Jorge Sanjinés. Homenaje
Me encontraba en Cochabamba atrapado por la calma chicha, que es un estado de ánimo que te va volviendo ánima.
ch’enko total
Me encontraba en Cochabamba atrapado por la calma chicha, que es un estado de ánimo que te va volviendo ánima. Me paro como poste en una esquina de la plaza a ver titulares en una periodiquera y leo que se realizará un homenaje al cineasta boliviano Jorge Sanjinés, artista universal en su rotundidad indígena. El homenaje incluye la proyección de la película Yawar Mallku en plena plaza, luego palabras y diplomas en la gobernación, además de la presentación de un bello libro, Memorias de un cine sublevado, auspiciado por el PINVES (Programa de Investigación y Estudios Estratégicos Latinoamericanos). Y lo mejor: la presencia del artista.
Al día siguiente me voy al acto, la proyección de Yawar Mallku en la plaza es entrañable por los rostros iluminados de la gente simple reconociéndose en la peli. Luego ingresamos a la Casa de las Culturas de la Gobernación donde se realiza el homenaje. Rápido, corro a comprar el libro, lo empiezo a hojear, verificando que Jorge nació en La Paz en julio de 1936, los paceños tenemos que sentirnos muy orgullosos por esto. El maestro ha llegado a sus 87 años de una forma magistral, lo vi intacto en su paso largo por las caminatas de las gradas, además de ser muy paciente con la gente que solicitaba un autógrafo o una selfie.
Sanjinés es un gran artista. Formado técnicamente en Chile en un taller práctico de cine que duró tres años, muy pronto tuvo la gran idea de trabajar en comunidad, luego tomó conciencia de este impulso al conocer de cerca al mundo indígena, sobre todo a la nación aymara. “Aprendí de los indios que primero está el nosotros y después el yo”, leo en el libro. Compruebo que su primer corto es Revolución, de 1963, o sea ¡hace 60 años! Es interesante saber que la música que utiliza Jorge en ese trabajo proviene de la guitarra de Atahualpa Yupanqui, quien autoriza personalmente el uso de su música. Leo que en aquella época es nombrado director del Instituto Cinematográfico Boliviano (ICB), espacio que se transforma en trabajo grupal, con Óscar Soria como guionista y Ricardo Rada en producción. En Revolución se va consolidando la idea de que los actores sean indígenas, el artista natural cuenta su propio relato. Riesgosa decisión, sin embargo, el talento de Benedicta Mendoza Huanca y Vicente Salinas Berneros, jóvenes protagonistas quechuas, consolidan la intuición. Va naciendo en 1966 el primer largometraje, Ukamau (Así es), con duración de 72 minutos.
Mientras siguen las palabras del acto, veo que el libro está relatado en primera persona, descubro la voz clara, respetuosa de un artista que yo creía de humores difíciles; su palabra es calma, cristalina. “Oscar Soria se fue a Huanuni a buscar una historia y conocer gente”, dice, frase que muestra la magnitud humana de Soria, el buscador de historias. La historia de Ukamau había acontecido en Caquiaviri, una hermana indígena había sido violada y asesinada por un comerciante ajeno a la comunidad. Resalta la preocupación en el guion por dar una fuerza moral a la película y tornar la venganza del viudo en duelo a piedra igualitaria. Ukamau es la ópera prima de Sanjinés y su gran equipo de soñadores, soñadores pero técnicos que tuvieron que enfrentar grandes problemas, por ejemplo, el asunto del sonido del filme, contratando, sin tener recursos, a un sonidista argentino. Nace esa voluntad, ese impulso moral, estético y revolucionario de plantear el tema del racismo en una época de masacres y dictaduras. Cada rodaje se convertía en lucha por dar soluciones a la escasez material. Cuenta Jorge en el libro que la única posibilidad de ponerle audio profesional al filme fue utilizando las armas del enemigo principal, una moviola sin uso que existía en USAID y que gracias a la buena voluntad del portero se pudo utilizar. Se doblaron los diálogos mediante la grabación de voces de los propios actores quechuas. Ukamau se estrenó en 1967 y ganó reconocimientos internacionales, como el Premio Grandes Jóvenes Directores del Festival Internacional de Cine de Cannes, Francia. Jorge había cumplido 30 años. Como premio nacional, luego del estreno boliviano, los cineastas fueron exonerados del ICB por un tal Galindo, secretario de la presidencia de Ovando. La derecha boliviana había tomado el poder, no soportaban los fascistas que haya un cine de indios.
También puede leer: Violeta
Vuelvo al acto. Llegan las palabras de Jorge, breves, concretas, cierra respondiendo la pregunta de un señor que decía si hacía política o cine. “Hice cine para hacer política”, responde y se genera un enorme silencio de respeto en la sala colmada. Llega la avalancha de la gente pidiéndole autógrafos y fotos, yo me acerco por un costadito y logro que me firme el libro. Fin del acto. Emocionado, me voy a tomar un té con té con mi libro bajo el brazo, escuchando la voz del artista que relata las peripecias para dar a luz a Yawar Mallku (Sangre de Condor), largometraje de 79 minutos estrenada en 1969, seleccionada años después por la UNESCO como una de las 100 películas más importantes de la historia del cine mundial. Jorge vendió un inmueble personal para realizar la película, que denuncia —en plena época de dictadores y fascistas— al Cuerpo de Paz de los gringos esterilizando mujeres indígenas. Antonio Eguino es responsable de la fotografía, con música de Alfredo Domínguez y Alberto Villalpando. Joya pura.
Quería contarles más, pero se acabó este espacio (y el té con té). Resumir que durante 60 años Jorge Sanjinés y el Grupo Ukamau han producido 12 largometrajes, la mayoría de ellos con premios internacionales, realizados en plena época del Plan Cóndor. Se acaba de estrenar en La Habana la última obra que pronto llegará a Bolivia, Los Viejos Soldados, con duración de 105 minutos, la producción de Mónica Bustillos, con música del maestro Cergio Prudencio, fotografía del gran César Pérez y un reparto de actores originarios y citadinos. En cuanto al libro, hay que reconocer el enorme esfuerzo de un hermano chileno investigador que radica en Bolivia, Javier Larraín, y de una hermana venezolana, la entrañable Kris González, ex embajadora de Venezuela en Bolivia, que lograron con su don de gentes y mucha paciencia abrir el corazón del artista y que tengamos escrita la voz entrañable de Jorge Sanjinés en la vitalidad de sus 87 años. Ukamau. Así es. Sanjinés merece todos los homenajes y reconocimientos por su consecuencia ideológica, su coraje, lucidez y renovación en el arte de la imagen.
El papirri: personaje de la Pérez, también es Manuel Monroy Chazarreta