Matisse González: Contar historias con dibujos animados
La animadora del corto ‘Era solo una roca que se parecía a alguien’ quiere hacer películas y series con la técnica con la que mejor sabe expresarse
De repente, cuando el 5 de febrero Cartoon Network Latinoamérica transmitió el corto animado Era solo una roca que se parecía a alguien, la animadora paceña Matisse González Jordán, su directora, se vio convertida en tendencia de redes sociales. El corto sigue a dos astronautas que se encuentran aislados en un planeta desierto, tan aburridos y desesperados que empiezan a tener alucinaciones que los hacen muy felices.
Recién comenzaba 2021 y parecía que todo el mundo estaba viendo en YouTube el corto de la boliviana de 27 años que tuvo la chance de presentar este trabajo como un episodio piloto que, dependiendo del impacto que genere, podría convertirse en una serie del canal.
Cartoon Network llevaba tiempo esperando el momento adecuado para aprobar el estreno del corto cuando, en septiembre del año pasado, se hizo en la octava edición del festival mexicano de animación Pixelatl, resaltándolo como ganador de la convocatoria del programa Girl power, Pitch me the future.
Antes del estreno, el plan de González era irse a México a trabajar en Era solo una roca, pero la pandemia por COVID-19 sucedió y tuvo que quedarse en Berlín, donde pasa sus días dividida entre un trabajo de medio tiempo coloreando en una serie llamada Primal y una rutina que le permite manejar el día a su gusto, con suficiente espacio como para ganar algo de dinero sin descuidar sus proyectos personales.
“Dinero es dinero, pero prefiero no tener tanto y poder dedicarme a hacer mis cosas”, sentencia desde Alemania.
Entre esas “cosas” está su próximo proyecto: una película llamada Condenaditos, el siguiente paso importante que dará. “Hacer un largometraje de animación es tan difícil… Muchos directores alcanzan a hacer solamente uno y después se mueren (ríe). Yo no quiero hacer cortos porque siento que nadie ve los cortos. Quiero hacer o pelis o series o cosas que la gente vea; que sean largas y muy significativas”.
Este empeño lleva con ella muchos años, incluso desde antes de que la animadora lo notara por completo. De niña estuvo rodeada por una atmósfera artística, gracias a sus padres Susana Jordán Camacho y el premiado pintor boliviano-estadounidense Keiko González. Eso la animó a empezar a dibujar desde muy pequeña, aprendiendo mucho sin darse cuenta de que le debía ese aprendizaje a crecer rodeada de pinturas. “Me gustaba mucho dibujar en el cole. Hacía cómics sobre mis profesores, más que todo”, se ríe.
En su último año en el colegio alemán Mariscal Braun de La Paz, tras una experiencia en un taller de animación, decidió aplicar a una beca para estudiar eso como carrera en la academia Baden-Württemberg de la ciudad de Stuttgart.
“No sabía qué hacer. Quería hacer algo con arte o con literatura o con cine… No sabía que existía la carrera de animación. ¿A quién se le va a a ocurrir? Sobre todo en Bolivia”, dice pensando en 2012.
Ya era perfecto desde entonces. La animación en su vida siempre ha sido una forma de mezclar la literatura, el dibujo y el cine; es su manera de encontrar qué es lo suyo en el mundo del arte, sin la presión que significa el trabajo de su padre.
Y al mismo tiempo, es una chance como ninguna para poder inventar ficción. “Aquí es donde puedo contar historias, porque lo que a mí más me apasiona es contarlas”, se emociona.
Cosas del destino
A Matisse González le fascina trabajar con un dibujo que se mueve. Puede jugar con su desplazamiento, con su fluidez, incluso con el ritmo en general. Mediante el lenguaje cinematográfico puede crear un mundo. “Y te mueves a través de él”.
La paceña es quien decide los límites que tendrán estas historias, pues siempre tienen algo de ella misma. Era solo una roca, de hecho, es un relato bastante personal, que desde Alemania extraña Bolivia y quería jugar con la nostalgia de dejar el hogar para perseguir un sueño, justamente lo que ella hizo cuando eligió convertirse en una animadora.
“No sé qué habré dicho (en el pitch de presentación a Cartoon Network), pero luego me hicieron saber que lo que les gustó era que este era un concepto nuevo que nunca habían visto. Era tan original que trajo un poco de miedo porque no sabían cómo hacer que esto le vaya al ADN de Cartoon, que vaya con lo que el canal generalmente muestra”, relata González.
El corto ya se encuentra en su pasado. Puede o no convertirse en una serie a futuro y eso, según la gente de Cartoon Network, nunca se sabe.
Hay series que se aprueban con base en sus posibles fanáticos y otras que grandes directores miran y resaltan, forzando a la cadena a darles una oportunidad. Ya les sucedió antes con comentarios de Guillermo del Toro.
“Me dijeron: ‘No hay fórmula. No hay nada que lo haga convertirse en una serie o no. Esas son cosas del destino’”.
No importa. Ella simplemente está sorprendida con la buena recepción del público a su corto y, más que nada, contenta de que sus temáticas de soledad y aislamiento hayan sido tan bien asimiladas.
“Me daba miedo que no se entienda la parte más simbólica, pero muchos lo hicieron. Sobre todo con la pandemia, muchos pueden verse en todo esto de la soledad y el aburrimiento y eso me pareció muy genial. Estoy muy feliz”.
El universo de Matisse González
Los nuevos desafíos
Animadora en 2D, sus producciones también incluyen la técnica stop motion, realizada con plastilina. Ambas se pueden apreciar en sus cortos previos Gravedad (2019) y Planeta de Queso (2015).
“Me ha debido tomar unos dos o tres meses escribir el guion de Era solo una roca que se parecía a alguien. Después hice lo que se llama un animatic, donde dibujé lo que iba a pasar. Se hace como un videíto con dibujos sencillos, es como un borrador. Así puedes imaginarte más o menos cómo va a ser el humor, la historia, qué funciona, qué no funciona”, explica.
El momento más importante de una animación es el animatic, enfatiza González, por lo tanto está bien tardar en esta etapa. Solo hacer el que después se transformaría en Era solo una roca duró como cinco meses en los que ella definía la historia y Cartoon Network coordinaba para hacer alguno que otro ajuste.
“Una vez que tienes eso listo, empiezas a hacer los diseños de fondo, de personajes, de props (cosas que usarán los personajes) y cómo se moverán cada uno de estos elementos”.
Con todo eso terminado, se procede a la animación, se agregan sonidos y música hasta que se completa la posproducción.
Entre chiste y chiste, Era solo una roca… estuvo completado tras un año de trabajo.
Ahora González se alista para repetir todo el proceso con Condenaditos, una película cuya protagonista será Kiki, la miembro más joven de una familia maldecida, pues cada miembro está condenado a sufrir una tragedia arruinavidas.
Coproducida junto a su prima Yashira Jordán, directora y guionista, que forma parte de la generación 2007 del Berlinale Talent del Festival de Cine de Berlín; la historia tomará algunos elementos de la novela de Junot Díaz La maravillosa breve vida de Óscar Wao y los juntará con algunas memorias de la familia de ambas.
“Kiki ve cómo todos sus tíos y primos están en este estado de no poder vivir sus vidas por la injusticia de la maldición y quiere romperla. Así que va conociéndola mejor hablando con cada familiar”.
González solo espera poder conseguir suficientes fondos que, a diferencia de Era solo una roca, le permitan vivir de su arte mientras se dedica tiempo completo a este nuevo proyecto, un paso más en su sueño de ser una reconocida animadora.
Si bien más de un millón de euros son necesarios para hacer el filme, por ahora la ilustradora se conforma con pitchear el concepto por Europa y América. Si logra financiar la realización del guion, podrá centrarse en, pasito a pasito, ir llegando a la meta.
“¿Por qué me hago esto a mí misma?, ¿por qué me odio?”, bromea González ante esa perspectiva. Pero está contenta de poder dedicarse a algo donde pone su alma y su imaginación.
“Quiero hacer pelis, para poder hacer más pelis”, declara entre seria y alegre.