Arturo Reque Meruvia: del nacionalismo boliviano al franquismo español
Imagen: ARCHIVO GENERAL MILITAR DE ÁVILA
Frontispicio de la iglesia de San Juan de la Cruz. Abajo: Grabados de Arturo Reque Meruvia y Genaro Ibañez.
Imagen: ARCHIVO GENERAL MILITAR DE ÁVILA
Segunda parte de la investigación de Reynaldo J. González dedicada a recorrer la obra del artista cochabambino
Después de sobrevivir dos guerras como corresponsal gráfico en el frente de batalla, en 1940 el artista Arturo Reque Meruvia (1906-1969) retornó a su natal Cochabamba donde se instaló por seis años junto a su esposa y su pequeño hijo.
Este periodo de paz es el de su creación artística más importante en Bolivia, pero será tan sólo una antesala a su establecimiento definitivo en España, donde alcanzará un sitial de importancia al poner sus pinceles al servicio del régimen franquista.
Arte nacionalista
En las trincheras de la Guerra del Chaco (1932-1935) y de la guerra civil española (1936-1939) Reque Meruvia presenció la muerte, la enfermedad, la hambruna y las luchas siempre perdidas del hombre contra el hombre y del hombre contra la naturaleza. Estas visiones seguramente marcaron permanentemente su mirada del mundo y su arte.
No es de extrañar, entonces, que los asuntos indigenistas tratados en una primera etapa de su carrera fueran relegados en los 40 por otros vinculados a la ideología nacionalista imperante en el periodo previo a la Revolución Nacional de 1952.
En efecto, en este periodo el artista se avocó a la realización de obras inspiradas en episodios de la independencia patria, inscribiéndose a una tradición historicista y alegórica especialmente arraigada entre maestros residentes en la Llajta como José García Mesa (1849-1904), Elisa Rocha (1865-1966) y Avelino Nogales (1870-1948). Se trata de un tipo de arte que busca tocar el sentimiento nacionalista de sus espectadores en la evocación de un pasado heroico.
Ejemplos de esta nueva etapa son sus cuadros Batalla de Ayacucho, Batalla de Aroma, Batalla de Hamiraya y Batalla de las Heroínas de la Coronilla (1945-1946) conservados en la Gobernación de Cochabamba y La tea que dejo encendida… (1942) en los Museos Municipales de La Paz, entre otros de colecciones privadas y públicas distribuidos en el país.
En el plano formal estas obras tienen en común sus composiciones atiborradas de personajes y movimiento en un sentido barroco, un lenguaje de trazos fuertes y sueltos, pincelada corta y empastada y la utilización de soportes de grandes dimensiones. Su lenguaje cercano al expresionismo resulta innovador en un contexto artístico tradicionalista y rezagado, pero a la vez, tiene mucho en común con la obra impresionista de los paisajistas cochabambinos.
Es, en suma, lo más cercano de la época a un arte oficial que encarna los intereses y los gustos de las élites. Sus protagonistas mayormente mestizos y su lenguaje modernista van en paralelo al indigenismo dominante en la zona andina del país.
Retorno a España y elegía a Franco
Como el artista boliviano de mayor proyección internacional hasta la época, Reque Meruvia gozaba de una posición privilegiada en la sociedad local, recibiendo múltiples comisiones oficiales y privadas y ocupando el cargo de Director de la Academia de Artes Man Césped. Los motivos que le llevaron a retornar a España en 1946 son desconocidos, pero muy probablemente obedezcan a sus propias ambiciones y a los vínculos que había establecido con los militares consolidados en el poder en la dictadura de Francisco Franco.
Cabe recordar que, durante la guerra civil española el cochabambino se había desempeñado como corresponsal gráfico del bando nacional, registrando el conflicto en más de 200 ilustraciones publicadas en periódicos oficialistas y revistas militares. Además de sus dibujos, grabados y acuarelas firmados con el pseudónimo de “Kemer”, en este tiempo también pintó lienzos sobre episodios concretos de la Guerra Civil y sus combatientes, como queda evidenciado en sus obras Apoteosis de San Antonio y Asalto a la boyoneta….
Pero fue a su regreso a España cuando asumió el mayor encargo para el Gobierno español al realizar en 1948 la pintura Cruzados del siglo XX sobre una pared de 110 metros cuadrados ubicada en el vestíbulo de la Sala de Lectura del Archivo Histórico Militar de Madrid. Se trata de una obra alegórica exaltadora de la efigie de Franco como caballero defensor de España, mostrando una estrecha imbricación de motivos religiosos y nacionalistas. Precisamente en su centro se alza una gigantesca representación del generalísimo de rodillas, ataviado con una armadura de caballero medieval y una capa blanca, bajo la protección de Santiago Matamoros que cabalga en el cielo.
De acuerdo a un estudio iconográfico realizado por la historiadora Denise Péricard-Méa, a los lados de Franco se representa el curso de la guerra en cuatro grandes períodos: “De izquierda a derecha se tratan los inicios de la guerra, seguidos de la implicación de todos los partidos políticos hostiles a los republicanos, luego la implicación de toda una nación y, finalmente, la marcha hacia la victoria”.
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En 1975, tras la caída del régimen, la pintura fue reubicada en al Archivo Militar de Ávila donde también se resguardan las Láminas Kemer elaboradas por el boliviano. En este repositorio se encuentran igualmente dos de sus bocetos de murales realizados entre 1946 y 1947 para los mausoleos del Valle de los Caídos en Madrid, complejo monumental a cuya capilla se destinaba originalmente Cruzados del siglo XX.
Instalado en Europa, en esta época el cochabambino no dejó de hacer obras de temáticas bolivianas, algunas de las cuales fueron traídas al país. Entre estas se encuentran los cuadros historicistas Descubrimiento de Choqueyapu, Los trece de la fama, Hernán Cortés y sus naves, expuestos en La Paz a fines de 1951, mismos que evidencian su interés en representar episodios hispanos en la historia americana.
Es muy probable que además de las obras citadas hasta aquí, Reque Meruvia realizase otros cuadros de temática nacionalista para el gobierno y los militares españoles. Después de todo, el cochabambino fue un artista prolífico y de gran fama en el franquismo al punto que recibiría reconocimientos como la Orden de Isabel la Católica, la Cruz de la Orden de Cisneros y la Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio.
En España también realizó pinturas religiosas como el frontispicio del altar de la iglesia de San Juan de la Cruz en la plaza madrileña del mismo nombre. La obra es un mural cuadrado de 10 por 10 metros que representa en narración continua diversos momentos de la vida del santo en colores marrones y sepias que se integran perfectamente a las paredes cubiertas de madera del templo. De acuerdo a varias fuentes, también pintó el ábside de la iglesia de San Francisco de Asís de Vallecas en Madrid, los arcos de los retablos laterales de la Iglesia de Our Lady of Victories en Londres, además de otras iglesias de Madrid, Londres y Los Ángeles.
No es menos importante mencionar su obra en grabado, disciplina en la que se especializó en la Real Academia de San Fernando a inicios de los años 30 y que continuó practicando a lo largo de su vida como se ve, en la inclusión de una estampa suya en el libro Portrait of Latin America as Seen by Her Print Makers publicado en Nueva York en 1946, la premiación de su punta seca titulada Idilio Indio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de España de 1950 y la realización de una exposición en la galería de la Organización de Estados Americanos en 1954.
Reque Meruvia falleció en Madrid en 1969. En 2020, su hijo publicó la primera parte de una biografía novelada escrita en primera persona titulada Hablaré de mí (Imaynalla Nogamanta Parlaj), texto complementado con el breve documental Arturo Reque Meruvia. 1906-1969, disponible en Youtube.
Los datos hasta aquí expuestos presentan al artista boliviano más destacado en el plano internacional antes de la consagración en la segunda mitad del siglo XX de la escultora Marina Núñez del Prado (1910-1995). El volumen, la calidad y el alcance de la obra de Reque Meruvia plantean la necesidad de no sólo realizar investigaciones más profundas y certeras, sino de cuestionar el canon artístico boliviano, redimensionando el legado y la influencia de los artistas cochabambinos.
Texto: Reynaldo J. González
Fotos: Archivo General Militar de Ávila. Capturas de pantalla de documental de Arturo Reque Cereijo. Arquidiócesis de Madrid. Libros: ‘Portrait of Latin America as Seen by Her Print Makers’ y ¿Pintura en Bolivia en el siglo XX’ de Pedro Querejazu