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Paceños, los que más radican en otras regiones

El acelerado proceso de migración campo-ciudad por el que atraviesa el país, sobre todo en las tierras altas rurales de Bolivia, está causando que muchas comunidades se queden vacías o con muy pocos habitantes, quienes en su mayoría son personas de la tercera edad. Los jóvenes migran a las ciudades, y por ende, la producción agrícola disminuye.

“Estamos viendo el proceso de despoblamiento del campo, especialmente de un segmento, el de los jóvenes, un grupo importante porque genera riqueza, genera producción, productividad y desarrollo”, sostiene René Pereira, sociólogo y experto en migración.
Agrega que el migrante que deja su comunidad tiene mayor preparación que el nativo que se queda, así lo demuestran los datos del Censo de 2001.

Según información del Censo de 2012, el municipio potosino de Tinguipaya es uno de los más dispersos: tiene una población de 34.432 habitantes y más de 25.000 residen en Sacaba (Cochabamba). En las regiones del altiplano y el valle hay por lo menos uno proveniente de este lugar de Potosí.

La zona es productora de papa, papalisa, haba, maíz y trigo, pero presenta vulnerabilidad a impactos climatológicos, como sequía y heladas. Para paliar esta situación, el sociólogo sugirió a las autoridades locales fortalecer las mancomunidades, a fin de evitar la desaparición de pequeños poblados e incentivar la producción y hacerla competitiva.

“Hay ciertos municipios que prácticamente son expulsores e inviables, por tanto hay que usar el sentido común. Si éstos no se pueden mancomunar para ser productivos, se debe acelerar su flujo migratorio a ciudades intermedias, donde el Estado tendrá que ejecutar proyectos e inversiones”.

Según Pereira, la migración interna es un tema descuidado por las autoridades, al contrario de lo que sucede con la migración internacional que “goza de mejor situación”. “Hace años se aprobó la Ley de Migración Internacional, que es positiva y genera recursos, lo mismo se puede hacer para adentro”.

‘El campo está relegado y hay mucho que hacer’

Katherine Grigsby

Si uno revisa los aspectos entre la situación urbana y rural verá que el campo todavía está relegado, hay mucho que hacer. El Censo de 2012 ha demostrado que hay un proceso acelerado de ‘metropolización’ en Bolivia.

La mayoría de la población se está concentrando prácticamente en el eje central y las zonas rurales ya no son lo que eran anteriormente. Ello no quiere decir que no hay una presencia importante de población rural originaria, indígena, campesina, a la que el Gobierno debe atender en cuanto a sus demandas planteadas.

En realidad es una política de dos bandos o lados. Primero uno observa, y con bastante claridad, que hay una presión muy grande puesta en las zonas urbanas, tales como la presión de la población por el acceso a los servicios básicos (agua, luz, alcantarillado), educación y atención en salud.

Estas demandas hacen que realmente se desborden las capacidades con las que las ciudades se desarrollaron. Pero esta situación a la vez es una oportunidad enorme para el Estado, porque a partir de este fenómeno se pueden comenzar a diseñar políticas de desarrollo que consideren esta tendencia, tomando en cuenta estos factores de concentración de población en las capitales urbanas.

Al otro lado queda el área rural, que tiene un desarrollo productivo muy importante y que aporta a la economía nacional, porque es el sector que abastece de alimentos a las ciudades y a las familias de las mismas comunidades. Es para este sector para el que se debe elaborar y tener políticas claras de desarrollo agrícola.

Bolivia tiene una importancia tremenda en el desarrollo actual, por ello se deben elaborar más proyectos para el sector productivo, esa es una tarea muy grande por hacer y que todavía está pendiente para las autoridades.

Katherine Grigsby, de Naciones Unidas *Es coordinadora de las Naciones Unidas (ONU) en Bolivia