamos a ofrecer variedad de mates con hojas para cuando terminen de comer: Manzanilla, amor seco —conocido como ‘mala hierba’, que es un antibacterial y quita la fiebre y el dolor de cabeza— y wira wira. Ofrecemos esto para cuidar a nuestros clientes, al menos en esta época hay que limpiar el cuerpo, prevenir contagios”.
Junto con su esposo, Hugo Ávila, la pareja aprendió de esto por la historia de sus padres, quienes les comentaban que antes había personas escogidas, que tenían un saber especial, para manejar las hojas de la naturaleza. “Los kulliris son los conocedores de la tradición, tienen saberes de las plantas medicinales, minerales y otros. A veces consideran que hasta pueden curar el ajayu. Hoy es una práctica con más maestros”.

Estas costumbres son parte de la larga memoria individual y colectiva de la cultura. “Todo esto nos acompaña desde el nacimiento. Cuando una madre da a luz, durante los primeros días se coloca un sahumerio de hierbas como surphu thula. El sahumerio aleja a los espíritus y a los malos augurios que pueden dañar tanto al bebé como a la madre, además de llenarlos de salud”, comparte sus saberes la dueña del restaurante.
Tiwanaku y las comunidades de los alrededores, hasta fines de octubre, se vieron fuertemente golpeados por la pandemia. El turismo, las asociaciones de artesanos y el sector gastronómico han sido los más afectados y ahora buscan levantarse. En los meses de confinamiento, el Gobierno Autónomo Municipal trabajó junto con el Consejo de Ayllus y Comunidades Originarias de Tiwanaku (CACOT). Entre ambas instituciones se difundió la información sobre el virus a la población.
Ahora, con el retorno del turismo, queda la esperanza de que de manera paulatina, los artesanos, médicos naturistas, agencias de turismo y locales puedan remontar las actividades del pueblo que es guardián de tan importante centro arqueológico.