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Coca-Coin Colombia: Ojalá nunca llegue la noche

La selva puede parecer idílica, pero luego están esos detalles; algunos invisibles, todos tan vitales. El fuerte olor químico de los laboratorios de base de coca que sabemos que están ahí. Y los helicópteros militares volando bajo durante la noche. También las banderas de las disidencias de las FARC moviéndose en la zona. Nadie las nombra, pero todo el mundo les tiene presente.

El 2 de marzo 2021 Guayabero —en el departamento del Meta, Colombia— llegó a las noticias nacionales e internacionales. La Fuerza de Tarea Conjunta Omega del Ejército colombiano había lanzado un bombardeo a un campamento de las disidencias con varios menores de edad. Murieron 12 personas, por lo menos dos de ellos, Danna Liseth Montilla Marmolejo, 16, y Yeimi Sofía Vega, 15, eran menores de edad. En Guayabero lo del reclutamiento de menores no es secreto, más bien es normalidad.

Las mujeres de Guayabero de todas las edades solo sueñan con ejercer sus derechos básicos. Con educación, salud, seguridad, alimentación, infraestructura. Con respirar un aire de paz. Con tener una carretera.

Una joven nacida en medio de un desplazamiento. Una pobladora que busca curar a la población con sus conocimientos médicos en zonas donde no hay puesto de salud, pero corre el riesgo de ir a prisión por hacerlo. Una mujer llorando porque perdió 20 (de 60) vacas asesinadas recientemente por militares. Siempre el miedo latente de enviar a los hijos a la escuela por la presencia militar. Siempre el deseo de que la noche nunca llegue.

Estas mujeres viven en una sociedad paralela, donde la moneda es base de coca y las casas están rodeadas de plantaciones. Habitan con sus familias en medio del Parque Nacional Serranía de la Macarena, zona en la que el Gobierno nacional implementa la Operación Artemisa, una estrategia militar para recuperar la selva amazónica de actividades ilegales. De la coca. La presencia del Estado es la erradicación forzada de las matas de coca. Nada más.

Hasta el nombre de una de las veredas centrales lo dice todo: Nueva Colombia. Todos sueñan con ser parte de Colombia. Con plantar piña o papaya en lugar de coca. O tener ganado. Estas son las voces de las mujeres de Guayabero.

Farisiuri Gonzales Morales 13 años, estudiante, Vereda La Reforma

Foto: Andrés Cardona

Nací un día después de que mis padres fueron desplazados, los paramilitares venían violando niñas. Nací el día después, el 6 de marzo a la una de la tarde. Los médicos habían dicho que nacería aproximadamente el 20 de marzo, pero por el desplazamiento yo nací el 6 de marzo. Mis papás me cuentan todo eso.

El estudio acá es pésimo. A los profes les daba miedo, se iban, se asustaban. Solo hay primaria. Por eso los chicos, la mayoría, se van para los grupos armados porque el Gobierno no da opción para estudiar acá. Muchos padres tienen muy pocos ingresos económicos no tienen otra opción.

Conozco varios que se han ido a eso. Son un poco mayores que yo, cinco o seis personas que se han ido por causa de que no hay educación. Son niños y niñas muy jóvenes. Yo nunca lo he pensado, no me gusta tampoco.

Amo mucho a los caballos y al ganado. El caballo es como un buen compañero, me gusta mucho montarlo. Me gusta el ganado, es como una familia grande. Como que ellos me tienen a mí y yo los tengo a ellos.

Irse de aquí sería demasiado duro. Yo nací y fui criada por acá hasta los 10 años. Eso es lo que me da vida a mí, es como algo muy bonito que no sé cómo explicar. Es como si llevara la tierra en mi sangre.

En la noche uno no sabe si dormir o quedarse despierta. Cuando empiezan por ahí los helicópteros, si están trayendo más ejército, si de la nada salen, si los perros ladran. ¿Será que el ejército anda por ahí? Sera que están matando alguna vaca en la noche o se van a robar algo? Entonces como que ahí es que más te atormentas.

Leonilde Hernández Rincón 30, Vereda Caño Cabra, campesina y productora de coca

Foto: Andrés Cardona

Yo me acuerdo de estos helicópteros cuando fumigaban esa vaina, el glifosato, eso fue aguantar hambre. Un día cuando tenía ocho años escuchamos helicópteros y avionetas. Lo único que hice fue esconderme debajo de la cama. Estaba asustadísima. La casa se movía. Al principio no sabíamos qué era.

Después vimos las avionetas aspersando bajito, por lo general se escuchaba rumores, pero no hay televisor ni nada para informarse. Nos cogió de sorpresa. Después se veía plátanos, amarillas… ¡Se murió todo! Pasamos hambre.

Mi mamá siempre conseguía maíz. Y nos hacía sopas de maíz, sin sal sin dulce ni nada. Mi hermano, bebé, todos vivimos un tiempo así. Cada rato se escuchaba helicópteros, balas en las noches.

Mi mamá dice que antes todo era selva y la gente cortaba bastante madera, la vendían en los pueblos. Con la llegada de la coca, vieron más rentable la coca. También ya estaban molestando harto con la madera. Lo mismo de siempre: ‘ilegal, ilegal, ilegal’.

La economía por acá siempre ha sido ilegal. ¿Pero si no dan una alternativa legal? Y no podemos invertir porque estamos en parques. Ni panel solar, porque estamos en parques. Ni mejorar la escuela. Pero fumigar sí se puede. Es doble moral. Proteger, conservar y fumigar con glifosato, contaminar el aire, el agua y la tierra. Llevamos muchos años acá, no nos van a sacar. La gente va a pasar necesidad, pero van a volver a tumbar y volver a sembrar. Mientras que no hay una solución de fondo, la gente lo va a volver a hacer.

 Chévere si por acá fuera así como en otras regiones. Donde está la carretera. Uno siembra cultivos, espera que pase el carro y despacha eso. Que haya señal del teléfono, que haya luz, alcantarillado. ¿Será que algún día se verá esto por acá? Sueño con eso. Es un sueño humilde, son cosas que deberían existir, que deberíamos tener. Somos campesinos con derechos como cualquier colombiano.

Danna Valentina Patarroyo Hernández 13 años, estudiante, Vereda Caño Cabra

Foto: Andrés Cardona

Cuando estaban los soldados nos tocaba pasar por un potrero, donde un campamento de soldados para ir a la escuela. Eso fue hace tres años. Nos quedaba lejos, y los soldados no dejaban pasar a nadie. Por eso nuestros papás no nos mandaban a la escuela, les daba miedo. Como un mes no fui a la escuela. Luego durante el plantón se cerró la escuela por como dos meses. El plantón fue al lado de la casa.

La coca es una forma de sobrevivir, porque por aquí como no hay carretera, no pueden salir con los alimentos. Por eso cultivan coca por aquí. Antes de que yo naciera era madera, pero ya no hay madera, pues toca coca.

Quisiera ir a estudiar en Bogotá con mis hermanos. Después venir por aquí otra vez y ser profesora. Quisiera que arreglen los baños en la escuela. Sería más bonito si hubiera una carretera, ya habría otras formas de cultivar. Piña o cualquier cosa. Yo no quisiera trabajar en la coca, es malo para la salud, uno se puede intoxicar.

NOTA: Los plantones son protestas campesinas contra la erradicación forzada. En 2010 más de 1.000 cocaleros se manifestaron por más de un mes. Intervino hasta el Esmad (Escuadrón Móvil Antidisturbios). Organizaciones de DDHH alertaron sobre varias serias violaciones a DDHH, heridos y desaparecidos.

Carol Brigith Rodríguez Roa Coordinadora del Espacio Comunitario instalado por varias organizaciones de DDHH


Foto: Andrés Cardona

Ha habido abusos por parte de las fuerzas públicas a las comunidades campesinas, no han recibido trato de manera diferencial, sino un trato de guerra. Tenemos fuerzas militares erradicando cultivos de uso ilícito, pero hemos escuchado, de comunidades campesinas, cómo los militares han llegado a destruir sus casas y acabar con su pan. Realizan disparos a personas en resistencia pacífica.

No es secreto que en los departamentos de Guaviare, Meta y Caquetá las disidencias de las FARC hacen presencia. Hemos podido ver que antes de los acuerdos de paz, estas estructuras armadas eran la figura de autoridad en la región. Se encargaban no solo de presencia militar, sino también de autoridad, orden, organización y demás. Con la firma de los acuerdos las comunidades se sintieron muy desprotegidas porque se suponía que entraría el Estado, pero el Estado nunca llegó. Algunas veredas vecinas se acogieron a los programas de sustitución y nunca les cumplieron. Entonces los acuerdos generaron cierta perspectiva y esperanza. Pero el Estado nunca llegó, nunca les cumplió.

En la Vereda La Reforma hemos visto las siglas AUC en corteza de árboles, algo que ha alertado muchísimo a la población civil. Las comunidades nos han dicho cómo los militares han hecho amenazas, les dicen ‘no nos tengan miedo a nosotros, ténganles miedo a los que vienen detrás de nosotros. Los que son los AUC —paramilitares— Águilas Negras’.

Gloria Diney Herrera Agudelo 40 años, campesina, Vereda Nueva Colombia

Foto: Andrés Cardona

El año pasado el ejército venía a erradicar. Fueron a la casa, nos erradicaron todo. Teníamos 61 vacas en el potrero. El ejército que estuvo ahí cogió el ganado, las vacas, y empezó a matarlas. 21 murieron. Luego murieron cinco por las heridas, se engusanaron. Los señores nos decían que ellos mismos se encargarán de desaparecer todo testigo. Por eso que muchas ni ponen demanda porque tienen miedo de que le maten a uno solamente por decir la verdad.

Teníamos el ganado del sudor de nuestra sangre, no fue regalado ni es de nadie. Decir que esto es de la guerrilla, no. El hecho de que nosotros vivamos acá no quiere decir que seamos guerrilleros. Somos campesinos, trabajadores. Sentí mucho dolor porque, pues tanto uno sufre para tener las cosas y en un instante se acaba todo. Pusimos la demanda, pero hasta el momento no han respondido por nada. Llevo 35 años aquí. Y mira que todo se esfuma en un momentico. Ahora mi niño tiene cinco años. Me toca ponerle a estudiar. Eso era para el muchacho, y todo eso se espumó en un ratico. Usted veía la vaca con las tripas para afuera. Ni curarlos te dejaban. Decían que las vacas eran de las disidencias. Pero no, eran muy de nosotros. Uno tiene miedo al hablar, porque a veces viene el Estado y le mata a uno. Es el temor de uno, por eso hay mucha gente que calla, es por temor a eso. Anoche sonó el helicóptero otra vez, fue un susto muy berraco.

Luz Aleyda Morales Henao 41, Vereda La Reforma (madre de Faisiuri)

Foto: Andrés Cardona

Venían los aviones cerquita. Tiraron una bomba y las ollas de la cocina cayeron al piso, sonó horrible, duro. Y los helicópteros tirando tiros a las casas. Acá en el potrero cayeron balas, eso fue horrible, los niños lloraban. A mí me tocó envolver a la niña en un colchón y nos metimos las dos ahí porque nos daba miedo porque las balas caían en el patio. Eso fue impresionante. Fue cuando Álvaro Uribe era el presidente. Gracias a Dios empezó lo de los Derechos Humanos. Si no fuera por ellos, qué fuera de nosotros.

El ejército venía tapado como paramilitar y a uno le da miedo. Nos decían ‘ustedes tienen que irse de estas tierras’. Decían que eran de los AUC, ya los campesinos se asustaron. Nosotros corríamos cuando llegaba el ejército, la verdad nos daba miedo. Yo estaba embarazada con Faisiuri. Nos fuimos para Nueva Colombia. Por acá hay hartas casas vacías, porque se fueron ese entonces.

Ahorita estamos asustados porque hemos escuchado por las noticias que habrá fumigación. Cuando hubo fumigación antes, la verdad, no acabaron con la coca. Acabaron con los potreros. Con la comida que teníamos.

Mi niña, Faisiuri se enfermó, se intoxicó. Nos dijo el doctor que fue por la fumigación. Le salieron unas ronchas grandes, que se le hinchó la cara. Que era del glifosato. Faisiuri tenía cinco meses. Quedó como 15 días hospitalizada.

María Manrique, pobladora, tiene una minifarmacia en la Vereda Nueva Colombia

Foto: Andrés Cardona

El Gobierno nos tiene en total abandono en cuestión de salud. Nos quitaron el promotor hace 20 años. Una vez al año viene los Médicos del Mundo. Duran tres, cuatro días. Hace seis años vino una brigada médica por tres, cuatro días. Venían con penicilina, ibuprofeno y la planificación, es lo único que traen. Hicieron exámenes, pero no entregan los resultados.

Entonces yo atiendo. Tengo conocimiento, pero es algo empírico. Ante el Gobierno es ilegal. Por acá nos tildarían de auxiliadores de la guerrilla. Por el solo hecho de tratar de salvar una vida. Aparte de prestar primeros auxilios, suturas. Toca arriesgarse. Suturar, canalizar. Aplicar sueros, reconstrucción de tejidos.

La compañera de la otra droguería está en proceso con la Fiscalía, fue tildada como auxiliadora de la guerrilla. Hasta vender medicamentos es ilegal para el Gobierno. Pero si no nos dan la seguridad. Es nuestro derecho a la salud. El hecho de vender algo o atender con atención primaria a alguien para mí no es un delito. Para mí es tratar de salvar una vida.

Yo también soy víctima del Estado. Mi padre es uno más de los desaparecidos de Colombia. Desde muy chicos conocemos el horror de la guerra y el horror de saber que su padre desapareció y que no tienes dónde ir a dejarle flores. 

Sabemos que es zona roja. Ha tenido dominancia de las FARC y ahora las disidencias. A veces vienen los helicópteros, vuelan bajo y tienen sus parlantes, dicen que nos entreguemos. Pero qué nos vamos a entregar, si somos campesinos.

La coca es el principal factor económico, pese a que es ilegal. Es la plata por acá. Se la denomina mercancía, se paga por gramos. Si supongamos que vienen a pagar 19.000 pesos en comida, entonces voy a dividir eso por 2.100 pesos y me van a dar nueve gramos. Para acá es como dinero. Son dos, tres años que no vemos un billete. Todo es así.