Carmen Villazón: ‘Cunumi soy’
El cineasta paceño Miguel Hilari (1985) se encontró con la artista plástica vallegrandina (1952) para retratarla a través de sus cuadros y de sus concepciones del arte.
Conocí la pintura de Carmen Villazón Vedia (Vallegrande, 1951) hace poco. En sus cuadros brotan con fuerza la irreverencia, el humor y la cercanía con lo real, elementos que brillan por su ausencia en la “alta cultura” nacional. Alguna gente calificó a su obra como “naif”, “ingenua” o “primitiva”. A mi manera de ver, estos calificativos refuerzan el corsé de “la buena técnica” (y “los buenos modales”) sobre la demás pintura, que entonces sería la pintura “normal”. Carmen Villazón se salta todos esos corsés y se mata de risa. Cunumi soy, declara con orgullo y colores una de sus pinturas.
El arte y la escritura de su historia por lo general están en manos de un círculo selecto que imprime en ellos su visión de país. Aparece su pintura para desestabilizar elucubraciones, y nos invita a abrir los ojos. Qué alegría ser del país de Carmen Villazón. “Yo soy un poco perfil bajo. A mí no me gusta mucho esta cuestión, como a otros que les encanta publicitarse. A mí más bien, no. Entonces veremos qué pasa, cuáles serán las preguntas. Yo estoy dispuesta”, me adelantó la artista plástica en una entrevista que pudimos concretar el 23 de noviembre de 2020.
— ¿De dónde viene usted? ¿Tiene algún recuerdo de su infancia que nos quiera compartir?
— Yo nací en Vallegrande. Realmente uno en la provincia tiene una infancia feliz porque tiene su pandilla, juega ahí en la calle toda clase de juegos que están de moda… Empieza un juego y lo ponemos de moda, otro juego y lo ponemos de moda también. Y después eso sucede en las escuelas. Es una vida muy bonita la que se lleva en un pueblo.
— ¿Hubo artistas en su familia? ¿Cómo fue su primer contacto con el arte?
— Dicen que mi abuelo pintaba y dibujaba, mi abuelo por parte de madre. Y también había otro artista en la familia, él viajó a España, ha triunfado allá, creo que él ha fallecido ya, William Vega se llamaba, famoso… Pero yo no puedo decir que le haya seguido los pasos a nadie, más bien, me siento un poco como que no hubiera querido tener esta profesión. Hubiera querido ser otra cosa, pero bueno, las circunstancias me llevaron a esto y ahora ya estoy acá.
— Entiendo que usted entró a estudiar a la Escuela de Bellas Artes en Santa Cruz, pero esta cerró al poco tiempo por el golpe de Banzer.
— Así fue. Estaba el señor Jorge Rózsa, el señor Kuramotto de profesor, otros señores de profesores también. Hacía medio año estuve yo. Vino el golpe este y se cerró todo. Después ya han abierto otras. En la universidad, con Román, don Lorgio Vaca, han abierto la academia allá, en la René Moreno.
— Siendo usted autodidacta, ¿cómo fueron sus años de formación?
— En realidad, cuando nos venimos a vivir a Santa Cruz con mi familia yo tendría unos 14 años. Estaba en el colegio y no me acostumbraba, me fui otra vez a mi pueblo y me venía otra vez, así estaba. En este tiempo estaba muy de moda el rock pesado y yo más bien quería ser cantante de rock. Un día así, más o menos de resbalón, fui a ver a la Escuela de Bellas Artes y vi personas que dibujaban y me llamó mucho la atención. Y digo, a ver entraré, hasta poder, porque uno se imagina todo, si en aquél tiempo me imaginaba yo en la música rock, aprendiendo el bajo… En realidad, posteriormente, han venido todasesas cosas. En ese tiempo no había nada.
— Usted quería ser cantante de rock.
— En aquél tiempo era lo que queríamos ser. Sí, todos queríamos ser cantantes, algo así, pero como dicen, muchos son los caminos que llevan al arte y quizás para mí fue el camino del dibujo y la pintura.
— En su texto Mensaje de arte de Carmen Villazón habla del arte popular y de la pintura primitiva…
— La pintura primitiva existe en el mundo a millones, en Centroamérica, los rusos, en Yugoslavia. En todo el mundo existen personas que quieren dibujar y nunca fueron a una escuela, o algunos también fueron, y hacen esa clase de pintura.
— Usted invoca a las personas que hacen dibujos en baños públicos desde Montero hasta Nueva York y los pone como ejemplos a seguir.
— Claro, porque es pintura libre. Sin enseñanza, sin escuela. Simplemente el hecho de agarrar una tiza y dejar un dibujo en la pared, eso para mí es libertad.
— En ese texto también habla de Santa Cruz como “futura Babilonia”.
— Es un decir, porque la ciudad crece de una manera… Bueno, en La Paz ha habido un poco más de historia y tradición, que hacen lo que es La Paz hoy. En Santa Cruz ha sido muy pronto el desarrollo, prácticamente ha sido de los años 60 en adelante. Y esto ya no lo para nadie, y sigue y sigue. Entonces lo que digo es que una ciudad no debe ser tan fría. Tiene que haber siempre alguna comunicación. Una comunicación con el artista, pintores, músicos, todo lo que es cultura. Pero no la mal llamada “cultura”, sino la comunicación completa con el pueblo.
— ¿Qué sería la mal llamada “cultura”?
— Aquella cosa establecida, digamos. Donde todo está establecido con cánones, que así tiene que ser una entrega de un libro porque así se ha escrito, así se ha hecho; así tienen que ser los cuadros porque así se los ha hecho… Entonces, yo diría que dentro de esos cánones que ellos quieren, también den oportunidad y cabida a gente que quizás no ha pasado por todo ese academicismo pero tiene muchas otras facultades para poder desarrollarse.
— Entrando ya en su pintura, tiene varios cuadros que retratan los bordes de la ciudad, aparece la naturaleza también. ¿Qué espacios le interesan?
— Yo siempre pongo la flora cruceña que va desapareciendo. Ahí pongo un tutumo, aquí un palto, un ocoró, un achachairú, cosa que también ya ha desaparecido, las frutas creo que solamente en el monte virgen ya se encuentran. Porque antes en cada casa las familias tenían su gran palto, su gran mango, lo cual era muy hermoso. Ahora ya con el cemento, quizás solamente en los barrios, por donde yo vivo por ejemplo, algunas personas tienen y cultivan sus arbolitos.
— ¿Cómo es su barrio?
— Mi barrio es tranquilo, de gente que trabaja. Por qué se imaginan, digo Plan 3000 y ¡uy!… Dicen que es lo peor y nada que ver. Es gente de trabajo. Salen en la mañana y vuelven en la noche. Es un barrio en el que mayormente hacen fútbol, aquí cerca hay un centro donde vienen a aprender poesía, hay colegios… Yo diría que es un barrio de gente tranquila.
— ¿Cuál es su relación con el color?
— Mucha gente me ha criticado eso, que yo empleo colores muy fuertes. Algunos dicen que yo manejo acrílico, y algunos cuadros he hecho así, pero mayormente trabajo óleo nomás. La cosa es que hay que investigar el color, como decían los mayas, cuando tú ves una mariposa y ves un color rojo en ella, entonces tienes que lograr en el óleo no el rojo que te venga en el pomo, sino ver qué color tiene la mariposa. O qué color tiene un árbol. Entonces la cosa está en ver, no mirar. Porque mucha gente mira, no ve.
— Y usted trata de recrear los colores que ve.
— Sí. O sea, trato, pero nunca voy a lograr eso. Ni los impresionistas ni ningún artista han logrado eso. Es una utopía, y uno trata, uno quiere.
— En su texto hay una oración que dice: “La revolución interior del ser humano es tan inevitable como el aire contaminado que aún respiramos.” ¿El arte sería un camino hacía una revolución interior?
— Uno tiene que evolucionar primero por dentro. Y eso no lo he dicho yo, lo han dicho muchos, entre ellos hasta el Che Guevara. Si queremos un cambio, tiene que haber primero un cambio interior en nosotros para lograr trascender. Si no cambiamos nosotros, no cambia nada. El arte sería un camino posible, pero primero uno tiene que evolucionar mucho como ser humano, como persona, y después escoger los caminos que te lleven a lo que tú estás buscando.
— ¿Cómo puede responder el arte a problemas que hemos pasado como sociedad? En cuanto a la crisis política, ¿cómo se posiciona el arte?
— El arte siempre ha permanecido al margen de la política. Es otra la lucha de nosotros. Pero en México, por ejemplo, hubo gente bien comprometida con las ideologías, como ser David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, ellos escogieron una posición política. Aquí también tenemos unos valiosos, don Walter Solón Romero y muchos otros. Los demás hemos hecho intentos nomás de querer plasmar lo que se puede. Pero una posición política para nosotros es más bien revolucionar dentro del arte.