Hasta la victoria, ‘Che de la Yungas’
Imagen: HENRY PONCE BARCO
Imagen: HENRY PONCE BARCO
El 28 de diciembre falleció un personaje paceño de pura cepa, el vendedor de periódicos del mercado Yungas, don Rodolfo Ibáñez
El “Che de la Yungas” fue canillita, hijo de canillita. Su padre, Francisco Pacheco, vendía periódicos en el mercado Yungas toda la vida. Toda la vida son 60 años madrugando diariamente para estar a las cinco de la mañana en la calle Loayza esquina avenida Camacho (histórico lugar de encuentro y laburo) para compaginar los diarios y salir volando por las calles. Su hijo no era su hijo. Era Rodolfo Marcelino Ibáñez, adoptado por Francisco desde changuito.
El “Che de la Yungas” heredó el oficio de su viejo, como muchos otros canillitas. Él también iba a vender periódicos toda la vida. El también iba a madrugar todas las mañanas (iguales) para plantarse en el mercado, desplegar su bandera gualdinegra del club The Strongest, como ritual de buena suerte y vestirse como Ernesto Guevara, como santo y seña. El amor por el oro y el negro del Tigre (también) se lo transmitió su padre. Periódicos y stronguismo inoculados en la sangre, como una bendición, como un antídoto contra todo, contra todos.
Don Francisco —el padre— fue uno de los voceadores/vendedores de periódicos que fundó el sindicato en mayo de 1936. Eran 20 y algunos más. Por aquel entonces, hacía 10 años que había sido fundado el club deportivo de los canillitas, el mítico Hiska Nacional donde los voceadores jugaban fútbol y pelota vasca. Eran tiempos de pelota de “t’jeta” (trapo). Incluso tenían su división de boxeo. A los puños también había que hacerse con los periódicos antes de que se acabara el tiraje matinal, se agotara la edición vespertina o volara el último especial de la noche cuando las noticias quemaban en las manos. Los “piores” jugaban en Deportivo Canillitas, primera división de la FOS (Federación Obrera Sindical).
Don Francisco ambuló durante años —como muchos canillitas— hasta que logró un quiosco frente al Mercado Yungas. Es el mismo que heredó en 1980 —a su muerte— don Rodolfo (“Rodito” para los cuates), estirpe de suplementeros o “papel q’ipis”, como también se los llamaba hace casi un siglo. Esperar en la madrugada, incluso dormir frente a la sede del periódico El Diario, se hizo costumbre. No tener vacación, ni fin de semana ni feriados, también. Sin ellos y ellas, este periódico y esta revista jamás llegarían a tus manos. Los canillitas rara vez llegan a viejos, como los mineros.
Don Rodolfo comenzó de chango a ayudar a su padre. Por su anaquel de periódicos y revistas siempre adornado con retratos del “Che”, pasaron jugadores de la vieja guardia de la década de los 70 y 80, como el goleador argentino Jorge Carlos “el Vikingo” Latini, el paraguayo Julián Jiménez, el “Gitano” Farías, el yungueño (de Coripata) Luis Iriondo Angola y el chaqueño Uber Acosta.
Eran tiempos en los que los jugadores se avalanzaban sobre los “canallas” para comprar/guardar los suplementos deportivos de los periódicos que narraban sus proezas. Eran tiempos del Hoy Deportivo de don Miguel Velarde Tapia. Si el jugador de turno estaba en el poster del suplemento del periódico Hoy, era venta asegurada. Y si algún “player” de la época se olvidaba de comprar el diario donde había salido figura, don Rodolfo reservaba un ejemplar y al día siguiente lo buscaba en las prácticas para vendérselo, como un buen “recalentadito”.
En una entrevista concedida a Oswaldo Calatayud para el periódico de la hinchada, El Derribador, Rodolfo Ibáñez se acordaba de esos jugadores que se paraban en su quiosco para comprar el periódico los lunes de suplemento deportivo: “Conocí a varios jugadores como a Latini, venía el Uber Acosta a leer los periódicos y recuerdo también que me compraba el “Cariñosito” que le decían, Eligio Martínez. Américo Díaz también sabía venir a comprarme, era mi casero, y otros que los veía siempre pasar por aquí. Antes de Achumani entrenaban en la Yungas e incluso algunos vivían ahí como el arquero Oscar “El Cholo” Solíz, de Tupiza. Yo mismo a veces entraba ahí a verlos e iba a los partidos. En los años 70 y 80, ese The Strongest me emocionaba, porque ponían fuerza y garra; jugaban con los dos pies, en otras palabras no eran “jairas” como ahora. Al mismo niño cuando juegas con corazón lo cautivas y quieren ser como vos. El jugador debe ser madrugador y corretear desde la mañana, no hay que ser q’uella”. Palabras sabias de un hincha de toda la vida, un hincha que vio muerte, victoria y resurrección del equipo de sus amores y sinsabores.
De la garra del Tigre y a su admiración por el “Che” Guevara, solo había un paso: la identificación con el pueblo, la consigna de no rendirse jamás, la defensa a ultranza de los ideales, sin olvido ni perdón. “He leído toda la vida del Che y he entendido que era socialista, es decir, una persona que quiere igualdad para todos. Era muy carismático. Valoro mucho su pensamiento y por eso me identifico con lo que él, incluso en la vestimenta que ahora me ven con la boina, el saco camuflado y hasta el aspecto con la barba. Lamentablemente sus ideales no se han podido cumplir porque lo han matado en 1967”.
En otra entrevista publicada por Edson Urquidi también en el periódico El Derribador, añadía: “El Che era una persona bondadosa, luchaba por los derechos de los pobres, aunque él era una persona de tener. El siempre vio por la clase obrera y luchó contra las dictaduras”.
Los “extras” de los periódicos acompañaron la vida del “Che de la Yungas”. Don Rodolfo recordaba para siempre la tragedia de Viloco, el asesinato de Guevara, los golpes de estado. Viloco sigue siendo un sentimiento de luto clavado en el corazón de todos los stronguistas. “En esa época mi padre vendía periódico y yo le ayudaba a veces voceando, como se dice. La tragedia de Viloco fue un hecho muy triste que llenó las páginas de todos los diarios. Esos días harto se vendía, sobre todo Presencia, que contó exactamente paso por paso lo que pasó. El Hoy también se vendió mucho, porque era más deportivo y cubrió por completa la noticia, con fotos y todo. Han debido salir unos 50 mil ejemplares, yo creo. Por la tarde ya también Última Hora salió con vespertinos y tenía buena venta también, casi a la par de El Diario. También recuerdo que salían ediciones extra que bien se vendían, como boletines hemos vendido, y yo siempre anunciando “Extra, extra” por la avenida Busch de Miraflores donde también ambulaba o por acá mismo en la Yungas. Fue una noticia lamentable y toda la gente estaba atenta a las ediciones de los periódicos. Como han sido tres días que no encontraban el avión, entonces esos tres días la gente buscaba información a través del periódico o la radio. No había televisión ni ninguno de los medios informativos que hay ahora”.
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Don Rodolfo tenía muy presente siempre el accidente aéreo que mermó a su equipo. Su puesto estaba muy cerca de la cancha Frías donde se velaron los cuerpos de los jugadores caídos en Viloco. “Los vi jugar y de algunos me acuerdo como del propio entrenador Ortuño, del Iriondo, que era un morocho que jugaba bien lindo. Aquí en la Frías han velado los cuerpos y se los han sacado por la avenida Illimani. Mi padre fue uno de los más tristes por lo que pasó. Después han traído jugadores argentinos como Bastida y Romerito y más emocionantes lo han hecho los partidos. Desde esa vez cada año salen ediciones por Viloco y la gente compra y siempre de esa manera se acuerda de los legendarios jugadores fallecidos”.
En julio de 2017 la alcaldía de Luis Revilla hizo obras en la acera de enfrente del mercado, cerca de la calle Francisco Monroy que da a la cancha Frías. Don Rodolfo fue desalojado sin mayores miramientos. El espacio informativo “RTP defiende” logró un compromiso de un burócrata de la alcaldía (el director de la Unidad de Mercados, un tal Kevin Martínez) para restituir el anaquel. Incluso el dirigente stronguista, Héctor Montes, se comprometió a colaborar. Nada siempre. Don Rodolfo, el “Che de la Yungas”, atravesó la cañada y se fue a la acera de enfrente, a la pequeña placita a un costado del mercado, esquina calle Ballivián. Colocó su bandera gualdinegra de nuevo, aprovechó las rejas y comenzó a vender. Don Rodolfo se endureció pero no perdió jamás la ternura, como decía siempre su querido Ernesto Guevara. Las bromas con sus caseros y caseras que compraban cada uno su periódico favorito no faltaban; aunque fuera cada uno del equipo del frente, aunque patearan contra su arco por el ala derecha.
“Rodito” —siempre vestido con uniforme guerrillero, boina negra, parche del Che cerca del corazón y estrella roja— también amaba la música, especialmente las percusiones. Era parte del grupo folklórico Voces del Illimani junto a los hermanos Armando y Roberto Flores Tornero, Germán Quispe y Luis Escóbar. EL “Che de la Yungas” tocaba tambor, marcaba el ritmo, señalaba el camino. El grupo —con una trayectoria de más de cuatro décadas— incluso participó en 2009 en la película El regreso del director Milton Llanos (actor también en la legendaria La bicicleta de los Huanca) con Jorge Ortiz y Raúl “Conejo” Beltrán en el reparto.
Voces del Illimani incluso grabó el videoclip Subo la cuesta para la película que transcurría entre luchas políticas y campeonatos de fútbol de mujeres de pollera. Los afiches de Voces del Illimani adornaban siempre su anaquel.
Don Rodolfo Marcelino Ibáñez nos dejó el pasado 28 de diciembre. Hacía un tiempo que ya no salía a vender periódicos: la pandemia, los años… La esquina del mercado Yungas luce ahora vacía. El barrio extraña harto la bandera del poderoso The Strongest y la figura inconfundible de su propio guerrillero caminando de madrugada por sus calles.
Los puestos de sus colegas canillitas se están vaciando de diarios y revistas. Ahora venden/muestran complementos para celulares, tarjetas telefónicas y leyes impresas, entre otras chucherías. El último canillita (stronguista hasta la médula, como le enseñó su padre) ha muerto. Se fue campeón. Con él, muere una época. Hasta la victoria, “Che de la Yungas”. Siempre. Que no pare de sonar el tambor, “Rodito”.
Texto: Ricardo Bajo H.
Fotos: Henry Ponce Barco