Causalidades en el arte de Corina Barrero
La artista Corina Barrero
La cerámica, el batik y la poesía han nutrido la vida de esta artista, quien abre las puertas de su taller para compartir sus vivencias
Causalidades en el arte de Corina Barrero. La Cori, como le dicen los amigos, con esa sonrisa tan linda y amplia parece dar la bienvenida a su mundo. Con no más de 1,60 metros de estatura, contextura delgada, no pasa los 55 kilos: aparenta mucho menos de los 66 años que dice tener. Su risa, mientras cuenta sus vivencias, es la máquina de tiempo que transporta a aquellos lugares que describe poco a poco.
Causalidades en el arte
Alumna y amiga del poeta Jaime Saenz, Corina Barrero Villanueva estuvo casada con Guillermo Bedregal García (hijo) y fue ella quien compaginó los poemas del escritor después de su fallecimiento. Como artista plástica trabajó con cerámica, collage y batik, viviendo historias tan lindas como su mirada en la cual se esconden todas las experiencias vividas.
UN TALLER DE CERÁMICA EN EL BAÑO
Corina vivía en la avenida 6 de Agosto de la ciudad de La Paz y cuando pasaba por la Academia Nacional de Bellas Artes, que estaba muy cerca a su casa, se quedaba viendo con curiosidad los diferentes talleres que se impartían en las aulas. Quería inscribirse en alguno de ellos, pero sus hijos estaban aún muy pequeñitos. “Trato de dar mi tiempo a lo importante y para mí lo importante eran mis hijos, criarlos y como eran tan pequeñitos, me necesitaban al 100%”, recuerda.
Esperó unos años y cuando sus hijos tendrían 8, 10 y 12 años, se animó a inscribirse al taller de cerámica, comenzando la aventura de la escultura a sus 30 años.
“En esa época no vendían el material en tiendas, éramos nosotros quienes teníamos que ir a buscar nuestro propio material. Entonces nos perdíamos en los cerros, íbamos a los ríos y de allí sacábamos las mejores arcillas. Recuerdo una vez que metí en mi mochila un montón de arcilla que había recolectado por Río Abajo y resultó que mi mochila había tenido un huequito —risas—. ¡Dejé un caminito de arcilla desde Río Abajo hasta mi casa!”
Pero la artista se sentía como un pequeño pajarito enjaulado en los talleres, ella quería hacer más cosas: jugar, experimentar con otras formas. Sin embargo, tenía que seguir la currícula del taller, lo que era una limitante a sus alas. Es por eso que después de un año de clases dejó de lado los talleres en la Academia de Bellas Artes y decidió experimentar sola. “Armé mi taller en el baño de mi casa. Era un espacio mínimo, pero me permitió experimentar con formas, así como estar cerca de mis hijos, fue una etapa muy hermosa”.
Sus esculturas están llenas de movimiento: son espirales, olas y texturas que permiten el nacimiento a figuras de mujeres etéreas.
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TINTES Y TELAS
La técnica de Batik es una técnica de teñido con anilina sobre superficies de tela. Se cubre con cera los lugares que se desea conservar sin el tinte y se procede al teñido de la tela, acción que puede repetirse varias veces para crear diferentes matices. En este mismo proceso, la cera que bloquea el tinte suele craquelarse, formando delicadas líneas por donde el tinte ingresa. No es una técnica precisa, es más experimental, un trabajo de prueba y error. Eso es justamente lo que conquistó a Corina.
La técnica de batik la aprendió con la artista paceña Martha Cajías, quien también fue gran amiga de Corina. Esta técnica de arte textil la fue desarrollando y mejorando con el pasar del tiempo.
“Fui utilizando diferentes telas, tocuyo y algodón, hasta llegar a la seda. También fui experimentando con diferentes tintes y formas para bloquear el color y poder meter al agua la parafina con cera de abeja. Quería ver formas de bloquear el color y poner el tinte sin meter al agua o pintar por encima”. Este proceso de experimentación le ha llevado muchos años y el batik continúa sorprendiendo a Corina.
LA GRÁFICA
ENCUENTRO ENTRE POETAS
En 1974 Corina se inscribió al taller de Literatura Boliviana que dictaba el reconocido poeta Jaime Saenz. En el mismo taller conocería a quien sería su esposo y también guía en la escritura, Guillermo Bedregal García. Ambos escritores guiarían a la artista en este viaje por la poesía.
El mismo año, la artista se casó con Bedregal. Su matrimonio duró apenas unos meses, porque el joven poeta falleció en un accidente, dejando en manos de su Corina todos sus escritos. La pérdida de su esposo fue algo muy fuerte, pero ésta también le traería un aprendizaje profundo sobre la escritura. Ella, con paciencia, amor y sintiendo desde el alma cada una de las letras de estos manuscritos, los fue ordenando y transcribiendo, mientras los acomodaba poco a poco en tres tomos que serían publicados después del fallecimiento del poeta.
“Recuerdo que Jaime me pidió que escribiera el prólogo para el libro de Guillermo y me dijo que escriba 150 páginas —lo dice con asombro y con esa sonrisa que es la llave a su corazón— ¡Y yo pensaba que era mucho! pero escribía y escribía y cada semana iba con Jaime y él me leía. Le dije que sentía que me costaba mucho escribir y me dijo: ‘¡Hay que trabajar, no es que la inspiración llega y punto, se trabaja! A ver Corinita… saca de ese cajón del fondo unos escritos que tengo allí’. Y cuando fui a ver el cajón, era un montón de hojas en un fólder. ¡Pero un montón! Y me dijo: ‘Tú crees que yo me siento a la máquina y escribo? No: trabajo, trabajo y escribo”.
La amistad con Jaime Saenz fue muy cercana y duró muchos años. El escritor además sería para la poeta un gran maestro y guía en su escritura. “Hasta que Jaime falleció, nunca nos distanciamos. Él fue un gran maestro, al igual que Guillermo”.
En 1995 Corina publicó su primer libro de poesía, llamado Pertenencia y otros fragmentos. Esta obra se acerca mucho a lo femenino y está dedicada a su madre e hija.
La escritura, para Barrero, es un trabajo que siempre estuvo y está presente en su vida a través de los años y en este periodo último de pandemia fue un reencuentro con la poesía. “En la pandemia no podíamos salir ni hacer mucho, así que comencé a ordenar mi estudio”.
En esa labor encontró cajones llenos de recortes, papeles, imágenes que guardaba para hacer en algún momento collage, pequeños extractos de poesía que había escrito y guardado, además de collages a medio terminar. Y entonces se puso a jugar con tan valiosos hallazgos.
“Fue una especie de descanso, un dar rienda suelta a mi imaginación. No pensar en nada serio, sino hacer algo para mí y fue algo que fue creciendo”.
Este libro-arte es un cierre de cosas pendientes, de terminar esos escritos que estuvieron a medias, de inspirarse en nuevos escritos con las imágenes de los collages que ella iba encontrando o de completar trabajos a medias y crear nuevos.
“Nace cada parte de mi cuerpo/ más allá de sus fronteras/ con los seres que me habitan/ que se cruzan/ y se quedan”. Pertenencia y otros fragmentos (1995).
Fotos: Ajisai Katherine Loayza