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Friday 31 May 2024 | Actualizado a 20:57 PM

Familias de los fallecidos piden justicia y castigo a los culpables

Padres, hijos y amigos lloran a las víctimas que, la mayoría, serán enterradas hoy

/ 19 de febrero de 2016 / 07:27

El pedido de todas las familias fue unánime. Los culpables del ataque e incendio a la Alcaldía central de El Alto y que derivó en la muerte de seis personas y dejó 23 heridos deben ser puestos a disposición de la Justicia y ser castigados penalmente.

“Yo quiero justicia, nada más pido eso  por favor. Se ha muerto mi hijo y otras cinco personas que eran inocentes”, dijo Zacarías Mollericona, padre de Javier Mollericona, quien perdió la vida y dejó en la orfandad a dos hijos.

“Que se esclarezca todo. Tiene que haber justicia por mi hermana, es lo único que pido por ella”, señaló Asunta Mamani, familiar de Rosmery Mamani, una de las seis víctimas fatales.

Los fallecidos fueron velados ayer en distintas zonas de El Alto. Rosmery Mamani, en el salón Raymi, en la zona 16 de Julio; Javier Mollericona, en la sede social de Rosas Pampa; Magaly Calle, en la cancha de Kiswaras; Ana Apaza, en la sede social de Santiago II, y Juan Lázaro en la funeraria Arcángel, en la zona de Miraflores, de la ciudad de La Paz.

La alcaldesa de El Alto, Soledad Chapetón, visitó cada uno de los velorios y cuando se acercaba a dar el pésame los dolientes le pedían apoyo, pues muchos quedaron desamparados porque sus familias dependían de los difuntos.

Mientras el entierro de Lázaro se realizará hoy a las 15.30 en el Cementerio Jardín, el de Mamani será en la población de Laja —a unos 35 kilómetros de la sede de gobierno—; el resto, en el cementerio Prados de Ventilla, en El Alto.

La Alcaldía alteña ayudó con los gastos fúnebres, además del entierro, señalaron las familias; también se entregaron arreglos florales. En cada velorio se observó gran cantidad de personas que acompañaron a los dolientes.

Rosmery Mamani era madre de tres menores, de 14, 11 y 6 años

Son tres hijos que Rosmery Mamani Paucara, de 46 años, deja en la orfandad. Un adolescente de 14 años, una niña de 11 y otra de 6. Los tres están presentes en el velorio, lloran su partida y  se abrazan con su padre.

La última imagen quedará siempre presente en sus vidas, cuando se despidieron entre ellos esa mañana del 16 de febrero en su domicilio. Como otro día hábil, ella fue a trabajar a la Subalcaldía del Distrito 3.

Esa mañana, debía dejar correspondencia en la Alcaldía central, donde ocurrió el hecho, en el Distrito 2. Estuvo ahí cuando atacaron e incendiaron el edificio, no logró salvarse y murió intoxicada. Sin saberlo y sin haber podido auxiliarla, su hermana Asunta Mamani la esperaba en la Ceja desde las 10.00. Permaneció varios minutos después de la hora programada, pero vana fue la espera y las reiteradas llamadas que le hizo, pues  nunca llegó a la cita.

“Nunca me contestó el celular, le mandé mensajes y no tuve respuesta; entonces, a las 17.00 supe que ella había muerto. Nunca me imaginé eso. Ella era una madre ejemplar y era muy responsable en todo”, cuenta la hermana.

Asunta llora su partida en el salón Raymi, de la zona 16 de Julio, junto a quienes fueron sus sobrinos y su padre, Facundo Marín, quien vive en San Borja, Beni, y llegó como pudo para verla por última vez. “Hablé con ella por última vez en Año Nuevo, vino a visitarme hasta San Borja y reíamos con mis nietos. Pido justicia, pues los niños ya no tienen madre”, manifestó el hombre.

Tan dedicada a sus hijos era esta madre que siempre estuvo pendiente de su salud, educación, alimentación y bienestar. No había día en que no les llamara para preguntarles cómo les había ido en el colegio o si habían almorzado.

“Ella estaba sana, era alegre. Solo fue a dejar correspondencia y justo pasó eso, pido justicia”, clamó la hermana, quien además se lamentó porque la fallecida tenía “muchos planes para el futuro”, planes que ahora no podrá cumplir.

Juan Lázaro Laura ayudó a evacuar a la gente, luego lo golpearon

Tras empezar el incendio, el abogado Juan Lázaro Laura estuvo afanado en ayudar a la gente para abandonar el edificio de la Alcaldía; ahora comentan que él fue un héroe que murió en manos de la turba que provocó los actos violentos en El Alto.

Su cuerpo es velado en la funeraria Arcángel de la zona de Miraflores de La Paz, ayer sus familiares y amigos acudieron masivamente para darle el último adiós al abogado.

La familia fue reticente a recibir a los medios de comunicación y el acceso fue prohibido. Por respeto “a mi hermano”, dijo Alberto Laura. Sin embargo, el sentimiento común por la pérdida inundó a los allegados de Juan Laura, sobre todo a su madre y su esposa, él no tenía hijos.

Hoy a las 15.00 tendrá lugar la misa de cuerpo presente en el salón velatorio y media hora después los restos serán trasladados al Cementerio Jardín, sector Los Lirios.

En vida, él trabajaba en la Unidad de Recursos Humanos de la municipalidad de El Alto. “Fue llamado para desempeñar ese puesto por su experiencia,  no tenía militancia política”, manifestó uno de los amigos de Juan.

Fue abogado y durante su carrera trabajó en los ministerios de Salud y de Trabajo como consultor, esa experiencia le sirvió para desempeñar funciones por más de un año en el gobierno municipal.

Durante los hechos trágicos del miércoles, Juan Laura fue uno de los actores más destacados en la labor de ayuda a sus compañeros funcionarios, relató otro amigo. “Él se desesperó por colaborar a sus compañeros, cuando vio que el fuego estaba creciendo, ayudó a bajarlos uno por uno”, relató el allegado.

De acuerdo con una versión, Laura pidió ayuda a la Policía en varias oportunidades, pero cuando se aprestaba a abrir la puerta fue capturado por la turba en la calle. Su amigo explicó que Juan murió por la golpiza que le propinaron. “Encontraron que tenía la cabeza hundida”.

Javier Mollericona ahora descansa con su sobrino, quien también murió ‘inocentemente’ en octubre de 2003

Primero fue el nieto de cinco años de la pareja Mollericona Quispe quien murió en los enfrentamientos de octubre de 2003, ahora es uno de sus hijos, Javier Mollericona Quispe, un ingeniero en sistemas de 29 años. “Dos vidas inocentes”, gritan sus abuelos, dos víctimas que “ya se encuentran con Dios”.

El fallecido trabajaba en la Unidad de Supervisión de Obras de la Alcaldía de El Alto, por el barrio de Villa Adela, desde septiembre de 2015. Iba a ser contratado nuevamente, por lo que fue a dejar sus papeles a la oficina central, en el barrio de Santiago I, donde sucedió el ataque e incendio la mañana del 16.

“No llegaré a almorzar, estamos encerrados aquí dentro (de la oficina edil) porque hay un bloqueo. Me guardas la comida por favor”, esas fueron las últimas palabras que le dijo ese día a su esposa, Cristina Mamani. El padre fallecido no solo dejó en la orfandad a un niño de tres años, sino también a otro que tiene cinco meses de gestación.

Parecía que el ingeniero presentía el final. Un día antes, en su casa, en la zona de Rosas Pampa, el hombre le había dicho a su cónyuge: “Vas a cuidar a mis hijos, a mi bebé, quiero que te alimentes muy bien, estás muy flaca. Voy a ir a dejar unos papeles a la Alcaldía central”. Esa noche la familia durmió tranquila, pero ella nunca pensó que sería la última que descansarían juntos.

“Tenía nueve hijos, seis varones y tres mujeres, ahora solo tengo cinco hombres. Mi hijo Javier era bueno, era muy trabajador, pendiente del bien de su familia y de sus hijos. Cómo es posible que haya pasado esto. Pido justicia”, dijo Eusebia Quispe.

Su padre, Zacarías Mollericona, lo recuerda como el más alegre, el que siempre contaba chistes, el más entusiasta. “Era que no lleve esos papeles (de contrato), ¿por qué pasó esto?”.

La mañana de ayer tenía un aire reprimido; al velorio que se realizó en la sede social de la zona de Rosas Pampa no solo llegaron familiares, sino también compañeros de trabajo y vecinos que le dieron el último adiós. Un ritual acompañado de música fúnebre se escuchaba metros a la redonda.

“El hijo más querido” de Zacarías descansa, bajo el recuerdo de su esposa, de su hijo de tres años que siempre le esperaba para almorzar, y de su bebé que siempre cuidó, pues aun en el vientre materno le recordaba a su cónyuge que se siente adecuadamente “para no aplastarle el cuerpo al bebé”.

Gloria Magaly Calle, funcionaria edil de 21 años, quería ser árbitro de fútbol y estudiaba Ingeniería Petrolera

Tenía 21 años, era funcionaria edil en la Alcaldía de El Alto, estudiaba en el Colegio de Árbitros de Fútbol, era mesera el fin de semana y se preparaba para estudiar Ingeniería Petrolera de la Universidad Pública de El Alto (UPEA).

Gloria Magaly Calle Suárez tenía un futuro por delante, era emprendedora y mantenía a su familia, cuenta su hermano mayor —de siete que eran— Fernando Calle Suárez.

“Siempre nos decía que como familia debíamos estar juntos, unidos. Era aguerrida, alegre. Quería ser árbitro, cómo puede ser que haya pasado esto”, dice llorando.

Y tan unida mantenía a su familia, que el domingo llevó a sus hermanos y a su madre a jugar wally a una cancha cerca de su zona. El fútbol era una de sus pasiones y tenía como meta convertirse en la mejor árbitro de fútbol profesional del país.

“Me la han matado a mi hija, pido justicia, que encuentren a los que han encabezado esto. Cómo le van a truncar sus sueños, era tan trabajadora, tan joven, era mi orgullo”, lamenta Rita Suárez.

Quién iba a saber que iba a perder la vida tan cruelmente, señala el hermano, cuando esa mañana llegó a la oficina central de El Alto, en Santiago I, llevando documentación  para que la vuelvan a contratar, pues llevaba ya dos años siendo funcionaria edil y trabajando en supervisión de obras.

Una vez que atacaron la oficina, la joven, junto a otras personas, se refugió en uno de los baños de la municipalidad. Llamó a su hermano para anunciarle el ataque e incendio.

“Estoy bien —me dijo—, estoy encerrada en el tercer piso. Pero al poco rato su compañero habló, mi hermana se había desmayado. Ya no supe más de ella, hasta que fui al hospital (Boliviano Holandés) para ver si estaba, desgraciadamente vi su nombre… se me cayó el mundo”, relata.

Al velorio, que tuvo lugar en la cancha de la zona Kiswaras, no solo asistió la familia, sino también sus compañeros del colegio 6 de Marzo, de donde salió bachiller. Varios de ellos dieron el pésame a la familia y aportaron económicamente a los dolientes, dinero que recolectaron de otros estudiantes.

José Aguilar era su amigo del colegio y recuerda que Magaly ayudaba anímicamente a sus compañeros cuando estaban tristes. “Era menor de tres cursos, pero siempre estaba ahí para colaborar a todos. Ella vive en nuestros corazones y nunca la olvidaremos. Era alegre, carismática, gran amiga”.

Ana María Apaza llamó a su hija por última vez cuando buscaba resguardo en el baño

“Ya no tengo más palabras. Me siento muy mal, estoy destrozada. Viene a mi mente su cariño, sus abrazos, sus besos… aún me besa”, dice abatida Estela Alanoca, madre de Ana María Apaza Alanoca, de 45 años, quien no pudo ser rescatada a tiempo y murió asfixiada junto a otras personas dentro un baño en la Alcaldía de El Alto.

No solo era madre, era también “el padre” de la familia, así la define su compañera de trabajo Maruja Romero, pues cuidaba sola a su hija llamada Belén, de nueve años, y a su madre, quien ahora se muestra angustiada porque no sabe cómo contarle a la niña la pérdida irreparable.

La contadora  pública de profesión habló con su niña por última vez cerca de las 11.00, la mañana del incendio. La llamó del celular para decirle que estaba bien, que no se preocupe y que estaba al interior de un baño con otras personas pues su oficina estaba siendo atacada. Una hora después Belén quiso tener noticias de ella, pero por más que insistió, su mamá no le contestó.

“Vivíamos juntas. Ella salió de la casa tranquila, ahora quién va a ayudarnos, quién va a traer el pan, la niña cumplirá 10 años”, señala llorando la madre, quien también pide a la alcaldesa Soledad Chapetón ayuda para la educación de la menor.

La fallecida no solo era eficiente en su casa, también lo era en el trabajo. Maruja recuerda lo estricta que era cuando debía presentar sus informes. No se iba de la oficina hasta que todo quedara bien concluido, indica; revisaba el trabajo de otros compañeros y  cooperaba, de ser necesario, añade. “Cómo una vida tan inocente, buena y trabajadora se ha ido”, manifiesta la colega. “En muchas conversaciones su madre y su hija eran lo primordial”, prosigue, luego de rezar en su velorio, en el salón de eventos Z Palace, en la zona Santiago II.

Cuando se realizaba la autopsia la familia optó por retirar el cuerpo ante los comentarios políticos.

“Nos molestamos y nos llevamos a los muertos”, señala otra doliente. Los restos serán enterrados en el cementerio Prados de Ventilla.

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El Gobierno impulsa la industrialización con miras al Bicentenario

El Gobierno nacional tiene el objetivo claro, la industrialización de los recursos naturales hasta 2025, el año del bicentenario de la fundación de Bolivia.

Trabajos de explotación de litio en el salar de Uyuni para la planta industrial de carbonato de litio.

Por Yuri Flores

/ 6 de agosto de 2023 / 07:28

Bolivia 198 años

El Gobierno nacional tiene el objetivo claro, la industrialización de los recursos naturales hasta 2025, el año del bicentenario de la fundación de Bolivia. Y uno de los puntales está enfocado precisamente en la explotación del litio de los salares situados en las regiones de Oruro y Potosí.

El desarrollo de la industrialización del litio se da desde 2013 con la instalación de la planta piloto en la localidad de Llipi, cerca del Salar de Uyuni, Potosí, que a la fecha tiene una producción cercana a las 1.000 toneladas de carbonato de litio año.

Pero para una mayor explotación de ese recurso, en 2019 se determinó construir una planta industrial de carbonato de litio con una capacidad de 15.000 toneladas cada año, la cual se prevé entregar este 2023 y empezar con la producción, inicialmente, de 2.300 toneladas.  La inversión para la construcción de esa factoría que está ubicada también en Llipi, sur del Salar de Uyuni, es de Bs 766,9 millones (unos $us unos 110 millones). Además, para el inicio de operaciones se emplaza una Planta Industrial de Tratamiento de Agua. Para este cometido se destina Bs 344,3 millones ($us 49 millones). 

Acuerdos. Actualmente, el carbonato de litio, materia prima para la fabricación de baterías, tiene una alta demanda principalmente por la fabricación de vehículos eléctricos. Es por eso que el Gobierno apuesta a ser el primer productor de ese compuesto; por tanto, durante este 2023 (enero y junio) firmó acuerdos con empresas internacionales líderes en la fabricación de carbonato y de baterías de litio para la construcción de plantas industriales con tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL) en tres salares del país.  A principios de año, Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) firmó un convenio con el consorcio chino CATL BRUNP & CMOC (CBC) para la implementación de dos complejos industriales con la tecnología de EDL en los salares de Uyuni, en Potosí, y de Coipasa, en Oruro.

 El consorcio chino determinó invertir $us 1.400 millones para emplazar dos plantas, una en Coipasa y otra en Uyuni y cada una producirá 25.000 toneladas de carbonato de litio. A la fecha, YLB aguarda los estudios realizados por CBC para la construcción de las dos plantas que empezaría en este segundo semestre.  Mientras que, a fines de junio, se firmó con la rusa Uranium One Group, y la china Corporación Citic Guoan para emplazar otras dos plantas EDL, una en Uyuni y otra en Pastos Grandes (Potosí) con una capacidad de 25.000 toneladas de carbonato de litio. También se prevé una inversión de $us 1.400 millones. El objetivo es llegar a 2025 o inicios de 2026 con una producción de más de 115.000 toneladas.

La Planta de Almacenamiento y Transformación de Cereales en Viacha.
La Planta de Almacenamiento y Transformación de Cereales en Viacha.

Hasta 2025 se proyecta emplazar más de 130 industrias en el país

Otro de las metas del Gobierno nacional es convertir a Bolivia en un país industrializado hasta 2025 para dejar de importar diferentes productos, por lo que se determinó hacer una cuantiosa inversión que asciende a Bs 24.816,8 millones (unos $us 3.565,6 millones) para el emplazamiento de más de 130 industrias en todo el territorio.

El presidente Luis Arce apuesta a la sustitución de importaciones con la industrialización de la materia prima y, si se da el caso, exportar esa producción, por lo que determinó la construcción de varias plantas industriales de química básica, alimenticias, de fertilizantes, de materiales para la construcción, de biocombustibles, minería, agroindustria, entre otras industrias que se construyen y se edificarán en los nueve departamentos.   “El pueblo boliviano apostó por las grandes transformaciones y nosotros somos el Gobierno de la industrialización con sustitución de importaciones, que es la mayor transformación”, dijo el Mandatario en el acto de inicio del emplazamiento de la industria de Química Básica.  “Estamos ante un gran salto en el desarrollo. La creación de plantas industriales en diversas áreas, nos va a liberar de importar muchos productos que más bien podemos producir para exportar”, añadió el Jefe de Estado.  En el departamento de La Paz se tiene previsto edificar 30 industrias en al menos 20 municipios, tanto en la zona altiplánica como en el norte paceño. Se tiene previsto una inversión de Bs 1.550,8 millones para esas proyectos. (Ver cuadros). La mayor inversión que se ejecuta para el emplazamiento de estas industrias está en los departamentos de Potosí con Bs 7.014,4 millones en 14 plantas, entre ellas las de litio y de refinación de zinc; Santa Cruz con Bs 4.876,2 millones para emplazar 13 plantas como la de hierro del Mutún y de Biodiésel. Y en Oruro Bs 2.629,2 millones destinados a industrias de refinación de zinc y alimenticias.

Convenio. El acuerdo con las empresas internacionales para industrailizar el litio.
El acuerdo con las empresas internacionales para industrailizar el litio. Foto. APG

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Arte Boliviano memoria y prácticas posibles

Las artes han sido históricamente una muestra sensible de las formas en las que pensamos nuestra realidad

Por Galo Coca Soto

/ 6 de agosto de 2023 / 07:08

Bolivia 198 años

Las artes han sido históricamente una muestra sensible de las formas en las que pensamos nuestra realidad, desde los conocimientos ancestrales o contemporáneos, la nostalgia, las identidades, los territorios y el tiempo, manifestando la diversidad como fortaleza y la incertidumbre como detonante. 

No es de extrañar que en diferentes momentos las dificultades y carencias han exacerbado la creatividad y logrado altos hitos que marcaron nuestras formas de comprender las nociones de “arte”. Somos un pueblo que ha sobrevivido y permanece en pie de batalla. Así seguimos, con la claridad que queda mucho camino por delante, que afrontaremos con la resiliencia que caracteriza al artista boliviano. Sin embargo, creo importante señalar dos necesidades urgentes como la memoria y nuevas prácticas posibles. 

La conservación de la memoria de la creación artística en nuestro país es de vital importancia para comprender los senderos que se habitaron desde su pensamiento y cómo este tejió las prácticas de nuestros territorios, es una tarea pendiente y ahora una necesidad de manifestar las voces de las personas en su tiempo. Pensemos en propuestas como el pensamiento Ch´ixi (Rivera, 2018), donde podemos reconocernos como seres en constante mutación y diálogos trans culturales, temporales, disciplinares, técnicos, humanos, etc. Seres que corresponden a lo diverso y no así a lo definitivo. También la Educación mutua de las artes (Espejo, 2022), que nos da perspectiva en el contexto de nuestras acciones e ideas, las motivaciones y los fines, que serán muy diferentes a la globalidad y eso nos enriquece, se potencian los espacios íntimos como educación en un ecosistema saludable, es decir, que todos tengan voz y acción en las construcciones del futuro. Es necesario recuperar los saberes que el arte legó y entendernos diversos y auténticos frente a lo heterogéneo e inhumano, conversar con el pasado y manifestarnos presentes.

Hoy, cuando estamos conectados globalmente y las velocidades son abrumadoras, el quehacer artístico está conminado a su manifestación en documentos, elaboraciones que permitan articular y expandir las ideas, para retroalimentar las posibles proyecciones en el horizonte.

En la práctica, las categorías, estrategias y recetas son insuficientes y se da nuevo valor a lo transdisciplinar, los encuentros, las comunidades y redes, algo potente en la acción y sensato en la poética, un camino posible. Podemos poner en duda y replantear la gestión de arte y cultura en términos de resignificación del conocimiento, vínculos con el pasado y el presente, apertura de espacios de pensamiento a otros actores, no solamente los creadores artísticos sino también pensadores de otras áreas del conocimiento y territorios que participen desde sus particularidades, expandiendo sus posibilidades en la retroalimentación. Formas que también continuarán su vocación líquida, de evolución.

Tengamos claro que no es obligatorio acceder a espacios oficiales (museos o galerías comerciales) de divulgación de trabajo artístico sino al contrario, el proceso de creación continúa hasta el extremo de su socialización como parte integral de la obra, intervenciones dislocadas de la expectativa, participantes de los ecosistemas y sus integrantes, promoviendo las discusiones en diálogo abierto, no solo por pertinencia, sino por correspondencia. Renunciar al cubo blanco o las convenciones de qué es arte y cómo debe mostrarse para un mercado es un rasgo de las búsquedas contemporáneas en nuestro país. La institucionalidad ha fallado y la respuesta es orgánica y contundente: la aparición de espacios alternativos, proyectos breves a escala humana, más coherentes que la grandilocuencia de espacios asépticos y neutros, donde las ideas mueren congeladas y son moneda de cambio. Retornemos al vértigo de la respuesta en tiempo real, donde las artes son reconocidas como instrumento de vida y no de certidumbres.

Galo Coca Soto Artista visual y docente

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Estado Plurisexual de Bolivia

La pluralidad sexual, es decir, el reconocimiento de una Plurisexualidad que dignifique a aquellas personas y cuerpos que siguen postergados en sus causas y luchas más íntimas

Como una forma de visibilizarse, la comunidad LGBTIQ+ organiza en junio diferentes actividades.

/ 6 de agosto de 2023 / 06:59

Bolivia 198 años

Desde 2009, Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico. Sin embargo, en un atrevimiento característico de todo impulso revolucionario, urge pensar la pluralidad como una de las bases fundamentales del Estado que pueda abrir sendero a otros paradigmas que contribuyan radicalmente a dejar atrás la etapa colonial, burguesa, heteronormativa y patriarcal de la que todavía se viven resabios de violencia, dominación y exclusión constante.

La pluralidad sexual, es decir, el reconocimiento de una Plurisexualidad que dignifique a aquellas personas y cuerpos que siguen postergados en sus causas y luchas más íntimas y que deben atenderse para alcanzar un suma qamaña (vivir bien) que nos incluya a todas, todos y todes sin excepción alguna.

En un Estado Plurisexual, las niñas y los niños no son sometidos a la imposición binaria del género, ellas y ellos pueden elegir libremente el color de sus ropas, practicar el deporte que quieran, tener el pelo largo o corto según su comodidad y su gusto, no se les asigna un rol que deban cumplir según los mandatos de la masculinidad y la feminidad.

En un Estado Plurisexual, los y las jóvenes reciben información adecuada para ejercer una sexualidad sin culpa, sin miedo, bajo consentimiento, reciprocidad e interés mutuo; sin violencias ni presiones, sin estereotipos de género, con los conocimientos suficientes para elegir los métodos de cuidado y prevención más adecuados y convenientes para sus cuerpos.

En un Estado Plurisexual, los hombres viven sus emociones y sentimientos, pueden llorar y emocionarse sin sentir vergüenza, sin ser sancionados por la masculinidad patriarcal disciplinante, sin preocuparse por encajar en el rol de macho en la sociedad. Pueden renunciar al mandato del machismo, pueden denunciar la violencia ejercida por sus pares, pueden exiliarse de la complicidad con esa violencia. La hombría ya no se piensa como una membresía para pertenecer a la corporación masculina, sino como una característica que les permita ser empáticos, afectivamente responsables, solidarios con el mundo, sin competir, sin poseer ni dominar. Aquí los hombres comprenden que un no es no y que la virilidad no es lo único que los define.

En un Estado Plurisexual, las personas LGBTIQ+ no viven en la clandestinidad de la invisibilización, la sociedad no asume que todos los habitantes del país son heterosexuales; se promueve el respeto a las diversidades y disidencias sexuales, pueden casarse con quienes aman, y divorciarse también, pueden besarse en público sin que sus vidas corran riesgo y sin sufrir el hostigamiento condenatorio de la doble moral de la sociedad. El bullying contra personas gays, lesbianas, bisexuales y trans es frenado y atendido con urgencia por las autoridades escolares. La identidad de mujeres y hombres trans no es puesta en duda, se garantizan todos sus derechos. Los discursos de odio no son vistos como “libertad de expresión” y son sancionados de forma inmediata por las autoridades competentes. Quedan atrás las posturas patologizantes sobre la homosexualidad. La diversidad es parte de los valores sociales e institucionales del país y la orientación sexual de las personas no es una excusa para la discriminación.

En un Estado Plurisexual, las personas que viven con VIH reciben su tratamiento con prontitud y puntualidad, son atendidas en centros especializados con la sensibilidad y las condiciones necesarias para impulsarles a seguir con sus vidas y sus proyectos laborales, afectivos, sentimentales, académicos, familiares, etc. No se usa más el término “grupos de riesgo” por evocar estigma y prejuicio sobre la sexualidad de determinados grupos sociales empobrecidos y precarizados. Son atendidas por personal médico que no juzga ni maltrata. Son personas a las que se les da empatía y acompañamiento.

En un Estado Plurisexual, las mujeres deciden sobre sus cuerpos, reconocen ese espacio como el primer territorio de soberanía y autodeterminación. No son obligadas a ser madres por mandato ni obligación social ni religiosa. Las niñas no son torturadas llevando embarazos causados por la violencia sexual. Ser mujer no es sinónimo de ser madre porque se reconoce el derecho a la anticoncepción. El aborto no es un delito, no se persigue ni encarcela a las mujeres por decidir, se les garantiza la vida y no se penaliza su sexualidad, ni se las castiga por ejercerla. Los valores de producción y reproducción de la vida están determinados por el deseo pleno de la mujer, su pareja, sus proyectos de vida y sus sueños.

Un Estado Plurisexual es el Estado que queremos.

Christian Egüez  activista LGBTIQ+

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La identidad y el Colectivo Socavón Cine

El cine actual en Bolivia indudablemente no puede entenderse sin la obra de Jorge Sanjinés.

/ 6 de agosto de 2023 / 06:46

Bolivia 198 años

El cine actual en Bolivia indudablemente no puede entenderse sin la obra de Jorge Sanjinés. En este sentido, los integrantes del Colectivo Socavón Cine no niegan la influencia del director paceño, tanto en sus narrativas como en sus modos de producción. Como Mauricio Souza ha señalado, los miembros del colectivo “se hacen cargo de la tradición del cine boliviano, dialogan con ella”. Así, el primer gesto político que hay que destacar es su apuesta por hacer un cine comunitario ya que en sus películas “alternan desarrollando diversas labores de realización, pero en una lógica que parece estar al servicio a las búsquedas formales y temáticas de cada uno de ellos, y no necesariamente de un proyecto unívoco. Eso sí, el pertenecer a este grupo habla de la voluntad de sus integrantes por entender el cine como un arte de creación colectiva, que implica la distribución de tareas de producción, pero también el enriquecimiento previo de los proyectos merced al intercambio-discusión de ideas y propuestas”, señala Santiago Espinoza.

Si volvemos a la teoría de Jorge Sanjinés, que afirma que un cine revolucionario es aquel que “no puede ser sino colectivo en su más acabada fase, como colectiva es la revolución”, podemos fácilmente identificar una visión política sobre lo que significa hacer cine en Bolivia. Una visión compartida entre el director de Ukamau y los miembros de Socavón Cine, que se definen en su página de internet como un “colectivo boliviano con búsquedas y formas particulares, pero con una preocupación en común, contemplar nuestros contextos, nuestros lugares, la gente, sus historias. En el cine y en la vida.” Como Souza afirma, “se acercan a una alteridad (el ‘otro’, que es aquí un cargador, migrante, minero, obrero), pero lo hacen con cautela y curiosidad”. En el presente artículo, únicamente me detendré en tres producciones: Enterprisse (2010), de Kiro Russo (Mauricio Quiroga); Amazonas (2016), de Carlos Piñeiro; y El corral y el viento (2013), de Miguel Hilari.

Enterprisse (2010), el cortometraje dirigido por Mauricio Quiroga, dura aproximadamente ocho minutos y tiene como protagonista a un aparapita (personaje emblemático paceño cuyo trabajo consiste en cargar diversos objetos sobre su espalda) que transporta un muñeco gigante del personaje Woody de la película norteamericana Toy Story a un parque de diversiones. Cuando llega a su destino y deja el muñeco empieza a recorrer el parque y en su rostro, con un gesto que es una mezcla de extrañamiento y asombro absoluto, podemos intuir que es la primera vez que está en uno de esos parques. En un momento se detiene absorto contemplando la atracción llamada Enterprisse. En este punto el ritmo del montaje se vuelve completamente acelerado mientras la atracción gira sin parar y la sorpresa en el rostro del personaje va aumentando. Este montaje frenético nos transmite la sensación del personaje de sorpresa y desconcierto, de asombro máximo ante una muestra de la modernidad en la que él, sin saberlo, participa trasportando sobre su espalda uno de sus elementos.

Finalmente, el cortometraje, que hasta el momento estaba en blanco y negro, se convierte al color mientras vemos al aparapita subido en la atracción con un rostro que, de manera elocuente, trasmite la alegría, que así se constituye como la mejor manera de apropiarse de una modernidad que hasta entonces solo se había manifestado en la violencia sobre el cuerpo del indígena. Como señala Santiago Espinoza “[c]autivado por este espectáculo, que parece resumir el caos vertiginoso y deslumbrante de la modernidad recién descubierta, el aparapita decide subirse a uno de los juegos y experimentar por sí mismo el vértigo del parque, que parece ser también el de la ciudad y el del cine”. El cortometraje funciona también como una metáfora de la modernidad que se lleva a cabo sobre las espaldas del mundo indígena. Esta recuperación de la experiencia sensible es, entonces, un gesto de empoderamiento, de reclamo para sí de todo el asombro, que, de esta forma, se vuelve reivindicativo y parece apuntar a que la modernidad puede ser otra, una modernidad alternativa en la cual se asimila solo aquello que tiene un potencial liberador. Es decir, Enterprisse muestra la posibilidad de un encuentro festivo a partir del gesto de apropiación de la experiencia de la modernidad a través del asombro. Es la reivindicación de una experiencia alternativa y emancipadora de la modernidad. Como señala Silvia Rivera Cusicanqui, “[s]i bien la modernidad histórica fue esclavitud para los pueblos indígenas de América fue a la vez una arena de resistencias y conflictos, un escenario para el desarrollo de estrategias envolventes, contra-hegemónicas, y de nuevos lenguajes y proyectos indígenas de la modernidad”.

Amazonas (2016), cortometraje dirigido por Carlos Piñeiro, dura 12 minutos y su tema es el de la esclavitud contemporánea y las migraciones económicas forzosas. Un indígena aymara se dirige a Brasil en busca de trabajo, para lo cual debe pasar por el oriente boliviano. Sin embargo, una vez ahí, es retenido por aquellos que le habían prometido ayudarlo a cruzar la frontera y es sometido a la esclavitud en un negocio de lavado de ropa que funciona también como un punto para el tráfico de drogas. Celestino, el protagonista, está atrapado y los que lo secuestran prácticamente no le dejan mantener contacto con su familia. En una ocasión, él intenta comunicarse en aymara, lengua que sus captores desconocen, para pedir ayuda a una clienta. Sin embargo, al final quienes lo retienen lo asesinan y Celestino es rápidamente remplazado por otro indígena. Aquí también hay un contraste entre el medio natural selvático y los aparatos modernos (las lavadoras, el ventilador) que funciona como una forma de resaltar la manera violenta en la que la penetración de la modernidad se lleva a cabo en sociedades tradicionales.

Sin embargo, al contrario que en Enterprisse aquí no hay posibilidad para un empoderamiento a partir de lo sensible. Vemos que la ruptura de las formas de vida comunitarias ha dejado individuos aislados que son potenciales víctimas del lado más perverso de la violencia capitalista. Por otra parte, el asesinato ocurre fuera de cámara. La manera en la que Piñeiro elige representar la violencia es, precisamente, no representándola. Así, vemos al personaje inmerso en la selva mientras la cámara ejecuta un plano detalle del ojo del protagonista. En su córnea vemos el reflejo de la selva que deja de ser un refugio natural y se convierte en una amenaza. Esta secuencia recuerda poderosamente a uno de los momentos más emblemáticos de Ukamau de Sanjinés: cuando el mestizo Rosendo viola y asesina a Sabina. Al igual que sucede en Amazonas, en esta película percibimos el horror a partir de un plano detalle del ojo de la protagonista. De esta forma, la muerte se transmite por el empleo de una imagen-afección que construye el relato a partir de una conjunción muy efectiva entre narrativa y universo sensible. Los asesinatos no se muestran en un sentido estricto. Tan solo se tensan los límites representacionales de lo que el personaje percibe con la mirada. Tanto en el cortometraje de Piñeiro como en la película de Sanjinés, la materialidad del ojo, órgano fundamental en la percepción de lo sensible, se resalta con planos detalles que de manera muy sutil construyen afección y empatía hacia el otro que percibe y que, en ambos casos, muere.

Finalmente, El corral y el viento (2014) es una cinta que dura 55 minutos y es dirigida por Miguel Hilari. En ella el director busca mostrar su propio proceso identitario a partir de su relación con el pueblo Santiago de Okola donde nació su padre y vive su tío. En la película hay algunos fragmentos en los que las imágenes del pueblo se alternan con la voz en off del director que, en ocasiones, habla en alemán, otras en aymara y otras en español. Estos contrapuntos discursivos de la imagen plantean preguntas sobre la memoria, sobre la identidad y sobre la experiencia de un pueblo que se está quedando vacío a causa de las migraciones rurales a la ciudad. Si bien estos cuestionamientos responden a una experiencia individual, lo cierto es que la sutileza con la que se traza la narración hace que esta pueda ser colectiva en su intento de dar cuenta de una identidad compleja y heterogénea.

Por otra parte, al igual que los dos anteriores cortometrajes mencionados, en El corral y el viento presenciamos esos escenarios en los que conviven objetos de la modernidad con modos de vida tradicionales. Así, vemos cómo la temporalidad lenta con la que los campesinos realizan sus labores en el campo y se relacionan con los animales se entrecruza con la experiencia fugaz que puede brindar un teléfono celular, emblema de la comunicación moderna. Por otra parte, la misma irrupción de la cámara cinematográfica en este contexto genera una sensación extraña, como puede observarse en una escena en la que Hilari habla con su tío acerca de la cámara. Esta extrañeza, sin embargo, es algo característico en las comunidades rurales latinoamericanas que han atravesado procesos de modernización complejos.

Por todos estos aspectos, las producciones del Colectivo Socavón Cine plantean una propuesta estética de un cine político que incide en los actuales debates identitarios bolivianos, proponiendo preguntas que permiten pensar las discontinuidades de formas no esquemáticas. En este sentido, puede decirse que estas películas son ejercicios de traducción de la experiencia sensible del otro que es parte de nosotros. Por otro lado, estos discursos cinematográficos que intentan dar cuenta de la pluralidad identitaria y las paradojas en su representación se corresponden con la noción de lo ch’ixi que Silvia Rivera Cusicanqui lleva años reivindicando como una herramienta útil para aprehender la abigarrada realidad nacional. “La noción ch’ixi, como muchas otras (allqa, ayni) obedece a la idea aymara de algo que es y no es a la vez, es decir a la lógica del tercero incluido. […]. La potencia de lo indiferenciado es que conjuga a los opuestos”.

¿Cómo es posible traducir lo indiferenciado? ¿Qué lenguaje cinematográfico es el adecuado para interpelar y cuestionar las construcciones de subjetividades homogéneas sin eludir las paradojas enunciativas inevitables que se generan al intentar representar al otro? ¿Qué sería una retórica fílmica de la hospitalidad en lo sensible? Creo que estas preguntas no tienen una sencilla y única respuesta. Sin embargo, las propuestas cinematográficas más interesantes de la actualidad son aquellas que se aproximan a estas posibles contradicciones con los ojos y los sentidos abiertos, permitiendo que la rea-lidad filmada que se pretende transmitir transforme radicalmente a aquel que enuncia el discurso y a aquel que lo recibe, y que, de esta forma, la experiencia cinematográfica no cancele las búsquedas identitarias sino, por el contrario, las multiplique. Se trata de que el acto de percibir construya siempre una multitud que pueda escribirse a sí misma con las gramáticas de la pluralidad irreductible que somos.

* Este texto ha sido extraído del artículo ‘Antagonismo e imaginarios de la pluralidad del cine boliviano’, publicado en imagendocs.com

Valeria Canelas escritora, Cinéfila e investigadora

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Bolivia está perdiendo sus bosques húmedos tropicales y la tendencia va en aumento

o cierto es que las mayores pérdidas forestales continúan ocurriendo en unos pocos países que son el hogar de las selvas tropicales más grandes e importantes del mundo para la biodiversidad.

El cultivo de soya y los incendios están mermando los bosques en Bolivia.

Por Erika Bayá

/ 6 de agosto de 2023 / 06:33

Bolivia 198 años

Cada año Global Forest Watch (GFW), una plataforma en línea que proporciona datos y herramientas para el monitoreo de bosques en tiempo casi real, publica un informe que nos muestra la situación de los bosques en el mundo. En junio de este año anunció que entre 2021 y 2022 el mundo experimentó una pérdida implacable de bosques primarios tropicales: en un año despareció el 10% de la cobertura forestal, siendo Brasil, la República Democrática del Congo y Bolivia los países que encabezan (en ese orden) esta carrera por la destrucción de su riqueza arbórea.

Es la tercera vez que Bolivia ocupa un preocupante tercer lugar en estos informes y es que desde 2002 nuestro país muestra una tendencia que va en aumento, pero el pasado 2022 se registró la mayor pérdida porque desparecieron 685 mil Has de bosque húmedo primario, un aumento del 32% en comparación a 2021.

Las imágenes muestran que el 71% de esta pérdida de cobertura arbórea está ocurriendo en el departamento de Santa Cruz y ,según los estudios de la Fundación Amigos de la Naturaleza, son cinco municipios los que concentran el 41% de la deforestación en el país: San Ignacio de Velasco, Charagua, Pailón, Concepción y San José de Chiquitos. Y no es casual que estos mismos municipios ya están sintiendo un incremento de la temperatura, déficits hídricos e incremento del régimen de lluvias.

¿Qué está sucediendo en Bolivia? ¿Qué estamos haciendo para perder bosques a una velocidad sin precedentes? Un análisis reciente de Monitoring of the Andean Amazon Project (MAAP), revela que el 23% de la pérdida de bosque en Bolivia está relacionada con los cultivos de soya en manos de colonias menonitas. Solo entre e 2021 y 2022 la producción de soya se incrementó en un 40% y la mayoría de esta conversión de cultivos de bosque a soya está sucediendo en la Chiquitania, Amazonia y Chaco. Se trata de una pérdida del 13% de la cobertura arbórea, que no está relacionada a los incendios. A estas cifras y porcentajes me gustaría agregar un dato más: según la Fundación Tierra, en 2015 había 52 colonias menonitas, ahora hay más de 100 que se están expandiendo en estos territorios.

Otra causa que ha revisado GFW junto a la Universidad de Maryland son los incendios forestales, que afectaron en 2019 con fuerza al bosque chiquitano, a las áreas protegidas y biomas como el bosque amazónico y el Chaco. Para la plataforma quizás estamos llegando a un punto de inflexión y el país deberá tomar estos datos para poder prevenir, tomando en cuenta que el fenómeno del Niño traerá sequías, las condiciones perfectas para más incendios forestales en Bolivia.

Pero las causas de pérdida de bosques no solo son por soya o incendios, en 37 años la agricultura ha aumentado 433%, también la superficie de pastos, la ganadería. Son muchos los factores que inciden y hacen su parte en la deforestación, como el crecimiento urbano, demográfico, infraestructura, avasallamientos de tierras fiscales, asentamientos de nuevas comunidades y especulación de tierras, entre otros.

Para cruzar todo este conjunto de datos que nos muestra la preocupante realidad de nuestros bosques, es importante mencionar el trabajo que viene realizando la Fundación Amigos de la Naturaleza. En abril de este año, la FAN lanzó la plataforma MapBiomas Bolivia y publicó cifras sobre el estado de los bosques. Este sitio tiene un histórico del cambio de uso del suelo y cobertura de los últimos 37 años con muchas variables importantes y útiles para saber lo que está sucediendo.

El escenario es complejo. A estos datos y hechos hay que agregar la cantidad de leyes que son contradictorias a la conservación de nuestros bosques y que tienen que ver con autorizaciones de desmontes, de quemas y la Función Económica y Social, que empuja a todos los propietarios a la deforestación para demostrar que las tierras no son ociosas.

Lo cierto es que las mayores pérdidas forestales continúan ocurriendo en unos pocos países que son el hogar de las selvas tropicales más grandes e importantes del mundo para la biodiversidad.

“Estamos perdiendo rápidamente una de nuestras herramientas más efectivas para combatir el cambio climático, proteger la biodiversidad y respaldar los medios de vida y la salud de millones de personas”, es el mensaje de Global Forest Watch, que debería preocuparnos a todos.

Erika Bayá es Comunicadora ambiental

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