Icono del sitio La Razón

Ubaldo Nallar: La pasión por la vida fue su escenario

En 2005 los sueños de una sola persona, pero capaz de guardar muchos perfiles —gestor cultural, artista, dramaturgo, actor y director, amigo, anfitrión, maestro, entre otros—  se reunían en un solo lugar de la ciudad cruceña: Café Lorca. Sin embargo, estos proyectos se fueron gestando durante  toda una vida marcada por el arte.

Desde joven, Ubaldo Nallar (1978-2021) relució su afición por el teatro. Como actor integró los elencos: Casateatro (19961999) y La Gruta de Macondo (19982000). Estuvo del otro lado del escenario, como director, junto a Panicum-Teatro, fundado por él en 1998. Desde tragedias griegas, hasta el teatro de lo absurdo, Nallar gestó representaciones del teatro universal en el país. En 2013 fundó la compañía Otero Moreno Teatro, nombre que dedicó a los escritores bolivianos y supo homenajear en vida. Fue figura central del Fitaz (Festival Internacional de Teatro de La Paz) durante muchos años, desde 2002 hasta 2016, dirigiendo importantes representaciones. Trabajó con la compañía Santa Cruz Shakespeare Company.

Café Lorca resumió una parte de su vida y de su intención que sobrepasaba lo personal e íntimo: dar cabida a otros artistas, a otras artes y regalar cultura. El espacio, que dirigió por más de una década, se convirtió en un café, un restaurante, una sala de conciertos, un teatro, también una carpa de circo, un espacio familiar y muchas veces una galería de arte. Se convirtió en uno de sus tantos legados.

El imposible mutis por el foro de Ubaldo Nallar

Mis muertos nunca se van, o si lo hacen tardan mucho. Siguen viviendo a mi lado como fantasmas, aparecen sin avisar a cualquier hora del día, unas veces me hacen reír (¿Recuerdas amigo aquella vez que robé un jamón asado de la boda de otro amigo y hui con él debajo del brazo a las 7 de la mañana de un domingo embutido en un traje blanco?) y otras llorar (Me regalaste toda tu vajilla con pequeñas fallas y me es imposible comer, hacerme un té o tomar una cerveza sin acordarme de vos). Y todos sabemos, incluso tú, amigo, que tu fantasma es “rompebolas”, perfeccionista, sarcástico, amable… el peor fantasma para tratar de librarse de él. Tu fantasma es más grande que tu cuerpo, tu leyenda del “vampiro inmortal” era cierta, pero no de la forma que todos esperaban.

Si me pudieras hablar me dirías que por qué un obituario tan largo, y yo te diría que mi enfermedad es la verborrea y que se contagia por vía textual. Y nos reiríamos a mandíbula batiente. Pero esta pena, la de ahora, la que no está reposada, la cruda, me mata de llanto y de risa al mismo tiempo. No me deja saber cuánto tiempo seguiré por las calles, por los objetos, por lo escenarios, tropezando con tu fantasma terco, imprescindible, incansable.

Quisiste hacer un “mutis por el foro”, irte de forma discreta, sin llamar la atención, pero no te salió bien esta vez, querido amigo, todos pudimos ver cómo te ocultabas por última vez tras el telón de fondo y solamente pudimos deshacernos en aplausos. (Marcos Vecin, actor)

La compañía que seguirá sus pasos

“Ha y almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como una ventana llena de sol”, escribió Federico García Lorca. Esta frase de este poeta y dramaturgo a quien tanto admiraba Ubaldo, lo describe a la perfección. Era luz pura, que encantaba y atraía a cada ser que pasaba cerca suyo, muchos que solo iban de paso y otros para quedarse a su lado, pero siempre que compartieras con él sentirías la calidez y alegría de un náufrago que vislumbra un faro y llega a su hogar. Así fue conmigo. En 2015 vine a Bolivia con el elenco en el que formaba parte en Uruguay. Recuerdo que entre copas en la fiesta del festival conversamos sobre realizar intercambios internacionales y trabajar juntos.

Meses después volví a Santa Cruz. Ubaldo se convirtió en mi socio, director, hermano, amigo, familia, padrino de boda, en parte de mí. Me dio un hogar y sueño común como es Otero Moreno y Santa Cruz Shakespeare Company y la familia que se conformó con los artistas de las compañías. Pero la pasión y dedicación de Ubaldo por el teatro existen desde mucho antes de que lo conociera: su importante carrera teatral, el amor por su familia, la oficina de su casa y su biblioteca, su jardín de ensueño que parecía jardín de hadas sacado de “Sueño de una noche de verano” y tanto más por decir.

Ubaldo está vivo en su teatro, en sus obras, en sus textos, en  sus espectadores. Y sobre todo en nosotros, su elenco y su amada compañía, que sabrá mantener su legado. (Diego Cowks, teatrista)

Ubaldo: amigo y conector de almas

Entre las tantas conversaciones que tuvimos juntos, lo que más me impresionaba de Ubaldo era su constante motor por vivir la vida hacia adelante, de no mirar hacia atrás, de ser emprendedor, con su negocio, su teatro, su dramaturgia, con sus amistades, su familia y sus relaciones. Y sonreía.

Era implacablemente honesto. Quizás por eso se convirtió en el confidente de muchos. Era generoso porque te compartía sus historias, sus problemas, sus miedos y también te escuchaba. En un instante, te hacía parte de él, de su mundo. Te hacía creer en la amistad. Y sonreía.

Si era al degustar un delicioso plato que se había ideado, al tomar una ginebra con tónica, o una cerveza, al desmontar una obra de teatro, al terminar un ensayo, o simplemente sentado en su patio mientras escuchábamos el viento azotar las hojas de los árboles, nuestras charlas constantemente terminaban en temas íntimos: sueños, logros, preocupaciones. ¿Qué más se puede pedir de un amigo? Y entonces, como buen amigo que era, él trataba de orquestar tu vida, para bien, claro. Y sonreía.

Lo conocí hace poco más de seis años. En la primera charla que tuvimos me dijo: “Fer, quiero plantar una hilera de árboles desde mi casa hasta mi local de trabajo, de esta forma habrá sombra en mi camino, y en el de muchos”. Y sonreía.

Que nos ilumine desde donde esté. Nos toca hacer la sombra a nosotros, como aquellos árboles. (Fernando Arze, actor y director)

Soñar una noche de verano

Ubaldo, vos y yo sabemos que, tanto en narrativa como en dramaturgia, alguien puede morir en una línea y reaparecer en la siguiente página. Voy a contar una historia que se siente como un sueño, aquella de telones que es tu vida, y escribo “es” porque a los seres humanos como vos nunca se les corta el diálogo; son lo que conocemos como protagonistas. Escribiré primero que pasas horas de tus días cuidando plantas y árboles, que sabes nombres, cualidades y las exigencias de cada especie: eres un artesano fino de la vida. Así también nutres tu hermosísima biblioteca, una de lector ávido y clásico. De la misma forma operas en la comida y la bebida, motivación para despertar.

¿Qué más escribo? Que en todo buscas la belleza absoluta. En la luz con la que iluminas el escenario y a la gente que coleccionas para trabajar tus sueños de verano. Tus relaciones también las pones bajo la luz más encantadora, observas a cada persona, recuerdas sus particularidades y así todas nos sentimos especiales bajo tu mirada, que nunca es complaciente ni zalamera. Eres firme y honesto como pocos, pero sabes que serlo no significa ser grosero. Eres el imán más elegante que atrae y aloja solitarios y extraviados.

Es imposible el trabajo de esta escritora cuando el protagonista hizo tanto, entonces te conviertes también en la historia, el clímax, el contexto, que se ubicará en el centro de una ciudad calurosa, en la esquina frente a la Catedral, donde pasa la fiesta, la discusión intelectual, el arte. Donde se refugian y se presentan los artistas, porque el escenario es pequeño pero gigante como el corazón del perfecto anfitrión: vos.  (Paola Senseve, poeta)

Fotos: Julio González y Archivo La Razón