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Las 12 versiones del Premio ‘Fernando Montes Peñaranda’: Un esfuerzo digno de aplausos

La muestra de las obras participantes seleccionadas se hizo en la galería Chroma.

/ 28 de mayo de 2023 / 06:33

Instaurado en 2008, el concurso de dibujo es una iniciativa de la familia del pintor fallecido en 2007. Ha otorgado cerca de 30 mil dólares repartidos en 24 premios a jóvenes artistas.

Hasta esta semana se encontró en exhibición en la galería de arte Chroma (San Miguel) la selección de obras del XII concurso “El valor del dibujo”, el certamen artístico privado más prestigioso del país.

A lo largo de sus 12 versiones, el concurso creado en memoria del insigne pintor Fernando Montes Peñaranda (La Paz, 1930- Londres, 2007) se ha constituido en una importante plataforma para el surgimiento de jóvenes valores del arte boliviano, entre quienes se encuentran nombres como Rosmery Mamani, Álvaro Ruilova y Juan Carlos Auza, a quienes se suma la ganadora de este año, Karina Lara Lomar.

La realización de este certamen ha contribuido decisivamente al desarrollo del arte boliviano mediante el estímulo de las técnicas y los lenguajes del dibujo más allá de las tendencias dominantes en los concursos municipales, siendo estas las de los lugares comunes de un pretendido hiperrealismo fotográfico de temática indigenista-social.  En efecto, a lo largo de los años “el Fernando Montes”—como se conoce a este premio dentro del ámbito artístico— ha contribuido sustancialmente a la adopción por parte de la plástica local de los lenguajes modernos y contemporáneos del arte, un aporte no poco meritorio en un medio cultural anticuado y aislado como el nuestro.

‘No cosas’, de Keith Lino.
‘No cosas’, de Keith Lino. Fotos: Vassil Anastasov, Claudia Hurtado y Eduardo Quintanilla B.

Más aún, es de destacar que se trata de un certamen artístico creado, financiado y gestionado por capitales privados, una práctica de mecenazgo artístico también poco común en Bolivia. Es la familia de Fernando Montes Peñaranda, liderada por la viuda de este, Marcela de Montes, la que en colaboración a galeristas locales ha permitido la continuidad y la consolidación de un concurso que ha beneficiado directamente a 24 jóvenes creadores con premios por un monto total cercano a los 30 mil dólares. A este generoso importe deben sumarse además los gastos de organización de sus 12 exposiciones en galerías privadas de renombre, así como la publicación de 13 catálogos que reúnen una selección de las 1.004 participantes en todas sus versiones.

Este es un ejemplo a imitar por el sector privado boliviano, que en los últimos años ha hecho ciertamente muy poco por el desarrollo artístico y cultural del país. También se trata de una actividad digna a ser seguida por otras familias de grandes maestros bolivianos, especialmente por aquellas que buscan la preservación de sus legados y sus memorias. 

Apuntes sobre el concurso

El concurso “El valor del dibujo” fue creado en 2008 con el objetivo de estimular el interés de artistas menores de 35 años en el desarrollo y la valoración de la técnica del dibujo. Según explicó Hugo Montes, uno de sus organizadores, en el espíritu de su creación confluyeron dos facetas del arte y de la sensibilidad de Fernando Montes Peñaranda: La importancia que concedía al dibujo como base para sus obras, “pues sus cuadros siempre se desarrollaban a partir de un boceto, es decir, de un dibujo que captaba casi exactamente lo que quería pintar en términos de forma y composición”; Y el hecho de que, a pesar de su éxito y de su vasta trayectoria internacional, “nunca olvidó lo difícil que es para todo artista empezar su andadura en el camino del arte”.

‘Alegoría del tiempo’, de Karina Lara Lomar. Abajo: ‘Las nubes con el viento’, de Adriana Nicol Padilla. En el círculo: Fernando Montes Peñaranda.

En este sentido, desde sus inicios la organización se propuso establecer una metodología de trabajo que garantice su institucionalidad, su permanencia en el tiempo y su creciente prestigio. Para ello fue determinante la selección de los jurados del concurso, siempre conformados por expertos como la historiadora del arte Margarita Vila y artistas de incuestionable prestigio como Alfredo La Placa, Guiomar Mesa, Miguel Yapur, Javier Fernández, Patricia Mariaca y Fabricio Lara, entre otros, cuyo trabajo garantizó siempre el alto nivel formal y conceptual de las obras premiadas y de las seleccionadas para las exposiciones.   

Otro de los aspectos que destaca este concurso son las exposiciones de las obras participantes en prestigiosas galerías de la zona Sur de La Paz, centros de alta afluencia de aficionados y compradores de arte. Las primeras tres versiones del certamen se organizaron en la histórica galería NoTa, dirigida por la insigne gestora cultural Norah Claros, y las siguientes en la Galería Alternativa, dirigida por Isabel Crespo de Cariaga y Claudia Hurtado. La versión de este año se realiza en la recién inaugurada Chroma, gestionada por Claudia Hurtado y Tania Aneiva. 

El concurso también ha destacado por la edición de un catálogo a color cercano a las 40 páginas para cada una de sus versiones, mismo que es distribuido gratuitamente entre el público general y los artistas participantes. En sus 12 versiones, este documento ha reproducido fotografías de 318 obras que dan cuenta del desarrollo artístico en Bolivia en el campo del dibujo. Estos catálogos cuentan con un diseño de formato unitario, con textos introductorios firmados por personalidades como Alberto Bailey, Carlos Villagómez, Valeria Paz, Alfredo La Placa, así como de fotografías de Vassil Anastasov y las actas de los jurados  que justifican ampliamente la elección de las obras ganadoras. A los 12 catálogos de cada exposición se suma la publicación, en 2016, de otro que reúne fotografías de las obras ganadoras del concurso en sus 10 primeras versiones, otro documento importante para historiar el arte boliviano.

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La revisión de estos catálogos permite, en efecto, reflexionar sobre la práctica del dibujo en Bolivia en lo que va de este primer cuarto del siglo XXI. Dan cuenta, por ejemplo, que la primera ganadora del certamen fue una joven artista alteña de raigambres indígenas como Rosmery Mamani, hoy tenida entre los grandes maestros bolivianos contemporáneos con una obra que da cuenta de la inclinación a la retórica de denuncia social característica de su propuesta. Luego serían premiados artistas jóvenes hoy igualmente conocidos como Álvaro Ruilova, Santiago Ayala, Juan Carlos Caizana, Juan Carlos Auza y Vidal Cusi, entre otros, cada cual con acabadas propuestas en lo técnico y lo conceptual que derivarían, en versiones posteriores del concurso, en la diversificación de propuestas, medios y temas del dibujo boliviano. De hecho, la revisión de los primeros y segundos premios de este concurso evidencia una evolución desde propuestas figurativas de marcado contenido social a obras de miradas más personales y subjetivas que, sin perder su extremo rigor técnico, han arriesgado en experimentaciones cercanas a los lenguajes mixtos.

Sobre la exposición de este año

El premio del XII Concurso El Valor del Dibujo fue otorgado este año a la obra Alegoría del tiempo de la artista cochabambina Karina Lara Lomar, que se impuso sobre otras 123 obras presentadas, de las cuales 48 se exhiben en las paredes de Chroma y 20 fueron incluidas en catálogo.

Alegoría del tiempo es un dibujo al carboncillo de formato grande en el que se presentan dos figuras masculinas sentadas una al lado de la otra. El jurado compuesto por Margarita Vila, Patricia Mariaca, Fabricio Lara, Juan José Serrano y Pablo Viracocha destaca —de acuerdo al texto del catálogo— cualidades como su compleja composición, su sentido del espacio y de los volúmenes, los delicados contrastes entre luces y sombras, así como las interpretaciones que sugiere en “la apertura de sentidos, conflictos y emociones que se derivan de la representación que hace de las relaciones humanas”.

Se seleccionaron 48 de las 128 obras presentadas en el concurso para su exposición.

André Taborga tuvo una mención de honor por ‘4:05

La muestra de las obras participantes seleccionadas se hizo en la galería Chroma.

Fernando Montes Peñaranda. Fotos: Vassil Anastasov, Claudia Hurtado y Eduardo Quintanilla B.

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Aunque en efecto, de este dibujo se pueden desprender distintas interpretaciones, según explicó su creadora se trata de una representación del paso de los años, con sus usuales estragos, sobre dos personajes de sus afectos más cercanos que no son otros que sus dos hermanos. De ahí la nostalgia que emana el dibujo en los apesadumbrados rostros, en las posiciones cansinas en las que yacen, en el sentido simbólico muy personal de las flores, los tules y los hilos… Todos registros de la subjetividad de una artista de una sensibilidad muy particular y de elevados dotes técnicos para reflejarla en un pulido lenguaje academicista, a la vez clasicista y contemporáneo.

El segundo premio de esta versión del concurso recayó sobre la obra No cosas, del artista beniano Keith Lino, una propuesta también al carboncillo que presenta un bodegón de cosas desechadas: televisores, muebles, cajas de cartón… De acuerdo al acta del jurado, se trata de un dibujo sobre cosas que ya no existen en la representación de un aparente amontonamiento de objetos inservibles, un “lugar misterioso, metáfora inquietante de la realidad que nos envuelve y de sus controvertidos valores”. En efecto, se trata de una propuesta que, de manera diferente a la figuración del primer premio, se acerca a la abstracción de conceptos y de formas, acaso para reflejar, no obstante, el mismo estado psicológico de desazón, vacío y melancolía.

Arte Y Cultura Boliviana

Sobre el resto de las obras conformantes en la exposición de este año debe destacarse que en su mayoría marcan una elevación del nivel conceptual y técnico del dibujo en Bolivia, especialmente si se comparan en calidad con las obras presentadas comúnmente al Salón Municipal Pedro Domingo Murillo, donde aún prevalecen las propuestas naturalistas con motivos indigenistas de reivindicación cultural y social, con sus consabidos clichés de cruces andinas, mujeres de pollera, pepinos e imágenes de personajes locales en poses y situación de exacerbado patetismo. La mayoría de los dibujos de esta versión del “Fernando Montes” son, en cambio, de temáticas muy diversas, avocadas a la subjetividad de cada uno de sus creadores y a exploraciones formales cada vez más atrevidas.

Además de las obras ganadoras destacan en la exposición obras como 4:05 de André Taborga (receptora de una mención de honor), Las nubes con el viento, de Adriana Padilla y Saper vedere de Wilfredo Yujra, todas por un dominio de la técnica que no por ello se opone a la experimentación controlada y a la búsqueda de lenguajes de alta expresividad.

Para mal destacan también algunas obras avocadas a la imitación de la producción de artistas locales. Obras como El polvo mecido en línea, de Sergio Mamani —que imita en dibujo una llanta de piedra del escultor Flavio Ochoa— o el retrato sin título de Héctor Machaca —que imita la obra Rubén de Álvaro Ruilova (premiada en este mismo certamen en 2010)—, entre varias otras, reflejan cierta intención de algunos jóvenes artistas de reciclar lo ya visto en búsqueda de una apuesta segura.

Un tema que amerita mayores discusiones son las claras influencias que algunas de las obras participantes en este y otros concursos reciben de imágenes claramente extraídas de plataformas como Instagram o Pinterest. A diferencia de las obras premiadas, resulta evidente que muchos de los dibujos de esta exposición se apoyan en referentes ajenos o tratan de imitar, con resultados en exceso artificiales, lenguajes desarrollados en otros contextos producto de búsquedas de otras subjetividades.  Si no caen en la copia o en el plagio, las obras elaboradas de esta manera sí lo hacen en una carencia de autenticidad que, de un modo u otro, finalmente se transluce a los ojos de un espectador atento.

Texto: Reynaldo J. González

Fotos: Vassil Anastasov, Claudia Hurtado y Eduardo Quintanilla B.

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Ecuador: un viaje inolvidable a ‘cuatro mundos’

Con apenas 283 mil km², el país alberga cuatro regiones naturales: las Islas Galápagos, la Amazonía, la costa del Pacífico y la majestuosa región andina.

/ 22 de marzo de 2025 / 23:35

Bajo el lema “Un destino, cuatro mundos”, Ecuador busca posicionarse como uno de los países más privilegiados y diversos de Sudamérica. Esto, gracias a la coexistencia de cuatro regiones naturales que invitan a los viajeros a vivir múltiples experiencias en un solo país. Desde la majestuosa región andina hasta las paradisíacas Islas Galápagos, pasando por la costa del Pacífico y la exuberante Amazonía, este pequeño gran país es un mosaico de biodiversidad y riqueza cultural.

La Embajada de Ecuador en Bolivia, a través de su embajadora Mirian Esparza, destacó que Ecuador ha asumido un compromiso sólido con el desarrollo sostenible, valorando sus recursos naturales, sociales y económicos. “En Ecuador creemos en un futuro para todos. Por eso protegemos los recursos naturales y ejercemos acciones conscientes que promueven la sostenibilidad. Aquí la biodiversidad no es solo un atributo, sino parte de nuestra identidad”, aseveró Esparza.

Ecuador, con apenas 283 mil kilómetros cuadrados, alberga ecosistemas únicos y culturas milenarias que reflejan la fusión entre naturaleza e historia. El visitante puede, en un solo viaje, recorrer volcanes andinos cubiertos de nieve, selvas amazónicas llenas de vida, playas vírgenes del Pacífico y las icónicas Islas Galápagos, consideradas un laboratorio viviente de la evolución.

Galápagos: la joya del Pacífico

A tan solo 1.000 kilómetros de la costa continental, las Islas Galápagos representan uno de los destinos más emblemáticos del mundo. Declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en 1978, las islas son un verdadero santuario de biodiversidad. Allí, especies únicas como las iguanas marinas, los piqueros de patas azules y las tortugas gigantes conviven en armonía en un entorno casi inalterado por el ser humano.

Este archipiélago es el lugar ideal para los amantes de la naturaleza y la aventura, ya que ofrece actividades como el buceo con tiburones martillo, snorkel entre lobos marinos y caminatas por paisajes volcánicos. Además, la riqueza marina que rodea las islas convierte a Galápagos en uno de los destinos más codiciados para la investigación científica y el ecoturismo. Estos lugares son famosos por ser donde Charles Darwin realizó las observaciones que lo llevaron a desarrollar su teoría de la evolución por selección natural.

La Amazonía en Ecuador, la selva que respira vida

Otra de las joyas que Ecuador ofrece al mundo es su exuberante Amazonía. Esta región es el hogar de más de 500 especies de aves, una increíble variedad de mamíferos, reptiles y peces de agua dulce, así como de comunidades indígenas que han preservado sus costumbres ancestrales. Aquí, los visitantes pueden sumergirse en un entorno selvático a través de caminatas ecológicas, recorridos en canoa por ríos cristalinos y visitas a reservas naturales que protegen la vida silvestre.

“El turismo en la Amazonía se desarrolla bajo principios de sostenibilidad y respeto por las culturas locales. Es una experiencia transformadora que conecta al visitante con la esencia de la vida en la selva”, puntualizó la embajadora Esparza.

Playas y gastronomía de clase mundial

La costa ecuatoriana es un destino perfecto para quienes buscan relajarse en playas de arena dorada y aguas cálidas. Balnearios como Salinas, Montañita o Puerto López atraen cada año a miles de turistas que disfrutan del sol, el surf y la vibrante vida nocturna. En la costa también es posible avistar ballenas jorobadas entre junio y septiembre, un espectáculo natural que cautiva a viajeros de todas partes del mundo.

Además de sus playas, la región costera de Ecuador es famosa por su gastronomía. Platos como el ceviche, el encocado de pescado y el bolón de verde reflejan la fusión de sabores del mar y la tierra, convirtiéndose en una experiencia culinaria inolvidable.

Los Andes: cultura y paisajes majestuosos

La región andina de Ecuador está llena de contrastes y riqueza cultural. Quito, su capital, es la primera ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, gracias a su bien conservado centro histórico colonial. Sus iglesias barrocas, plazas adoquinadas y museos ofrecen un recorrido por la historia del país.

En la sierra ecuatoriana también destacan destinos como Cuenca, conocida por su arquitectura colonial y su tradición artesanal; y Otavalo, célebre por su mercado indígena, uno de los más grandes de Sudamérica. Además, para los aventureros, la Avenida de los Volcanes ofrece la posibilidad de escalar cumbres icónicas como el Cotopaxi y el Chimborazo, este último considerado el punto más cercano al sol desde el centro de la Tierra debido a la forma elipsoidal del planeta.

La puesta de Ecuador por el turismo responsable y sostenible

La propuesta turística de Ecuador no solo busca deslumbrar con su diversidad, sino también educar sobre la importancia del turismo responsable. Desde la página oficial “Ecuador Travel”, los viajeros pueden acceder a información detallada sobre destinos, tipos de turismo —como el cultural, de aventura y de naturaleza—, actividades recomendadas y sugerencias para minimizar el impacto ambiental durante su visita.

“El turismo que promovemos es consciente y respetuoso, basado en la convivencia armoniosa con el entorno y las comunidades locales”, enfatizó la embajadora Esparza.

Ecuador de puertas abiertas

Ecuador es hoy un ejemplo de cómo un país pequeño puede ofrecer una gran diversidad de experiencias en poco tiempo y espacio. Con una infraestructura turística en constante desarrollo y un enfoque centrado en la sostenibilidad y la hospitalidad, el país sudamericano invita a los turistas bolivianos y del mundo entero a descubrir sus “cuatro mundos”.

“Ecuador es una tierra que celebra la diversidad en todas sus formas: en sus paisajes, su gente, su gastronomía y sus tradiciones. Invitamos a todos a explorar un destino donde cada viaje se convierte en una historia que vale la pena contar”, concluyó Esparza.

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Adiós a George Foreman, leyenda del boxeo e ícono cultural

La leyenda del boxeo falleció el pasado viernes a los 76 años. Nacido en Texas en 1949, ganó el oro olímpico en 1968 y se coronó campeón mundial de peso pesado en 1973 al vencer a Joe Frazier.

/ 22 de marzo de 2025 / 21:57

El mundo del deporte y la cultura popular se vio conmocionado por el fallecimiento de George Foreman, el pasado viernes. El legendario boxeador y empresario estadounidense dejó este mundo a los 76 años. Foreman no solo fue un ícono en el ring, sino que también dejó una huella imborrable en la sociedad gracias a su carisma y espíritu emprendedor.

Foreman nació el 10 de enero de 1949 en Marshall, Texas. Su carrera en el boxeo comenzó a tomar forma cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de México en 1968, en la categoría de peso pesado. Este logro lo catapultó a la escena internacional y e hizo de él uno de los boxeadores más prometedores de su época.

Foreman, leyenda del boxeo

En 1973, Foreman se coronó como campeón mundial de peso pesado al derrotar al entonces impresionante Joe Frazier en Kingston, Jamaica. Esta victoria lo estableció como una fuerza dominante en el mundo del boxeo. Sin embargo, su reinado como campeón fue interrumpido en 1974 por Muhammad Ali en la mítica pelea conocida como «Rumble in the Jungle», celebrada en Zaire (actual República Democrática del Congo). Aunque perdió, esta pelea se convirtió en un momento histórico en el boxeo y en la cultura popular.

Durante siete rounds Foreman tuvo a Alí contra las cuerdas, golpeándolo con todo lo que tenía. En el octavo asalto estaba agotado. Alí supo que llegaba su momento y con una combinación brutal noqueó a su rival en un final épico.

Después de una pausa en su carrera, Foreman regresó al boxeo en la década de 1980 y, en un giro inesperado, se convirtió en el campeón mundial de peso pesado más viejo de la historia al derrotar a Michael Moorer en 1994, a la edad de 45 años. Este logro no solo fue un testimonio de su dedicación y perseverancia, sino que también lo convirtió en un modelo a seguir para muchos atletas que buscan prolongar sus carreras.

Legado empresarial

Fuera del ring, Foreman se hizo famoso por su incursión en el mundo empresarial, particularmente con la «George Foreman Grill». Esta parrilla portátil, diseñada para cocinar hamburguesas y otros alimentos de manera rápida y saludable, se convirtió en un fenómeno de ventas. Desde su lanzamiento en 1994, se han vendido más de 100 millones de unidades en todo el mundo, generando una fortuna para Foreman y convirtiéndolo en un referente cultural.

La «George Foreman Grill» no solo fue un éxito comercial, sino que también cambió la forma en que las personas cocinan en casa. Su diseño innovador, que permite drenar la grasa de los alimentos, lo convirtió en un producto favorito entre aquellos que buscan opciones saludables. Además, Foreman se convirtió en un rostro familiar en la televisión, promocionando su producto en anuncios que mostraban su carisma y personalidad.

Impacto cultural

El impacto de George Foreman en la cultura popular trasciende su carrera en el boxeo y su éxito empresarial. Se convirtió en una figura icónica mencionada en programas de televisión, películas y música. Su nombre se ha utilizado como sinónimo de éxito y perseverancia, inspirando a generaciones de atletas y empresarios.

Además, Foreman ha sido un defensor de la salud y el bienestar, utilizando su plataforma para promover estilos de vida más saludables. Su legado también incluye su trabajo como ministro ordenado, dedicándose a ayudar a su comunidad.

Tributos

El fallecimiento de George Foreman ha generado un torrente de tributos de todo el mundo. Figuras del boxeo, empresarios y personalidades de la cultura popular han expresado sus condolencias y han recordado su legado como un hombre que trascendió el deporte para convertirse en un ícono cultural.

«Condolencias a la familia de George Foreman. Su contribución al boxeo y más allá nunca será olvidada», escribió Mike Tyson en la red X.

Su legado no solo se mide por sus logros en el ring o en el mundo empresarial, sino por la inspiración que ha sido para millones de personas. Foreman demostró que, con determinación y perseverancia, es posible superar obstáculos y alcanzar el éxito en múltiples facetas de la vida.

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El trasfondo filosófico de Mickey 17 y la humanidad actual

La película de Bong Joon-ho critica el utilitarismo extremo, los neofascismos modernos y la alienación tecnológica.

/ 22 de marzo de 2025 / 21:44

La última obra del director Bong Joon-ho, Mickey 17, trasciende el entretenimiento para sumergirse en preguntas incómodas sobre la identidad, la ética tecnológica y las estructuras de poder. A través de su protagonista, un clon “prescindible” en una colonia espacial, la película entrelaza ciencia ficción distópica con una reflexión mordaz sobre los dilemas que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. 

El núcleo filosófico de Mickey 17 gira en torno a la pregunta clásica: ¿qué nos hace humanos? Mickey Barnes (Robert Pattinson) es un trabajador replicado mediante una impresora 3D cada vez que muere en misiones peligrosas en el planeta Niflheim. Aunque cada clon hereda los recuerdos de su versión anterior, las iteraciones desarrollan personalidades divergentes: Mickey 17 asume un rol sumiso, mientras que Mickey 18 adopta una rebeldía visceral. 

Este planteamiento evoca el paradigma del Barco de Teseo: si reemplazamos cada parte de un objeto, ¿sigue siendo el mismo? La película traslada esta paradoja a la conciencia humana. Como señala la novela original de Edward Ashton, Mickey7, la flexibilidad del cuerpo físico ante la clonación desafía la noción de identidad única. En un mundo donde empresas como Neuralink exploran la integración cerebro-máquina, el film advierte sobre los riesgos de trivializar la individualidad ante avances tecnológicos sin regulación ética. 

La ética de la inmortalidad en Mickey 17

La condición de “prescindible” de Mickey subvierte el valor tradicional de la vida. Al morir y renacer repetidamente, su existencia se reduce a un recurso intercambiable para beneficiar a la élite colonizadora. Esta dinámica refleja una crítica al utilitarismo extremo, donde la vida humana se valora solo por su productividad. 

Sin embargo, la película también explora cómo la proximidad a la muerte define nuestra humanidad. En una escena memorable, Nasha (Naomi Ackie) acompaña a Mickey en sus últimos momentos dentro de una cámara de aislamiento, recordándole que incluso en la repetición, cada vida merece dignidad. Este contraste cuestiona la obsesión contemporánea por la longevidad y el transhumanismo: si la muerte pierde su significado, ¿qué nos impulsa a actuar con compasión? 

Un espejo de los neofascismos modernos 

El líder de la colonia, Kenneth Marshall (Mark Ruffalo), encarna un neofascismo espacial. Su plan para crear un “planeta purificado” mediante eugenesia y exterminio de formas de vida nativas (“creepers”) evoca discursos actuales sobre pureza racial y exclusión. La película dibuja un paralelismo con movimientos políticos que promueven narrativas de superioridad, utilizando a Mickey como instrumento desechable para mantener el statu quo. 

La impresora de clones en Mickey 17 opera como metáfora de la alienación tecnológica. Aunque la colonia depende de esta máquina para prosperar, su uso refleja una desensibilización ante el sufrimiento ajeno. Timo (Steven Yeun), un compañero de tripulación, personifica esta indiferencia al abandonar a Mickey 17 en una grieta, asumiendo que los “creepers” lo devorarán. 

Este tema resuena en debates actuales sobre inteligencia A y automatización. ¿Hasta qué punto normalizamos la explotación de seres humanos —o algoritmos— en nombre del progreso? La película apunta a que, sin un marco ético sólido, la tecnología puede perpetuar jerarquías destructivas. 

Colectivismo versus individualismo

Los habitantes nativos de Niflheim, inicialmente vistos como amenazas, revelan una inteligencia colectiva que contrasta con el egoísmo humano. Al rescatar a Mickey 17, demuestran empatía incluso hacia quienes invaden su territorio. Este giro narrativo desafía la visión antropocéntrica de la superioridad humana. La idea subyacente es que la supervivencia a largo plazo depende de integrarnos —no de imponernos— a los ecosistemas. 

Bong Joon-ho cierra la película con un atisbo de esperanza: la destrucción de la impresora de clones y la caída de Marshall simbolizan un reinicio hacia una sociedad más equitativa. Sin embargo, este optimismo es cauteloso. Al igual que en Parasite, la estructura de poder se derrumba, pero no hay garantías de que lo que surja sea mejor. 

Mickey 17 es una advertencia. Nos recuerda que cada salto tecnológico debe ir acompañado de un debate sobre qué valores definen nuestra humanidad y cómo hilamos nuestro porvenir. Sin esto, un mañana distópico puede ser hechura humana y no un producto de alienígenas.

La película, en última instancia, no ofrece respuestas, sino que invita al espectador a cuestionar: ¿Estamos usando la tecnología para emancipar o para oprimir? ¿Valoramos la vida solo cuando es escasa? Y, sobre todo, ¿qué sacrificios éticos estamos dispuestos a aceptar en nombre del “progreso”?

La dirección de Bong Joon-ho

Bong Joon-ho, el aclamado autor cinematográfico coreano detrás de obras maestras como Parasite y Snowpiercer, sorprende nuevamente con la entrega de Mickey 17. Esta aventura espacial profundiza en su estilo característico de mezclar géneros y reflexiones sociales.

Bong Joon-ho es conocido por su capacidad para fusionar géneros y crear narrativas complejas que desafían las expectativas del público. En Mickey 17, este enfoque innovador se manifiesta en la forma en que aborda temas como la clonación, el colonialismo y la resistencia.

La puesta en escena de Mickey 17 es una de sus características más destacadas. El equipo de producción, liderado por Fiona Crombie, diseñó un entorno espacial que combina elementos futuristas con referencias reconocibles del mundo actual. La impresora humana, por ejemplo, se inspiró en aparatos médicos y máquinas de tejido, creando una sensación de familiaridad dentro de lo desconocido.

La nave espacial, con su arquitectura laberíntica y funcional, refleja la vida precaria de sus ocupantes. Crombie explicó que el diseño buscaba crear un contraste entre la rigidez de la tecnología y la irregularidad del entorno humano. Este enfoque visual no solo realza la narrativa, sino que también invita al espectador a reflexionar sobre cómo la tecnología puede moldear nuestras vidas, ya sea de maneras tanto liberadoras u opresivas.

Cinematografía de Mickey 17

La cinematografía de Mickey 17 gira en torno a transmitir el estado emocional de los personajes y el ambiente desolado del planeta Niflheim. Los paisajes helados y capturados con una paleta de colores fríos y sombríos, evocan una sensación de desesperanza y aislamiento. La llegada de la primavera en el planeta, simbolizada por la luz solar que atraviesa la niebla, sugiere un giro hacia la esperanza y la posibilidad de cambio.

Bong Joon-ho ha mencionado que su uso de la visualidad es intencionalmente universal, permitiendo que la audiencia de diferentes culturas se conecte con la narrativa sin necesidad de diálogos explícitos. En Mickey 17, esta universalidad se logra a través de la combinación de paisajes inhóspitos con momentos de ternura y conexión humana, como la relación entre Mickey y Nasha.

La película no solo es visualmente impresionante, sino que también contribuye significativamente al discurso estético del cine contemporáneo.

En suma, Mickey 17 se erige como un espejo inquietante de nuestra época, donde la filosofía se materializa en imágenes que trascienden el mero entretenimiento. Bong Joon-ho nos enfrenta a nuestros propios dilemas contemporáneos: el valor de la vida en una era de abundancia tecnológica, la tentación de los fascismos revestidos de progreso y la paradoja de sentirnos más solos cuanto más interconectados estamos.

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Abre la Casa Bolivia Mundo, punto de encuentro cultural

Un nuevo espacio cultural en La Paz fue inaugurado por la ONG Red Bolivia Mundo. un nuevo espacio cultural en La Paz, fue inaugurada por la ONG Red Bolivia Mundo, promoviendo diversas expresiones artísticas y actividades de investigación.

/ 22 de marzo de 2025 / 21:32

Música, exposiciones, un estudio para podcast, investigación y más se funden en un nuevo espacio cultural en La Paz: La Casa Bolivia Mundo.  Desde este inmueble de la calle Hermanos Manchego, emblema de la arquitectura de Sopocachi, la ONG Red Bolivia Mundo (RBM) promueve y difunde la diversidad cultural en expresiones como el arte, la literatura, el cine y el patrimonio boliviano.

Chris Krueger, vicepresidente y fundadora de la ONG, con mucha emoción dio la bienvenida a todos los invitados que la noche del 13 de marzo llenaron los espacios de esta casa. Un nuevo peldaño en este sueño se concretaba. En 1996, Krueger fungía como representante para Bolivia en la Fundación Interamericana, una agencia oficial pero apolítica del gobierno de los Estados Unidos fundada en 1961 para apoyar el desarrollo en comunidades y asociaciones de la sociedad civil en los países de América Latina y el Caribe.

Unir a bolivianos por el mundo

“En ese entonces, se estimaba que por el área metropolitana de Washington DC la población boliviana era de entre 100 y 150 mil bolivianos, la mayor concentración en los Estados Unidos.  Existía el Comité Pro Bolivia que contaba con casi 30 grupos de baile que aparecían con todo su colorido y energía en festivales públicos y promovía relaciones solidarias entre los bolivianos del área”, recuerda.

En 2003, la gestora dejó la Fundación y estableció su residencia en La Paz, dividiendo su tiempo entre Washington y su hogar con la esperanza de generar iniciativas de apoyo en las comunidades de origen y destino de los migrantes. 

Indagando por internet detectó unas 250 organizaciones de migrantes bolivianos en 18 países del mundo. Así nació la idea de formar una red virtual entre ellas y en 2008, con al apoyo de Ximena Diez de Medina, se lanzó el sitio www.boliviamundo.org. “Como se puede leer en este sitio, la Red se guía por los ideales de calidad de vida en armonía con la naturaleza y entre los seres humanos, así como la esperanza de formar relaciones de cooperación entre pueblos”, expone.

La Casa, un espacio para la investigación

Como puntales de lanza, la Red ha impulsado dos líneas de investigación. Por un lado están los proyectos de revalorización del patrimonio INsitu. “A través del programa Desde Bolivia para el mundo, buscamos identificar y educar sobre este legado mediante métodos innovadores, reconocidos por la UNESCO, que analizan las relaciones entre el arte, la arquitectura contemporánea, los paisajes habitados y la política detrás de ellos”, dice la investigador Marisabel Villagómez.

En seis años, el proyecto INsitu ha desarrollado conceptualmente, producido y expuesto nacional e internacionalmente 52 intervenciones de artistas contemporaneos sobre paisaje cultural. En los próximos años, el proyecto se enfocará en patrimonios arquitectónicos que impliquen usos y costumbres de culturas vivas.

Por otro lado está el Observatorio de Migración Transnacional, que proporciona información clara, oportuna y especializada sobre la migración transnacional boliviana. “Son varias las actividades que como observatorio hemos estado desarrollando, como el conversatorio sobre temáticas concretas como el voto en el exteriorvo la situación de bolivianos en la Argentina y en Brasil. Por otro lado también hemos estado difundiendo  información sobre los migrantes y su situación, en especial con el tema de las fronteras”, aputa Alfonso Hinojosa, investigador del Proyecto Observatorio Migrante.

Un punto de encuentro

Hoy, la RBM cuenta con este espacio físico para cumplir con sus objetivos la servico de la cultura. “La Casa Bolivia Mundo es un espacio destinado a la expresión artística y cultural, cuyo objetivo principal es promover y difundir diversas manifestaciones culturales, tanto nacionales como internacionales”. explica Boria Patton, administrador de la Casa Bolivia Mundo.

Entre los servicios que ofrecen está  el alquiler o cesión de espacios para actividades de pequeño formato, tales como microteatro, conversatorios, charlas-debate, presentaciones de libros, exhibición y discusión de documentales, entre otros. “También contamos con una sala de producción de podcasts, con equipamiento adecuado para la creación de contenido digital de alta calidad”, agrega.

La casa además ofrece el servicio de hospedaje: cinco habitaciones completamente equipadas para recibir a visitantes, investigadores y artistas de distintas partes del mundo. “Nuestra casa busca consolidarse como un punto de encuentro para artistas, gestores culturales, académicos y la ciudadanía interesada en las artes y la cultura en general”, recalca Patton.

Los interesados en desarrollar actividades como talleres, clases, presentaciones de libros, charlas o cualquier otra propuesta cultural, pueden contactar con la organización para coordinar una reunión al número 67065690. “En este encuentro evaluaremos la viabilidad de la actividad y la disponibilidad de nuestros espacios, asegurando que cada propuesta se alinee con nuestra visión y objetivos”, agrega.

Quienes deseen asistir como público a las actividades de la Casa, podrán informarse a través de las redes sociales oficiales y en breve se contará con un sitio web donde se podrá acceder a toda la información actualizada de la programación. La Casa Bolivia Mundo ya abrió las puertas.

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Raquel Schwartz presenta ‘Jardín Colgante’ en Manzana 1

'Jardín Colgante' es una exposición que combina grandes lienzos, acuarelas y una instalación de papeles japoneses, invitando al espectador a recorrer un espacio íntimo y contemplativo.

/ 15 de marzo de 2025 / 22:35

“Jardín colgante” titula la más reciente exposición de la artista visual Raquel Schwartz (La Paz, 1963), inaugurada hace unas semanas en Manzana 1 Espacio de Arte (Santa Cruz de la Sierra). Conviene atender al título, ya que la alusión al jardín como imagen no es casual. Para quienes tienen uno en casa, y saben lo que es prodigarle múltiples cuidados y seguimiento diario, el jardín es un refugio, un lugar para ecualizar el espíritu contra los desarreglos de la realidad. Epicuro (341 a.C.) en la Antigüedad enseñaba su filosofía de los placeres en el marco de un jardín. El escritor y jardinero inglés John Evelyn escribió en el siglo XVII que “el aire y el genio de los jardines se prestan a los entusiasmos filosóficos”.

En esta nueva invitación de Raquel Schwartz a hacer un recorrido policromático por los cuatro ambientes que contienen la exposición, existe algo de sensación relajada, como estar atravesando transparencias, y de encuentro con un lugar en paz. Es una sensación la que sostiene la coherencia curatorial. La museografía es muy consciente de la mirada de los visitantes, tiene concebida unas secuencias cromáticas que definen el orden de aparición de las pinturas de gran formato colgadas en las paredes. Incluso nos encontraremos con una pieza que fue parte de la instalación “El cielo más puro de América” –uno de los trabajos referenciales del arte contemporáneo en Santa Cruz. 

El arte de Raquel Schwartz

Después de haber conversado con la artista en el podcast de arte “Inalámbricos” (episodio a estrenarse pronto), podemos ensayar algunas relaciones entre las series de pinturas aquí exhibidas y la imagen del jardín. Para Raquel, el montaje de esta exposición estuvo considerado como un paso más de la producción misma de las obras, ya que todo el trabajo que había iniciado en su taller –incluyendo la experimentación con las acuarelas durante la pandemia– finalmente encontraría un cierre a la manera que ella quería en un espacio de exhibición. Es decir, no se trataba de trasladar obras acabadas a una sala de exhibición, sino que las obras en sí terminarían de aparecer cuando estuvieran adecuadamente dispuestas en la sala expositiva.

“El proceso del montaje es de las cosas que más me emocionaba a mí. Significaba desprenderme de alguna manera del taller, de cierto orden de mi taller, transportar las obras, hacerlas llegar y luego el proceso de encontrarle el lenguaje a la obra dentro de un nuevo espacio”. (Schwartz, 2025).

En esencia lo que la llevó a postular esta exposición al programa anual de Manzana 1, fueron trabajos que venía haciendo en papeles desde hace muchos años y que se venían acumulando. Esto daría lugar a una instalación que ella imaginaba como una cascada.

“La sala yo la quería para exponer mis trabajos en papeles japoneses, que hago desde el 2003 o 2005, son papeles que empecé a hacer por invitaciones a participar en Bienales de Caligrafía en Corea”. (Schwartz, 2025).

‘Jardín Colgante’

La exposición combina cuadros de pintura en lienzo, de dimensiones grandes, con acuarelas en pequeño formato y, el plato fuerte, la instalación de papeles japoneses que aparece flotante en el fondo de la sala posterior. En estos papeles, colgados en degradé y animados por una brisa inducida, están reflejadas las búsquedas conocidas de la artista: las texturas, las investigaciones abstractas del color y luego la naturaleza. Cabe mencionar que el papel tradicional japonés, llamado washi, se fabrica a mano desde hace siglos, y son muy adecuados para la restauración de documentos, hojas de libros y otros, debido a sus fibras largas. El papel japonés es de extrema ligereza, resistente, destaca por su absorción, no se decolora ni se vuelve quebradizos con el tiempo. Se trata por tanto de un trampolín simbólico perfecto para el arte contemporáneo, lo que la artista buscó resaltar con la instalación “Jardín colgante”, que da el título a la exposición.

Por otro lado, hay en esta exposición un aroma de taller, como si la artista hubiera querido trasladar algo de la esencia de su lugar de trabajo al espacio de exhibición. El recorrido de la muestra está diseñado de forma que los visitantes acompañen partes del proceso de creación de la artista.

Y es que, en cierta forma, el taller de Raquel es una suerte de jardín dentro de su economía afectiva, que ha transportado simbólicamente con el traslado de estas obras a la sala de Manzana 1. A parte de los papeles que pintó en el transcurso de las últimas décadas, en general las pinturas expuestas son relativamente recientes, y algunas terminadas específicamente para la ocasión.

Cuando Raquel Schwartz aparece con una nueva muestra, siempre hay que estar atentos a los usos que hace del espacio expositivo, porque como ella misma dice, es una artista del espacio, que lo utiliza de una manera constante como soporte de su obra. Valgan estas líneas como un primer intento de aproximación a la muestra.

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