Es cierto que recordamos hoy el centenario de su nacimiento, ocurrido en su querido pueblo de San Lorenzo, Tarija, el 5 de septiembre de 1921. También recordamos su prematura muerte acaecida en la Navidad de 1963 en la ciudad de La Paz, a la edad de 42 años.

Su vida y su gran sensibilidad lo llevaron a admirar a los niños, los pájaros, los árboles, las estrellas y la naturaleza toda. También su muerte pareció presentirla, cuando escribió un hermoso cuento titulado: Las dos Navidades, donde narra con mucho sentimiento el día que nació un niño morenito como el “niño de la Virgen de Copacabana”, hijo de María, una indígena tejedora de ponchos y aguayos, nos hace partícipes de la profunda alegría de esta madre indígena. Y luego de un tiempo, también en una Navidad donde el pueblo festejaba con gran bullicio y algazara el nacimiento del niño Dios; allí en la humilde choza de la india María, su pequeño niño moría en sus brazos, víctima de una fiebre desconocida. Y la india María no puede evitar un grito de dolor y rebeldía:

¡Mentira, mentira! ¡el niño Dios murió! En su idioma nativo: ¡Llulla, llulla!, wawa Wak’a wañusqa!

Ella, la madre angustiada no podía comprender ese milagro bíblico.

Jesús vuelve a nacer cada año, y Alfaro, el poeta de los niños y los pájaros que se fue en una Navidad, vuelve a nosotros, vuelve a los niños, con la fuerza, el amor y la ternura que emanan de sus poemas y cuentos, que, al leerlos, iluminan nuestras vidas de esperanza en un mundo mejor e igualitario, como el que Jesús de Nazaret proclamó ante el cruel Imperio Romano.

Como Él, Óscar Alfaro siente el dolor de los desposeídos, de los explotados, de la miseria, del hambre y en casi todos sus cuentos y poemas expresa esa tristeza y la tremenda discriminación hacia los humildes, indígenas y pobres. Y denuncia estos abusos que se cometen con los niños y todos los proletarios. Como ejemplo, veamos algunos:

En su poema titulado El lustrabotas, un atildado señor burgués no se digna mirar al niño que lustra sus zapatos, ni le importan sus lágrimas, piensa que son para darle más brillo a sus zapatos.

Del poema: Niños esclavos (escrito en Potosí en 1950). Niños monstruosos que saltan llevando en sus espaldas sacos de minerales, bajo torrentes de latigazos.

En su poema Colegio nocturno, los alumnos con pantalones y almas rotas, trabajan de obreros, sirvientes, lustrabotas o barrenderos y llegan a la escuela con rostros cansados y tristes.

En su poema El pájaro revolucionario, el cerdo granjero simboliza al patrón abusivo que era dueño de vidas y haciendas; después de una breve discusión, ordena: “¡Fusilen a todo pájaro! ….. Preparen, apunten… ¡Fuego!!!!!”.

Es así como denuncia en el poema a muchos gamonales que cometieron masacres de inocentes, trabajadores mineros o campesinos.

En El país de los pájaros, el amo gamonal los echa del nido porque no pagaron arriendo, con estas palabras: “Esta es mi tierra, y en ella todo lo que hay es mío. ¡Fuera del nido! ¡Y arroja al ave con sus pichones! Sobre una cerca llena de espinas”.

En La vendedora de kantutas, la cholita serrana lleva al mercado kantutas de primavera, no vende ninguna y vuelve a su choza con el alma partida y el grito del niño hambriento que lleva en sus espaldas.

Manos hambrientas se refiere a los niños mendigos como jilgueros heridos, que van implorando limosnas por los caminos. Por estos sentimientos que lo animan, Óscar Alfaro siente ser muy amigo de Jesús y le escribe:

También sus cuentos y poemas nos transportan a un tiempo de fe y renacer de la cultura aborigen, los paisajes y su fuerza telúrica, con los valores de nuestra historia y sus héroes que perviven en la memoria de los pueblos, de las diversas regiones, oriente, valles, yungas, altiplano, con sus bosques, ríos, lagos, montañas. Los animales y las costumbres de los habitantes de nuestro multicultural país.

Así con las expresiones de otro gran poeta, Jorge Suárez, podemos sentir y valorar el gran talento literario, cuando al referirse a Óscar Alfaro expresa:

“Óscar Alfaro fue el más alto poeta para niños de habla castellana. No existe procedencia de una poesía tan honda y transparente a un tiempo como la que él fue desgranando, día a día, en el oído artista de la infancia.

No escribió sobre los niños como Gabriela Mistral, por ejemplo: escribió para los niños. Y fue audaz, de una audacia sin paralelos. Una audacia que solamente los grandes líricos poseen para prescindir de la anécdota y transformar el símbolo en contenido permanente.”

Sus valores morales y su gran conciencia sobre la realidad le dan vigencia y actualidad, es para los maestros un gran intérprete de la formación humana desde el momento en que sus escritos cobran vida y se identifican con las problemáticas de la Patria. Cada uno de sus versos puestos en labios de los niños, lo traen de vuelta a seguir recorriendo caminos por la senda fructífera del arte y la vida misma.

Hoy, Óscar Alfaro a 100 años de su nacimiento y a 58 años de su sentida partida, por sus obras y lo valioso de su vida se transforma en el poeta inolvidable e incomparable.