Estilistas, costureras y comida típica, la otra entrada
Una peculiar oferta culinaria fueron preparaciones especiales en platos de barro
A una cuadra del punto de partida de la peregrinación en honor a la Virgen del Socavón se instalaron decenas de negocios para satisfacer las múltiples necesidades de los bailarines, desde costureras, estilistas y maquilladoras hasta el servicio de gastronomía.
En la avenida Villarroel casi esquina Potosí, Suleyka Paco puso un toldo en el que ofrece servicios, según rezaba su letrero, como “make up profesional”. En pleno maquillaje a una clienta, responde a las consultas por sus tarifas: ofrece tres trabajos por un costo de Bs 100 a 200: trenzado de cabellos, maquillaje y un sellante fijador. Su empeño, asegura, es que las bailarinas se pongan bellas para la Entrada.
“Todas las chicas que vienen aquí se van felices porque resaltamos sus rasgos, especialmente los ojos, y combinamos con los colores de sus trajes”, señala la estilista, que labora por sexto año consecutivo en el Carnaval.
compatriotas. Mientras Suleyka se concentra en su trabajo, su clienta Ximena Mamani cuenta que forma parte del Conjunto Folklórico Sambos Caporales, Bloque Buenos Aires, conformado por 30 integrantes provenientes de Argentina, en su mayoría descendientes de bolivianos.
“Estoy nerviosa porque es la primera vez que bailo en Oruro”, revela, aunque se siente cómoda con Suleyka, pese a que sabe que su fraternidad está a punto de ingresar y ella aún no está vestida con el traje.
A unos cuantos pasos, Verónica Rojas también está afanada en costurar, con una máquina industrial, las fajas de un bloque de caporales. Sus tarifas van de Bs 5 a 20, “aunque si el trabajo es demasiado fuerte, cobro 50”, revela sin el menor rubor. A su alrededor, un grupo de tarijeños aguarda que las fajas estén listas a tiempo para bailar con los Sambos Caporales. Si bien ellos salieron de la tierra chapaca el jueves, cuentan que recién llegaron a Oruro el sábado por la mañana, debido a los bloqueos del transporte pesado. No obstante —lo muestran— nada les quita la alegría de participar por sexta vez en la fiesta.
Entre la diversidad de ofertas gastronómicas en esta avenida, el Centro Warmis Yanaparikuna se diferencia del resto porque las comideras están uniformadas y como un particular plus ofrecen comida típica de la región en platos de barro. Los comensales no cesan de sentarse y pedir alguna de las alternativas culinarias.
Lucy Cruz, una de las 15 asociadas a esta agrupación, cuenta que sus especialidades son el fricasé y el chicharrón de llama, el charquekán, el ají de papalisa, el ají de trigo, pescado, la lagua de chuño… la lista de ofertas no concluye, como para preferir quedarse a una cuadra de la Entrada.
Helados y cerveza por el calor
Sol
Debido al calor en Oruro, sobre todo por la mañana, hubo decenas de vendedores de helados, raspadillos, cerveza y refrescos al hielo.
Arreglo
Como un gran camerino, al inicio de la Entrada había puestos de arreglo personal: trenzado de cabello y maquillaje.
Alcohol
Pese a la prohibición y al control municipal, hubo venta de bebidas alcohólicas durante el recorrido de la Entrada.
Precio de los asientos osciló entre Bs 30 y 600
Juan Mejía – Oruro
Una menor llegada de visitantes nacionales y extranjeros a Oruro para apreciar la Entrada del Carnaval provocó que los precios de los asientos en la ruta de la festividad oscilen entre Bs 30 y 600.
Las graderías recién fueron copadas pasado el mediodía. Para recuperar su inversión, en algunos lugares, los propietarios de los espacios tuvieron que rebajar sus precios, aunque en otros más concurridos hubo incremento.
La municipalidad fijó un costo de Bs 140 en los asientos de la avenida 6 de Agosto y la calle Bolívar. Pero el precio en algunos sitios bajó hasta Bs 30 y 50, aunque en otros lugares el asiento valía de Bs 120 a 200. Entretanto, en la avenida Cívica se vendieron butacas a entre Bs 500 y 600. En la plaza 10 de Febrero, el costo varió entre Bs 250 y 350. La gente señaló que el valor de los asientos fue menor al del año pasado.
La Gran Poopó empezó con ch’alla
Marco Fernández – Oruro
Cada uno de los miembros de la banda Fabulosa Gran Poopó apila sus instrumentos musicales en medio de la plazuela donde se han concentrado para participar en la Entrada del Carnaval de Oruro. Con la mayor solemnidad, cada uno abre una lata de cerveza y ch’alla sus instrumentos de trabajo para que les vaya bien.
Alfredo Peñafiel, director de la agrupación, cuenta que hace varios años este ritual se lo llevaba a cabo con alcohol y que incluso anteriormente se empleaba chicha. “Antes, la ch’alla era mucho mejor, pero los jóvenes de ahora ya tienen vergüenza y ya se está perdiendo”, reconoce.
Vestir el traje rojo, la camisa y el sombrero blancos no es un asunto de novatos. Así lo asegura el platillero José Delgado, quien señala que tuvo que aprobar una dura prueba para ser uno de los más de 100 miembros de la Fabulosa. “La primera vez que toqué con la banda no dormí dos noches porque tenía miedo de desafinar con los compañeros”, recuerda.
Según Peñafiel, en la actualidad existen tres Poopó: la Intercontinental, la Espectacular y la Fabulosa Gran Poopó.
Según coinciden distintas fuentes, las bandas musicales grandes cobran de $us 10.000 a $us 25.000 para tocar en el primer y último convite, el sábado de peregrinación y el domingo de Carnaval.
Otras agrupaciones firman contratos con bloques de bailarines por toda la fiesta por Bs 130.000. No obstante, los músicos reciben Bs 100 por el recorrido en caso de no ser miembro fijo de alguna de las grandes bandas de la Entrada Folklórica de Oruro, indicaron algunos instrumentistas que, comprensiblemente, prefirieron no dar sus nombres.