Concierto presencial
Lo logramos. No solo grabamos un nuevo CD en plena pandemia y golpe, lo presentamos de manera presencial en dos noches memorables en el Teatro Municipal
CH’ENKO TOTAL
Lo logramos. No solo grabamos un nuevo CD en plena pandemia y golpe, lo presentamos de manera presencial en dos noches memorables en el Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez de La Paz, mi ciudad, los días 8 y 9 de octubre, en honor a los 473 años de fundación de la capital de los Andes. Habíamos ido a La Paz en busca de la segunda dosis de la vacuna, llegamos posverbena juliana, luego de esperas y amaneceres conseguimos la vacuna juuuusto el mismo día que tenía que tocar para el Moncada por invitación del Embajador de Cuba. Con algo de fiebre toqué en la Casa del Pueblo por primera vez, estaba la plana mayor del Estado Plurinacional. Salí jadeando, sudando frío, pero compromiso era pues, como hace 42 años cuando Don Pablo Ramos me invitó por primera vez en 1979 a cantarle a ese hecho histórico revolucionario.
Julio pasó raudo con artistas orureños, cochabambinos, potosinos cantándole a La Paz… ¿y nosotros, los paceños?, me pregunté cómo cholita. Hay que solicitar el Teatro, rompamos este karma de no poder tocar en el Municipal hace dos años, instruyó el Papirri. Así fue que hicimos la solicitud con poca fe, como para no desilusionarse. Entonces llegaron las grabaciones para el programa de televisión Ch’utis que hago para Abya Yala y que sale los sábados a las 19.00. Todo agosto y septiembre le cascamos duro al asunto, grabando lindos programas, sobre todo los que hicimos en el Thelonious Jazz, gracias al amigo Juanqui Carrasco, coordinador de este Centro Cultural ubicado en la zona de San Jorge, quien nos permitió usar su set. Mientras grababa los programas, convocaba a los músicos a ensayar, recordar partituras y letras. Fueron fundamentales los ensayos con Mauricio Segalez, joven cantautor y guitarrista alteño que poco a poco se fue volviendo mi guitarrista, fue la primera vez que toqué con otro guitarrista, es que quería bailar, librarme del peso armónico en mis espaldas. El kaluyo del retorno lo ameritaba, más aún porque decidió iniciar el concierto. “¿El kaluyo va con bajo y charango como en el disco?, preguntó Segalez. “No sé”, le dije mirando al Tata Illimani, hipnotizado. Así, poco a poquito, me fui quedando tres meses en La Paz, mi ciudad.
Dos eventos fuertes sucedieron en septiembre: mi cumpleaños y el día del hincha stronguista. Luego de varios meses tomé unos tragos con amigos de la infancia y familia festejando el 61A. Entonces llego la invitación para tocar nada menos que en la Curva Sur del estadio Hernando Siles. Ronald Crespo, presidente del Tigre, me convenció nomás y aquello fue espectacular, tocar frente a 5.000 Tigres eufóricos de la Ultra Sur fue algo único y arrasador. A la sazón llegaron las entrevistas para difundir los conciertos, me di cuenta en muchas de ellas que debía fortalecer el concepto primogénito de mi música: la integración… en un país dividido, dolido, emputado. “La ciudad se derrumba y yo cantando”, decía Silvio en mi cabeza. Un par de entrevistas fueron difíciles, pero la mayoría muy lindas. Después de todo era un milagro, una bendición poder ir a los canales y radios a difundir los conciertos que llegaron como una carga pesada. Solo se pudo dos ensayos presenciales con la banda, demasiados músicos, como siempre. Lo que más me dio fuerza fue la buena onda de Los Bolitas, jóvenes músicos roqueros, ir a ensayar con ellos a su estudio de Següencoma fue un bálsamo, fue como retroceder unos 20 años, agarrar energía y ensayar con todo. Terminamos montando cuatro canciones.
Con los Canarios del Chaco no pudimos ensayar, llegaron desde el Chaco sudados y nerviosos directo a tocar. Hasta me hicieron bailar una chacarera con una joven bailarina del Ballet Folklórico La Paz, Bafopaz, bailarines que hicieron vibrar a la gente con el caporal Camote y el célebre Pepino pandillero. Tocamos frente a 600 personas en las dos noches, un público hermoso en sus barbijos. Y para aumentar la cosa, tocamos en Villa Copacabana el domingo, en una feria municipal a cambio de la liberación del alquiler del Teatro. Todavía me duele el cuerpo. Pero estoy conforme. La Papirri’s Band estuvo sólida. Los hermosos del Papirri’s Kinder la rompieron. La presencia del cantautor y cantante David Portillo le dio un ajayu especial a las dos noches. Muchas gracias a Rodney Miranda, antiguo amigo, Secretario de Culturas de La Paz, que nos concedió el Teatro y nos hizo entrega de un lindo certificado que resalta mi obra musical paceña. Gracias a LA RAZÓN, ATB, Bolivia TV por el apoyo. Lo logramos. Solo quedan 30 discos 60A para Santa Cruz, voy solito con mi guitarringa a tocar el 6 de noviembre. Qué será. Cómo será. Lo logramos. Grabamos nuevo disco. Lo presentamos en vivo. Con pandemia más. Bien, che. Pa’ qués decir.
(*) El Papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta