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Psicólogos al rescate: el golpe del COVID-19

Miedo, culpa y amenaza son palabras que, durante estos meses, fueron conformando una sola isotopía: enfermedad. Otras, como encierro, pandemia, distanciamiento, incertidumbre y espera, se fueron inscribiendo en esta agrupación semántica que quedará marcada en la historia. Un periodo en el que no solo la salud física se vio muy afectada, sino también la salud mental, el reverso de esta totalidad.

En ese frente estuvieron los psicólogos para contener los efectos provocados por el duelo, el aislamiento, la pérdida de ingresos económicos, el miedo y otras sensaciones y situaciones. Más allá de los síntomas propios del coronavirus, vivencias como las mencionadas han impactado en la salud mental desde aquel 22 de marzo, cuando el país cerraba sus puertas y las familias se guardaban esperando que el virus fuera una vieja historia.

Desde entonces, la pandemia del COVID-19 ha saturado los servicios de salud mental en el 93% de los países del mundo, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La demanda de atención, tras varios confinamientos, pasada la primera ola de contagios y en pleno pico de la segunda, continúa en aumento, al igual que la incertidumbre que golpeó a muchas personas. La cercanía de la enfermedad y de la muerte, las reiteradas historias de sus efectos y las noticias que desde diferentes rincones llegaron a los oídos de todos, acrecentaron el impacto de la pandemia en la gente.

“Estaba segura de que ya tenía el virus antes de saber el resultado de la prueba. Me empezó a incomodar todo. Tenía miedo. Pero lo peor lo viví al terminar la enfermedad: el pánico de volver a salir”, contó una mujer de 38 años a la que atendió Marisa Peláez Somoza, psicóloga cognitiva de atención presencial y virtual.

El miedo es una constante en los testimonios de pacientes que no necesariamente estuvieron contagiados. “Me siento culpable de tener miedo y no ayudar ni siquiera a mi familia. Sé que mis padres están bien, pero me aterra saber que no estoy con ellos y que cualquier cosa les puede pasar”, expresa una estudiante de veterinaria de 22 años.

PANDEMIA. Las teleconsultas por ansiedad, temor y depresión se hicieron frecuentes. Foto: FREEPIK

El impacto del encierro

Como sucede con el Síndrome de la Cabaña (el miedo que se produce por cambiar de entorno), las personas tienen miedo a salir con “normalidad” del espacio que tanto tiempo los acogió. “Después de dar negativo dos veces no quería salir de mi casa ni para comprar pan, todo por el miedo de volver a enfermarme o pensar que algo puede pasar. Tuve que quedarme varias semanas encerrada”, compartió otra de las mujeres en su testimonio.

Estos y otros elementos se instalaron con fuerza en la mente de las personas. “Si podría armarse una generalidad, serían aspectos relacionados con las crisis de angustia, el incremento de situaciones fóbicas, las situaciones de duelo, los síntomas obsesivos relacionados al excesivo cuidado, interpretaciones paranoides recurrentes, crisis depresivas con importante ideación suicida, ataques de pánico y somatizaciones entre las manifestaciones sintomáticas más recurrentes”, cuenta Leonardo Prado, miembro asociado a la Nueva Escuela Lacaniana y psicólogo con especialidad en Clínica Psicoanalítica.

Los aspectos que afectaron la salud mental de la gente fueron analizados, sin embargo, a través de una pantalla. El confinamiento limitó la posibilidad de que los psicólogos puedan leer los gestos corporales de sus pacientes y profundizar en el tratamiento. “No se puede contar con la riqueza que ofrece una interacción real y sin intermediarios tecnológicos que suprimen muchos detalles, como el hecho de desplazarse y poner la corporalidad como parte del compromiso con el tratamiento”, expone Prado.

“Hay limitantes como la falta de contacto visual y kinestésico con las personas que son una forma de técnica psicoterapéutica: el lenguaje no verbal del cliente como el tono de voz, postura o gestos son insumos importantes para los psicoterapeutas en las sesiones”, dice Callisaya.

Foto: Freepik

Consultas a distancia

A pesar de los obstáculos, el trabajo de los psicólogos ayudó a que las personas encontraran formas de retener, por ejemplo, la ansiedad o el pánico excesivo. “Los pacientes tomaron conciencia de que tenían un cuerpo y que éste funciona en otro registro, valoraron su presencia y se adentraron a leer sus signos”, dice Prado.

En ese afán, varios profesionales se unieron para ofrecer sus servicios por la vía digital, como es el caso de la Red Médica Solidaria Covid Online, Mi médico solidario, PsicoEscucha de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), el equipo de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) el Colegio de Psicólogos Cochabamba y el Servicio Departamental de Salud. La mayoría de estos grupos tienen la opción de atención gratuita. También se puede llamar a los números 69050641, 76073448, 70966054 y 69050645 del grupo de voluntarios Ángeles contra el COVID-19.

Así como la enfermedad deja secuelas físicas, también hay que ocuparse de los daños en la psique. La salud mental, más que nunca, debe ser una prioridad.

Foto: Freepik