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Influencers de raíz agraria ¡Y con orgullo!

TikTok por acá, TikTok por allá. Es inevitable escuchar sobre la aplicación que atraviesa su boom. ¿Cuántos habremos pensado que es una pérdida divertida de tiempo? ¿O, en algunos casos, una distorsión de la realidad por los rostros y cuerpos perfectos que se ven? Pero en las redes sociales bolivianas hay también jóvenes, espontáneos, creadores de contenido, que muestran un nuevo fenómeno de orgullo de su identidad, y que tienen como pilar la franqueza cotidiana. No necesitan grandes escenarios, guiones, ni filtros de perfección para ser admirados y seguidos. Y sin planificarlo se están convirtiendo en gestores de la cultura boliviana, llegando a millones de personas en Bolivia y otros países. Y millones no es una cifra inflada.

Los nuevos influencers tienen la capacidad de difundir en menos de un minuto —tiempo máximo que permite TikTok en sus videos— tradiciones, vestimentas típicas, bailes autóctonos, idiomas originarios, y “el cómo” se vive en el campo o barrios populares. Pero no se sorprendan porque ellos también pueden preparar platos veganos, ser divertidos, tener sesiones fotográficas, o lucir “ourfis” a la moda.

Cristian Choque 

“Los del campo tenemos mucho para aportar”, menciona Cristian Choque, conocido como @crissemprende12, un joven de 21 años que llegó a los 2,6 millones de seguidores en TikTok en menos de un año, aunque su despegue se dio en Facebook, gracias a un video grabado en quechua donde explicaba qué es el COVID-19 al inicio de la pandemia.

“Yo muestro a un chico que es del campo que habla quechua, está orgulloso de sus raíces, que ama todo lo que está en su entorno, pero que no se queda ahí, que quiere seguir adelante, que quiere aprender inglés e incursionar en nuevas áreas, o sea una persona que quiere superarse”, afirma el muchacho nacido en la comunidad de Redención Pampa de la provincia Zudáñez, en Chuquisaca.

Criss grabó videos sobre la tradición de Todos Santos en su comunidad, a su mamá tejiendo phullus—palabra en quechua que hace referencia a una manta antigua—, mostró el uso de las abarcas en el campo, y tiene cápsulas sobre cómo moler ají en batán, entre algunos temas. Hoy enseña a cocinar con productos tradicionales y orgánicos, rescatando los sabores del campo. “Con las redes sociales se puede apreciar todo el conocimiento que existe en el campo, todo lo que se puede vivir allá. Y considero que tengo la oportunidad de mostrar eso y darle un enfoque diferente”, explica Criss, quien desea ser chef profesional y conferencista internacional.

Además de revalorizar la cocina del campo, Criss también puede elaborar comida vegana, grabar publicidades o cocinar para diplomáticos. “Cuando tú te concilias de dónde vienes y aceptas quién eres, va a ser mucho mejor porque así pisas tierra y todo, y además tengo un compromiso para transmitir cosas positivas”. 

TikTok permite subir videos que duren de 6 a 15 segundos y encadenar como máximo cuatro videos durante un total de 60 segundos. “Varía mucho el formato que manejas. Por ejemplo, yo publico algún video de TikTok a mi Facebook, y dicen ‘por qué tan cortito’, entonces adapto ese video a 4 minutos y les gusta más”.

Esta adaptación, mencionada por Criss, también puede darse por la edad promedio de los usuarios de las plataformas. En TikTok prevalece la generación de los centennials (de los 18 a los 24 años). O Instagram, donde predomina la generación de los millennials (de los 25 a los 34 años). O Facebook, que tiene un público más adulto.

“No vayan a las redes para buscar seguidores, vayan por el impacto que pueden llegar a causar y qué es lo que ustedes quieren dejar, o sea el para qué quieren las redes sociales”, dice Crissemprende.

Albertina Sacaca

“No escondo nada, me muestro tal como soy. Una persona como las miles que hay”, dice Albertina Sacaca, joven de 21 años nacida en Chayanta (Potosí) que superó el millón de seguidores en seis meses desde su primer video en TikTok como @albertinasacaca1.

Con naturalidad muestra bailes tradicionales de su comunidad Jatun Cancha Baja, juegos de antaño —Albertina es muy buena jugando con el trompo—, cosecha papas, explica los tejidos de su región y en algunos videos se escucha su “quechuañol”, la mezcla entre castellano y quechua. 

“Este año descargué TikTok, primero para ver los videos de otras personas hasta que un día me animé a grabar. La verdad nunca imaginé que podía llegar a tener un millón de seguidores —comenta la joven que actualmente vive en Sucre y estudia Educación Física en el Centro de Educación Superior—, me decían “hay chicas más bonitas que vos, no vas a poder”.

Albertina también participa de los challenges—tendencias musicales o retos—, luce sus “ourfis” —vestimenta para diferentes ocasiones, en inglés outfit— y también graba las dificultades que atraviesa para bañarse cuando el agua no llega a su barrio. 

“Podrás verme arreglada o con mi facha, pero soy la misma persona trabajadora con ganas de salir adelante”, comenta esta muchacha que busca tener su propia línea de ropa. “Ch’ala es que la gente te tenga cariño”.

Ella tiene seis hermanos, su madre está a cargo de una tienda de abarrotes y su papá es albañil. “Una vez acompañé a mi abuela al mercado y algunas personas se acercaron a pedirme fotos y mi abuela preguntó: ¿Por qué te piden fotos? ¿Eres famosa?”, cuenta entre sonrisas la joven de cabellos rojizos. Albertina fue reconocida por el Ministerio de Culturas como artista por su aporte a la difusión de las tradiciones bolivianas.

Esta certificación permitió a Albertina demostrar a su familia que no pierde el tiempo con las redes sociales, y que no es solo un juego; es una gestora cultural, aunque no tenga los ingresos que tienen otros creadores de contenido.

En Bolivia TikTok no paga por la cantidad de seguidores o “me gusta” que se consiguen, son las empresas que pagan a los jóvenes por promocionar sus productos. “No tienen por qué sentir vergüenza de lo que somos, de nuestra cultura”, dice Albertina, mostrando una forma popular y masiva de construcción de modernidad, sin imposturas.

María Leydi Mamani

“Hago todo tipo de contenidos para las redes; muestro cómo es la vida en el campo, hago también videos divertidos, de todo”, dice María Leydi, conocida en las redes como @marialeydi21, quien tiene 3,2 millones de seguidores en TikTok.

“Siempre digo que soy plurinacional, porque tengo familia en varias regiones del país y admiro sus costumbres, aunque yo nací y crecí en Santa Cruz”, menciona la joven de 21 años, estudiante de Trabajo Social en la universidad Gabriel René Moreno, mientras se prepara para una producción fotográfica. Tiene los párpados llenos de brillos, un labial rosado y sonrisa que permite ver sus brackets.

María Leydi tiene en su cuenta de TikTok videos de diversas tradiciones, como un ritual de duelo donde se lava en un río la ropa de las personas que mueren y después se quema para eliminar los apegos que los difuntos dejan en sus prendas, o la celebración del Año Nuevo Andino Amazónico, y a su abuelo “coqueando” en el campo.

La joven fue noticia internacional por una respuesta que dio a uno de los usuarios de la red, quien comentó: “Deben bañarse al llegar a la Ciudad huelen no es por insultar pero así son” (sic). Y María Leydi respondió: “Sí sé qué es bañarme y he llegado a la ciudad sucia, y no es porque yo quiera sino que el transcurso para llegar a la ciudad es muy lejos. Sudo, hay polvo, pero llego a la ciudad y me baño, eso se quita, pero pensamientos como el tuyo no, así que no sé, ¿quién de los dos está mal, tú o yo?”.

Los haters—usuarios que solo critican, muchas veces desde el anonimato— son un problema que enfrentan los tiktokers. Todo ese desprecio podría tener consecuencias negativas en la construcción de la identidad de los jóvenes, pero ellos lograron un alto nivel de impermeabilidad.

“Ya no me afectan los haters, me concentro en las personas que me expresan su cariño, que me siguen”, dice María Leydi, quien también publica mensajes de empoderamiento femenino. “Todas las mujeres son hermosas, basta de estereotipos de bellezas”.

Con la llegada de las redes sociales hay una democratización del espacio público virtual; no solo los personajes conocidos, figuras de la televisión, artistas, políticos pueden marcar tendencias e influir en el comportamiento de las personas. Hay muchos jóvenes, como María Leydi, Albertina y Criss, que son exitosos por reflejar la cotidianidad popular y el lenguaje que la mayoría de bolivianos tiene, donde la recepción del mundo no es solo imitativa, sino en torno a una cultura propia.

FOTOS: CRISTIAN CHOQUE, MARÍA LEYDI MAMANI Y ALBERTINA SACACA