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Piraí Vaca, en Quito

Ch’enko total

Se iniciaba el 2011, me encontraba como gestor cultural trabajando en la Embajada de Bolivia en Quito. Había un ambiente difícil de laburo, la frase “no hay presupuesto para cultura” se escuchaba siempre en las reuniones de equipo. Sin embargo, me daba maneras creativas para que Bolivia estuviese en cartelera. Entonces llega a mi correo electrónico un aviso de la Fundación Cultural Sucre (FCS), poderosa institución que operaba los principales teatros quiteños, además de elencos artísticos y festivales. El aviso decía: “Muy pronto, en mayo, Tercera Bienal Internacional de Guitarras en todos nuestros escenarios”. Me escuece el desafío, estábamos en enero, ¿le meto al asunto? “Qué put’s”, digo decidido, investigando el nombre y contacto de la directora de la Fundación y solicitando audiencia. Hago mails a cuatro guitarristas connacionales profesionales, pidiendo que manden urgente su material en físico para postular, les mando el link del evento.

Mientras espero la audiencia y organizo la primera Fiesta de Alasitas en Ecuador con la FLACSO, llega en courrier el material del guitarrista Piraí Vaca con un hermoso video, un disco pulcro, un folder con el CV repleto de links. Le comento al del escritorio del frente, un diplomático de carrera circunspecto, la idea de postular a Piraí en la audiencia con la Fundación. “Para qué vas a hacer eso, la señora es intratable, la conozco. Es en vano, además no tenemos presupuesto, la embajada no es una oficina de contratación de artistas, tienes que pagarte el taxi hasta el centro histórico, eso te cuesta unos 30 dólares, ¿y cómo volverás? ¿En taxi también? Calcula, pues”.

Quince días después llega la audiencia. Me doy maneras de llegar, salgo con una hora de anticipación, un cuate administrativo hecho al jefe de personal me pregunta dónde voy, le explico todo, sonríe como diciendo: “este gil”. Me recibe la directora en su oficina solemne ubicada en la parte trasera del hermoso Teatro Nacional Sucre, un teatro histórico. Era una señora seria, muy protocolar pregunta: “¿Qué le trae por aquí?”. “Mire doctora —le digo— pude ver que están organizando un Festival Mundial de Guitarras… ”. “La Tercera Bienal Internacional de Guitarras”, corrige rígida. “Sí —le digo—, Bolivia tiene un gran guitarrista clásico. Este es su material, quisiéramos que lo considere…” Ella mira el DVD, ingresa a su laptop Mac, revisa obsesiva, una luz azul enciende su cara, silencio tenso. “Bueno, si la Embajada de Bolivia lo postula, lo consideraremos”, dice abriendo más links. “Déjeme el material, lo revisaremos con el Consejo de la Fundación, aunque le adelanto que estamos un poco tarde”. Se para, le doy mi tarjeta, me despide dándome una mano helada.

Al salir de la oficina recojo el tríptico que anunciaba la tercera Bienal. “La primera y segunda Bienal tuvo un contenido más tradicional y clásico, pero en esta tercera queremos mostrar la versatilidad de la guitarra, con la idea de irnos a lo popular, al jazz, bossa nova, recorrer las músicas del mundo en la guitarra”. “¡Uy! —me digo— No importa, lo sustancial es que hice la gestión”, palmeo mi conciencia. Retorno a casa exhausto luego de dar vueltas y vueltas en un bus interminable. En casa reviso mejor el tríptico, “la Tercera Bienal se realizará del 17 al 22 de mayo, están confirmados el estadounidense Stanley Jordan, Fabio Zanon de Brasil y la Orquesta de Guitarras de Quito con el concertista ecuatoriano Terry Pazmiño”, comunica el impreso indicando el precio de las entradas en preventa.

Al día siguiente hago el informe escrito detallado de la gestión al Jefe de Misión. Pasan los días, llega la primera Fiesta de Alasitas en Ecuador que organizamos con los estudiantes bolivianos maestrantes de la FLACSO en su explanada; sale bien, lindo presagio del Ekekito. A principios de febrero llama la doctora de la FCS a mi celular. “Señor Monrroy —patina la erre— el consejo ha aprobado la postulación del guitarrista Piraí Vaca, le llamará el encargado de la Bienal, muchas gracias”. Cuelga. Salto de alegría. El gran guitarrista había convencido al Consejo y sus doctores. Bolivia estaría presente en semejante evento. Días después, llama el encargado de la Bienal. “Nosotros nos encargamos de todo, por favor deme los contactos con el artista”. “Le ruego poner el logo de nuestra misión en el programa”, le ruego. “Hummm, haremos lo posible”, responde en quiteño.

Todo fluye perfecto. Piraí coordina directamente con la FCS todos los detalles de su arribo, pasajes aéreos, caché, lo alojan en el hermoso Hotel Quito, con alimentación incluida. El viernes 20 de mayo de 2011 da un concierto magistral en el Teatro Nacional Sucre con full público que lo ovaciona. El sábado 21 toca el genial Stanley Jordan en el mismo escenario. El día del concierto de Piraí, aquel funcionario diplomático de carrera mira circunspecto desde palco. En el vino de honor posterior saca cientos de fotos al Embajador con el artista, me saluda con las cejas. Ahí va la foto con Piraí Vaca en el aeropuerto de Quito, el artista la puso hace unos días en su ‘face’ y motivó este recuerdito. El minibús es de la Fundación Cultural Sucre, por si acaso.

(*) El Papirri: Personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta