En la costa occidental de la Sudamérica precolombina, los incas y otras culturas mostraron conocimientos de navegación marítima con el manejo de embarcaciones rústicas de madera balsa y embarcaciones de totora.

Existen teorías ancestrales de que navegantes incas y preincas, no solo navegaron en la costa, sino que se alejaron mar adentro y llegaron a las islas del poniente, hasta Polinesia, y luego retornaron hasta nuestro continente.

Al respecto, existe el relato formidable e histórico de tres cronistas españoles —Pedro Sarmiento de Gamboa,  Miguel Cabello Valboa y Martín de Murúa— que señalan que alrededor del año 1465, el príncipe inca Túpac Yupanqui navegó desde el Ecuador hasta las islas Auachumbi y Ninachumbi; Mangareva y Pascua, respectivamente; y que al cabo de entre nueve a 12 meses retornó al lugar de zarpe en Ecuador.

Sarmiento de Gamboa, en su libro Historia de los Incas (Segunda parte de la Historia General llamada Índica) de 1572, escrita en Cusco, por orden del Virrey D. Francisco de Toledo, señala:

“Siendo todavía príncipe, quiso culminar Túpac Yupanqui su victoriosa campaña contra los guancavilicas y otros pueblos de la costa de Guayaquil.

Estando en Manta, tuvo noticia por unos ‘mercaderes que habían venido por la mar del poniente, en balsas, navegando a la vela’, de la existencia de ‘unas islas llamadas, una Auachumbi y, otra, Ninachumbi.

Pleno de certidumbre, el príncipe ‘hizo una numerosísima cantidad de balsas’  y partió con la flota de balsas con sus veinte mil hombres de guerra y por mucho tiempo se deslizó suavemente sobre la tersa superficie de las aguas.

Le tocó también cabalgar sobre los tumbos en los días de mar movida.

Después de una larga travesía, Topa Inca Yupanqui llegó a las mencionadas islas de las que trajo gente negra y mucho oro y una silla de latón y pellejo y quijadas de caballo.

La navegación había durado más de nueve meses —otros dicen un año— y los trofeos fueron llevados al Cusco, guardándose hasta el tiempo de los españoles en la fortaleza de dicha ciudad, Sacsahuaman”.

Posteriormente, los estudiosos contemporáneos como Hermann Buse de la Guerra (1920-1981), Federico Kauffmann Doig (1928), María Rostworowski (1915–2016) y otros, describieron de forma responsable el viaje de Túpac Yupanqui, además de considerar las rutas probables y los lugares a los que este pudo haber llegado. Una gran mayoría de investigadores se inclina por declararlo como un acontecimiento verídico, un hecho histórico indiscutible.

Kauffmann no dudaba que Túpac Yupanqui haya realizado el viaje a Oceanía, en tiempo de un año. Concluye señalando: “No puede discutirse a la luz de la heurística y la hermenéutica de la documentación antigua que la expedición haya, en efecto, tenido lugar.

El tipo de embarcación con la que contaban los antiguos peruanos para navegar, permitía alcanzar lugares alejados de la costa”.

“La expedición de Túpac Yupanqui a Oceanía corresponde a un acontecimiento histórico, por más que el relato encierre pasajes engrandecidos por la memoria colectiva”.

LA GRÁFICA

Túpac Yupanqui

Retrato de Túpac Yupanqui (Cusco, 1441-Chinchero, 1493)

Un estrecho en la isla Mangareva se llama “Tupa”

Existe una danza nativa tradicional que lleva el nombre “Tupa”

Ilustración. Las balsas habrían partido desde Manta (Ecuador) y viajado un año

Muro polineso con estructura inca

El viaje de Túpac Yupanqui

En 2006, el notable historiador peruano José Antonio del Busto Duthurburu saca a la luz, el libro Túpac Yupanqui, Descubridor de Oceanía, que es producto de un estudio serio y sereno del viaje efectuado por Túpac Yupanqui, expedición realizada, según este autor, el año 1465, cuando el joven inca tendría 25 años.

De acuerdo con Del Busto, el décimo inca y segundo emperador del Imperio Incaico, Túpac Yupanqui, nació en Cusco allí por el año 1440. Fue hijo del emperador Pachakutec. Fue gran señor y muy valiente, de ánimo y pensamientos altos, cuyo gobierno fue de progreso.

Le llamaron el Resplandeciente. Fue reconocido como el más grande de los gobernantes incas porque conquistó vastos territorios para el imperio incaico.

Extendió los límites territoriales desde Quito, hasta el río Maule (Chile), y desde la costa del océano Pacífico hasta el Beni.

Fue este personaje el que, siendo Hatun Auqui (príncipe heredero inca) ,efectuó el viaje en varias embarcaciones de madera balsa y descubrió las islas de Oceanía Auachumbi y Ninachumbi.

Previamente al viaje a Oceanía, Túpac Yupanqui, después de anexar Quito y la isla de Puná, tuvo la ocasión de conocer las balsas de los lugareños, cuyos constructores eran eximios navegantes.

La llegada de unos mercaderes de las islas del poniente y escuchar sobre la existencia de tierras con hombres y mucho oro, llamó la atención del hatun auqui. El interés por explorar, dichas islas, le intrigó de sobremanera.

El centro balsero estaba en la región ecuatorial y abarcaba desde Manabí, la Puná, y el Golfo de Guayaquil en Ecuador, hasta Tumbes, Piura y Sechura en Perú.

En las costas ecuatoriales había balsas pequeñas, medianas y grandes. Pero solamente las dos últimas servían para la guerra, el comercio y el transporte de carga y pasajeros.

Estas embarcaciones usaban velas de algodón, colocado sobre un mástil bípode, y usaban además guaras u orzas de deriva, que eran tablones de madera que se hundían en diferentes lugares de la cubierta, lo que les ayudaba a viajar haciendo virajes, inclusive cuando el viento estaba en contra.

Asimismo, contaban con una caseta sobrecubierta para la protección de la tripulación.

Túpac Yupanqui había escogido las balsas grandes para su travesía porque eran aptas para todo tipo de actividad, incluso para la guerra, el transporte de pasajeros y al tráfico de mercadería. Eran las más apropiadas para la navegación en altamar.

Leyenda de Tupa en isla Mangareva

En la isla Mangareva existe la Leyenda de Tupa, con varias tradiciones legadas que pervivieron por mucho tiempo allí. Esto permite aseverar claramente que el inca Túpac Yupanqui llegó a esta isla.

Las tradiciones existentes son: a) un brazo de mar a la entrada de la isla Mangareva que se llama Te-Ava-nui-o-Tupa que quiere decir, el gran canal de Tupa. b) La existencia de la danza del rey Tupa, que se baila en ocasiones especiales y donde se caracteriza a Tupa como “un hombre rojo” presentado a la cabeza de sus guerreros con la cara oculta bajo una grotesca máscara de palmera. c) La existencia de embarcaciones llamadas “pae pae”, que tenían una caseta, doble mástil y una vela, similar a las que había en las costas ecuatoriana y peruana, que solo existían en Mangareva y no así en otras islas polinésicas.

El viaje a Mangareva debió ser muy largo. Zarpando de Manta ha debido seguir la corriente ecuatorial del sur, pasando por el sur de Galápagos, luego debió tomar la corriente de Humbolt, para adentrarse más al poniente. La ruta recorrida debió ser de entre 4.000 y 4.200 millas náuticas.

Thor Heyerdahl, en 1947, en la balsa de troncos Kon Tiki, tardó 101 días, hasta esos lugares, y una embarcación polinésica tipo piragua podría hacerlo en la mitad de tiempo.

Como las corrientes en el océano Pacífico Austral giran en sentido contrario a las manecillas de reloj, Túpac Yupanqui debió llegar primero a Auachumbi (Mangareva) y después a Ninachumbi (Isla de Pascua – Rapa Nui).

La isla Mangareva le dio a Hatun Auqui la alimentación necesaria, pero lo más importante es que de allí debió recoger a los hombres negros que fueron los ancestros melanésicos.

Así se puede aseverar que el inca Túpac Yupanqui, conocido como Tupa en Polinesia, fue una persona de encomiable valor cultural, ya que estos acontecimientos han perdurado en la memoria colectiva hasta tiempos modernos (más de 500 años), como demuestran los hechos.

El paso por la isla de Pascua

Cobra importancia la isla de Pascua o Rapa Nui porque allí se encuentra un muro de piedra, denominado Ahu Vinapú, cuyas características son muy similares al muro incaico de Sacsahuamán y de Ollantaytambo, por tanto, idéntico a los muros del periodo imperial inca.

Si bien los muros de Sacsahuaman son de gran tamaño, la parte inferior de esta construcción es la que se parece a Vinapú, siendo el parecido único. No existe otro muro similar en otra parte de la isla ni en toda la Polinesia. Sin duda, este trabajo arquitectónico del tipo incaico no se trataría de algo casual.

Túpac Yupanqui debió mandar a erigir este muro cuando pasó por esta isla. Debió iniciar su construcción y dejar a algún picapedrero para que lo acabe, mientras él retronaba al Tawantinsuyo (Sudamérica).

 Túpac Yupanqui, para llegar hasta Rapa Nui, debió salir de Mangareva en dirección norte y luego al este.

Rapa Nui habría sido denominada Ninachumbi, isla de fuego, debido a las muchas hogueras que sus habitantes habrían encendido o por los cráteres de volcanes apagados.

El viaje de retorno

Túpac Yupanqui debió partir de la isla de Pascua siguiendo las corrientes de Humbolt que les llevó, primeramente, hacia el sur, cientos de millas, y luego se adentró hacia el suroeste, continuó su recorrido con viento en contra y laterales hacia el este, luego al noroeste, y finalmente tomó las fuertes corrientes de Humbolt de sur a norte hasta llegar a Manta y Puerto Viejo; siguiendo la dirección en contra de las manecillas de reloj.

El viaje desde Pascua hasta Ilo debió durar unos 60 días, con buena presencia de vientos, y otros 25 días más hasta Manta.

Respecto a los “trofeos” que trajo de esta travesía, los hombres negros serían de Mangareva o Rapa Nui, en ambos casos, eran melanesios o de ancestro melanésico.

Respecto a los huesos y quijada de caballo, lo máximo que habría tomado de estas islas es la quijada y pieles de puerco polinésico que, sin embargo, no constituiría una gran novedad para el inca. Pero sí pudo recoger quijada y huesos de lobo marino que encontró en Arica o Piura, a los cuales se recuerda como “pellejo y quijada de caballo”. Finalmente, respecto a los metales finos, el oro y la plata, las tuvo que recoger retornando al continente, probablemente de la cultura Chimú.

La travesía en nuestros tiempos

Un viaje cerca de ser similar al de Túpac Yupanqui fue aquel que se realizó en 2015 – 2016, al mando del noruego Torestein Higraff, en dos balsas similares a la Kon Tiki 1, que navegó desde el Callao (Perú) hasta la Isla de Pascua, en 43 días. Luego salió de esta isla hacia Sudamérica, pero ambas embarcaciones, a la mitad de la ruta, naufragaron.

Queda por efectuar este viaje en nuestros tiempos, para que los relatos históricos descritos en las crónicas españolas sobre esta formidable travesía de Túpac Yupanqui, hace aproximadamente 557 años, queden efectivamente demostrados. Es una proeza complicada pero factible, desde todo punto de vista.

De efectuarse esta travesía quedaría demostrada la inmensa capacidad náutica de las embarcaciones precolombinas sudamericanas por el mar, apoyando la teoría de que estas culturas habrían viajado grandes distancias por el océano, habiendo retornado luego a nuestro continente.

Ciertamente, una travesía de estas características conlleva peligros naturales como la presencia de olas superpuestas provocadas por la corriente de Humbolt y los fuertes vientos; así como la presencia de por lo menos una tormenta cada mes.

Se debe ver el comportamiento del deterioro de los troncos de madera balsa, al absorber el agua de mar, en el tiempo. Y también se debe probar el comportamiento de las cuerdas que atan los troncos.

Los tripulantes de diversas cosmovisiones, durante la travesía de alrededor de 210 días en altamar, deberían coexistir en la embarcación (su hogar), aprovisionándose de alimentos llevados de la tierra y los extraídos del mar.

Además, tendrían que convivir bajo el horizonte civilizatorio ancestral del Vivir Bien, de respeto a la naturaleza (el mar y sus peligros), así cómo trabajar en equipo, en solidaridad y complementariedad.

*Erik Catari Gutierrez es investigador aymara de las Culturas Andinas, y miembro boliviano del Club de Exploradores con sede en Nueva York – EEUU.

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