‘La Virgen Del Cerro es subversiva’
El alemán Dietmar Müssig acaba de publicar el libro ‘La Virgen del Cerro: el cuadro colonial de Potosí, como expresión de teología andina’. Presentamos una conversación sobre el barroco mestizo, de resistencia, de divinidades andinas y europeos, de montaña y religiosidad popular.
Dietmar Müssig es un teólogo alemán que se enamoró de Bolivia gracias a un cuadro colonial de Potosí y a unas fotografías de Cochabamba. Durante sus estudios de Teología en Würzburg, un seminarista dio una charla sobre su año en la “Llajta”, mostrando muchas diapositivas. Müssig no sabe por qué, pero aquellas fotografías lo cautivaron. A raíz de eso, comenzó a leer algunos libros de los hermanos Boff —Clodovis y Leonardo— y otros teólogos de la liberación. La opción por los más pobres lo convenció. Después de recibir su licenciatura en Teología en 1991, Edmundo Abastoflor, en aquel entonces obispo de Potosí, lo invitó a trabajar en la pastoral de Uyuni. Ese mismo año, vio por primera vez en el Museo de la Casa de la Moneda, un cuadro barroco llamado La Virgen del Cerro. La sensación se repitió de nuevo: “Me quedé atraído y fascinado, sin poder explicar el porqué en ese entonces. Es la obra más impresionante de la pintura colonial andina y no me dejó en paz hasta que 25 años más tarde le iba a dedicar mi tesis y algunos años de mi vida”. Dietmar vivió con su esposa y tres hijas en La Paz entre 2011 y 2013, dando clases de Ecoteología en el Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología (ISEAT). Actualmente coordina desde Alemania la hermandad entre la diócesis de Hildesheim con la Iglesia Católica de Bolivia y todavía no se explica su profunda fascinación por ese cuadro de Potosí, expresión de la teología andina y mucho más. ¿Qué sedujo a este alemán?, ¿los cerros como lugares de poder?, ¿el sacrificio como práctica recíproca?, ¿los anónimos pintores indígenas?, ¿el rol de la élite y nobleza indígena?. ¿la creatividad subversiva de la religiosidad popular boliviana?
— Sostiene en el libro La Virgen del Cerro (Plural Editores, 2020) que la obra es un acto de resistencia cultural a la opresión colonial. Otros creen que el barroco mestizo/híbrido es un contrarrevolucionario.
—¡Pintar un Papa que adora a un “apu” es sin duda revolucionario! Y poner tantas reminiscencias a la religión andina en todo el cuadro es subversivo de igual manera. Tanto más que —ahí estoy de acuerdo— el 80% de las pinturas de los siglos XVII y XVIII que son expresión del dominio colonial.
—Se cree que un capitán de mita encargó el cuadro, ¿hay pistas sobre quién lo pintó?
—No se ha encontrado ninguna pista confiable sobre el pintor hasta el momento. Pero quien encargó el cuadro solo podía ser una persona con suficiente dinero. Y como el contenido es tan andino en varias partes, no creo que hubieran gastado españoles (ni nobles ni clérigos) plata para hacer pintar un cuadro de este tipo.
—Todas las imágenes tienen un alto poder, ¿qué elementos de poder político con pretensiones mundiales tenía la imagen de la Virgen del Cerro cuando Potosí era la ciudad más grande del mundo?
—El hecho de que los españoles se empoderaron del Cerro Rico de Potosí con una cantidad de plata hasta ese momento impensable fue visto como prueba de que Dios estaba en favor de la Corona española y su apoyo en favor de la Iglesia Católica. En este sentido la combinación del Cerro con la Virgen María era el signo más fuerte de la pretensión mundial tanto de la fe católica como el Imperio ibérico. El cuadro de la Casa de la Moneda reivindica por un lado la participación indígena en la riqueza potosina y en consecuencia la importancia política de la nobleza originaria. Está dedicado al poder español en el Virreinato; pero al mismo tiempo tiene un mensaje dirigido a los mismos mitayos indígenas. Trata de explicarles —de parte del capitán de mita y seguramente para defenderse del reproche de traicionar y abusar de sus propios paisanos— la necesidad de cumplir con el servicio de la mita, arguyendo que corresponde con la voluntad divina; y además con el argumento de que el trabajo minero sería una forma de venerar a la divinidad, en este caso del cerro, fenómeno que sí, ya se puede observar para la época de los incas.
—¿Por qué disfrutaron los pintores indígenas de una “sorprendente libertad” para embellecer sus obras con simbología andina?
—Por supuesto no se les daba un decreto o algo así; pero como la mayoría de los pintores del arte colonial eran de origen indígena, ellos experimentaron hasta dónde podrían llegar en involucrar símbolos pequeños de su propia cultura en sus imágenes hasta ser sancionados. Claro, el cuadro de la Virgen del Cerro es único en la cantidad de elementos andinos que contiene y también en la forma explícita de hacerlo. Pero aun así creo que los misioneros y españoles no se daban cuenta de cuántas alusiones a la espiritualidad andina contiene ese cuadro de Potosí; porque no sabían que además del cerro sagrado, donde la relación era obvia, también las vicuñas, vizcachas y chullumpis tenían un aspecto religioso igual como la hierba ichú y la qu’eñua, para nombrar solo algunos ejemplos.
—La imitación de la montaña y la veneración a los “apus” en el cuadro apunta según su tesis a una “astuta urbanidad, astuta cortesía” por parte del mundo indígena. ¿Cómo fue posible eso en Abya Yala y no en otras partes del mundo colonizadas también por Europa?
—No soy experto para otros países ni para Bolivia, pero estoy bastante seguro de que también en África o la Asia la gente originaria encontró sus “caminos astutos” para expresar la fe impuesta por los poderes colonizadores europeos en formas de su propia cultura. Lo que me pregunto más bien es por qué la resistencia cultural es más fuerte en la parte andina de Bolivia que en las regiones del oriente.
—La relación del motivo “María” y “Cerro” viene también —más allá de la conexión con la Pachamama, como apuntó Teresa Gisbert en 1980— de la influencia de santuarios de montaña como el de Aránzazu en el País Vasco o Montserrat en Cataluña. ¿Se puede decir que es una conexión subterránea de culturas/religiones animistas que adoraban a ambos lados del océano a los mismos dioses de la montaña?
—Quizás no fueron las mismas deidades y el término de la conexión subterránea habrá que definirlo más pero sí, estoy convencido de que las montañas en todos lados del mundo y en muchas religiones o espiritualidades jugaron y a veces juegan hasta hoy un rol muy importante en la percepción de lo divino. Eso tiene que ver probablemente con similitudes en la estructura psíquica de los seres humanos, más allá de su respectiva cultura. Tuve la suerte de poder escalar algunos de los picos de más de 6.000 metros en los Andes bolivianos y encontrarse en la cima de un cerro te cambia tu percepción: te permite ver tu mundo diario y hasta tu vida desde arriba; te da una vista panorámica que te hace olvidar por unos momentos tus preocupaciones triviales y te regala, por decirlo así, la perspectiva de Dios.
—¿Cómo explicas el carácter de creadora andrógina de María en el cuadro ‘La Virgen del Cerro’?
—Bueno, lo importante en el catolicismo latinoamericano es el rol importante que tiene María. Contra la reforma protestante que quiso enfocar solo en Cristo y es decir en el aspecto masculino, la religiosidad popular en América del Sur mantuvo la convicción de que la redención por Dios siempre tiene que realizarse por dos polos: lo masculino y lo femenino. Esta polaridad y ese balance en cuanto al género es un gran aporte de las culturas del Abya Yala para la teología. En lo andino, el masculino no puede existir sin el femenino; así que el ser humano solo llega a su madurez cuando integra esos dos aspectos; y lo divino de igual manera siempre contiene estos dos polos. Fue la antropóloga británica Denise Arnold quien me impresionó mucho con sus estudios donde entre otras muchas cosas nos explica que hasta la Pachamama que muchas veces es vista como la representación más alta de lo femenino tiene sus aspectos masculinos y un carácter andrógino por eso.
—¿Cuáles son los motivos/prácticas de religión popular —y su poder creativo, enriquecedor y revelador— que más le llaman la atención en Bolivia?
—Algo muy enriquecedor es la integración del elemento femenino en la percepción de lo divino; y que se toma en cuenta a la naturaleza como lugar de la revelación de Dios. En la teología católica apenas en los últimos años y gracias a las encíclicas Laudato sí y Querida Amazonía del papa Francisco nos estamos acordando de que la tierra, los bosques y los ríos, que la increíble multitud de animales y plantas, nos hablan del amor de Dios. Pero desde los profetas del Antiguo Testamento y los padres de la Iglesia que a veces se basaban demasiado en la filosofía griega hasta hoy, los teólogos tienen mucho miedo de que se venere como diosa a la naturaleza o la tierra y que con esto caigamos en un tipo de politeísmo, es decir de adorar a varias divinidades.
—En su libro se apoya en la teoría del “tercer espacio” que conlleva procesos también dolorosos, no solo de mestizaje/hibridación. ¿Cómo se puede curar ese dolor? ¿Por qué dice que “la conquista no es un fenómeno exclusivo del siglo XVI, sino que es una herida abierta aún no curada”?
—Porque los países industrializados y económicamente más poderosos siguen imponiendo su cultura y su manera de pensar y producir, de consumir y vivir a todos los demás pueblos del mundo. Y lo lamentable es que eso no solo pasa por la dominación política o violencia de parte de ellos sino, como nos explica esa teoría del “tercer espacio”, también mediante la aceptación hasta el anhelo de la cultura supuestamente más avanzada por parte de los mismos subalternos. Hasta en las aldeas más alejadas de Nor Lípez o de Pando se puede conseguir una botella de Coca-Cola. Y en La Paz es difícil conseguir un refresco que no pertenezca a esa transnacional, aunque se venda bajo el nombre de una marca tradicional. Así que no es tan fácil curar la herida que hasta hoy deja una identidad perdida o más bien robada en el alma de la gente.
—¿Comparte en su tesis una frase de la antropóloga francesa Absi Pascale que dice así: “Las deidades católicas terminaron por dejarse colonizar por los cultos indígenas”? ¿Hay que descolonizar el cristianismo?
—Comparto lo que dijo Absi porque la religiosidad popular encontraba sus caminos de expresar la fe católica en formas y ritos sobre todo andinos. Y sí, ¡hay que descolonizar el cristianismo! Pero no en la forma como hace suponer tu pregunta; sino descolonizar el cristianismo en el sentido de que pueda haber también otras formas de pensar y expresar la fe católica que por la europea. Repetidas veces el Papa nos pidió de valorar las culturas sobre todo indígenas u originarias que a pesar del dominio de la cultura occidental-europea-estadounidense siguen existiendo y Francisco nos invita como agentes pastorales a formar una iglesia con rostro andino, amazónico, asiático o africano.
—¿Dónde observa en mayor medida la tenacidad de la religión andina?
—No solo en la bendición de coches en Copacabana, las peregrinaciones hacia las Vírgenes de Urqupiña, Chaguaya o del Socavón o toda la ritualidad por ejemplo en Todos Santos, sino también en el fenómeno que aparte de estas formas populares y siempre híbridas de practicar la fe católica siguen practicándose hasta hoy en día muchos ritos agrícolas en favor de la Pachamama hasta ofrendas de llamas por parte de los mineros y muchas cosas más.