Icono del sitio La Razón

Mi partecita en la vida de Canito

Mejor conocido como Canito, Juan Carlos Ríos fue un guitarrista paceño conocido por tocar junto con el grupo K’ala Marka y el dúo Weimar y Cano. Muy llorado en redes sociales, el artista falleció a sus 47 años.

Canito me contó que consiguió en el colegio un cancionero de Silvio Rodríguez. Fue un descubrimiento que lo deslumbró, tanto por la exigencia en la técnica de la guitarra, como en la poesía de sus canciones. Sacó todas cuando tenía 10 años, más o menos. Luego vino lo demás: un dúo con Franz Valverde (Panchito) en lo que fue El Dúo Criollo. Canito tenía 17 años en ese entonces y según palabras de Panchito, “nuestros dedos volaban en la guitarra”.

En 1993 dieron conciertos y giras junto al grupo folklórico K’ala Marka, realizando conciertos y giras a nivel nacional e internacional. El Dúo Criollo no grabó ningún disco y solo dieron un concierto de reencuentro en 2013, donde hicieron el compromiso de grabar, pero nunca llegaron a concretarlo.

El nuevo desafío de Canito fue Cantares, grupo que existía desde hacía varios años y al que ingresaron junto a Rocío Moreira y Fernando Gutiérrez. Allí, grabaron tres discos y Canito trabajó en el grupo hasta el año 2007.

Al año siguiente, conformó el Dúo Negringo, con Leonardo Egúsquiza, haciendo un variado repertorio latinoamericano y trabajando juntos hasta 2013, cuando empieza una nueva etapa junto a Weimar Baldiviezo, en el exitoso dúo Weimar y Cano, con quien estuvo hasta su partida.

Con Canito nos conocimos en 2011, en un acto de beneficencia escolar, yo no tenía acompañante y me dijeron que un papá de familia acompañaría… yo estaba asustada, porque no es fácil cantar con una persona que no sabe tocar muy bien y menos sin conocerla. “Tere, te presento al Señor Cano, papá del Carlos”. “Mucho gusto, dije yo. Y ahora… ¿qué cantamos?”

Ambos nos vimos en una situación tan divertida, que empezamos a lanzar canciones y a ver qué sabíamos ambos, habíamos definido tres temas y sus tonos y nos llamaron a escenario. Salimos volando y recién allí, escuché la gran calidad de acompañante que me habían obsequiado… Cantamos las tres ¡y una de yapa! Ambos felices habiendo descubierto un encuentro tan afortunado.

Así nos fuimos encontrando en escenarios y tratando de siempre cantar alguito juntos. Cuando necesité acompañante para otra beneficencia, lo busqué y le pedí ayuda. Fue a dos ensayos y llevó a Weimar con él. Ambos ensayaron y dieron el concierto conmigo, sin pedir nada a cambio.

“Teresita, quisiera invitarte a cantar en mi programa de Facebook, los domingos. Hago guitarreadas en vivo y quisiera pedirte que cantes conmigo… ¿te animarías? ¡Ya hice 50 programas!” Así llegó a ensayar a mi casa y se enamoró del arbolito de ciruelo, me contó cómo cantó para los niños cuidadores de autos y lustras de la 21, en época de Navidad. Él solito con su parlante y su guitarra.

«Los niños querían regalarme monedas, Teresita, ¡qué ganas de llorar!” “Quiero hacer este programa con todos los amigos talentosos, para que en otros países los vean y conozcan la calidad de músicos que tenemos… y los lleven y los inviten, ¡que su música se difunda, porque se lo merecen!” Cantamos en su casa, nos aplaudieron mucho y nosotros tan felices.

Fuiste un regalo de la vida, con fecha de expiración muy corta Canito, porque no hay tiempo que alcance para disfrutar un alma como la tuya. Descansa en paz y visita nuestros cantos, con el cariño de siempre.

Tu cantora,

Tere Morales