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2013 es el año de la cruzada para salvar al Cerro Rico

Un histórico Cerro Rico luce debilitado después de 467 años de explotación y de haber aportado al sostenimiento económico de Potosí y del país —tras haber sido saqueado en la época colonial. Ahora debe ser preservado y así lo entienden las autoridades potosinas, que tomaron la decisión de declarar en 2013 como el año de una cruzada departamental para resguardar este patrimonio.

La alarma se encendió en la Villa Imperial hace dos años —y no se ha apagado—, tras los permanentes deslizamientos que se produjeron, principalmente, en la cúpula del Sumaj Orcko (montaña majestuosa, en quechua), lo que abrió la polémica sobre si se debe o no continuar con la explotación metalúrgica en este coloso de plata y estaño que, debido a ello, ha perdido su estructura cónica y amenaza con más hundimientos, lo que incluso afectaría su estabilidad.

El último estudio elaborado por la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) establece que el macizo tiene daños muy severos, con tres zonas de alto riesgo y otras de riesgos medio y bajo, fruto de los más de cuatro siglos de extracción y perforación en sus entrañas, sin haber tomado las medidas que garanticen la permanencia de sus “pilares de sostenimiento”. Esto ha provocado que el antiquísimo pico perfecto del Cerro Rico, que llegaba a 5.183 metros, se reduzca a 4.786 metros.

El gobernador potosino, Félix Gonzales, está consciente de la grave situación estructural del protector de la Villa Imperial, que lleva el título de Patrimonio de la Humanidad conferido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés). Por ello, anuncia que —por ser además un símbolo de Bolivia y de los potosinos—, se destinarán los recursos económicos necesarios para su preservación.

De inicio, como un homenaje al aniversario departamental del 10 de noviembre, el Gobierno nacional, junto a la Gobernación, darán inicio a los trabajos para cumplir esta misión de dos fases. La primera incluye la rehabilitación de la mina San Luis, la construcción del camino hasta la cumbre o “sombrero de hierro” y el relleno del hundimiento. En tanto que la segunda consiste en la “conformación (o reconstrucción) de la cúspide”, informa la autoridad.

La empresa Q&Q es la adjudicataria de las obras de estabilización, que involucrarán una inversión de Bs 16,79 millones. Las tareas deberán realizarse en el plazo de nueve meses, es decir, 270 días hábiles. Sin embargo, el Gobernador comenta que se harán las gestiones para que el dinero no solamente salga de las arcas nacional y departamental, sino de las compañías privadas y  cooperativistas que se benefician de la explotación minera en la colina.

Unidad. Parte de la cruzada es precisamente involucrar a toda la cadena productiva. “Tanta plata se han llevado desde la Colonia los empresarios metalúrgicos y ahora quién se acuerda del Sumaj Orcko”, se pregunta Gonzales, al comentar que envió notas a las diferentes firmas,    cooperativas e ingenios para contar con su apoyo. A la par, la Gobernación recurrirá a la Embajada de España en Bolivia y otras legaciones diplomáticas para que se unan a este emprendimiento de reconstrucción.

Actualmente, en el sitio operan cerca de tres decenas de cooperativas que aglutinan a aproximadamente 15 mil mineros que ingresan cada día al yacimiento. Asimismo, existen 634 bocaminas, muchas de las que están cerradas por la inestabilidad del terreno. Diariamente, los obreros extraen entre 2.500 y 3.000 toneladas de cargas mineralizadas, de acuerdo con los reportes oficiales.

Se cuenta con un buen ambiente para que la campaña cuente con la colaboración de distintos sectores potosinos. Por ejemplo, ya se tiene un Comité de Preservación del Cerro Rico de Potosí que está conformado por instituciones, organizaciones y profesionales que realizan estudios y encuentros para dar a conocer la situación del macizo. A la par, el alcalde de la ciudad de la Villa Imperial, Zenón Gutiérrez, expresa la predisposición del Gobierno Municipal para ser parte de esta cruzada, aunque advierte que la clave del éxito está en convencer a los mineros.

El dirigente cooperativista Guillermo Condori adelanta que sus bases pondrán de su parte para garantizar la vida de la colina; no obstante, establece como condición que no se suspendan las labores de extracción, aunque aclara que aceptarán el abandono de las “zonas rojas” establecidas en el último informe de la Comibol. El Gobernador entiende esta posición porque relocalizar a los obreros implicaría dejar a miles sin trabajo y en las calles, lo que derivaría en un gran problema social.

Precisamente un punto que critica el Comité Cívico de Potosí es la relación entre el Gobierno departamental y los cooperativistas. Su vicepresidente, Jhonny Lally, afirma que hay “una cierta complicidad” que impide tomar decisiones más estructurales destinadas al control de la explotación metalúrgica y la consiguiente restauración del Cerro Rico. Sin embargo, el presidente de esta entidad, Celestino Condori, no desecha ser parte de la campaña, “siempre y cuando se muestre voluntad política” para erradicar la labor minera desde la cota 4.400, lo que provoca el hundimiento del sitio.

Una de las propuestas pasa porque los mineros accedan a nuevas áreas de operación. Gonzales considera que es una salida viable, pero para ello debe existir el concurso de la Asamblea Departamental y la decisión de la Asamblea Legislativa Plurinacional para emitir una norma específica y recursos económicos. Una idea que es bien recibida por los dirigentes cooperativistas y cívicos.

Es impensable referirse a Potosí sin su Sumaj Orcko. La bonanza que vive la Villa Imperial gracias a la minería se refleja en sus calles, con la circulación de vehículos de lujo, con la aparición de nuevos barrios, con la construcción de viviendas y edificios modernos que demuestran el creciente movimiento económico en el departamento, lo que se debe en gran medida a los buenos precios de los minerales en el mercado internacional, fenómeno que lleva buenos años y que no tiene síntomas de decaer en el corto plazo.

Esta actividad genera $us 80 millones solamente en regalías para la Gobernación, guarismo que representa la mitad de su presupuesto. El Cerro Rico es también sinónimo de ingresos para el municipio citadino, pero igual está atado al auge del rubro del turismo, porque este símbolo es la imagen de Potosí para el mundo, más aún, de Bolivia, para atraer a visitantes de todos los continentes.

Al respecto, Genoveva Yáñez, de la dependencia de Turismo de la Gobernación, afirma que en 2011 arribaron 71.674 personas, particularmente de Argentina, Brasil, Chile, Francia, Alemania, Inglaterra, Austria, Suiza, y el guarismo apunta a incrementarse en esta gestión. Es que los forasteros no solamente llegan para conocer la Casa de Moneda y la riqueza arquitectónica colonial de la Villa Imperial, ya que suben hasta los socavones del Sumaj Orcko para conocer su historia, las condiciones laborales de los mineros y el museo Diego Huallpa, en el interior mina.

Ingenieros y geólogos calculan que la montaña tiene todavía casi 1.200 millones de toneladas de minerales, mientras que una investigación del museo Diego Huallpa estima que se extrajeron más de 985 millones de onzas troy desde que comenzó su explotación en 1545. Y pese al actual ritmo de explotación y el “cáncer” que se extiende por su interior, el Cerro Rico todavía contiene importantes cantidades de minerales. Por ejemplo, el Gobernador  se anima a señalar —con base en estudios a los que accedió— que el Sumaj Orcko tiene, por lo menos, una vida de 200 años más, y para garantizar esto es necesario que todos se unan para salvarlo del colapso.

La historia del Sumaj Orcko

Cerro • La leyenda cuenta que una noche de 1545, el nativo Diego Huallpa descubrió las reservas minerales en el Cerro Rico. Luego, los españoles se enteraron de lo acontecido y comenzaron a explotar las vetas del guardián de la Villa Imperial, que proveyó de ingentes riquezas a la Corona; no en vano Potosí fue una de las principales ciudades del mundo en la Colonia y se instaló una casa para acuñar monedas.