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Défi Titicaca: Una aventura deportiva, humanitaria y medioambiental

Amaneció con un cielo repleto de nubes que cubrían el sol y amenazaban con un día gris en Copacabana. La temperatura era de entre 6° y 8° centígrados, pero la sensación térmica era aún más baja a causa del viento que soplaba congelando las aguas del Titicaca. A pesar del frío, las orillas de la playa estaban bien resguardadas por las autoridades del municipio, quienes flanquearon a Théo Curin, Malia Metella y Matthieu Witvoet, encerrándolos en un círculo para ofrecer un ritual: el sahumerio con dulces para la salud y la prosperidad, además de flores y plantas para atraer buena fortuna para el desafío que les tocaba enfrentar en este lago sagrado: atravesar nadando 110 kilómetros, desde Copacabana (Bolivia) hasta las Islas Uros (Perú), en un lapso de 10 días.

Además de nadar esa longitud, tendrían que jalar, al mismo tiempo, una embarcación construida por ellos mismos con productos franceses reciclados; la misma que les serviría como una especie de vivienda durante los 10 días. Los nadadores se prepararon por 14 meses para este reto. El entrenamiento se realizó en agua fría a 6 u 8 grados centígrados durante una hora y media o dos en una piscina, con 15 kilómetros diarios y en la altitud para hacerlo bien. “Así hemos formado un gran equipo”, afirmó su entrenador Stéphane Lecat.

Para finalizar el rito, los rayos de sol bañaron las manos levantadas de los tres nadadores franceses de alto nivel: Théo, Malia y Matthieu, quienes recibieron entusiastas toda esa energía del Rey Inti, sellando de esta manera el pacto entre lo ofrecido a la Pachamama y la concesión de protección para llevar a cabo su misión: una aventura deportiva que se fue tornando en un propósito humanitario y, sobre todo, medioambiental.

“Para avanzar en la vida, tengo que superarme a mí mismo y fijarme siempre nuevos objetivos”. (Théo Curin)

Théo, de 21 años, fue amputado de sus cuatro extremidades a los seis años de edad por una meningitis. Realizó sus primeras clases de natación cinco años más tarde a pesar de su miedo al agua. Rápidamente, este elemento le causó una sensación de bienestar y libertad que lo alentó a perseverar en este camino. A sus 14 años, decidió dejar su ciudad natal, Lunéville, para unirse al centro de natación France Handisport en Vichy. Muy pronto se convirtió en una de las grandes esperanzas francesas de la natación para personas con discapacidad y fue, en particular, el más joven de la delegación francesa en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro en 2016. Luego se convirtió en doble subcampeón mundial en 2017 y ganó la medalla de bronce en los 200 metros libres en el último Campeonato Mundial en Londres en septiembre de 2019.

“Yo soy un nadador paralímpico, pero antes estaba compitiendo con nadadores que tenían las cuatro extremidades. Era muy difícil para mí estar a la altura de esos competidores, por lo que decidí hacer mi propio desafío. Yo quería hacer un reto que jamás había hecho hasta ahora, y también quería compartir esa experiencia, deseaba que participaran conmigo otras dos personas y por eso le pedí a Malia y a Matthieu que me acompañasen. Había muchos lugares que estaba buscando, y muchos de ellos ya habían sido atravesados, como es el caso del lago Titicaca. Haciendo las investigaciones de este sitio, encontré que tenía dificultades excepcionales como la longitud, la altitud y el frío, y es por eso que me decidí por este lugar. Además, al realizar la búsqueda sobre este lago, vimos también que había mucha contaminación y queríamos mandar un mensaje ecológico en este desafío”.

“No es un viaje lo que nos espera, sino una aventura extraordinaria”. (Malia Metella) Malia, de 39 años, es una exnadadora especialista en pruebas de velocidad en estilo libre y mariposa. Retirada desde octubre de 2009, ha contribuido al auge de la natación francesa. Ella es cinco veces campeona de Europa en piscinas cortas y grandes (2003-2004), subcampeona del Mundo en 100 metros libres en 200 y subcampeona Olímpica en 50 metros libres en los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004.

“Acepté este reto porque fue Théo quien lo propuso, por el valor que él le da a este proyecto y porque es un desafío muy fuerte para mí, para salir de mi zona de confort, pues hace mucho tiempo que ya no estoy más en la rutina de una deportista de alto nivel. Nadar en aguas libres en un lago con un frío excepcional es algo que nunca he hecho antes y que quería descubrir”.

“Más allá de la aventura deportiva y humana, es la oportunidad de transmitir un mensaje importante”. (Matthieu Witvoet)

Matthieu, de 27 años, es un ecoaventurero que se embarcó, junto con su primo, en una vuelta al mundo en bicicleta en 2017, recorriendo 18.000 km a través de 17 países para descubrir las soluciones locales a los residuos plásticos. En octubre de 2019, cruzó a nado el estrecho de Gibraltar para concientizar sobre la contaminación con plásticos en el Mediterráneo.

“Lo que hemos hecho con este proyecto es pensar en cómo transmitir este mensaje de limitar la basura, cómo lo podemos encarnar adentro de nuestro proyecto y por eso hemos hecho muchas cosas. Una de ellas es el bote que vamos a jalar, vamos a estar como un caracol, jalando nuestra propia casa durante 10 días. Esta casa es como un símbolo para nosotros y es también un poco raro porque hay que jalar el bote nadando. Este bote tiene flotadores que hicieron los olímpicos en los años 90, dando así una segunda vida a materiales utilizados. El almacenamiento de las partes viene de la basura de un teatro francés, la tomamos y con un poco de magia de ingenieros que están aquí con nosotros la transformamos en nuestra casa. Dentro de ella contamos con colchones ecodiseñados y ecorresponsables, además de la instalación de productos fotovoltaicos innovadores para permitirnos estar en total autonomía energética. Terminado este desafío, vamos a ofrecer esta casa-embarcación al Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD), una institución pública francesa multidisciplinaria y sus socios en la Universidad de La Paz, que realizan estudios científicos en el campo del desarrollo sostenible, para que pueda extraer datos sobre la calidad del agua. Además de eso, vamos a consumir comida sin generar basura. Por ejemplo, tenemos quinua y otros alimentos en bolsas reutilizables que se pueden usar 100 o 200 veces por muchos años; y el agua que beberemos la filtraremos del lago, así no tendremos botellas de plástico”.

LA GRÁFICA

El entrenador Stéphane Lecat, junto con los nadadores Théo, Matthieu y Malia. Foto: Andy Parant

Foto: Andy Parant

Antes de la partida, el entrenador y su equipo fueron ch’allados con flores para la buena fortuna en su misión. Foto: Andy Parant

La travesía de los nadadores fue acompañada por una lancha con parte de su equipo francés y autoridades y comunarios de Copacabana. Foto: Andy Parant

Foto: Andy Parant

Foto: Andy Parant

Agenda ambiental

Agua Sustentable es una ONG boliviana que trabaja en una agenda ambiental, por lo que fue parte del Défi Titicaca. “Este es un desafío importante, principalmente con un mensaje de hermandad y de que podemos lograrlo, pero solo lo haremos si nos unimos todos y si trabajamos en diferentes niveles: desde el nivel individual (poner conciencia sobre nuestro consumo, sobre el botar basura, etc.), hacia el familiar, comunitario, municipal (por eso estamos trabajando con el municipio de Copacabana), departamental, nacional, binacional (porque están dando justamente ese mensaje de hermandad entre Perú y Bolivia) y claramente también vemos que hay un apoyo a nivel internacional desde Francia”, comentó la directora ejecutiva de esta ONG, Paula Pacheco.

Después de este desafío, la ONG va a seguir trabajando con talleres de economía circular, de manejo de residuos sólidos a nivel más sostenible, y también en ver cómo solucionar el tema de la basura en dos islas sagradas: la Isla del Sol y la Isla de la Luna, que son parte del municipio de Copacabana. “Queremos agradecer por toda la inspiración que nos están dando Théo, Malia y Matthieu. Creemos que todos vamos a aprender de esta pasión y vamos a lograr superar estos desafíos grandes para el medioambiente”.

La partida

Más tarde, y minutos antes del inicio del desafío, autoridades del Gobierno Autónomo Municipal de Copacabana entregaron reconocimientos a Théo, Malia y Matthieu, en medio de guirnaldas y ch’alla con flores. En el acto, la embajadora de Francia en Bolivia, Hélène Roos, emitió unas palabras dirigidas a sus compatriotas antes de su partida: “Queridos, mi inmensa gratitud por el sueño que nos están haciendo vivir a todos. Recuerdo aquella frase que dice ‘Lo imposible se vuelve posible’. Ustedes ya han ganado su desafío, ya que todos estamos aquí con ustedes para apoyarlos y ustedes están para hacernos soñar. Si bien la COP26 estuvo en pleno apogeo, su desafío es un recordatorio a través de su noción ambiental, el derecho de que todos somos actores en la lucha contra el cambio climático. Su desafío es también un recordatorio de la importancia de la solidaridad con los países semejantes y un desarrollo para la transición ecológica, como Francia se ha comprometido. Y, finalmente, su desafío es también un recordatorio de la necesaria inclusión y de la igualdad de todas las mujeres y de todos los hombres”.

La preparación de los nadadores en el lago Titicaca consistió primeramente en la puesta de los trajes para nadar, que son térmicos, una característica importante para poder paliar las bajas temperaturas de esas aguas. Los gorros, las aletas, las manoplas y las gafas de natación fueron también parte de sus accesorios.

Las brazadas y los pataleos de Théo, Malia y Matthieu comenzaron furtivas al son de los bombos, las quenas y las flautas que se escuchaban como música de fondo. Poco a poco, los nadadores que jalaban la embarcación fueron alejándose de la vista de quienes permanecían en la orilla. Era el inicio de su travesía deportiva, solidaria y medioambiental de diez días por aguas sagradas.