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Con licencia para leer: 009 escritores bolivianos con agente

Eres un novel escritor(a) y tienes —eso crees— un buen manuscrito. Decides publicarlo y solo entonces te enteras de que hay más de 500 editoriales en castellano (entre América Latina y España). Te dicen que los sellos más importantes reciben miles de originales (en EEUU, a Doubleday llegan más de 10.000 al año). Te deprimes. Te contaron una vez que en la mayor feria del libro del mundo, la de Frankfurt (Alemania), exponen más de 7.000 editoriales. Sabes de las agencias literarias, las grandes desconocidas en el mundo/negocio del libro. Son como los “managers” de las bandas de rock o los representantes de los jugadores de fútbol.

En la época del “boom” apareció la figura del agente que reemplazó al editor con la mítica Carmen Balcells como ejemplo. La agencia literaria es, en pocas, el nexo entre el escritor y la editorial. Es, mayormente, un oficio de mujeres, así que a partir de aquí hablaremos de las agentes literarias.

Lees que las agencias cobran (no como los periodistas que muchas veces trabajamos gratis) un máximo de 20% de las ganancias de su representado(a) —en este caso, tú—. Algunas no reciben manuscritos originales. A estas alturas te preguntas: ¿es necesario contar con una agencia para triunfar? Homero Carvalho responde: “Me han publicado dieciocho libros en el extranjero, incluso editoriales de prestigio como Visor, de España, y Buenos Aires Poetry, de Argentina; también me han publicado en Chile, Perú, Ecuador y otros países, incluso un poemario bilingüe español/portugués en Brasil”.

Homero no tiene agente, aunque tuvo una en el siglo pasado, se llamaba Rosario Santos, una boliviana que vivía en Nueva York y era muy amiga de Borges, Benedetti y Cortázar, nada menos. Rosario gestionó la publicación de Territorios invadidos, de Homero Carvalho, con prólogo de “Cachín” Antezana. Muchos años después, el escritor beniano más célebre intentó tener otra agente, pero no lo logró. Te vuelves a deprimir: si el capo de Homero no ha conseguido agencia…

Te da envidia cuando lees en el periódico —para ser sinceros, lo has leído en el muro de tu “feis”— que Magela, Giovanna o Liliana (casi toda la última/exitosa literatura boliviana tiene nombre de mujer) han publicado afuera. No te sorprende que las tres tengan agente. Y no cualquiera: Magela Baudoin ha fichado por Schavelzon Graham Agencia Literaria, con sede en Barcelona. Giovanna Rivero —que vive en EEUU desde 2007— trabaja con RHA (Regal Hoffmann and Associates, con sede en Nueva York). Liliana Colanzi  —y “Tico” Hasbún— pertenecen a la escudería de RCW (Rogers, Coleridge and White, con sede en Londres) y tienen una agente especial llamada Laurence Lalayaux, con licencia para vender/traducir.

Luego alguien te chismea que “Maxi” Barrientos y Sebastián Antezana han fichado hace poco con una agencia italiana, Ampi Margini, dirigida por don Vito D’Onghia. Y que Gabriel Mamani Magne, premio Nacional de Novela 2019 con Seúl Sao Paulo, juega en el plantel de CBQ (iniciales de la argentina Claudia Bernaldo de Quirós, con sede en Madrid).

Edmundo Paz Soldán, nuestro escritor más famoso allende los mares, tiene un agente conocido en las lides literarias como “El Chacal”. Es Andrew Wylie, cuya agencia lleva la carpeta de dos mil autores, muchos de ellos premio Nobel. Wylie es célebre por sus métodos inescrupulosos para arrebatar firmas a otras editoriales. El caso más sonado ha sido el de la premio Nobel 2020, la poeta Louise Gluck, que rompió —a “sugerencia” del “Chacal”— con su pequeña casa editorial de toda la vida —la humilde Pre-textos de Valencia, donde publica el boliviano Eduardo Mitre— para ganar más plata con Visor Libros.

Hasta 2009, Paz Soldán estuvo —junto a su colega y amigo chileno Alberto Fuguet— con uno de los grandes agentes en castellano, el argentino Guillermo “Willie” Schalvezon. Te vuelve a dar envidia de la mala (la sana no existe): algunos escritores se dan el lujo de escoger. Lees las explicaciones de Fuguet: “Con el manejo de Schalvezon los escritores cercanos al MacOndo teníamos más injerencia en el mundo académico que en las librerías”.

Entonces le preguntas al premio Nacional de Novela 2008, Sebastián Antezana, a ver si sales de la depresión. “La importancia de los agentes literarios es relativa. A veces mueven bien la obra de una escritora o escritor, y otras no tanto. Puedo equivocarme, pero creo que la mayoría de las veces esto depende más del tipo de obra que se quiere poner en circulación que de las astucias de los agentes (una novela o un ensayo, digamos, “difíciles” —es decir, de estructura y lenguaje desafiantes, no susceptibles a una rápida “comprensión” y, por lo tanto, a unas rápidas difusión, traducción e incluso adaptación— difícilmente encontrarán ecos editoriales)”. Respiras aliviado (Nota mental uno: ¿mi novelita es de las “difíciles”?).

Te cuentan que lo que buscan las agentes son autores con “voz propia”. Mientras, el “Sebas” remata:

“Por lo tanto, te diría que, aunque en ocasiones facilitan la comunicación entre autores y el circuito de publicaciones, los agentes no son para nada imprescindibles para que una obra particular, y menos una literatura nacional, se den a conocer más allá de sus fronteras”.

Te enteras de que las (auto) presentaciones de las agencias literarias son idénticas. Se encargan, aseguran, no solo de la plata y el “bisnes”, sino también de conseguir la mejor editorial para cada escritor(a) y obra, en las mejores condiciones y acuerdos posibles, en todos los países, en todos los idiomas. También “descubren” autores y saben el tipo de libro que el editor está buscando por tratarse de una moda, una tendencia o algo original para quebrar la monotonía de los sellos. El autor ya tiene bastante con escribir, dicen las agencias. “Willie” Schalvezon resume: “El escritor elige al agente y el agente elige al escritor”.

En los grandes mercados no hay literato(a) que no tenga una agencia detrás. Te ayudan a lograr una mayor visibilidad, desde trabajar los textos hasta difundir/promocionar el libro. Consolidan el prestigio de sus representados con participaciones en concursos, festivales/ferias de libro y giras (viajes que paga la agencia). Son tu gestor cultural particular. También venden los derechos al cine: Dan Brown ganó seis millones de dólares cuando se llevó a la gran pantalla su Código Da Vinci.

En Bolivia, apenas una docena de hombres y mujeres que escriben cuenta con agente. Una pregunta te taladra la cabeza: ¿es la varita mágica para romper con el cerco de silencio que invisibiliza a nuestras letras en el exterior? Guillermo Ruiz Plaza —ganador del Nacional de Novela 2018— responde desde el sur de Francia, donde reside. Antes alguien te susurra: en febrero, Días detenidos, del “Guille”, sale con Navona, una editorial de Barcelona que reanuda sus actividades con un nuevo editor, Ernest Folch.

Ruiz Plaza ha firmado contrato con Navona para su segunda novela, que sale en 2023: El hombre tocado de viento. El libro se lanzará antes en Bolivia, con 3600, en marzo de 2022. Mucha información. Ruiz Plaza ha recorrido el camino deseado antes que tú. Escúchalo: “Estoy en la agencia de Antonia Kerrigan, con sede en Barcelona. Justo antes de que empezara la pandemia, mandé Días detenidos a tres agencias, ya no recuerdo bien cuáles, y la única agente que aceptó leer el libro fue Antonia. Al cabo de unas semanas, Kerrigan me escribió entusiasta para decirme que mi novela le había gustado mucho. Así pasé a formar parte de la lista de autores representados por esta agencia. Creo que contar con un agente te da la certeza de que al menos van a leer tu obra en las editoriales fuera de Bolivia. Es decir, no hay garantía alguna de publicación, pero sí de lectura, ya que al parecer los editores no leen el gran cúmulo de obras que llegan por su cuenta, que no han pasado por el filtro (llamémoslo así) de las agencias literarias. Además, el agente te representa cuidando tus intereses cuando se ha llegado a un trato con alguna editorial”. Te convences: la esperanza es lo último que se pierde (Nota mental dos: me emputa esa frase de manual de auto-ayuda).

Te acuerdas de una frase linda de Eduardo Mitre, maestro de nuestra poesía. “Hay que romper progresivamente el injusto cerco de silencio que envuelve a la literatura boliviana”. Mitre lo ha hecho: pero él vive en Nueva York. Desde hace años, publica con la editorial española Pre-textos. El año pasado ha lanzado su último libro: A cántaros (Nota mental tres: ahí puedes leer un poema dedicado a otro poeta nuestro, Rubén Vargas Portugal).

Vuelves a la carga: tu sueño es ser un autor profesional. Y sabes, no lo niegues, que muy pocos en el mundo viven solo de escribir. El resto de los mortales tiene que dar clases en la universidad o cosas peores. Eso sí, la condición “sine qua non” para todos es tomarse en serio la literatura, la escritura como oficio. Ahora todo el mundo puede tener un agente, la cosa se ha democratizado. Pero pensar que una agencia va a mejorar tu carrera es digamos “naif”.

Es hora de hablar con Maximiliano Barrientos. El autor cruceño lo ha logrado, has leído eso en una entrevista de este periódico. Va a publicar en abril para Latinoamérica y España en una editorial que tiene una colección de narrativa no tradicional.

Otra vez, los libros “raros”. Hay editoriales, hay agencias y hay lectores para esa literatura también. Te ilusionas. Y escuchas los consejos del “Maxi”: “Creo que no es saludable pensar en la repercusión de un libro, hay que dejar que el libro surja solo, busque sus lectores, su casa editorial. Lo que no implica que las condiciones materiales de circulación no sean importantes. Lo son. Creo que en Bolivia cada vez hay más escritores que empiezan a publicar afuera y que son representados por agencias literarias. Eso no quiere decir que escriban mejor que los que no lo son. No tiene que ver con la calidad, obviamente. Hay cantidades de libros inconsecuentes promovidos con pompa y ahínco por todo el mundo. La pregunta es hasta qué punto trabajar con agencias se traduce en una mayor visibilidad. Eso es algo que veremos con los años”. Las palabras precisas, compañero Barrientos.

Te cuentan además que Gonzalo Lema, como Homero, tampoco tiene agente y le ha ido bien en la vida y en la literatura. Lema ganó el premio internacional de novela negra L’H Confidencial por Que te vaya como merecía con ese gran detective llamado Santiago Blanco. “Chaly” cree, sin embargo, que contar con agencia/agente puede ser de vital importancia para publicar en el extranjero, ser traducido y contar con una permanente promoción. “Incluso, libros no muy bien logrados tienen o podrían tener un buen destino”, remata como buen delantero “aviador”.

Al final del camino, te preguntas: ¿necesitan todos los escritores bolivianos una agencia? Depende de qué tipo de escritor(a) seas, qué clase de literatura hagas y qué expectativas tengas (Nota mental cuatro: los y las lectores(as) somos también agentes por vocación de los libros y autores que más amamos. De eso se trata, de tejer puentes y mirar a las estrellas).

FOTOS: FREEPIK