Cadáver exquisito es un juego de palabras por medio del cual se crean maneras de sacar de una imagen, muchas más. Esa fue la premisa del álbum de Vero Pérez, en el cual hace un homenaje a la poesía boliviana, toma a nueve grandes autores como Blanca Wiethüchter, Julio Barriga o Matilde Casazola y musicaliza su poesía para inmortalizarla en melodías, palabras que forman parte de nuestro acervo nacional. A los nueve poemas se sumó uno de su autoría, con lo que el álbum termina compuesto por diez temas de exquisito calibre.

La misma premisa continúa aplicándose en los videoclips de las canciones y lo que antes fue un poema y luego fue también una canción, ahora también es una pieza cinematográfica.

Vero Pérez acaba de estrenar el videoclip de la canción Poema Curita, basada en el poema homólogo de Jessica Freudenthal y dirigido por Yashira Jordán. Es la cuarta colaboración de Vero en su nuevo disco con cineastas de Bolivia, después de los videoclips dirigidos por  Sergio Bastani para Trama, Juan Pablo Richter para La noche y yo, Alejandro Loayza Grisi, para Cadáver exquisito. Todos están disponibles en YouTube.

Es un gran reto el conjugar diferentes artes, lograr que dialoguen y crear una obra o serie de obras que conviertan una pieza en muchas otras. Eso es lo que lograron y con mucho éxito las tres creadoras que enriquecen la obra de la otra y que culmina con el video recién estrenado.

El videoclip utiliza una técnica mixta entre life action y stop motion, fue producido en Buenos Aires y protagonizado por una de las promesas más grandes del cine boliviano, Quimey del Río, y su colega argentina Cecilia Heroiina. El clip cumple con creces su misión y complementa de manera muy poderosa a la canción. La premisa es sencilla pero contundente. Un vampiro llega a la casa/vida de una muñeca y comienza a controlarla y poseerla. Su insensibilidad lo hace sordo y ciego. Cree que tiene la potestad y derecho de jugar con ella. La muñeca por su lado sabe que puede liberarse del yugo cuando quiera, porque en el fondo es libre y siempre lo será, porque no hay nada ni nadie que pueda hacerse con nuestro espíritu. Es una nueva lección de fortaleza, no de lo que se nos ha enseñado, pero de lo que es en realidad la fortaleza. En apenas dos minutos se encierra tanto mensaje. Todo dialoga y se conjuga con precisión. Poesía, música e imagen.

La profundidad de la poesía, la sutileza de las notas, la dulzura de la voz, la precisión de las metáforas, el universo evocativo y lúdico hacen que todo sea más desgarrador. El clip emociona y se lo puede ver una y otra vez y no pierde el efecto. El arte lo cura todo y las tres artistas nos muestran que de lo escabroso se puede hacer belleza, transformar el dolor en obra y también en voz para otras personas que necesiten anclar sentimientos similares en algo que les cure el corazón. Creo que no puede haber un mensaje más esperanzador que éste.

La primera vez que escuché el disco de Vero me emocionó profundamente y sentí de inmediato que era una de las obras musicales bolivianas más importantes de los últimos años. Cuando pasa el tiempo y las canciones me siguen conmoviendo, el disco se sigue consolidando y ese sentimiento que tuve en ese primer momento se convierte hoy en certeza. Este video me da la misma sensación y le auguro larga vida.

No es primera vez que Vero tiene un fuerte enfoque en sus videoclips, ya que anteriormente también fue una de las características de Efecto Mandarina. No dudo que seguirá siendo su búsqueda y espero ver muchas más de sus colaboraciones y escuchar muchos más de sus discos.

Junto a ella hay un enorme grupo de artistas que a pesar de que se tenga que navegar siempre contra viento y marea y se tenga que sortear la indiferencia estatal, el nulo apoyo al arte, el escaso interés privado y la nula legislación para incentivar los talentos en el país, siguen produciendo. Por nuestro lado, como consumidores de arte, seguiremos disfrutando y agradeciendo a todos los artistas que a la espera de correctas políticas estatales siguen invirtiendo de su propio bolsillo en la transformación social del país.

LA GRÁFICA

Poner play al ‘Poema Curita’

La voz de Vero Pérez se sumerge a lo largo de todos mis sentidos. Atraviesa mis oídos para resonar en algún lugar cerca de donde se instalan los recuerdos de mis calles, de mis horas perdidas, de amores pasados y amores que no se concretaron. La voz de Vero contiene en sí misma un poder de detonar imaginarios muy muy míos, muy nuestros, muy paceños, muy bolivianos, muy propios y a la vez lejos de lugares comunes. Es en sí misma una marca registrada. Tiene la capacidad de calar y de retumbar, de fisurar lugares que creíamos protegidos.

¿Cómo contener en imágenes esta fuerza? ¿Cómo hacer para que los encuadres permitan que se transmita este poder? ¿Cómo hacer que la narrativa se engarce con la tesitura de la voz? ¿Cómo hacer que la luz ilumine el viaje de cada nota en la voz de Vero? Esta difícil tarea fue afrontada con rotundo éxito por algunos de los más importantes directores audiovisuales de nuestra contemporaneidad en Bolivia, Alejandro Loayza Gris, Juan Pablo Richter y Sergio Bastani. ¡Vaya currículum! Una colección de exquisitas poesías visuales que explotan en innumerables sentidos ese poder vocal del que me refiero ahora. Cada video, cada nota entonada, van construyendo un cuerpo de discurso que da sentido a este camino de colaboraciones artísticas. Que van narrando nuestra realidad, alimentando nuestros imaginarios. Fragmentos que construyen una mirada mayor que cala y retumba.

Yo no sé cuán conscientes son de que este cuerpo de obra se ve con total sentido, y se advierte como una necesaria cápsula del tiempo que será descubierta y redescubierta, una y otra vez a futuro. 

En la letra de Poema Curita, el nuevo videoclip que resuena otra vez en ese lugar donde guardo mis recuerdos, se envuelven a las notas entonadas las exquisitas palabras escritas por Jessica Freudenthal, que como si fueran spots de luz iluminan con precisión la tesitura de la voz de Vero. Juntas hacen de este poema un nuevo filo que corta en otro lugar donde me creía protegido. Y como si esto fuera poco, la talentosa directora Yashira Jordán logra edificar el mundo visual de esta pieza, que cuadro a cuadro se suma al universo audiovisual que tiene a Vero como centro. Ese cuerpo del que hablaba antes.

El videoclip de Poema Curita retumba, cuadro a cuadro. Es bello y doloroso. Contrasta con el cuerpo de la obra anterior, al mismo tiempo que se complementa. Es a nivel técnico y artístico un reto, muy bien logrado. Y que eleva este camino que se sigue construyendo en torno al resonar de su voz. Creo con contundencia que cada cuadro, cada decisión, cada toma, cada presencia son completamente acertados y claramente puntiagudos. Pinchan. Como agujas que se alojan bajo la piel. Exquisitez visual al servicio de ese imaginario que construye y detona.

Dentro de todo el ruido de YouTube, de redes, de mensajes, de golpes a los sentidos, el espacio ese en el que cala la voz de Vero Pérez es un verdadero salvavidas. Agradezco que me transporte a ese lugar donde se instalan mis recuerdos de años que no volverán, y no me quejo de aquello, de abrazos que me marcaron y de aquellos que no di. De calles que ya no volví a ver, que no sé si quiero ver. Todos esos rincones a los que puedo volver… poniendo play. Intencionalmente. Fisurando mis recuerdos. Poner play al Poema Curita para que estas notas se sumerjan a lo largo de todos mis sentidos. Eso sí tiene sentido.

FOTOS: MIGUEL ÁNGEL VARGAS, YASHIRA JORDÁN, DIBUJO DE ALEJANDRA ALARCÓN