Llueven las bendiciones para el Jiliri Apu Mallku
Al interior del repositorio estaba una parte de los invitados que visitan el país. Ahí también estaba el monolito Pachamama —más conocido como Bennett en honor a su descubridor, el estadounidense Wendell Bennett—, una pieza que fue rescatada de la plaza del estadio de La Paz.
“Esa es una bendición para nosotros, creemos que el Estado Plurinacional va a avanzar”, afirma Hilarión Mamani, mientras señala el cielo nublado con sus brazos. Aún no amanece y una tenue llovizna rocía el campo ceremonial de Tiwanaku, el lugar donde el presidente Evo Morales fue ungido ayer como Jiliri Apu Mallku, el máximo cargo político en la cultura de los pueblos aymaras.
El sonido de los pututus marca el paso marcial de la guardia indígena. Unos 600 Ponchos Rojos llegan hasta las puertas del “sitio sagrado” para alistar el arribo de su líder. A la par de ellos, unos 1.300 policías y cerca de 3.000 efectivos de las Fuerzas Armadas resguardan los alrededores del espacio arqueológico. “¿Están acreditados sus vehículos?”, pregunta un oficial. Ningún automóvil puede traspasar la barrera de seguridad que instalaron un día antes los miembros del orden. Lo sabe la representante en Bolivia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Katherine Grigsby, quien llegó hasta el campo ceremonial a pie por una senda anegada de lodo, el efecto inminente de la persistente lluvia que cayó horas antes.
“No importa. Hay que estar en la ceremonia de Evo”, indica Antonio Vela, que llega desde la localidad de Tarabuco, en el departamento de Chuquisaca, junto a unos 90 comunarios. “Con el entusiasmo de participar hemos venido”, añade. Viajó durante dos días para llegar a Tiwanaku y no cesa de tocar su machu tock’oro —una especie de flauta— mientras baila.
El ritmo cansino que interpreta Vela se entremezcla con el zumbido de las hélices de los helicópteros Super Puma que sobrevuelan para transportar a dignatarios invitados al evento. Al menos tres presidentes, cinco vicepresidentes y unas 55 delegaciones han llegado de a poco al lugar. Unos por aire, otros a pie. La senda que conduce al centro arqueológico sigue anegada de barro, aquel que se produce cuando la tierra es arenosa tal como ocurre en Tiwanaku.
Faltan 15 minutos para las 08.00. Un movimiento inusitado se produce en las afueras del Museo Lítico, escenario de los ritos iniciales. Los Colorados de Bolivia —la guardia presidencial— se preparan para rendir honores militares. Es el vicepresidente Álvaro García, quien baja del Super Puma junto a su esposa, Claudia Fernández.
CEREMONIAS. Al interior del repositorio está una parte de los invitados que visitan el país. Ahí también está el monolito Pachamama —más conocido como Bennett en honor a su descubridor, el estadounidense Wendell Bennett—, una pieza que fue rescatada de la plaza del estadio de La Paz.
Flanqueado por la estela, García posa sonriente para las cámaras de los medios estatales. Minutos después, parte en comitiva con dirección al sitio arqueológico de Tiwanaku. El frío recrudece en el árido altiplano, pero no inmuta a los indígenas que resguardan el lugar. De rato en rato, algunas hojas de coca se entremezclan con los jallallas (por la vida) que exclaman los comunarios para recibir a los visitantes extranjeros y nacionales. Efectivos de la Policía, vestidos de civil, resguardan el lugar puesto que ahí se custodia la vestimenta que lucirá el presidente Morales para los rituales ancestrales. También lo hacen dos columnas de unos 100 amautas varones y mujeres.
Una hora después, a falta de 19 minutos para las 09.00, el vehículo Lexus se detiene en las puertas del lugar. Los Colorados le rinden honores militares de rigor a su comandante, el Capitán General de la Fuerzas Armadas. Como en 2006 y 2010, el presidente Morales se alista para recibir la sabiduría de los achachilas (dioses). Al interior del Museo Lítico, cuatro amautas preparan el incienso y el copal para una “limpia” al Mandatario antes de que éste proceda con su vestimenta. Así, se da inicio al ritual de imposición de su tercer mandato consecutivo. Este año es particular. El vestuario lleva dos ornamentos de oro con el diseño del Tata Inti o Padre Sol en la túnica o unku y el sombrero de cuatro esquinas o ch’uku. El diseño es el mismo que se refleja en la Puerta del Sol. “Es para que absorba las energías del Inti”, precisa Guamán, uno de los amautas que participa de los ritos.
Los sahumerios con inciensos se encienden y las dos columnas de sacerdotes andinos que se apostaron en las afueras del lugar se aprestan a recibir al Apu Mallku. Suenan los pututus. Morales se abre paso entre los sacerdotes y saluda a quienes lo esperan.
Viste una túnica de color café cobrizo. Un sombrero teñido de un rojo intenso. “El poncho es de lana de vicuña para que el Presidente sea ágil como lo es ese animal y el sombrero representa al airampo, una planta que crece en las condiciones más adversas”, explica Guamán. Estas cualidades serán transmitidas al gobernante.
Frente al Templo de Kalasasaya, donde están situadas las delegaciones internacionales, se oye un cerrado aplauso. Una cámara adentro del museo y unas pantallas distribuidas en el lugar transmiten lo que sucede durante el rito.
Unos 20 amautas acompañan luego a Morales por la senda que conduce al centro ceremonial. Wiphalas y banderas bolivianas flamean con el intenso viento y marcan el camino hacia la Pirámide de Akapana. El ritual es privado, solo los sacerdotes pueden acceder a la cúspide del sitio sagrado. Encienden un sahumerio para pedir permiso a la Pachamama (Madre Tierra). Otro ritual similar se produce minutos después en el Templo de Kalasasaya. Allí, 16 sacerdotes ungen a Morales antes de recibir los símbolos del tercer mandato indígena.
A las 09.40, el portal de este templo se inunda de vítores y jallallas. Triunfante, el Jefe del Estado sale para recibir los aplausos de al menos 7.000 personas que llegaron hasta el lugar.
Entre el bullicio surgen voces de un coro indígena que entona el Himno Nacional de Bolivia. Una primera parte se escucha en castellano, otra en quechua y la última en aymara. Los organizadores de la ceremonia ancestral de Tiwanaku no podían dejar de lado este detalle. Así se cerraba la ceremonia ancestral.
Un par de bastones de mando estaban listos para entregarlos al Presidente, pero antes había que escucharlo.
“Saludar a los hermanos de Bolivia, del continente y del mundo. Con el permiso de nuestras wacas, apus y achachilas, bajo la mirada de la Cordillera de los Andes, Huayna Potosí, Illampu, Illimani. Bajo el cuidado del cerro CuchiCuchi del ayllu Sullka, del cantón Orinoca. Con el permiso de nuestro Padre Sol y la Madre Luna, de nuestra sagrada hoja de coca”, señaló Morales al abrir su discurso. Era necesario pedir permiso a los dioses del mundo andino.
Los visitantes seguían llegando al lugar. Representantes de delegaciones de organizaciones sociales que arribaron de Argentina, Chile, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, entre otras, escucharon atentas las palabras del Mandatario. “Es un día especial, histórico, de reafirmación de nuestra identidad, de reafirmación de nuestra revolución democrática cultural”, añadió Morales con el sonar de pututus, mientras se distribuían mates de coca y café entre los visitantes extranjeros. La altura del altiplano, 3.650 metros sobre el nivel del mar, había hecho efecto. Sin embargo, el Jefe del Estado no se detuvo
MANDATO. “Estamos viviendo tiempos del Pachakuti, Pacha quiere decir equilibrio, Kuti quiere decir retorno; entonces, Pachakuti quiere decir retorno al equilibrio, retorno a la igualdad con políticas de solidaridad y complementariedad”, enfatizó. “Aquí estamos para gobernar nosotros mismos, haciendo respetar nuestra Pachamama. Lo que nuestro abuelo Julián Apaza, Túpac Katari, dijo: Yo muero, volveré millones. Ahora no solamente somos millones ancestralmente, sino que también somos millones electoralmente, muchas gracias hermanas y hermanos de Bolivia”, apuntó Morales en medio de los aplausos.
El Mandatario, el 12 de octubre, obtuvo el 61,32% de los votos en los comicios generales. Se convirtió en el único presidente que obtuvo tal mayoría desde que Bolivia recuperó la democracia en 1982.
Apostado en las escalinatas de Kalasasaya, el gobernante revalorizó las cualidades de las culturas ancestrales y las de la sabiduría tiwanakota, y apuntó al fortalecimiento de la cultura como base del Estado Plurinacional. “No se trata de un retorno romántico al pasado, sino más bien de una recuperación científica de lo mejor de nuestro pasado para combinarlo con la modernidad”.
Futuro. “Con una modernidad que nos permita hacer industrias sin dañar a la Madre Tierra, con una modernidad que nos permita hacer desarrollo en equilibrio con nuestra Pachamama, entonces, se trata de restablecer el equilibrio entre el ser humano y la Madre Tierra”, señaló Evo Morales.