Laime Yujra, nudos de esperanza
Imagen: Ricardo Bajo Herreras y Galería Neo
Imagen: Ricardo Bajo Herreras y Galería Neo
La galería Neo de San Miguel acoge 11 obras de Cristian Laime Yujra, una nueva mirada sobre los mercados populares
Cristian Laime Yujra está de vuelta. Su nueva muestra se llama Nudo. Se exhibe en el nuevo espacio de la galería Neo (de Canela Ugalde, hija del recientemente fallecido Gastón Ugalde). Las obras conviven con una vieja máquina inglesa de grabado y con alumnos y alumnas de talleres de cerámica, dibujo, diseño, pintura. Son 11 cuadros donde no aparece su madre, marca de estilo. O por lo menos eso parece. Son 11 obras para gozar de lo cotidiano bajo una mirada diferente, con los ojos detenidos en cada detalle revelador. Son nudos pero también algo más que nudos; son relatos entrelazados de resistencia, ingenio y trabajo.
Dice Laime Yujra que su mamá está detrás de cada “quipu”, de cada “k’epi” callejero. Dice Cristian que los mercados populares han marcado su vida (y ahora su obra); y que los nudos de hoy son la esperanza de un mañana.
Entre plásticos y puestos, rozando el abstracto, vemos una bandera boliviana y un Illimani. La tricolor está atravesada por cuerdas, lista para ser vendida. “El Resplandeciente” se ve reflejado. Ni la patria ni la montaña son las mismas a toda hora. Depende de tu mirada, depende de tu lugar, depende de tu enredo.
– El nudo es el gran protagonista de esta muestra. ¿Qué significa esta figura?
– El nudo, en esta muestra, simboliza la interconexión de las realidades cotidianas de los mercados populares de La Paz y El Alto. Es una representación visual de la resistencia, la adaptabilidad y la unión de lo que a simple vista podría parecer inconexo.
Los nudos reflejan la fuerza de las relaciones humanas, las tradiciones arraigadas y la lucha diaria por la supervivencia. Son también una metáfora del poder de los vínculos que, al igual que los nudos, mantienen unidas las vidas de las personas, sosteniendo el tejido social de estas ciudades unidas por lazos invisibles o que no queremos ver.
– ¿Cuáles son los “lazos eternos” y cuáles son nudos de hoy para mañana?
– Los lazos eternos son aquellos que trascienden el tiempo, representando conexiones profundas y duraderas: la familia, las tradiciones culturales y el sentido de comunidad que ha pasado de generación en generación en estas alturas. Estos lazos están tejidos en la identidad misma de las personas y son difíciles de deshacer. Los nudos de hoy son las conexiones que nos dan las esperanzas de un mañana, probablemente incierto, son los testimonios en los cuales daremos fe de nuestra existencia.
– Es la primera exposición donde no vemos a tu madre.
– Hay un nudo presente en cada uno de los seres humanos, que nos une al lazo maternal, esa conexión umbilical aún existe, persiste, y me niego a dejar, o no me deja. No debería. La presencia de mi madre es omnipresente, porque de cierta manera vi la vida de un nudo a otro, envuelto en aguayos y fajas anudadas, atado a la espalda de mi madre con un gran nudo en el pecho. Para mi supervivencia, vi la infancia entre mercados, ferias y calles en el mercado Rodríguez, la Buenos Aires, el cementerio y la Ceja de El Alto, donde ella fuera ambulante y después comerciante. El nylon y el nudo aún persisten en mí; y la presencia de mi madre es inevitable en cada pincelada que doy.
–¿Estás en un período de transición?
– Efectivamente busco la transición, tratando de no repetirme, si bien tomo elementos que ya he trabajado, buscar nuevos mundos, explorar nuevos horizontes.
– Incursionas en Nudo en otros géneros, incluso rayando el abstracto, ¿estás probando nuevas propuestas/temáticas?
– Siempre ando en esa búsqueda constante, a veces el progreso técnico, pero también un progreso conceptual, creo que en el equilibrio entre ambos radica la noción de arte.
– En algunos de los cuadros pareciera que el óleo se sale del cuadro, como si fuera una red comunitaria, ¿cuál es la intención?
– Salir del esquema formal, ser y no ser tradicional al mismo tiempo. Sé que no es novedad, pero siendo honesto, añadirle algo de ilusión óptica, generar esa duda, en el lector-espectador del ¿cómo está hecho? para que luego se pregunte, ¿por qué lo ha hecho?
– Abordas en Nudo la cotidianeidad de los mercados, dominados por el omnipresente plástico y los “k’epis”. No caes, sin embargo, en la tentación del retrato de las vendedoras, de las mujeres de pollera, tan manido. Te concentras en cosas, en objetos, en ataduras, en ladrillo, en conexiones. ¿Por qué?
– Al concentrarme en los objetos, en las ataduras y en las conexiones, quiero resaltar la esencia invisible pero imprescindible de las vidas de las personas que habitan estos espacios. Los mercados son un universo propio donde cada objeto, cada nudo y más aún cada ladrillo cuenta una historia, a menudo más allá de lo que las palabras pueden expresar.
El plástico, los “k’epis” y los nudos que ves en mi obra son representaciones de la lucha diaria, de la creatividad y de la resistencia de las personas que, aunque no estén físicamente retratadas, están profundamente presentes en cada elemento. En cada obra de arte que nace al atardecer y muere en la madrugada por que son esculturas nocturnas, son ataduras somnolientas; cada nudo se cierra con un sueño y se desata con una esperanza.
Estos objetos, a menudo vistos como inanimados o comunes, están cargados de la energía y el esfuerzo de las vendedoras, de las cholas. Es una manera de hablar de ellas sin mostrarlas directamente, enfocándome en los signos de su trabajo y vida cotidiana.
– El único cuadro que se sale de esta nueva temática es un Illimani, reflejado con imperfecciones. Parecieran reflejos del Salar de Uyuni o en del mismo Lago Titicaca. La obra se llama La ilusión del tiempo. Nunca había visto así al “Tata” Illimani, por partida doble. Me recuerda a la primera vez que Borda pintó la montaña desde los cielos. ¿De dónde te ha venido esa imagen?
– La ilusión del tiempo surgió de una reflexión sobre la percepción y la memoria que tenemos de los símbolos más arraigados en nuestra cultura. El Illimani es una figura imponente y constante en la vida de quienes vivimos cerca de él. Sin embargo, quise explorar cómo ese símbolo puede distorsionarse, cómo nuestras percepciones y recuerdos pueden crear versiones alteradas de lo que conocemos tan bien.
La idea de reflejar el Illimani es un juego visual que desafía ínfimamente la realidad, creando un espejo en el que las imperfecciones no son defectos, sino reinterpretaciones de un tiempo y un espacio que son tan fluidos como nuestras memorias y experiencias.
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Esta obra se diferencia de las demás en la muestra porque no trata directamente con los objetos cotidianos y las conexiones humanas inmediatas, sino con un símbolo más grande que trasciende lo cotidiano. Es una meditación sobre la permanencia y el cambio, sobre cómo incluso lo que consideramos inmutable, como el Illimani, puede ser percibido de manera distinta dependiendo de nuestro contexto y estado emocional.
– El otro cuadro que llama la atención es una bandera boliviana atada con cuerdas. Su título: Made in Bolivia. ¿Es una metáfora de nuestro enredo?
– Totalmente, es metáfora, testimonio y anécdota. Es una lectura de un país en venta, un estado como mercancía, donde todo problema radica en que nos estamos vendiendo, creo que el contenido va más allá del contexto actual. Viene desde la construcción de nación fragmentada, dividida, caótica en sus pliegues. Puede que sea la visión de un cuadro pesimista, pero como todo en la vida y más en esta obra, viene a ser ambivalente. Estos nudos que aprietan son también los lazos que nos unen, ancestros comunes que atan un país con todas sus virtudes y defectos.
– Cris Lanza ha filmado recientemente un documental sobre tu vida y obra, ¿qué nos vamos a encontrar?
– La idea era mostrar, en principio, el porqué de los retratos de mi madre pasando por algo de mi historia personal, y lo que me precede, algo de mi contexto. No lo vi aún pero según supe que está participando del Concurso Municipal de Video “Amalia Gallardo”, así que creo que no sería prudente hablar del documental por ahora.
*Neo Galería se encuentra en la calle José María Zalles, número 19, del barrio de San Miguel frente a Casa Grito.
Texto: Ricardo Bajo H.
Fotos: Ricardo Bajo Herreras y Galería Neo