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Otra Santa Cruz

CH’ENKO TOTAL

No vayas a tocar a Santa Cruz, hermano, es un momento difícil, no va a ir nadies”, me decía mi amigo Rixi preocupado por la situashón. El Centro de la Cultura Plurinacional me había invitado a dar un concierto el 6 de noviembre, con presupuesto mínimo, por lo tanto iba yo y mi guitarringa. “El CCP tiene un teatro de cámara muy bonito, bien equipado, multifuncional, con 100 butacas”, me informaba Pablo, eficiente servidor cultural. “Sin embargo, hay demanda, llamadas diarias, es posible que saquemos el escenario al patio, creemos vendrán más de 100 personas”, se entusiasmaba. Empezaron los ensayos conmigo para montar el unipersonal, en el camino me di cuenta de que había compuesto tres taquiraris en diferentes épocas, siempre me gustó el taquirari, desde niño este género era parte del repertorio del Conjunto Guitarras que dirigía mamá.

Sin embargo, tocar solo con mi guitarringa en territorio cruceño generaba cierta tensión, había trabajado en la década de los ‘90 con un trío en el Tapecuá, un bar restaurante cuyos clientes eran de tener, carito el trago y la comida, eran conciertos duros, llegar al cruceño blancón “cívico” no era fácil. Recuerdo un trío histórico, Wladimir Morales en el bajo, Carlos Salazar en batería y El Papirri. Linda época, el periódico El Deber nos quería, publicaba las crónicas del Papirri, todo empezó a podrirse hacia el 2005 por el tema político. Fue una noche de emergencias cruceñas que compuse el taquirari Enay puej en un hotel, para lanzar puentes, la canción trata del migrante colla que pone su tiendita en el oriente, le conquista el corazón a una damita de Porongo, vendedora del mercado, se enamoran y nace la familia camba colla o colla camba, como quiera su mercé. La estrené en el boliche aquel sin pena ni gloria, sin puentes ni nada, era una historia de pobres. Luego en 2008 compuse el Taquirari para Gladys Moreno, pero ya no toqué más en Santa Cruz. En Quito nació No quiero perderte, un taquibossa, que me gusta bastante. Esto del taquibossa nació en mí, en realidad, en 1993, cuando compuse Carnaval taquibossa dedicado a Fernando Jiménez, el Huevo, un gran zampoñero, lo grabamos juntos en el disco Bien le cascaremosretornando de Japón. El taquirari y la bossa nova unidos, tejidos en interculturalidad, seguramente articulados por los aires del Amazonas.

Entonces aterricé en Santa Cruz, la humedad me dio un sopapo y para colmo se me ocurrió complicar la estadía realizando un par de entrevistas para mi programa de tele Ch’utis, que va por Abya Yala Tv los sábados a las 19.00. Un amigo me ayudó con las cámaras, pude realizar una entrevista con el gran muralista Lorgio Vaca, quien me recibió un viernes en la mañana con su hermosa sonrisa en su taller repleto de árboles y luz, pero esto merece una crónica aparte. El sábado, día del concierto, logré hacer una entrevista en la mañana con Edson Hurtado, escritor, poeta y comunicador, además de director del CCP, súper entrevista que también merece otra crónica.

Volviendo al concierto, convencí a la gente del CCP de hacerlo adentro, en el teatro: muy buena decisión. La prueba de sonido fue rápida, mi guitarra la Sevillana sonó muy segura en sala. Las dos semanas anteriores, en los ensayos, había cambiado cinco veces el programa. Fue así que a las 19.00 había cola en el CCP para ingresar a mi concierto, descubrí un público cruceño diferente, otra Santa Cruz, un territorio mestizo de migración. Hacía fila para ingresar al concierto del Papirri y su guitarringa un papá nacido en Potosí, bancario, con el hijo quinceañero cruceño: ambos del Tigre… La señora paceña casada con el señor de Vallegrande recordaba a sus hijos, ahora migrantes en España, en la canción Qué tal metal. El repertorio fluyó muy bien, ciertamente eran 100 personas bien sentaditas, todo en su lugar, la oscuridad del teatro, sus luces, la solemnidad del escenario, el sonido pulcro, público atento y yo sin tragos. Fue uno de los mejores últimos conciertos, disfruté mucho escuchar mi guitarra sin tanto alboroto de músicos, hasta  leí un par de crónicas, la Historia de Maribel transcurrió virtuosa y enérgica con guitarringa, al final de la primera parte hice dos pistas con Camote y Ch’utis, haciendo bailar a la gente. En el intermedio, me quedé en el hall a firmar discos, grave error el no sentarme, fueron más de 40 minutos parado firmando libros y discos, sacándome fotos con un público cariñoso, piel morena, piel zanahoria, ojitos de guapurú. En la segunda parte, el público solicitó las canciones que fui tocando, Hasta ahurita, Enay puej fueron pedidas por la gente, esta bella gente que une a Bolivia quizá sin darse cuenta, con el amor del diario vivir, levantando sus familias mix con sus wawitas: Chairo y Cuñapé. Esa Bolivia plurimultituttifrutti que soñamos florezca estable y constante, esa otra Santa Cruz sin racismos, sin complejos, sin intereses, sin terratenientes, una tierra camba de amor e integración de verdad. Gracias, público cruceño. Volveré prontito. Pa’ su verdá.

(*) El Papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta