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MORENADA: Hipótesis, orígenes y significados

Es 9 de mayo y en las redes sociales se anuncia que Perú ha declarado a la morenada como Patrimonio Cultural de su nación. Es 12 de mayo y en La Paz un grupo de bailarines danza con vistosos trajes de moreno, pidiendo respeto por los orígenes bolivianos de la morenada. Es 2021 y Bolivia concentra su atención en el origen de esta danza.

Pero los investigadores culturales han estado revisando desde hace décadas las hipótesis sobre el origen de la morenada.

“Ojo, son hipótesis”, remarca David Mendoza Salazar, investigador cultural especializado en danzas autóctonas y folklóricas. “Han sido miradas o posicionamientos regionales que trataron de justificar que la morenada se originó en sus tierras”, especifica.

RURAL. Grupo de morenos de principios del siglo XIX, cuando la danza todavía estaba limitada a los festejos en las comunidades

Concuerda con él Milton Eyzaguirre, jefe de Extensión del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef). Ambos subrayan que, pese a no existir un acuerdo interno de dónde, lo indiscutible es que la danza nació en Bolivia. Es más, varias hipótesis hablan de una morenada ya presente en Bolivia allá por el siglo XVIII, incluso finales del siglo XVII, pero no hay registros claros.

“Las élites discriminaban expresiones como la morenada. Todavía se consideraba de indios”, aclara Mendoza.

Ello no evitó que los primeros bordadores tomaran las técnicas de los españoles, sus elementos, y crearan trajes festivos, de diseños barrocos que reflejaban la abundancia de alguien dentro su comunidad. “No fueron aprendices pasivos, ni siquiera en el bordado de los trajes religiosos, pues en ellos también incluyeron la iconografía de su entorno y de sus creencias”, explica la antropóloga Varinia Oros.

Cada vez más diestros, se hicieron osados y eso se refleja en la elaboración de complejos trajes de morenos de gran valor sagrado, hechos con piezas de finos hilos dorados y plateados.

MÁSCARA. Los artesanos fueron añadiendo detalles a los trajes hasta llegar al estilo barroco de hoy en día

Y ni así se firmaba estos trajes, pues no tenían la relevancia cultural, social y económica de hoy. Importaban en el momento, para la comunidad, y luego se los dejaba a la merced del tiempo. No eran considerados ni para el registro.

Pero sea en 1800, quizás antes, tal vez después —depende de las hipótesis— nunca se danzaba por danzar. Hacerlo era una demostración de posición social y económica en la comunidad, según Eyzaguirre. Las danzas son un reflejo de las estructuras de la sociedad, según Mendoza.

Hoy en día, bailamos morenada en teatros y palacios y está declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Y en sus orígenes no era tan diferente. Nada más que su escala era más comunitaria y menos de las élites dominantes.

“Estamos hablando de sociedades altamente solidarias, por un lado, pero también muy competitivas y diferenciadas en función del status y del poder. Cuanto más podía una familia derrochar bienes materiales, era más reconocido su capital social”, explica Mendoza.

Muchas hipótesis, sí, pero entre ellas algo es seguro: los investigadores nunca paran de investigar. Sin un registro claro y conciso, se valen de la memoria colectiva de regiones y artesanos para saber más.

Buscan la verdad sea en Oruro, en Guaqui, Taraco, Achacachi, Charazani, Ingavi, Cinti; o en breves menciones en los diarios de viaje de exploradores, aventureros y arqueólogos extranjeros, que en el siglo XVIII registraban todo aquello que les fascinaba del continente; incluso en misteriosas pinturas rupestres de finales del siglo XVII que podrían o no ser una representación de la morenada, como sucede con la muralla de Chirapaca, en La Paz.

Solo una cosa es segura: ninguna hipótesis es segura. Al menos, por ahora.

Fotos: David Mendoza y MUSEF