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‘Cien poemas para niños’: El libro emblemático de Óscar Alfaro

Óscar Alfaro nace en 1921 en San Lorenzo de Tarija. . No se sabe mucho sobre él —en sus primeras publicaciones decide cambiar su apellido paterno (González) por el de su madre, Alfaro. Hablando de su entorno atraviesa una infancia y adolescencia en un país que después de la Guerra del Chaco contra Paraguay (1932-1935) cerraba un ciclo de historia. Finalizaba el auge de los partidos políticos tradicionales, pero sobre todo se vislumbraba la esperanza de terminar con el sectarismo tan marcado que existía entre las clases sociales. Los indígenas, aymaras y quechuas habían compartido el campo de batalla de igual a igual con los demás ciudadanos, luchando y muriendo con el mismo ideal patriótico que el resto; y Bolivia comenzaba a crear una nueva conciencia de clase que buscaba nuevos líderes que ofrecieran dar solución a una sociedad desintegrada en la que la pobreza era una constante.

Si bien Alfaro escribió tanto narrativa como poesía, esta última fue el género que tuvo mayor impacto en sus lectores y sobre éste hablaremos. A fines de los 40 publica sus primeros poemas que, en 1954, conformarían su libro más emblemático: Cien poemas para niños, una obra que engloba las tres facetas del autor tarijeño. La primera, la de una poesía social y de denuncia acorde al difícil momento histórico que atraviesa Bolivia desde 1930 hasta 1950; una segunda, de poesías influenciadas por las medidas de la revolución de 1952 a favor de los campesinos; y una tercera, dedicada exclusivamente al quehacer cotidiano de los niños.

Comprender este libro es entender el camino que recorrió Bolivia para intentar una convivencia con una realidad social y racial diversa, sobre todo la aymara y la quechua.

Dentro de ese nuevo despertar político y social que Óscar Alfaro vive tan de cerca, el poeta asume una clara posición política. Se convierte en militante del Partido de la Izquierda Revolucionaria y sus poemas comienzan a circular en las reuniones de la Juventud Comunista. Son poemas que llegan cargados de una fuerte orientación social y una sensibilidad en contra de la injusticia, elementos que caracterizarán toda la literatura del poeta. Al igual que José Martí, “sabía que ni siquiera la literatura infantil es neutra e inocente. Sabía que toda expresión humana, y sobre todo la artística, transmite ideología. Era consciente de que la literatura fue siempre y es instrumento de transmisión de valores, actitudes, ideologías”. Por eso, no duda en compartir con los niños esa lucha social a través de la denuncia de las injusticias, los himnos al proletariado y la sátira a los poderosos, mostrando una gran sensibilidad por los más débiles y desposeídos. Es el primer escritor para niños del país que no subestima a su lector, sino que entrega su protesta de una manera impactante en un libro específicamente dedicado al público infantil. De esta primera época son sus poemas Niño proletario, Miseria, Manos hambrientas, Vendedora de kantutas, Madre proletaria, Los pájaros obreros y su famoso Pájaro revolucionario.

Con la revolución de 1952, el nuevo gobierno sube al poder planteando soluciones nuevas y radicales. Elimina el latifundio, establece el voto universal (mujeres y analfabetos comenzaron a votar), nacionaliza las minas y determina la obligatoriedad y gratuidad de la educación primaria. Era el comienzo de la integración del indígena a la vida nacional.

Influenciado por este viraje político, surgen de la pluma de Alfaro poemas que hacen referencia a esa integración del indígena a la educación, ya sea como el alumno de piel cobriza que tiene el ansia de aprender, o como la nueva maestra de trenzas y pollera que por primera vez es parte del plantel escolar. La escuela de indios, La escuela del campo, Colegio nocturno, El camino del colegio, La fiesta mágica y La nueva maestra son una muestra de los poemas de esta época.

Pero Óscar Alfaro no es solo un poeta de denuncia. Cien poemas para niños tiene el aire mágico y de ensoñación que se entrelaza con la vena izquierdista del poeta. “Entonces entreteje sus ideas políticas con personajes, animales y situaciones emocionalmente importantes para los niños, con imágenes de alta belleza literaria”.

Música en el verso con rumor de copla, metáfora y comparación, permiten escarbar las debilidades del ser humano y de una sociedad que está en proceso de convivencia con el otro. Así nos encontramos con poemas que detrás de los objetos inanimados conciben al juego como elemento fundamental de la infancia. Estos poemas logran la reflexión sobre los valores universales utilizando con ternura la rima consonante y asonante, la musicalidad natural, el lenguaje de la imagen y de los colores, aunque muchas veces sin poder sacudirse de la crítica social. Poesías como Pompas de jabón, Los barquitos de papel, Las bolitas de cristal, El trompo y El volador rescatan los juegos y juguetes infantiles de mediados de siglo.

Cien poemas para niños es un libro de poesía que trascendió los límites temporales y espaciales de su época, fue el hito capaz de compartir un mensaje social y de denuncia con los más pequeños, fusionando ideas políticas con la magia del juego infantil; probablemente, con la idea de cambiar desde los más pequeños una sociedad desintegrada.