Chau 2020
Ch’enko total
Levanto mi copa y brindo por aquel Capitán M. (me pidió no dar su apellido) que me detuvo el 22 de diciembre de 2019 en el aeropuerto de Cochabamba, me sacó de la fila del chequeo de pasajes llevándome a un cuarto y me dijo: “Papirri, sé que estás yendo a la Argentina, yo soy del Tigre Campeón… Te aconsejo dejar tu guitarra, no te van a dejar pasar en sala de internacionales, hay listas, estás ahí, trata de pasar desapercibido, yo me encargo de que partas”. Así fue. Llamé al amigo querido, por quien levanto mi copa, hermano Ricardo que nos llevaste al aeropuerto pasando alambres de púas y tuviste que volver a recoger mi guitarra, la Sevillana, que se quedó con las ganas de conocer la Argentina. Levanto mi copa por el hermano Carlos que nos esperaba en Ezeiza, trabajador de la Universidad Jauretche, que nos llevó a la casa de María en el Barrio de Florencio Varela. Levanto mi copa por María y su familia florida, herida de guerra por el macrismo, que compartió sus panecillos y mantequilla con la alegría del mate mañanero. Levanto mi copa por el arquitecto Bartolucci, el compañero Bartolo, que nos llevó a compartir una Navidad marítima con los hermanos y las hermanas del Faro de la memoria en homenaje a los desaparecidos en la costa marplatense y nos hizo escuchar un Piazzolla inédito aquel año nuevo desde su balcón de cara al Japón.
Levanto mi copa por la solidaridad, por los que comparten su pan herido, por los que saben que estás jodido y te reinventan, por el arquitecto Giovanni que nos llevó a su casita de San Clemente del Tuyu y nos abrió su heladera, por aquel paseo bordeando el mar y sus delfines extintos… Por el Dúo Coplanacu levanto mi copa, artistas populares de Santiago del Estero que me abrieron su escenario en el Festival Internacional de Cosquín 2020 para cantarle a la Wiphala en aquel febrero de penas. Levanto mi copa por Teresa del Teatro Café Vinilo de Buenos Aires, que nos hizo un campito en su fina programación y pudimos trabajar y tocar y reír y bailar en aquel escenario de Palermo. Levanto mi copa por los músicos argentinos que hicieron el aguante, aquel bajista notable de Tucumán Jero Santillán, aquel percusionista amado Juan Cruz que nos dio su casa para ensayar con Pato Molina y su flauta mágica, levanto mi copa por mi hermano Jorge Luis Carabajal que vino desde Córdoba para apoyar a este boliviano descarriado al borde de los 60 que trastabillaba en aquel febrero de sudores.
Levanto mi copa por Carolina, esposa y compañera que decidió retornar a la tierra. “Quiero morir en mi cama”, me dijo una noche de insomnios. “Entonces volvamos en martes de ch’alla, cuando los milicos estén chupando, pues”, le dije entre sueños. Levanto la copa por la funcionaria de BoA de Buenos Aires que nos cambió el pasaje con tarifa mínima, retornamos renovados pero aterrados por el nuevo Arce Gómez y sus secuaces que producían penas y masacres. Levanto la copa por los fallecidos en Puente Huayllani, jóvenes quechuas que con su sangre libertaria dieron el camino a la hoy bendita libertad, levanto mi copa por los masacrados en Senkata, vecinos aymaras, su memoria nos acompañará hasta los últimos días. Por ese pueblo boliviano humilde, admirable, valeroso que salió a marchar en agosto, en plena pandemia, pidiendo elecciones democráticas, desafiando virus, balas y aviones. Levanto la copa por Eva Copa, warmi valiente, aymara valerosa, que en los peores momentos se convirtió en la voz de los callados. Levanto mi copa por Sonia Brito, que en los peores momentos hacía sentir su voz desde la Asamblea denunciando corrupciones, desapariciones y detenidos en este 2020 teñido de violencia. Levanto mi copa por las enfermeras y enfermeros que combaten día a día contra el virus, por el personal de servicio de los hospitales, por los médicos de base que desafían a la muerte, levanto mi copa por esta Bolivia entrañable que eleva su alma hundida en el silencio por el fascismo y sus secuaces y que, sin ningún rencor ni pizca de odio, comienza a renacer. Levanto mi copa por mi querido Club The Strongest que puntea la tabla y quiere levantar la copa. Levanto mi copa por la democracia, por la libertad, por la solidaridad, por la música, por mis músicos, por las canciones, por el respirar, por saber que es la vida que se va, se va, es el tiempo que no queda ya; por esta Navidad solitaria pero feliz con los pies bien clavados en nuestra Pachamama y las antenas abiertas al mundo.
Levanto mi copa por los que se nos adelantaron, por los que nacen, por los que crecen, por los que creen en una patria grande latinoamericana sin colonias ni fronteras. Bienvenido 2021.Como en el Titanic, cantaremos hasta el último segundo de nuestra existencia.
(*) EL PAPIRRI: personaje de la Pérez, también es MANUEL MONROY CHAZARRETA