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Cinco años extendiendo el brazo para salvar vidas

Desde hace cinco años lo acompaña la tranquilidad de saber que en este mundo hace algo por sus semejantes, aunque no lleguen a conocerlo. Es un hombre de 47 años, paceño y dedicado a actividades vinculadas con el comercio, pero singular por su infaltable cita para donar sangre. Desde aquella primera vez hasta hoy donó el equivalente a un poco más de toda la sangre que circula por su cuerpo.

Se llama Pedro Contreras, uno de los pocos “donantes fidelizados” que se encuentran registrados en el Departamento de Promoción y Extensión Social del Banco de Sangre de La Paz. Destaca en la lista debido a sus al menos 18 donaciones trimestrales de 435 ml, cada una, en el banco de sangre.

No es una experiencia traumática, como podría pensarse, lo que le impulsó a dedicar parte de su vida a esa actividad, sino una casual a la que la mayoría se expone a través de las pantallas de televisión. “Muchas cosas que uno ve en las noticias de televisión, de gente que necesita ayuda y no hay quién se la dé. Eso es un poco lo que me ha motivado a ayudar”, explica.

No recuerda el día en que comenzó con esa labor social, pero sí disfruta la satisfacción de estar ayudando. El cuerpo humano tiene al menos 5,6 litros de sangre y Contreras, en todo este tiempo, ya sumó 7.830 ml donados y se acerca a duplicar la cantidad que corre en su torrente sanguíneo.

Su tipo es ORH+. En julio fue la última vez que le extrajeron plasma y ya espera la próxima cita. “No necesito prepararme de ninguna forma, no hay efectos secundarios, no interfiere con mis actividades, no me siento enfermo, tampoco engordo ni enflaquezco. Solo requiere de voluntad y lo único que demora es 20 minutos de tiempo cada tres meses”, sostiene.

Las autoridades del Banco de Sangre no pasaron por alto el gesto y compromiso del “donante fidelizado” y hace algún tiempo lo distinguieron con una plaqueta.

Es un fiel “cliente” de la Unidad Móvil, aquel vehículo equipado y que habitualmente está en el paseo de El Prado y otros sitios concurridos a la espera de un próximo salvador de vida.

La jefa del Departamento de Promoción y Extensión Social del Banco de Sangre, Carla Román, destaca la actitud de Contreras por su compromiso con la vida. “Donante fidelizado”, explica, es considerada aquella persona que en el año ya donó al menos dos veces.

Hay un procedimiento formal antes de cada sesión y es tomar los datos personales y verificar condiciones como estar comprendido entre los 18 y 60 años, pesar más de 50 kilos, no haber consumido bebidas alcohólicas 48 horas antes y, en el caso de las mujeres, no estar dando de lactar, por ejemplo.

“Seamos solidarios; uno no sabe cuándo podría necesitar ayuda. Lo que uno da, recibe”, reflexiona Contreras. Recuerda que alguno de sus amigos y familiares, a partir de su experiencia, acudieron a donar sangre, aunque no con la misma periodicidad que quisiera.

Tiene una hija de diez años, quien aún no conoce lo que su padre hace. No cree necesario hacerla partícipe aún de su actividad trimestral. “Yo no comento mucho lo que hago porque, creo, lo que uno hace es más para una satisfacción personal. Además, está pequeña y de pronto no va a entender bien”, justifica.
Habitualmente acude a la Unidad Móvil entre las 11.00 y el mediodía. No le es difícil llegar porque el vehículo está parqueado en El Prado, la plaza de San Francisco o frente a la Plaza del Estudiante, en el centro paceño.

Los cinco miembros del equipo médico, incluido el chofer, ya lo conocen; no es necesario presentarse o pedir información. Sigue el procedimiento de memoria, porque, pese a conocerlo, debe cumplirlo por protocolo antes de, como decía una campaña de sensibilización, “extender el brazo a la vida”.

No solo es un donante habitual, ya que cuando fue necesario también se movilizó para ayudar. “Nunca he llegado a conocer a alguien que haya recibido sangre. Aunque, mediante los amigos del Banco, una vez nos hemos movilizado para colaborar con el hijo de una compañera de trabajo”, recuerda.

La sangre es sometida a pruebas como de Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), hepatitis A, B, C; y chagas. De detectarse alguno de esos males se contacta al donante para informarle y que se someta a otros exámenes. Si el resultado es negativo, la sangre es llevada a hospitales como de El Niño y otros del sistema de salud.

“Es retribuir con un granito de arena lo mucho que recibimos de la vida, de Dios”, afirma Contreras para explicar la actividad que inició hace cinco años y que le permite, cada tres meses, renovar su satisfacción de ayudar.

La Unidad Móvil opera desde hace siete años en la ciudad, principalmente en lugares concurridos del centro. Para el próximo año hay planes de extender su cobertura territorial. La labor del equipo no es fácil. “Es sacrificado lo que ellos hacen, estar todo el día en la calle, en medio del sol, la lluvia, el viento”, comenta.

Para mediados de septiembre planificó su próxima cita con el fin de donar sangre y no piensa dejar esa actividad social. “Lo seguiré haciendo hasta que el cuerpo me aguate”, asegura.