El barbero Sweeney Todd afila la navaja
Imagen: miguel melgarejo
Imagen: miguel melgarejo
El Espacio Kúu, un nuevo teatro con foso orquestal, subirá el telón con uno de los musicales más célebres y oscuros del siglo pasado ‘Sweeney Todd’
En el final del primer acto, la tabernera besa con lascivia al barbero diabólico de la calle Fleet. Se abalanza sobre él. La mujer que hace las mejores empanadas de carne de la ciudad es la señora Lovett (Ashford), interpretada por la actriz y cantante Pamela Sotelo; el barbero es Sweeney Todd, en la piel de Leonel Fransezze, actor y director del musical que llegará este mes de marzo para inaugurar el teatro/espacio Kúu en Calacoto.
El musical creado por Stephen Sondheim (“el gran genio de la música escénica del siglo XXI”, Mario Gas dixit) es un clásico de Broadway. Ha logrado innumerables premios (Tonys incluidos) y ha sido llevado a escena en muchos países del mundo desde su estreno en los años 80. No es, sin embargo, un musical al uso. Es una obra oscura y violenta con humor y horror, a parte iguales. Si no te gusta el género por ser muchas veces retrato ideal y feliz (con mucho glamour) de un mundo que no existe, Sweeney Todd, el barbero demoníaco de la calle Fleet es una buena oportunidad para engancharte/reconciliarte con el musical. Si bien existen números musicales y canciones pegadizas, la obra (más de concepto) es teatro químicamente puro.
“Voy a vivir aunque lo tenga que hacer en las cloacas”. Es la frase al más puro estilo de Lo que el viento se llevó que grita el barbero cuando regresa al Londres de la era victoriana tras purgar una condena injusta. Es Fransezze que se adueña del escenario. Estamos en el ensayo general del musical. “Leo” se desdobla con una facilidad pasmosa. Cuando se mete en la piel del barbero asesino es un mal tipo; grita, insulta, se transforma su rostro. Cuando se pone en modo director, pide por favor las cosas. Con dulzura y a la vez rigor. “Muchachos, tienen que estar más rápido aquí arriba en la escalera, por si acaso”.
El protagonista del célebre musical es un barbero sádico que se dedica a pasar la navaja por el cuello de su clientela incauta. Es un asesino en serie. Esa es la parte del horror. La historia también es un cuento de amor, un musical sólido, un “thriller”. El centro del Espacio Kúu está dominado por una plataforma móvil que hace de cuarto arriba y panadería/barbería abajo. El musical requiere un gran trabajo escenográfico y el elenco viene ensayando duro durante los últimos 10 meses para que todo esté listo para el estreno este próximo 2 (sábado) y (domingo) 3 de marzo.
La obra tendrá seis únicas representaciones durante los tres primeros fines de semana del próximo mes. Sweeney Todd es también una fábula moral; un dilema ético con una historia fantástica/mordaz.
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Delante del escenario están ahora 25 músicos a cargo del director Andrés Muñoz. Son jóvenes talentosos salidos del Conservatorio, algunos con experiencia en la Orquesta Sinfónica. Son parte, ahora, de la flamante Orquesta Boliviana de Ópera que ha formado el propio Muñoz. En este ensayo general no están todavía colocados en el foso orquestal que va a tener el Espacio Kúu, situado en el Boulevard El Bosque de la calle 15 de Calacoto. “Vamos a inaugurar por primera vez desde 1845, desde la creación del Teatro Municipal, el primer teatro con foso para orquesta de toda Bolivia”, dice Fransezze, orgulloso, en uno de los descansos del ensayo.
“Red Bull y coca para todos; para los músicos, agua y galletitas, paramos cinco minutos, cinco no son quince”, grita el director. “Leo” y “Pame” charlan en la puerta. “Te abalanzas sobre el barbero pero creo que él no se deja besar”, le digo a ella. “Vas a ver el segundo acto, ahí prácticamente lo violo”. El humor y la tensión sexual entre los dos personajes malvados se mastica lentamente. Es una de las claves del éxito de la obra. Los dos, Fransezze y Sotelo, tienen ese reto por delante. Él todavía no está metido de lleno en el personaje. La relación entre el barbero y la señora que vende empanadas cerca de su barbería es una relación de complicidad y deseo. El hombre mata por venganza y la mujer amasa las mejores empanadas de carne de la ciudad para venderlas en su taberna: ora con los restos de un juez corrupto, ora con un barbero de la competencia, ora con un alguacil que molesta demasiado.
Las butacas todavía no han sido colocadas, esperan en los pasillos. El Espacio Kúu (oficialmente Kúu Inti por la marca comercial que apoya el emprendimiento) ha requerido una inversión de millón y medio de dólares. Los cuatro socios fundadores (Sofía Petignat, Leonel Fransezze, Luis Kushner y Alejandro Yaffar) saben que no recuperarán fácilmente la inversión. Y si lo hacen será dentro de 20 años.
La devolución va por otro camino: dejar/ofrecer a la ciudad de La Paz un teatro para todo tipo de eventos culturales/sociales: obras dramatúrgicas, ópera, musicales, ballets, “stand up”, cenas de gala… El Espacio Kúu tiene una capacidad en platea baja de 320 con mesas y sillas, de 420 con solo sillas y si se trata de un concierto, mil espectadores de pie. Cuenta con una platea alta (o mezzanine) y cuatro palcos, amén de cuatro camarinos con todas las facilidades. Tendrá un bar con terraza “lounge” con vistas a las hermosas bungavillas del boulevar, un bar “clandestino”, un “candy bar” y una variada oferta gastronómica. “Los tendremos haciendo fila”, dice el barbero como si hablara en realidad del Espacio Kúu. Por cierto, Kúu es un término japonés de difícil traducción: puede ser cielo, puede ser un espacio vacío, es siempre un lugar donde se juntan la creatividad, la energía, los espacios y el vacío.
Pero volvamos al ensayo después de este comercial. Con el director, no hay lugar para la pausa. Discute con el director vocal Fernando Pablo Valdivia. Recientemente llegado de Estados Unidos —tras 25 años trabajando en la escena—, Pablo discute con Leonel si tienen que entrar cuatro u ocho en esa escena. Estas “peleas” empujan al elenco a dar lo mejor, “nos acercan a la perfección”, dice Valdivia.
El “casting” ha probado a un centenar de aspirantes con la colaboración de Freddy Chipana en la selección y la dirección de actores. “¿Quién se apunta para una afeitada gratis?”, grita otra vez Fransezze antes de arrancarse con uno de los números musicales. Algo no sale bien. “Vamos desde que le cortó el cuello, por favor”.
El musical tiene un costo de 38.000 dólares. “Leo” sabe que es a pérdida. “¿Por qué lo haces entonces?”, pregunto. “Porque me gusta, porque es el musical que más me gusta, es lo más anti Andrew Lloyd Webber que puedas encontrar, está en las antípodas de lo que la gente espera de un musical; es muy oscuro y violento”, responde con el entusiasmo vital de siempre. “Lo de hacer este espacio-teatro es parecido, es el sueño de toda mi vida, dejar algo tangible, perenne, que permanezca, a nuestra ciudad y a nuestro país. Los dos grandes impulsores de esta locura son Sofía Petignat y Mauricio Toledo”.
Sweeney Todd, el barbero demoníaco de la calle Fleet es una obra compleja musicalmente hablando y complicada a nivel escenográfico. Es simple y llanamente uno de los musicales más importantes del siglo XX. “Es un musical muy complicado en su ejecución. Requiere cantantes con mucho oficio. La bravura musical que generó el autor y que claramente refleja el estado mental de los personajes, no es fácil de cantar. Por lo tanto, el entrenamiento vocal tomó mucho más tiempo de lo habitual para nuestras producciones. Sostener ese tiempo de ensayos no fue fácil; como producción llevamos casi un año en este proceso desde la primera audición donde se eligió a la mayoría de las personas del elenco”, dice la productora Claudia Gaensel.
En el elenco, amén de la pareja de protagonistas (Fransezze y Sotelo), están Pablo Valdivia, Sofía Ayala, Michelle Csapek, Daniel Ardiles, Mariana Torrico, Bismarck Barrientos, Erwin Erazo, Pablo Estrada, Daniela Arteaga, Vanessa Alcázar, Adrián Flores, Wilmar Velásquez, Alejandra Ríos, Luis Enrique Elías, Lisset Arandia y Mariel De La Riva.
Por tratarse de una obra de época, el vestuario y la escenografía juegan un rol esencial. Los trajes y los vestidos corren a cuenta de la producción de Claudia Gaensel y la productora Macondo. En un principio el vestuario no ayudaba para transmitir esa sensación de época victoriana, de lujo y miseria a partes iguales. Por eso mandó a hacer todo de nuevo.
“Este Sweeney Todd tiene un universo propio, es más ecléctico; no es una propuesta moderna, por eso elegimos el vestuario que nos gustó para cada personaje más que hacer un diseño estricto de la época, vamos a ver cómo queda. No me gustó porque si bien quería trabajar en una propuesta muy monocromática, el momento que la vi en escenario, que es el lugar donde realmente apruebas el vestuario, me faltó color y contrastes”, explica Gaensel.
“La escenografía es una protagonista más de la historia y como tiene efectos en su ejecución, requiere de cuatro personas dentro de escena que estén a cargo durante toda la obra. Logramos que sea efectiva para ayudarnos a contar y esperamos que se luzca como la concebimos. Tenemos la suerte de tener un equipo de gente muy talentosa que nos ayudó a armarla. El vestuario aún no lo terminamos, es la primera vez que me pasa de armar algo que tenía claro y cuando lo vi en escenario hace dos días no me gustó, así que estamos corriendo con los cambios”, dice Gaensel, que cuenta con la colaboración en vestuario de Belén Iñíguez.
“Se te olvidó lo del hombre infiel”. Reclama Fransezze, de vuelta al ensayo. Pamela Sotelo, fuera ya de personaje, acota con gracia: “es que el hombre infiel no existe, por eso se me olvida esa parte”. A pesar de los asesinatos y la oscuridad de la obra, el humor está presente en la obra, quizás para hacer más llevadera la trama. El humor está a cargo de la señora Lovett, por supuesto. Su rol ha sido interpretado en el teatro por Emma Thompson y en el cine (en la reconocida película de Tim Burton) por Helena Bonham Carter (Johnny Depp era el barbero). “De un gato salen cinco pasteles, cinco pies, nada más”. El barbero y la cocinera bailan pegados.
Mientras los músicos se concentran en el pentagrama, tienen que estar atentos. “Lo más difícil es mantener esa concentración, esa tensión a lo largo de dos horas y cuarenta y cinco minutos”, dice Andrés Muñoz. Francesse respira hondo cuando termina el ensayo general con vestuario y escenografía ya listos. Ese desdoblamiento es agotador. “Estoy un poco loco, ¿no ve?”. Y sí. Hay que estar un poco loco para montar un musical tan complejo en la inauguración de un teatro con foso orquestal, el primero desde 1845. Los músicos, algunos muy jóvenes, se abren camino entre las sillas y salen a buscar aire el boulevard. El ensayo ha terminado. La navaja de Sweeney Todd se afila de nuevo.
Post-scriptum: si se han preguntado cómo acabó en la vida real el famoso barbero Todd, la respuesta es que fue proceso por sus crímenes y ahorcado en 1802 frente a la muchedumbre. Aunque algunos aseguran que el barbero nunca existió. Otros juran haberlo visto afilando la navaja por el boulevard.
(Para informes y reservas para las funciones del sábado 2 y domingo 3 de marzo; 9 y 10; y 17 y 17 de marzo: comunicarse con el celular 625 17 819. El costo de las entradas es: platea en mesa, Bs150; mezzanine, Bs120; y palcos, Bs 100.
Texto: Ricardo Bajo H.
Fotos: Miguel Melgarejo y Ricardo Bajo Herreras