Icono del sitio La Razón

La guerra desde adentro

Bolivia, 197 años de independencia

Los primeros conquistadores que se asentaron por estos territorios, Hernán Cortés (1519) en México y Francisco Pizarro (1532) en Abya Yala, estaban guiados por la codicia y la posibilidad de obtener la gloria para la Corona. Para ello aplicaron la espada junto a la Biblia, dos instrumentos poderosos de conquista y colonización para someter tanto al cuerpo como al espíritu de los habitantes originarios de estas tierras.

Para la historiografía tradicional, el proceso de conquista culminó en la segunda mitad del siglo XVI, cuando se sometió a Tenochtitlan y Cajamarca, y la finalización de la colonización el año 1776, con la declaración de independencia de los Estados Unidos y a partir de entonces, la creación de las repúblicas.

Sabido es que las fuerzas criollas, es decir los descendientes de los conquistadores españoles, se arrogaban mayores derechos que sus antecesores porque habían nacido en tierras invadidas y, muchos de ellos, concubinado con mujeres indígenas y procreado hijos.

Los derechos de los conquistadores estaban amparados por leyes y normas llegadas desde la Corona y la posibilidad de intentar una simetría entre ambos grupos de poder solo podía darse por un cambio social y económico. Ambos grupos descansaban sobre las espaldas de las naciones indígenas que sostenían esa estructura a través de la mita, la encomienda y otras formas de explotación domésticas. La creación de las repúblicas solo fue un cambio de familias y las formas de explotación continuaron con otros barnices.

Durante estos periodos de inicio y finalización de la conquista y la colonización, continuaron las sublevaciones indígenas; así, en 1536, Mallku Inca inició actos de resistencia militar que fueron continuados por Sari Túpac y Titu Cusi Yupanqui. Estas confrontaciones fueron aplastadas ferozmente por la superioridad bélica de los conquistadores y formaran parte del tiempo de la Auca Pacha, el tiempo de las confrontaciones bélicas que continuarán en territorio boliviano —ya en la república criolla— hasta la Guerra Federal (1898- 1899) con resultados igualmente adversos a las fuerzas indígenas; sin embargo, estos fracasos militares sentaron un precedente ante las fuerzas criollas que asumieron su temor al indio y cerraron filas para evitar conflictos que pongan en riesgo sus intereses de casta. Zárate Villca escribió en la proclama de Caracollo, en su intento de incluir a los grupos mayoritarios indígenas a la república criolla: “2do. Con grande sentimiento ordeno a todos los indijinas que guarden respeto con los vecinos y no hagan tropelías (ni crismes) porque todos los indijinas han de levantarse para el combate y no para estropear a los vecinos/ tan los mismo deben respetar a los blancos o besinos a los indijinas porque somos de una misma sangre y deben quererse como entre hermanos e indianos (sic). 28 de marzo de 1889”. El resultado de la solicitud de respeto fue su asesinato.

Esta constatación sobre la dificultad de vencer al colonizador español o al criollo republicanos por medio de las armas motivaron en los líderes indígenas a recurrir a la memoria larga del movimiento durante la colonia del Taki Unkuy (1565), que se expresó primero en Huamanga y se expandió en todo el territorio de Charcas, en la zona centro andina conformada por el eje Lima-Cuzco La Paz-Chuquisaca. Este movimiento articulaba rasgos de la religiosidad aymara quechua, con una mística nueva que intentaba reencontrarse con las antiguas divinidades de la naturaleza cercana a los seres humanos, rechazando el dogma católico, implantado a sangre y Biblia.

INDIOS. El cronista Molina relata: “…resalieron muchos predicadores luego de los indios, (…) andaban predicando esta resurrección de las huacas, diciendo que ya las huacas andaban volando por los aires, secas y muertas de hambre; porque los indios no le sacrificaban ya, ni derramaban chicha; y que habían sembrado muchas chacras de gusanos para plantarlos en los corazones de los españoles, ganados de Castilla y los caballos y también en los corazones de los indios que permanecen en el cristianismo”. Este movimiento político religioso continúa hasta nuestros días en Bolivia, sus formas y estrategias han cambiado (fiestas patronales, fraternidades, colectivos), la forma de resistencia político- cultural ha generado un movimiento inusual en todo el territorio boliviano, incluido las tierras bajas por la expansión de las migraciones internas y su influencia seguirá creciendo, pese a la resistencia conservadora que desea replicar las formas republicanas de exclusión y explotación.

Édga Rarandi Aquiroga es artista y antropóm logo. es docente de la universidadmayor de san andrés numsao.