Bolivianos en Chile, el aporte silencioso a la integración
Contribución de diáspora se refleja en varios sectores de la sociedad del vecino país
Efraín Rojas vive en Iquique hace 60 años y en febrero cumplió 92 años. “Me han dicho que me nacionalice, que tengo todo el derecho de hacerlo, pero yo no quiero, soy boliviano y siento mucho orgullo por mi país”, asegura durante una conversación que sostuvo con La Razón en Santiago, en la casa de su hijo también llamado Efraín, a quien visita mientras se refacciona su casa en Iquique, ubicada a 1.800 kilómetros al norte de la capital chilena. “Extraño el mar”, dice.
Don Efraín Rojas, que no ha perdido el acento boliviano, es uno de los ciudadanos “predilectos” de Iquique, un reconocimiento que le entregó la municipalidad de esa ciudad que a la vez es la capital de la provincia chilena de Tarapacá. Además, Efraín es hermano del destacado músico boliviano Jilberto Rojas (1916-1983), quien también compuso El vals de Iquique, una pieza emblemática del puerto cuya economía se mueve fundamentalmente gracias a la actividad comercial de Bolivia.
“Qué lindo sería un puerto de Bolivia”, remarca, aunque asegura que ese es un tema “bastante complicado” pues, a su juicio, “tardará mucho en resolverse”. Rojas formó un hogar en Chile. “Me casé con una chilena y mis hijos nacieron acá, ellos son chilenos y bolivianos”, puntualiza, aunque además sostiene que nunca fue discriminado en el país vecino por efecto de la histórica demanda marítima que planteó el país para acceder al mar con soberanía.
Efraín Rojas fue uno de los fundadores del Sindicato de Colectiveros San Cristóbal, que nació en Miraflores. Durante al menos 10 años en La Paz se dedicó al transporte, pero optó por ir a Chile en 1951, donde apoyó el proyecto de un grupo de jóvenes para vincular Iquique con Oruro.
“Hicimos caravanas de camioneros de Iquique a Oruro. De Oruro bajábamos con fruta, plátanos, naranjas (…) en esos años no había controles ni caminos. El viaje duraba entre tres y cuatro días durante la década de 60, cuando esa zona portuaria sufría por efecto de la crisis del salitre, cuando el mundo dejó de comprar este nitrato una vez que se inventó un reemplazo sintético. Hoy existe una carretera de 470 kilómetros que une a las dos ciudades, una vía que a diario usan miles de comerciantes del país.
En esas travesías Efraín Rojas conoció a Jorge Soria, quien fue elegido alcalde de la ciudad portuaria por primera vez en 1964. “Para mí, Bolivia es hablar de Sudamérica”, señala Soria, quien a sus 77 años cumple su tercera gestión como alcalde con varias reelecciones continuas. La primera fue entre 1964 y 1973; la segunda se desarrolló entre 1992 y 2007. La más reciente comenzó hace cuatro años. En mayo, en Chile se llevarán a cabo elecciones municipales. El alcalde, quien no sabe si buscará una nueva reelección, asegura que durante toda su vida buscó integrar a su pueblo con Bolivia.
La historia de Efraín Rojas destaca entre los 30.000 residentes permanentes que existen en la nación vecina. Pero hay otras historias de migrantes bolivianos en Chile, que en algunos casos sortearon la discriminación y las vulneraciones a sus derechos. Para explorar las percepciones de ciudadanos bolivianos en la nación vecina, La Razón visitó las ciudades de Iquique, Calama, Antofagasta y Santiago. Durante un periplo que se produjo entre el 4 y 10 de marzo este rotativo contactó, al azar, a residentes bolivianos, además de autoridades consulares del país y funcionarios locales que aportaron con datos sobre el estado de la migración de los connacionales, alguno de ellos detenido, especialmente por delitos de narcotráfico, un flagelo que castiga fundamentalmente a gente de escasos recursos que se anima a traspasar las fronteras transportando drogas. En Chile se les conoce como “burreros”.
Aportes. El cónsul de Bolivia en Iquique, Raúl Ruiz, que está allí 10 años, prefiere valorar el aporte de los bolivianos en Chile, aunque admite que en varias ocasiones recibió denuncias de discriminación. Asegura que los bolivianos buscan regularizar su presencia legal en el vecino país para poder acceder a los derechos, especialmente laborales.
Una percepción similar tiene el cónsul en Calama, Severo Atahuichi, y su colega en Antofagasta, Felipe Quispe, quienes perciben que la cantidad de migrantes tiende a subir a pesar de las señales de crisis en Chile.
Residentes llegan más al norte
Migrantes
Según datos del Departamento de Extranjería del Ministerio chileno del Interior, hasta 2014 los migrantes residentes en ese país llegaban a 410.000 ciudadanos; de ese total, el 8,8% corresponde a bolivianos.
Frontera
La comunidad boliviana en Chile se concentra particularmente en el norte chileno (Arica, Iquique, Calama, Antofagasta). Representa el 75% del total estimado (30.000) en el país vecino.
Presos
Hay 872 detenidos actualmente en Chile.
La boliviana es la tercera comunidad más importante
Los residentes bolivianos en Chile forman la tercera comunidad en ese país, luego de Perú y Argentina, de acuerdo con la información del Departamento de Extranjería del Ministerio del Interior del vecino país. La comunidad —con radicatoria definitiva—, según cálculos oficiales preliminares, superó los 30.000 habitantes y representa el 8,8% de los 410.000 ciudadanos extranjeros que optó por vivir en el país más largo de Sudamérica.
El subdirector de Migraciones Internacionales de la Cancillería de Chile, Pedro Hernández González, en una entrevista con La Razón, consideró, sobre la base de las cifras del Departamento de Extranjería, que la migración boliviana está marcada por la oferta laboral que brinda su nación, especialmente en el norte, donde la actividad minera, la de servicios y el comercio se incrementaron en los últimos cinco años, a pesar de la baja de precios de las materias primas. Hernández, quien trabajó en temas de migración en los últimos 10 años, explicó que otro elemento asociado al aumento de los residentes tiene que ver con las facilidades que se dieron por efecto de los acuerdos sobre esta temática en el escenario multilateral del Mercado Común del Sur (Mercosur) y el hecho de que los bolivianos solo requieren del carnet de identidad para visitar Chile.
“A diferencia de lo que ocurre con la mayor parte de la migración en Chile, la boliviana presenta características únicas en términos de su distribución geográfica, en tanto su punto de mayor concentración son precisamente las regiones con frontera conjunta, las que en total agrupan al 74,6% de los bolivianos presentes en el país (30.000 ciudadanos)”, señala el texto Migración en Chile 2005-2014, el informe más reciente sobre los flujos migratorios. Este reporte señala además que la presencia de bolivianos se redujo en 6% en los últimos 10 años, frente al incremento de 10 puntos porcentuales en las regiones de Arica-Parinacota, Iquique-Tarapacá, Calama y Antofagasta, ciudades que para los connacionales son las más importantes con respecto a otras nacionalidades que optan por ir a Chile.
El cónsul de Bolivia en Iquique, Raúl Ruiz Roca, calculó que en su jurisdicción (la provincia Tarapacá) existen 10.000 residentes con papeles en regla y “un gigantesco flujo” de ciudadanos, la mayor parte mujeres, vinculado con la actividad comercial. Detalló que entre Iquique, Oruro y Cochabamba hay un servicio permanente de transporte terrestre de 18 empresas que a diario movilizan entre 2.000 y 2.500 personas que arriban al puerto por uno y dos días, especialmente atraídos por la zona franca.
En Calama, el cónsul Severo Atahuichi señaló que la migración a esa zona minera “es más tradicional”. Explicó que a diario atiende 50 trámites de ciudadanos bolivianos que buscan regularizar su situación en Chile y estimó que cerca de 10.000 ciudadanos bolivianos radican en el área de su jurisdicción. Felipe Quispe, el representante boliviano en Antofagasta, afirmó que los registros llegan a los 10.0000.