‘Crapula et lascivia’: Una advertencia alegórica
Imagen: Web de The British Museum of Art: www.britishmuseum.org/
ANÁLISIS. ‘Crapula et lascivia’, grabado de Jan Sadeler I con base en el diseño de Marten de Vos.
Imagen: Web de The British Museum of Art: www.britishmuseum.org/
Una singular pintura virreinal del templo de San Miguel de Carma esconde, bajo su apacible apariencia, un terrible mensaje dirigido a los licenciosos habitantes del Potosí del siglo XVIII.
Un banquete festivo de alegre opulencia y sensualidad. Esa es acaso la primera impresión que causa la pintura virreinal Crapula et lasvia perteneciente hasta 1948 al templo de San Miguel de Carma en Potosí y hoy conformante de la colección del Blanton Museum of Art de la Universidad de Texas, Estados Unidos.
La colorida obra que por años adornó el comedor de sus anteriores dueños, los coleccionistas norteamericanos Roberta y Richard Huber, es, sin embargo, más de lo que presenta a simple vista.
La identificación de su ubicación original, su pertenencia a una serie conformada por otras cinco imágenes y el estudio del grabado flamenco en el que se basa permiten develar, tras su apacible apariencia, una prefiguración de desgracia y muerte.
Crapula et lascivia, consignada actualmente en inglés como Drunkenness and Wantonness, es un óleo sobre lienzo de mediano formato datado hacia mediados del siglo XVIII. Originalmente perteneció al templo de San Miguel de Carma del municipio de Porco, a 48 kilómetros al suroeste de la Villa Imperial de Potosí. Su comitente seguramente fue el acaudalo e influyente Conde de Carma, don Matías de Astorayca y Cereceda, Alguacil Mayor de la Real Audiencia de Charcas y Oficial Real de las Cajas de Potosí hacia 1738, o alguno de sus descendientes.
Se desconoce el nombre del autor de la pintura, siendo este consignado actualmente como “Bolivian master” (maestro boliviano). En 1949 el primer investigador en referirse a la obra, Martín Noel, especuló que se trataba de Melchor Pérez Holguín, siendo este dato improbable en el análisis estilístico de la pintura.

El cuadro es una adaptación pictórica de un grabado flamenco homónimo datado hacia 1582-1583, estampado por el taller de Jan Sadeler I (1550-1600) en la ciudad alemana de Colonia, en base a un diseño hoy perdido del influyente y prolífico artista Marten de Vos (1532–1603).
El grabado de pequeño de formato (20.5 x 26.5 cm) formaba parte de una serie de seis estampas que circuló por Europa y América bajo distintos títulos: Adventus Christi, Las desgracias del mundo, The sorrows of the world, Allegories of the misfortunes of the world y Die sorgen der welt. Originales de esta serie son resguardados por importantes bibliotecas y museos de Europa y EEUU.
No se conocen en el arte del periodo virreinal americano otras pinturas basadas en la serie, además de las que pertenecieron a San Miguel de Carma. En el arte europeo puede encontrarse solamente una adaptación pictórica de Crapula et lascivia en los pinceles del artista holandés Dirck de Vries (15__ -1609), quien habría realizado su versión durante su estancia en Venecia entre 1590 y 1609. La extrema rareza de adaptaciones pictóricas de la serie creada por de Vos evidencia que las imágenes de Las desgracias del mundo no llegaron a constituirse en una iconografía difundida en el arte europeo o el americano, lo que sin duda aumenta el valor artístico de las obras pertenecientes a la iglesia boliviana.
Fotografías de interiores de San Miguel de Carma publicadas en el libro Rutas Históricas de la Arquitectura Virreinal Altoperuana (1948) de Noel dan cuenta de que, además de Crapula et lascivia, en las paredes del templo se encontraban al menos otras dos pinturas inspiradas en la serie de grabados: Bella, Rerum Caritas, Pestilentiae (Guerra, hambre y pestilencia) y Persecutio Servientium Christo (Persecución de los sirvientes de Cristo). Actualmente se desconoce el paradero de estas y de otras obras del templo potosino.
Crapula et lascivia fue probablemente objeto de uno de los robos que la iglesia habría sufrido después de 1948. Entre ese año y 2012 llegó a la colección de Roberta y Richard Huber, los coleccionistas privados más importantes de arte virreinal de EEUU, quienes tienen antecedentes de haber comprado obras de procedencia boliviana en el mercado negro. Se desconoce si fueron investigados oficialmente por la Interpol cuando en 2012 se descubrió que tenían en su poder dos obras robadas en 2002 del templo potosino de San Martín.
La pintura estuvo en custodia de los Huber en su residencia en Manhattan hasta 2019, cuando fue vendida en un lote de 119 obras al Blanton Museum of Art por el monto de 2.5 millones de dólares. Por el monto total de la venta y por la importancia del lienzo dentro del conjunto de la colección, se puede presumir que el valor individual de Crapula et lascivia podría haber alcanzado entre los 50 y 100 mil dólares, sino más.
La comparación de fotografías de 1949 y de la actualidad evidencia que la pintura fue objeto de al menos una restauración. Este hecho puede corroborarse en su colorido actual, así como en la restitución de algunas de las áreas que se encontraban borradas seguramente por el paso del tiempo y el estado de abandono sufrido por el templo de Carma. El trabajo de restauración de la pintura fue más allá, sin embargo, de las simples correcciones, tomándose libertades cuestionables como la sobreposición de rasgos fisionómicos indígenas andinos en algunos de los personajes de la obra, específicamente, a los vasallos que sirven los alimentos a los comensales.
Prefiguración de muerte y desgracia
La escena principal del cuadro está compuesta por un banquete en el que seis gentilhombres son acompañados por una cantidad igual de damas que los alimentan y les dan de beber, además de tres sirvientes que les sirven alimentos y bebidas. Por la calidad de sus vestimentas se puede presumir que los varones participantes de la orgía son de alta alcurnia, mientras que las mujeres podrían ser, por los corsés que exponen sus senos en completa desnudez, personas dedicadas a la prostitución.
‘Crapula et lascivia’
Frente a la mesa, en la parte derecha del lienzo, se puede observar a dos hombres y una mujer que acaban de ingresar al salón y avanzan raudamente. Los tres cubren sus rostros con grotescas máscaras. Los dos varones llevan en sus cinturones dagas de gran tamaño, mismas que anuncian un acto de violencia inminente contra los participantes del banquete y, pueden evocar, asimismo, el órgano sexual masculino.
En la parte inferior izquierda del lienzo se ve a una pareja besándose. Como uno de los enmascarados, la mujer toca un laúd, lo cual señala que probablemente tenga un vínculo con los recién llegados, sugiriéndose así la complicidad entre estos y las prostitutas que emborrachan y alimentan a los hombres. Como señal adicional del peligro, el artista incluye la representación de un perrito avizor entre los personajes del banquete y los enmascarados.
Como queda referido en su título, Embriaguez y lascivia trata sobre las consecuencias negativas de los placeres de la carne y los excesos vistos desde la perspectiva cristiana. Estos placeres son representados no solo en los comportamientos licenciosos de los participantes del banquete, sino también en la abundancia de alimentos y bebidas. En el grabado original los alimentos que se consumen son faisanes, panes y un pastel; en la versión del cuadro de Carma, el artista ha remplazado algunos de los panes por locotos, un alimento americano, conservando el pastel y un faisán. En ambas obras se ven lujosas copas y tinajas de vino.
Complementan la imagen las escenas que pueden verse a través de las ventanas del edificio que acoge el banquete. En la primera, dos personajes derriban árboles sin hojas, mismos que denotan la temporada invernal. En la segunda, se ve a un grupo de campesinos en plena cosecha y a otro subiendo escaleras para trabajar en la construcción o reparación del techo de un edificio. Ambas escenas son el contrapunto del banquete: Mientras los borrachos se deleitan en los placeres de la embriaguez, la música, la comida y el sexo, a las afueras se ve a hombres cautos que trabajan y se alistan ante la llegada de una posible tormenta.
Si las grotescas máscaras, las dagas y la complicidad de las prostitutas no fuesen suficientes para reconocer la advertencia de peligro contenida en la imagen, las inscripciones que se encuentran en la parte inferior del grabado original que la inspira la explicitan. Se trata de dos textos bíblicos inscritos en latín derivado del de la Vulgata.
El primero, del libro de Joel, reza: “Despertad, borrachos, y llorad y aullad, todos los que bebéis vino dulce, porque se ha acabado de vuestra boca. Porque ha subido a mi tierra una nación fuerte y numerosa: sus dientes como dientes de león, y sus muelas como cachorros de león. Puso mi viña en el desierto, y despojó mi higuera”.
El texto de la segunda columna, proveniente de la primera epístola de San Pablo a los Tesalonicenses, reza: “El día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Porque cuando decís: La paz sea con vosotros, entonces vendrá mal de repente, y vendrá destrucción, y vendrá dolor sobre la que está de parto, y no escaparán”.
Ambos pasajes son advertencias sobre las consecuencias del pecado. El primero se dirige específicamente a los borrachos, es decir, a los que disfrutan en exceso de los placeres de la carne. En el segundo, el apóstol de los gentiles evoca el mensaje evangélico de la llegada imprevista del Reino de Dios, es decir, del Juicio Final, como “un ladrón en la noche”, y anuncia para los pecadores sufrimientos similares a “los dolores del parto”, otro tópico apocalíptico. Ambos textos predicen una situación de despojo, destrucción, dolor y llanto.
Para ser comprendida a cabalidad, la obra tiene que ser analizada además en su relacionamiento con la serie a la que pertenece. Sin analizar a detalle las temáticas de cada una de las imágenes conformantes de la misma, basta para comprender su sentido general tan solo mencionar sus títulos: Desolatio Sacrorum Locarum (La desolación de los Lugares Sagrados), Terribilis Christi Adventus (La terrible venida de Cristo) y Premonitio adversus voluptatem ac certitudinem (Una advertencia contra el placer y la certeza). Como Crapula et lascivia, todas las demás obras de la serie llevan textos bíblicos explicativos, todos ellos de contenido apocalíptico.
Que una obra de sensualidad explícita como Crapula et lascivia haya tenido como emplazamiento original un lugar de culto religioso no es extraño en la Historia del Arte. Desde el medioevo, el arte cristiano recurrió con frecuencia a la representación del pecado y sus consecuencias con el fin de efectuar una advertencia a los creyentes para su conversión. Marten de Vos, creador original de la imagen, sigue en esta obra no solo una larga tradición de arte europeo particularmente acentuada en el Renacimiento, el Manierismo y el Barroco italianos, sino también la tradición del arte flamenco de imágenes sensuales de oscuro sentido alegórico como las imaginadas por El Bosco y Brueghel el Viejo.
Crapula et lascivia resulta, sin embargo, una obra única en todo el arte de los virreinatos americanos. Su inclusión en el templo de San Miguel de Carma, junto a otras imágenes de la misma serie, se debe probablemente a un programa iconográfico muy meditado cuyo fin pudo haber sido el presentar una imagen fuerte de San Miguel Arcángel como alegoría de la victoria de Dios sobre el pecado en el contexto de un Potosí opulento y licencioso.
Texto: Reynaldo J. González
Fotos: web de The British Museum of Art: www.britishmuseum.org/