Erich Eisner: A 125 años de su nacimiento
Imagen: CORTESÍA DE MANFRED EISNER
GALA. Concierto del 29 de julio de 1947. Erich Eisner con la soprano Nan Maryska de Meyer, la pianista Felicia Roon, el director del Conservatorio Mario Estenssoro y la primera violinista Olga de Maldonado. Al fondo: los violinistas Luis Araníbar y Hans Finkelstein
Imagen: CORTESÍA DE MANFRED EISNER
La OSN presentará el ‘Concierto de amistad’ en honor al músico judío-alemán en el Teatro Municipal
Erich Eisner (1897-1956), músico de origen judío-alemán, fue nombrado como director musical de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) el 6 de abril de 1945 por Decreto Supremo dictado por el entonces presidente Gualberto Villarroel, gracias al apoyo del ministro de Educación y Culto, Jorge Calero, y a iniciativa de Mario Estenssoro, director del Conservatorio Nacional de Música de aquella época, quien además le encomendó las cátedras de armonía, contrapunto y composición en dicha institución.
Desde su nominación, Eisner se propuso cuatro metas: encontrar músicos capacitados para formar parte de una orquesta sinfónica que justificara esta calificación; educar y amalgamar este cuerpo hasta entonces irregularmente polifónico para transformarlo en un conjunto musical uniforme que fuera apto para encarar la interpretación de obras clásicas; inculcar y educar al nuevo público para seguir, comprender y estimar un tipo de música no propagada hasta ese entonces; y valorizar sinfónicamente el folklore boliviano.
Este año se cumplen 125 años del nacimiento de Eisner. Por ello, en homenaje al fundador y primer director de la OSN, la Embajada de Alemania en Bolivia organizó el denominado Concierto de amistad, en cooperación con la Secretaría de Culturas del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz e interpretado por la OSN, bajo la dirección de Weimar Arancibia, el jueves 16 de junio, a las 19.30, en el Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez.
La música en el entretiempo de guerras
La historia de Eisner estuvo ligada con dos eventos que marcaron con sangre y fuego la historia: la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la música siempre estuvo en su vida. “Desde su infancia mi padre demostró una notable afinidad musical y sus padres le facilitaron el aprendizaje primero del violín y luego del piano. Durante su permanencia en el colegio secundario, formó parte de la orquesta estudiantil donde actuó como concertino. Un vistazo casual que echó por curiosidad a la partitura del profesor de música que dirigía la orquesta fue la chispa inicial de su decisión profesional: director de orquesta”, relató su hijo Manfred Eisner, ingeniero de alimentos que desde 2013 escribe novelas policiales en Alemania.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914, Eisner estaba por cumplir 17 años. A raíz de la nacionalidad de su padre, Moritz Eisner, nacido en República Checa —entonces Reino de Bohemia, parte del Imperio Austro Húngaro— él era igualmente súbdito austríaco, por lo que se presentó a ese Consulado en Múnich para enlistarse al Ejército, pero fue rechazado por no haber cumplido los 18 años.
“Humillado por el rechazo, se presentó como voluntario y lo enlistaron en el regimiento de Reserva de Artillería de Campaña No. 2. Obtuvo diversas medallas por su actuación y avanzó desde soldado raso hasta sargento de primera. Al cumplir los 18 años, fue requerido para enlistarse en el Ejército Austro-Húngaro. Al terminar la guerra, le dieron de baja con el grado de teniente de la reserva. El Gobierno alemán retribuyó su dedicado servicio militar durante la guerra, confiriéndole la ciudadanía alemana en 1920”.
Durante este periodo, Eisner nunca olvidó la música. Así, mientras aún estaba en medio de las batallas, se inscribió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Maximiliana de Múnich. En aquel entonces, tal estudio era una condición sine qua non para acompañar el aprendizaje musical de alto nivel.
El interés de Eisner por centrarse en obras sinfónicas fue “gracias a su contacto e influencia musical del entonces ya famoso Bruno Walter, director de Teatro Nacional del Estado de la ópera de Múnich, donde actuó bajo su tutela durante tres años como asistente de escena y corepetidor, a la par que continuaba sus estudios. Su afinidad especial hacia las obras de Wagner, Mahler y Bruckner se deben a la gran labor de propagación de estos compositores por parte de Walter”.
Tras completar sus estudios en la Academia Artística Musical de Múnich, Eisner tuvo su debut al frente de la orquesta del Teatro Municipal de Sankt Pölten (Austria) el 14 de septiembre de 1923 con la opereta Katja, la bailarina de Jacobson y Österreicher con música de Jean Gilbert. A la par de dirigir óperas y operetas, se encaminó hacia la presentación de obras sinfónicas en conciertos complementarios.
Eisner ganó varios laureles como director al frente de varias orquestas en Múnich entre 1929 y 1933, ambientándose cada vez más íntimamente en la literatura sinfónica. Pero todo esto se vio opacado ante un llamado al atril del Stadttheater en Stuttgart, que fue abortado por la proclamación de la ley racista del gobierno nazi, la “Reichskulturkammergesetz” del 1 de noviembre de 1933, que discriminaba y prohibía toda actuación pública de artistas judíos en el Tercer Reich. El presidente de la Reichsmusikkammer de Berlín rehusó su solicitud de admisión a la Cámara de Cultura del Reich. A consecuencia de ello, Eisner perdió el derecho a continuar el ejercicio de su profesión.
Tras esta prohibición, Eisner se contactó con su dirigente apellidado Singer y organizó el Círculo Cultural Judío en Baviera, al cual estuvieron asociadas siete ciudades. Como sus medios no alcanzaban para financiar la creación de una ópera, pudo formar una orquesta sinfónica de solamente 50 músicos.
Eisner dirigió 18 conciertos sinfónicos en Augsburgo y Múnich, siendo su último el 18 de mayo de 1938 en la sinagoga principal de Múnich, en la cual había sido organista desde su inauguración. Cuando los acordes finales de la Sexta Sinfonía de Tschaikowsky (Patética) se desvanecieron en las cúpulas de este templo, el edificio fue derrumbado a inicios de junio, víctima del odio nazista y a causa de una orden personal de Hitler, quien se negaba a inaugurar la Semana de la Cultura en la sede cultural vecina al templo judío.
Ésta fue la mayor frustración y la incisión más dolorosa en la vida cultural de Eisner. Además de esa experiencia, su actuación bélica en el ejército alemán no le evitó la detención y el campo de concentración.
“Al amanecer del 10 de noviembre de 1938, consiguiente a la nefasta ‘Noche de los Cristales’, la siniestra Policía Política Secreta Nazista Gestapo arrestó a todos los judíos varones de nacionalidad alemana y los internó en campos de concentración. Mi padre se encontraba reunido con los miembros de su orquesta y también con su público en el Campo de Dachau, vecino a Múnich, por lo que no se puso a salvo oportunamente porque se sentía obligado moralmente con su obra y su público y no los podía dejar abandonados”.
Tras dos interminables meses, y gracias a una coincidencia del destino, Eisner logró evadir el martirio del campo de concentración y refugiarse en Inglaterra. “Fue gracias a la intervención del abogado amigo de la familia, Otto Rottner, quien pese a ser miembro del partido nazista, se oponía a sus acciones antijudías, y por ser poseedor de un visado para salir de Alemania, mi padre fue liberado relativamente pronto y pudo salir del país. Llegó a Inglaterra a fines de 1938, donde radicó en casa de un primo en la localidad de Derby, hasta octubre del año siguiente”.
El inicio de la Segunda Guerra Mundial impidió el traslado de su familia (esposa e hijo) a Inglaterra, por haberse convertido éstos en “extranjeros enemigos”; así que Eisner partió a Argentina y luego a Bolivia.
“Recurrimos a nuestros amigos íntimos Semi Herrmann y su esposa Bel, quienes habían emigrado en años anteriores y se habían establecido como agricultores adquiriendo la Hacienda Guayrapata, en los Yungas. Aprovechando la oportunidad que Bolivia ofrecía a nivel mundial para conceder asilo a refugiados judíos, ellos nos ayudaron a conseguir los visados para Bolivia. Mi madre y yo navegamos en abril de 1940 desde el puerto de Génova en la nave italiana Conte Biancamano, el último buque que logró transportar refugiados, que nos condujo al puerto de Arica, desde donde el Ferrocarril nos trajo a La Paz a fines de mayo”.
El desempeño musical en La Paz
Una vez en la urbe paceña, Eisner se vio incapacitado de ejercer su profesión, ya que el conocimiento y la compresión de la música estaban dirigidos a solo una pequeña élite. Esto lo llevó a buscar los círculos culturales de su nueva patria.
“Conoció a Flavio Machicado y, en ocasión de sus reuniones musicales, las famosas Flaviadas semanales, pudo conocer y relacionarse con personalidades relevantes en el ámbito cultural. Especial mención merecen Vicente Donoso y Mario Estenssoro, quien se convirtió en dedicado promotor y propulsor de su carrera”.
Gracias a estas nuevas relaciones, las autoridades educacionales se informaron de la existencia de una personalidad musical de alta categoría, quien fuera especialmente apto para la educación de futuros maestros para el país. Así que la primera tarea que le encomendó el Gobierno boliviano fue trasladarse a la Capital de la República, Sucre, para hacerse cargo de la educación musical de los futuros maestros del país, en la Escuela Nacional de Maestros. Allí conoció a la poeta Yolanda Bedregal de Conitzer, en ese entonces docente de escultura.
“En aquellos tiempos, la tan dotada artista comenzaba a escribir sus poemas, que en el correr de los años la llevaron a la fama y finalmente hasta su laureado. Justamente mi padre escogió uno de ellos, intitulado Bolivia, como texto para su Cantata, un himno de gratitud y reconocimiento dedicado al noble país y pueblo boliviano que nos salvó de la pérfida persecución por parte de los nacionalsocialistas alemanes y nos concedió asilo. Para mí fue mi segunda patria y le debo una juventud feliz, y como se dice, de yapa, el dominio de la lengua castellana”.
Eisner contagió su entusiasmo al director, maestros y alumnos de ese instituto y fundó un coro de 265 voces —una magnitud nunca antes vista en estos ámbitos— y con la ayuda de los más avanzados de sus discípulos, inculcó y enseñó comprensión, canto y amor hacia la música clásica. El 3 de mayo de 1941, el coro se estrenó en el Teatro Gran Mariscal Sucre con Gloria a Dios de El Mesías de Händel en el acto de fundación de la Cruz Roja Aliada.
Los miembros de la pequeña orquesta de la Sociedad Filarmónica Sucre —profesores y alumnos ya avanzados de la Escuela Nacional de Maestros, así como algunos emigrantes, además de excelentes artistas residentes en Sucre— se unieron al proyecto de Eisner.
Para inicios de 1943, la premier de la Cantata Bolivia estaba programada en Sucre en honor del presidente Enrique Peñaranda, pero no se realizó a causa de incidentes políticos que culminaron con su derrocamiento pocos meses después. Lamentablemente, Eisner no llegó a presenciar el estreno de su obra.
El debut mundial de la Cantata Bolivia se hizo con enorme éxito 62 años después de su creación, el 3 de abril de 2003, en el Festival de Primavera en el Auditorio del Centro Artístico de Rishon LeZion, Israel.
“A raíz del estreno mundial de la obra, esta información llegó a los oídos del entonces director de la OSN David Händel, quien se interesó inmediatamente por la presentación de la Cantata Bolivia para sus oyentes. El Museo Judío de Berlín, depositario del complejo legado Erich Eisner, proporcionó la partitura con las partes de música a la OSN que así pudo ser finalmente entregada personalmente por mi parte, conjuntamente con la hija de la poeta Yolanda Bedregal de Conitzer, a quien corresponde, en octubre de 2003”.
El 23, 24 y 25 de marzo de 2004, este himno se escuchó en el Centro Sinfónico Nacional, bajo la dirección de Händel. Fue una presentación muy emotiva, que coincidió con la celebración del 125 Aniversario del Día del Mar, y en la cual estuvieron los hijos de ambos gestores: Rosángela Conitzer de Echazú y Manfred Eisner.