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Chiquinha

Ch’enko total

Está difícil escribir hoy, amigos queridos sucumben cada día por este virus cabrón. Por eso, mejor recordar. Recordar a los pioneros de la canción latinoamericana. Buena idea. Es cierto que los géneros musicales como el minué, el vals, el chotis, la polka eran cultivados en estas tierras con la llegada de los europeos. Sin embargo, por 1850 llegan los encontronazos musicales interculturales y nacen géneros propios en nuestro territorio, especies mestizas que nutrirían el cancionero latinoamericano. Un hermoso ejemplo es el de Francisca de Gonzaga, Chiquinha (1847- 1935), carioca de luz propia, hija de un general del ejército imperial brasileño, heredera de tierras y esclavos, tocaba en su piano, como muchacha decente, minuetos, polkas y rondós que salían de sus deditos virtuosos en los atardeceres plácidos, mientras su madre seguramente cosía y tomaba té con las amigas. De pronto, la joven se complica la vida, comienza a escuchar y a mirar los barrios populares poblados de afrobrasileños, observan sus ojos hermosos los ritmos y melodías nacidas de esos poblados: eran muy interesantes… Observan sus ojos curiosos los abusos de la esclavitud colonial: eran muy dolorosos.

Chiquinha es obligada a casarse con un militar, tiene tres hijos, su carácter rebelde enoja a la sociedad colonial. Allá por 1870, con 22 años, invita a algunos músicos negros y mulatos a poblar el patio del fondo de la casona, a ocultitas empieza a formar ruedas de música con los músicos de las favelas. A Chiquinha le fascinó la concepción melódica rítmica de estas músicas, las cadencias cromáticas, así como también sus armonías inusuales. En 1877 compone en estos Rodos de Choro (Ruedos de lloro), una polka extraña, pero: ¿era una polka? La bautiza como Atraente, los músicos arrastraban la melodía, jugaban con los instrumentos, latía la sensualidad afro, circulaba la caipirinha. Un lúcido editor imprime la partitura que empieza a invadir los salones coloniales, los bares, las fiestas, los rodos de esclavos, en fin, sonaba un nuevo género: el choro. El choro había sido alguna vez una polka pero ya no era polka, era un género nuevo, mestizo, mulato, creado esta vez por una niña blancona. El padre y el marido contratan niños esclavos para que quemen las partituras de Atraentepero la música ya había invadido el alma de la brasileñidad.

El choro fue un encuentro de saberes, lo menos esperado por la sociedad imperial. Además era creación de una joven mujer de la corte que es expulsada de la familia patriarcal. Francisca de Gonzaga debe mantener ahora a sus hijos con clases de piano, vive en una pensión, prueba y afina pianos en las tiendas, esa mujer despreciada por la sociedad patriarcal y esclavista es la pionera de la canción latinoamericana, y no solo eso, poblada de rebeldías se enamora de nuevo y vuelve a separarse de un amor infiel, vende partituras de casa en casa para poder comprar la libertad de su flautista, un negro hermoso y virtuoso llamado Ze, antecedente del gran Pixinguinha. Es militante de la abolición de la esclavitud negra que por fin triunfa en 1888.

Chiquinha decide probar suerte en Portugal, vive en Europa algunos años, compone más de dos mil canciones, choros, chorinhos, maxixes, lundus… Dirige orquestas populares, es creadora de operetas, obras de teatro y, para rematar la cosa, a los 52 años se enamora de uno de sus músicos, un joven de 17 años a quien decide adoptar para tapar ese amor prohibido. Feminista, antiesclavista, primera compositora del Brasil contemporáneo, todo un personaje, muere a los 83 años poblada de éxitos, pero no de fortuna, pues la industria musical brasileña recién nacía.

Si uno analiza la partitura de Atraente analiza el espíritu del Brasil antropofágico, el ahora choro incorpora forma e intenciones de la polka pero se fecunda en la sensualidad rítmica  y en la alegría triste del pueblo africano traído en redes a tierras sudamericanas. Nuestro homenaje sentido a esta mujer valiente. La brasileñidad, en la segunda mitad del siglo XX, le reconoce sus méritos, crea líneas de investigación, editoriales, ensambles y sellos musicales sobre su obra y hasta  realiza telenovelas en su honor. Nada es suficiente para honrar esta vida valiente poblada de sufrimientos y tropezones que florece en creaciones musicales, hoy patrimonio musical de nuestro continente. Esito sería. Hey dicho.

(*) EL PAPIRRI: Personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta